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jueves, 28 de julio de 2011

" Bruken Rules " Niley Cap 23


Entró en el aparcamiento del local donde hacían pizzas para llevar.
Miley sonrió con tristeza.
—No te referías a eso, y los dos lo sabemos.
Nick tardó un minuto en recordar de qué estaban hablando. Cuando lo hizo, sintió que se le hacía un nudo en el estómago.
—Lo único que sé es que no pienso dejar de pasar tiempo contigo —apretó los dientes, pero no pudo evitar que las palabras saliesen—. Te necesito, Miley. Ella frunció el ceño.
—Ya tienes a Delta. No me necesitas.
—No tengo a Delta.
—Vas a volver a quedar con ella. Os he oído en el bar.
— ¿Has oído como Delta me decía que quedásemos otro día?
—Sí.
—Pues ya que has estado escuchando a escondidas, deberías haberte quedado hasta el final de la conversación.
—No he estado escuchando a escondidas.
Nick sonrió.
—Mira, niña, si te hubieses quedado un par de segundos más me habrías oído mentirle para evitar volver a quedar con ella.
Miley lo miró esperanzada.
— ¿De verdad?
—Sí. Le he dicho que no podía dejar a tus animales solos.
Miley rió incrédula.
— ¿Y no le ha parecido extraño que estuvieses en la ciudad si no puedes dejarlos solos? Por no mencionar que tienes un rancho lleno de trabajadores, por mucho que unos cuantos estén de vacaciones en estos momentos.
—No sé —contestó él encogiéndose de hombros.
—Le has dado las rosas —continuó Miley dejando de reír.
—Ya te lo he explicado. Se las había comprado para dárselas ayer. Antes.
— ¿Antes de qué?
—Antes de que tú y yo lo hiciésemos en la encimera de la cocina.
Miley se puso colorada.
—Técnicamente no hemos hecho nada.
Nick levantó las cejas y ella se mordió el labio inferior, avergonzada.
— ¿No?
—Bueno, tal vez yo…
—Sí, claro que sí. Y si quieres me gustaría volver a intentarlo muy pronto.
— ¿Quieres decir que lo que ha ocurrido entre nosotros en la cocina de los Miller cambia el rumbo de nuestra relación o de la tuya con Delta?
—Ambas.
Nick se preguntó si Miley no se sentía igual que él. Si quería olvidarse de lo que había ocurrido, no podría obligarla a lo contrario. En esos momentos lo único que quería era repetir la experiencia.
—Ya veo.
— ¿El qué?
—Ya no tienes una norma que te prohíba besarme.
—Creo que hemos hecho mucho más que besarnos.
—Tal vez —abrió la puerta del coche y bajó—. ¿Vienes?
Nick no podía permitirle que se saliese con la suya, no podía permitir que volviese a cambiar de tema de conversación.
—Sí, ya voy.
Salió del coche y dio la vuelta hasta donde ella lo esperaba, en la acera, frente al local de pizzas para llevar.
— ¿Entonces?
Ella buscó algo en su bolso.
—Entonces, ¿qué?
Nick frunció el ceño.
—No juegues conmigo, Miley. Quiero saber si para ti también han cambiado las cosas.
Ella miró por encima de su hombro y sonrió a alguien.
—Hola, señora Givens.
Nick se puso tenso al oír el nombre de la antigua casera de Miley. Le hubiese gustado decirle un par de cosas, pero en esos momentos primaba obtener una respuesta por parte de Miley.
—Buenas tardes, Miley… Nick —saludó la señora Givens deteniéndose a su lado, como si tuviese ganas de charlar—. ¿Ya habéis hecho las compras navideñas?
Él miró a la anciana fijamente.
—Miley ha estado muy ocupada buscando un lugar donde vivir. No ha tenido tiempo de ir de compras.
Miley dio un grito ahogado y la señora Givens frunció el ceño.
—Lo siento. Para mí también fue una decisión muy difícil de tomar. No obstante, y dado que nadie me ha llamado para pedirme referencias sobre ella, daba por hecho que había decidido instalarse contigo, en tu rancho.
—Supongo que habrá hablado con la señora Miller… —comentó Miley—. Me extraña que no le haya contado que me han permitido quedarse en su casa, mientras busco otro apartamento.
—La verdad es que no he hablado con ella desde la noche que te marchaste. No puedo creerme que te haya dejado quedarte en su casa con todos tus animales.
Nick respondió en nombre de Miley.
—Claro que no. Los animales están en mi rancho.
—Si hubiese sabido que no te importaba deshacerte de los animales, no te habría pedido que te marchases.
La viejecita estaba mintiendo para quedar bien, pero Nick no era tonto. La miró fríamente.
—He sido yo quien ha tenido la idea de que Miley deje a los animales en mi rancho. La pobre no ha tenido elección, después de que usted la echase.
—No podía permitir que tuviese roedores en mi casa, y, además, he visto que Miley ha puesto un anuncio en el periódico para regalarlos. Nick se puso tenso.
— ¿Has puesto un anuncio para regalar tus animales?—le preguntó a Miley. Ella se encogió de hombros.
—Nadie querrá alquilarme un apartamento en esas condiciones.
La señora Givens asintió con la cabeza.
—Bueno, yo también tengo que comprar un par de cosas antes de que cierren las tiendas. Nos veremos esta noche en la función.
—No si puedo evitarlo —murmuró Nick mientras se marchaba. Miley le sonrió.
—Compórtate. Sé que piensas que tienes que protegerme de todo el mundo, pero soy perfectamente capaz de manejar a mi antigua casera.
Él no le devolvió la sonrisa. No quería hablar de la señora Givens. Ni siquiera quería opinar acerca del hecho de que quisiese regalar los animales. Ya hablarían de eso más tarde. Quería una respuesta a su pregunta anterior y no pensaba moverse de allí hasta que no la obtuviese.
—Responde a mi pregunta.
—Ya hablaremos de eso después, Nick. No me apetece comentar lo que ha pasado en casa de los Miller en la calle.
—Quiero que lo hablemos ahora.
Miley dejó de sonreír.
—Bueno, pues yo no —sentenció dándose la vuelta y entrando en el local—. Un calzone, peperoni doble —se volvió hacia Nick—. ¿Tú qué quieres?
—Una respuesta.
—Luego, ahora tenemos que pedir.
—Compartiré el calzone contigo. Nunca te lo terminas —antes de que Miley pudiese protestar Nick se dirigió al chico de la caja—: Y un servicio de pan y una ensalada grande, por favor.
—Estará listo en unos quince minutos —respondió el chico con una sonrisa cansada.
—Bien —dijo Nick.
Miley no tardaría más de uno o dos minutos en contestar a su pregunta. No era tan complicada. Tenía que decirle si lo que había ocurrido en casa de los Miller había cambiado su relación también para ella o no. Nick esperaba que la respuesta fuese afirmativa, después de cómo se había deshecho en sus brazos, pero quería oírlo de sus labios.
La agarró del brazo y la sentó en una de las sillas que había apoyadas en la pared del pequeño local.
— ¿Sí o no?
Ella se cruzó de brazos, haciendo que la atención de Nick se fijase en la curva de sus pechos.
—No es tan sencillo.
Sonrió a una señora que también estaba esperando sentada, al lado de su marido, y luego volvió a mirar a Nick.
—No estoy segura de que nuestra relación deba cambiar —añadió—. Nuestra amistad ha funcionado durante mucho tiempo.
—Pero no respondes a mis besos como lo haría una simple amiga, Miley, sino como lo haría una amante —la mejor amante que había tenido.
Miley se ruborizó al ver que otros clientes los miraban con interés.
—Por favor, Nick, prefiero hablar de ello después.
Él sólo quería que admitiese que las cosas entre ellos habían cambiado.
—Sólo di «sí» o «no».
—Sí —espetó ella saltando de la silla—. Sí. Han cambiado. Pero tú no eres precisamente de los que se comprometen, y yo no quiero ser otra muesca más en el cabecero de tu cama.
Nick intentó agarrarla, pero ella se zafó.
—Esperaré fuera.



1 comentario:

  1. me re encanto me gustaria q hagas capis hot de esta novela plis no dejes de subir

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