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domingo, 20 de mayo de 2012

" PoR eL PlAcEr De EsTaR cOnTiGo" Cap 28




- Hace mucho que no veo tu carácter destructor. Desde que estamos en Londres no te he visto muy agresiva -rió

- Es lo que tiene...

- Miley, ¿Sabes que me he dado cuenta de una cosa en tu comportamiento?

- Qué cosa.

- Que tienes miedo a no gustar. ¿Es por lo que me acabas de contar verdad? -ella asintió- Pues no deberías tener ese miedo porque realmente eres increíble.

- No es cuestión de ser sólo increíble. Todo el mundo suele decir que lo que importa es el interior... pero eso es una gran mentira. ¿Acaso si una chica es fea, alguien se va a acercar a ella para conocer su interior? No, ¿Verdad? La imagen es lo que llama la atención para ir a conocer... Pongamos tu caso. Eres guapísimo, y tu comportamiento es de un auténtico capullo, en general. ¿Alguna chica se ha acercado a ti por tu interior? No... Sólo por tu físico.

- Yo a ti me he acercado por tu físico. Eres una mujer muy guapa.

- Ahora que tengo veintitrés años y me he pasado horas y horas en el gimnasio.

- Juraría que tú no eras un horror.

- No es que fuera un horror Nick, yo era mona. Tenía mi encanto, pero no sé. Los chicos con dieciséis años solo van a por las populares y guapas. No las monas.

- Tienes un gran trauma Miley- Yo puedo ayudarte a superarlo. Mírame ¿Vale? , siéntate bien.

Ella se sentó bien y lo miró sonriente.

- Yo ahora mismo no cambiaría nada de ti. Eres perfecta tal y como eres -sonrió Miley- Y mira tu sonrisa, ¡el mundo estaría loco si dijera que tu sonrisa no es preciosa!.

- Eres un encanto.

- No, el encanto eres tú. Créeme. Tus ojos siempre brillan, tu pelo es suave... y huele que te mueres. Y si quieres, para que te lo creas, te podría llamar diariamente para decírtelo. Así te conciencias un poco. Es una pena que no confíes en lo que te digo, porque lo que yo veo, es magnífico. Puedo seguir por tus labios... -los tocó son sus dedos- los... besaría todo el día si me dejaras... Y aparte de tu sonrisa, está tu risa Es muy sexy... Si lo que quieres es ser perfecta, quédate tal y como estás.

Miley no pudo resistir la tentación de darle un beso y un abrazo. ¿Sería así Nick de verdad? Con las últimas palabras había perdido completamente la razón.

- Nick eso te quedó muy bonito.

- Me salió del corazón, es lo que pienso.

- A mí me sale del corazón decir que... no quiero que dejemos de ser amigos por nada del mundo.

- Nadie ha dicho que vayamos a dejar de serlo.

- Joder Nick, te quiero... -lo abrazó de nuevo y se dio cuenta de lo que acababa de decir

- Yo también te quiero preciosa.

Hubiera deseado que el tono en el que se lo dijo hubiera sido serio, no con esa sonrisa inocente, sí inocente viniendo de él. Lo había dicho como amigos. Pero para Miley era imposible ser sólo su amiga. Una relación con él sería imposible. Él tenía a millones de chicas entre las que poder elegir y ella solo le tenía a él. En ese momento solo a él. Había comenzado a adorar su sonrisa, y sus ojos marrones, pequeños pero expresivos. Y... su piel ... y toda su vida en sí.

Algunas horas más tarde aterrizaron en Nueva York. Miley deseaba que la siguiera tratando del mismo modo, y que fuera igual de sensible con ella. Por favor. La abrazó por la cintura nada más bajar del avión y cruzar el aeropuerto. Tuvo que detenerse algunos instantes para firmar a algunas chicas y Miley permaneció siempre a un lado. Parecía tonta, pensaba ella de sí misma. Nunca antes se había comportado con esa parsimonia y estupidez. Lo miraba atontada, como si el mundo se hubiera detenido.



Tras pasar por eso, el coche de Nick esperaba en una zona reservada. Él mismo la invitó a subir con él y llevarla a dónde quisiera. Miley tuvo que espabilar y no comportarse como una imbécil. Intentaría comportarse como siempre.

-Miley ¿Coges mi agenda electrónica un momento? Mira qué es lo próximo.....

Miley cogió del bolso de Nick aquel aparato y lo encendió. Usó el lápiz para la pantalla táctil y no dudó en mirarle las cosas que tenía apuntadas. En los próximos días él tenía una cena en la Casa Blanca. Sonaba importante.
Y lo era. Siguió revisando para los próximos días y vio a una tal Sam , "Visitar a Sam" , inmediatamente se lo borró. Que se jodiera. No iba a permitir que viera a nadie más si estaba en su mano.

- Tienes cena en la Casa Blanca.

- ¿Vas a venir conmigo?

- Pero cómo, a mi no me han invitado.

- Eres mi acompañante.

Nick se veía muy bien mientras conducía. Estaba serio y concentrado.

- No iré Nick, nunca he ido a esos sitios...

- Pues ya es hora de que vengas.

- ¿Y qué dirán?

- ¿Qué dirán, de qué?

- De que yo vaya contigo. Dirán que estamos saliendo.

- Y yo diré que eres mi amiga-estilista.

- No se lo creerán.

- Pues eso entonces no es asunto nuestro, es su problema.

- De todas maneras, no tengo preparado vestido, ni zapatos, ni nada... Por cierto, tu traje debería estar ya preparado.

Ahora se mentalizaba para ir de su brazo a una cena de gala. ¿Qué sería lo siguiente? Llegaron a casa de Nick y Miley enseguida fue a mirarse al espejo. No soportaba pasar horas sin mirarse al espejo. Tenía ojeras. Se tapó la cara y se metió en el baño para buscar entre sus cosas un corrector. Cuando encontró el tubito y vio que no echaba nada, se enfureció. ¡Para una cosa que necesitaba en ese instante y no tenía! Abrió la puerta del baño y llamó a Nick. Éste apareció rápido.

- ¿Necesitas algo?

- ¿Tienes corrector de ojeras?

- ¿Para qué..?

- ¡Para metértelo por ...! ¡Para qué va a ser! Para las ojeras.

- Ya empezaba a extrañar que no me dijeras alguna cosa así.. No necesitas nada. Estás bien así.

- Sí, claro...

- ¿Quieres comer algo? He encontrado un par de trozos de carne en la nevera, puedo cocinarlos ahora y así comemos.

- Solo quiero corrector -Nick entró y la abrazó por detrás, besando así la curva de su cuello-

- No necesitas más corrector que tu sonrisa... no te pongas seria. No me gusta.




" PoR eL PlAcEr De EsTaR cOnTiGo" Cap 26



bueno chicas les dejo capítulos de esta nove q a estado un poco abandonada.... jeje las kiero ;)  :*



Habían pasado ya dos horas desde que el avión despegó de Londres. Miley se había quedado dormida y poco a poco había ido recostándose sobre Nick hasta quedar completamente con la cabeza en sus piernas. Nick se percató de que tenía frío y buscó una de esas pequeñas mantas que siempre había bajo los asientos. Se la puso por encima. Después, Nick no pudo soportar el sueño y al igual que su compañera de viaje, cerró los ojos y se durmió.

El trayecto estaba resultando muy tranquilo hasta que pasaron por una zona turbulenta debido al mal tiempo. Miley se despertó y comprobó si Nick dormía. Estaba en lo cierto. Había pasado todo aquel tiempo con una mano en el paquete de Nick y ni siquiera se había dado cuenta. Apretó un poco en aquella parte y él enseguida abrió los ojos, Miley los cerró. Trató de apartarle la mano de ahí, pero Miley se resistió. Cuando hubieron pasado otros cinco minutos, ella volvió a actuar, esta vez más descarada. Se tapó la cabeza con la manta y le bajó la cremallera de los vaqueros.

- ¡Miley! -exclamó intentando no llamar la atención- ¿Qué estás haciendo dios mío?

Ella no le contestó, solamente acarició lo que comenzaba a tomar forma. Se destapó la cabeza y le sonrió.

- Oh Miley no... no aquí no. ¿No ves que se me va a poner dura?

- Eso es lo que quiero.

Jugueteó un rato con sus manos y cuando lo hubo calentado paró.

- ¿Y ahora qué? -dijo tapándose con la manta, que ya había abandonado Miley

- Ahora... espera a que se baje..

- ¿Cómo? Esto a mí no se me baja sólo deseándolo. Eres peor que una serpiente...

- Las serpientes tienen sangre fría... y yo, no tengo sangre fría...

- Me duele -dijo mordiéndose el labio de abajo- Maldita...

- hacértelo delante de mí.

- Sí, y delante de toda esta gente...

- Están casi todos dormidos, nadie se dará cuenta. Bueno, voy a hacer pis ¿Vale? No te muevas de aquí, ya mismo vuelvo para ver tu tienda de campaña -se levantó y caminó hacia el servicio.

- Y encima no te rías.

¿Sería una invitación? La cosa es que Nick no aguantó más aquello. La siguió en cuanto ella se dio la vuelta. Llamó a la puerta y escuchó su voz.

- Está ocupado.

- Soy yo, calienta-braguetas.

- Oh, no sé quién eres tú -dijo riendo

- Vamos, abre.

Miley estiró su brazo para alcanzar el pestillo de seguridad y abrió. Él entró bastante urgido.

- Vamos termina, que necesito tus servicios.

- Hazte la paja aquí, ahora nadie te ve.

- Nunca me ha gustado hacérmelo, no desde que puedo tener quien me las haga ¿Entiendes?

- Oh si. Entonces, puedo entender que cuando eras un adolescente con las hormonas en plena ebullición, sí te hacías... -tiró de la cadena y se subió las braguitas y el pantalón

- No me tortures más, mujer.

- La tienes muy grande ¿Lo sabías?

- Y a ti te cabe toda.

Miley lo agarró de la cintura del pantalón y lo pegó a su cuerpo. Era excitante. Imponente. Tan jodidamente sexy.

- Vamos, estoy dispuesta aquí.

Nick le comió la boca y ella no pudo hacer más que abrir las piernas y recibirlo entero.

- No creo que mi súper pene tenga poderes para traspasar esa puta tela. Tienes que estar mojada y me sube un calor por la columna vertebral que hace temblar mis piernas... vamos bájatelo todo.

Miley le hizo casi como si estuviera abducida por él, y después él se la sacó para metérsela tan dentro como pudo. Ella le clavó las uñas en los hombros, no hacía ni cuatro horas que habían llegado a un orgasmo juntos y ya estaban otra vez. La atracción los consumía a los dos.

- Joder estás tan buena -susurró en su oído mientras ella ayudaba con sus caderas- y tan caliente siempre...

- Y tú qué, siempre tan duro como una piedra.

- Es por tu culpa cariño -mordió su oreja- te estaría follando hasta la muerte...

- Sigue diciéndome eso, me excita más...

- Te puedo decir que sigo sin olvidarme de tu boquita. Me pones muy cachondo. Anoche dormí con tus bragas en la mano, y antes de eso me masturbé en la ducha.

- Si... y... -no podía hablar- ¿Pensaste en mí?

- Pensé en cómo tu boca me devoraba la última noche.

Nick aceleró e intensificó las embestidas, consiguiendo que su chica en aquel momento se corriera. Notó cómo se contraía a su alrededor, provocando el mismo efecto en él. Permanecieron unos minutos allí parados, hasta que pudieron caminar. Se arreglaron y pensaron en salir.

- No espera, un momento -Nick le robó un último beso- Ya podemos salir.



" PoR eL PlAcEr De EsTaR cOnTiGo" Cap 27





Cuando abrieron la puerta ambos se encontraron con el padre de Nick, que esperaba para entrar.

- ¿Qué....? -intentó preguntar.

Nick lo miró y se rió.

- Son cosas de los humanos papá.

Paul hizo un gesto , como queriendo explicar algo que no le salía con las palabras de lo impresionado que estaba. Nick y Miley se alejaron y se volvieron a sentar. Una azafata se acercó preguntando si necesitaban algo y la chica parecía haberse quedado encantada con Nick, al igual que él con ella. Miley lo notó y le dio un pellizco a Nick en el brazo. Cuando la tipa se retiró Miley lo miró con cara de pocos amigos.

- ¿No tienes suficiente con una? -él negó- Payaso.

- ¿No puedo mirar a nadie ahora?

- No.

-Miley, sigo pensando que estás celosa. Y eso solo puede significar una cosa.

- No.

- Yo también me pondría celoso si ahora mismo algún hombre se acerca a ti y te mira más de la cuenta.

- Si dices que yo estoy celosa porque... bueno, porque ... eso. Ya sabes a lo que me refiero. Que... me importas un poco... entonces tú ¿Qué?

- Es que tú a mí sí que me importas.

Miley lo miró de una manera diferente. Siempre había odiado su asquerosa parte negativa, pero nunca se había parado a tomar tiempo para adorar su, también asquerosa parte positiva. Asquerosa parte positiva porque cada vez que la trataba bien, caía...

- Debes bromear, claro que te importo. Pero no ese tipo de importancia... que los dos tenemos en la cabeza.

- ¿Importar de amistad?

- Sí... mmmm eso mismo.

- Pues ya ves que sí me importas, eres mi amiga, ya lo sabes...

- Pero Nick... unos amigos no...

- Unos amigos no tienen sexo. Ya lo sé. Pero nosotros no somos unos amigos cualquiera. Pasamos de la indiferencia más absoluta a un acercamiento bastante perverso.

- Nunca hemos parado a hablar de nosotros, de conocernos...los amigos se conocen bien...

- Tú me conoces bien.

- Pero tú a mí no.

- Claro que sí te conozco bien..

- No me refiero a conocer bien de acostarse y saber dónde está el punto débil del otro...sino a conocer bien de... interior.

- No necesitamos eso, pequeña... Cuando estemos haciéndolo no te voy a preguntar por tu familia, yo solo me centraré en tu cuerpo.

 No había manera. Nick solo buscaba sexo y ella se estaba enamorando. No lo quería reconocer pero lo sabía. Ahora entendía por qué no quería ceder tan pronto, pero ahora era bastante tarde para echarse atrás. Ya se había hecho a la idea de que Nick era el único que podría calmarla en cualquier sentido aunque a veces fuera el único capaz de sacarla de sus casillas.
- ¿Alguna vez piensas sentar cabeza? -dijo Miley algo molesta

- Realmente no lo he pensado. Supongo que el día que llegue alguien que me descoloque diré basta. Aunque no lo creas alguna que otra vez he pensado en acostarme al lado de alguien, despertarme al lado de esa misma persona.. y así todos los días. Todo el mundo necesita un apoyo...

- Realmente sí.

- ¿Y qué hay de ti? Siempre te he visto con muchos chicos, no me digas que nunca te has enamorado, como tú dices.

- No es como yo digo, es como dice toda la humanidad -sonrió- Y sí, me enamoré de un chico cuando tenía quince años, pero él de mí no. Fue algo bastante doloroso para mí. Ya sabes, la ilusión del primer amor... además, él siempre me había dado esperanzas...y yo nunca había dejado de creer en que algún día podríamos llegar a algo. Siempre creí hasta que me enteré de que tonteaba con una, y salía con ella... Fue un poco frustrante. Me sentí menos porque me preguntaba una y otra vez "¿Qué tiene ella que yo no tenga?" y siempre llegaba a la conclusión de que yo no era menos, pero él me hacía serlo...

- Oh..

- Y bueno, yo me fijaba en otros chicos, pero él siempre aparecía en mi vida de una u otra forma. Él y yo éramos muy buenos amigos, pero al final dejé de hablarle, no sé exactamente por qué. Creo que orgullo, trataba de no hacerle pensar que me seguía gustando, le ignoraba, aunque por dentro estuviera muriendo por abrazarle...

- Es bastante... no sé. Bastante triste…

- Sí... estuve ilusionada como dos años. Una vez incluso me invitó al cine... íbamos para, bueno... liarnos -sonrió tímida- pero el supo que había sentimientos de por medio por mi parte y finalmente se rajó. Creo que debo agradecérselo, al fin y al cabo no lo hizo tan mal. Me hizo daño al rechazarme... pero más me hubiera hecho si nos hubiéramos besado y yo me hubiera montado películas en la cabeza. Él solo buscaba un poco de diversión.

- Yo soy así Miley. Yo solo busco diversión.

- ¿Crees que no lo sé?

- Si tú sintieras algo por mí no sé qué haría, en serio. Yo no podría hacerte daño... me caes demasiado bien.

- No se dará el caso -miró a sus ojos- ¿Verdad?

- Eso creo… A mí también me rechazaron alguna que otra vez, no te pienses que siempre me han perseguido...

- Sé tú historia con Samantha.

- Pero lo mío no era amor. Era obsesión.

- Tú no le gustabas a ella...

- No me lo recuerdes. Me sentí estúpido.

- Te sentiste tal y como eras -rió

- Parece que le has cogido gustito a eso de insultarme...

- Dime si alguna vez antes habías podido hablar así con alguno de tus ligues.

- Creo que no, pero porque ninguno de mis ligues ha viajado conmigo en avión. Ni ha tenido que estar veinticuatro horas pegado a mí.

Miley apoyó su cabeza en el hombro de él. Era un amor cuando quería.

- Hace mucho que no veo tu carácter destructor. Desde que estamos en Londres no te he visto muy agresiva -rió





sábado, 19 de mayo de 2012

Jemi "цаутива де Ту Амор" Cap 12



bueno niñas hasta ak Jemi... <3... las kiero y espero comentarios... :D 




-¿Cuánto tarda?
-Tres minutos, ¿vale? -Demi le lanzó a Joe una mirada peligrosa. Ya se lo había dicho varias veces pero, por lo visto, no tenía efecto. En cierto sen­tido, lo entendía. Ella también sentía una mezcla de pánico, miedo y nerviosismo e incluso, si era to­talmente sincera consigo mismo..., expectación.
Estaba a punto de descubrir si iba a ser madre. Madre. Ella. Había renunciado a ese sueño en concreto cuando se encontró con Sterling bailando en horizontal con la chica de la semana. A Demi le encantaba ser la tía de los hijos de Selena, y ha­cía tiempo que se decía que eso era suficiente. Que no necesitaba dar a luz para sentirse realizada. Pero, obviamente, se había engañado, porque es­taba allí deseando que la prueba fuera positiva y la aterrorizaba admitirlo. Inspiró profundamente y soltó el aire muy despacio.
-Tres minutos, repitió.
-Los tres minutos más largos de mi vida -mas­culló Joe, paseando arriba y abajo por el corto pasillo que había fuera del baño.
-En contra de lo que piensa la gente -dijo ella, observando cómo daba la vuelta de nuevo-, gri­tarle a la gente no hace que el tiempo vuele.
-Perdona -se detuvo y la miró-. Es sólo que...
-Ya, lo sé -Demi apoyó un hombro en la jamba de la puerta y, con esfuerzo, se resistió a mi­rar el test de embarazo que había en la encimera. Pronto lo sabría. Entonces llegaría el momento del pánico, y de tomar decisiones. Quizá, incluso, de levantar a Joe del suelo cuando se desmayara.
Lo vio mesarse el cabello con fuerza suficiente para arrancárselo de cuajo y se dijo que no estaba siendo del todo justa. Podía haberle dicho que era problema de ella y haber desaparecido, pero no había sido así. En lugar de eso, después de descu­brir el fallo del preservativo, se había vestido y ha­bía ido a la farmacia a comprar un test de emba­razo. Y estaba esperando el resultado con ella.
Por supuesto, ella sabía perfectamente la res­puesta que esperaba. Casi lo veía recitando fer­vientes plegarias a todas las deidades de la fortuna.
-Que uno se rompiera, no implica que todos los demás fueran defectuosos -dijo Joe, y ella es­tuvo segura de que hablaba para sí mismo.
-En cualquier caso, los preservativos no garan­tizan un cien por cien de efectividad -contestó.
-Gracias por puntualizar -rezongó él. Demi encogió los hombros y cruzó los brazos.
-Solo digo que...
-¿Que quizá la tienda de una gasolinera no fuese el mejor lugar donde comprar protección? -interrumpió él.
Demi sonrió. Tenía el estómago atenazado y le temblaban las manos, por eso había cruzado los brazos. No tenía por qué hacer ostentación de su propio nerviosismo.
-Está claro que no sirve de nada arrepentirse ahora. Lo que sea, ya está hecho.
-Lo sé -se volvió hacia ella, apoyó la espalda en la pared y clavó los ojos en la puerta del baño. Cuando saltó la alarma, los dos dieron un salto. Él dio un paso, se detuvo, y la dejó adelantarse. Demi apretó el botón del cronómetro, porque el zumbido le estaba agujereando la cabeza. Levantó la varilla cuidadosamente, como si hubiera riesgo de explosión.
-¿Miramos juntos? -le preguntó por encima del hombro.
-Juntos -asintió él.
Ella miró el recuadro donde aparecían los re­sultados y vio la cruz rosa. Se le encogió el estó­mago. Oyó que él inspiraba con sobresalto. Sus de­dos se aferraron al plástico.
-Como es rosa, ¿supones que será niña?
Si Joe hubiera sabido cómo hacerlo con efica­cia, se habría dado de patadas en el trasero. Era un estúpido. Estúpido, descuidado y... atrapado.
Sentado a la mesa para dos, observó a Demi moverse por la pequeña y acogedora cocina. Ya había hecho café y estaba llevando a la mesa tazas y un plato de galletas de chocolate caseras. No ha­bía dicho una palabra en quince minutos y el si­lencio empezaba a resultar incómodo. Joe sabía que no podía culparla por no hablar. Diablos, él tampoco sabía qué decir. No le parecía adecuado disculparse, pero era obvio que darle la enhora­buena estaba totalmente fuera de lugar.
Ella por fin se sentó frente a él, sirvió el café, tomó una galleta y procedió a desmigarla con ner­viosismo.
-Tenemos que hablar de esto -Joe estiró el brazo por encima de la mesa y puso una mano so­bre la suya.
Ella alzó la cabeza y Joe intentó leer las emo­ciones que reflejaban sus ojos verdes como un prado. Pero cambiaban tan rápidamente que era imposible hacerlo.
-Mira, Joe -dijo ella un minuto después-. Sé que intentas ayudar pero, sinceramente, no quiero hablar de esto ahora.
-Pero tenemos que tomar decisiones.
-No voy a decidir nada esta noche -Demi negó con la cabeza, sonrió y se recostó en la silla.
-Demi, esto es serio.
-¿De verdad? -mordisqueó la galleta y tragó-. ¿Quieres decir que estar embarazada no es una broma? ¿Qué no todo es diversión y juegos? Guau. Se lo comunicaré a los medios informativos.
-Muy graciosa.
-No pretendía serlo -se acabó la galleta y tomó otra.
-¿Crees que comer chocolate es la respuesta?
-El chocolate lo soluciona casi todo.
-Esto no.
-He dicho casi. Además, merece la pena pro­bar.
Él empujó su silla hacia atrás y las patas rechina­ron contra el linóleo. Se puso en pie, rodeó la mesa, la agarró de las manos y la obligó a levantarse.
Tenía los ojos dolidos, preocupados, y eso lo carcomía. Si ella no hubiera ido a ayudarlo, por hacerle un favor, no habrían vuelto a encontrarse y no estaría allí de pie, embarazada.
De su hijo. Esa frase botó en su corazón, estrellándose contra los bordes. Un hijo. Nunca había esperado ser padre. Al menos desde que su esposa lo abandonó. Cuando se casaron, se había conven­cido a sí mismo de que estaba enamorado. De que Chelsea y él construirían una familia juntos. Pero en muy pocos meses descubrió que Chelsea tenía el ojo puesto en su cuenta bancaria, no en su futuro.
Al marcharse, acabó con su sueños. Con las ce­nizas que quedaron, inició una nueva empresa y una nueva vida. Era una vida más solitaria de lo que había imaginado, pero al menos era justa. Nunca tendría que volver a ver a una mujer desa­parecer de su vida.
De repente, las tornas habían cambiado. Una diminuta vida existía en el interior de Demi, gra­cias a él. Lo quisieran o no, había ocurrido. Y no podía dejarlo de lado, marcharse. De ninguna ma­nera iba a abandonar a su propio hijo, como ha­bían hecho sus padres con él.
Dado que marcharse no era una opción, sólo podía hacer una cosa.
-Demi -dijo, mirando esos ojos que lo habían hechizado desde el momento que la vio entrar en su oficina-, cásate conmigo.
-¿Qué? -Demi parpadeó, sacudió la cabeza y parpadeó de nuevo.
-Me has oído.
-Sé lo que creo haber oído, pero el embarazo debe afectar al oído -intentó apartarse, pero él la sujetó con fuerza-. Estás alterado, no piensas ra­cionalmente.
-¿Tú? -él soltó una carcajada y la dejó libre-. ¿Vas a enseñarme a mí a pensar racionalmente?
-Alguien tiene que hacerlo -Demi alzó la mano y se apartó el pelo de la cara. Se sentía atra­pada. Con la espalda contra la pared, el frigorífico a un lado, la mesa al otro y Rick bloqueando su es­cape, le pareció que le faltaba el aire. Emociones reprimidas asaltaron su cuerpo, cerrando su gar­ganta y velando sus ojos de lágrimas que no quería derramar.
Necesitaba tiempo a solas para pensarlo. Para enfrentarse a todo lo que estaba asolando su mente y su corazón. Estaba embarazada. Tenía un bebé en su interior. Vivo, creciendo. ¡Era increí­ble!
-¿Casarme contigo? -repitió, empujándolo para que la dejara-. Dios, Joe. Llevo unos diez minutos embarazada y tú, ¿quieres organizar una boda?
-Es lo correcto.
-Claro -dijo ella por encima del hombro, en­trando a la sala-, si vives en una película de los años cincuenta.
Él estaba justo a sus espaldas y, de repente, la sala le pareció mucho más pequeña de lo normal.
-Demi, ese bebé que llevas dentro es mío -in­sistió él, agarrándola del brazo y obligándole a mirarlo.
-jope, es demasiado pronto para hablar de esto -necesitaba tranquilidad. Necesitaba pensar, pla­nificar. Era increíble, ella, Demi Lovato, la mujer que no había hecho planes en años, necesitaba hacerlos. Si no tuviera tanto miedo, se habría echado a reír.
-Bien -dijo él, dando un paso atrás, para con­trolarse y no agarrarla-de nuevo-. Es demasiado pronto. Pero... -esperó a que lo mirara-...necesito saber que hablarás conmigo antes de tomar ninguna decisión.
Tenía los rasgos tensos y Demi comprendió que sentía el mismo torbellino interior que ella. Sonrió y puso la palma de la mano en su mejilla.
-Lo prometo. Sólo... dame un poco de tiempo, ¿de acuerdo?
Unas horas después, Demi entró en Larkspur y cerró la puerta a sus espaldas. De inmediato, la en­volvió el perfume de crisantemos, rosas, guisantes de olor y otras muchas especies, que llenaban la pequeña tienda.
Sartas de diminutas luces blancas delineaban las dos grandes ventanas que daban a la autopista, y llenaban de sombras la sala. En el centro de la habitación había cubos de metal con agua, llenos de flores que no necesitaban refrigeración para mantenerse frescas. A un lado de la habitación ha­bía vitrinas de cristal refrigeradas, en las que rosas, orquídeas y otras flores frágiles esperaban su oportunidad de ser admiradas.
Apretó el interruptor y los fluorescentes elimi­naron las sombras. Demi fue hacia la habitación trasera, en la que almacenaban los utensilios. Ha­bía jarrones de cristal de distintas formas y colores en las estanterías. También había cinta de florista, tijeras, espuma rígida y todo lo necesario para montar los arreglos florales de fantasía que eran el sello distintivo de Larkspur.
Todo estaba perfectamente ordenado. El suelo estaba recién barrido y la basura generada du­rante el día ya llenaba el contenedor que había tras la tienda.
Demi encendió la radio y escuchó una triste canción sobre amor y pérdida. Se quitó la suda­dera y eligió uno de los jarrones. Trabajar con flo­res siempre la relajaba, le permitía pensar y dejar que su mente vagara mientras mantenía las manos ocupadas.
Tenía mucho que pensar.



Jemi "цаутива де Ту Амор" Cap 11




La puerta se abrió. Demi tenía el pelo suelto, y caía sobre sus hombros en suaves ondas de color rojo dorado. Llevaba una camiseta blanca de tiran­tes y unos vaqueros cortos. Tenía los pies descalzos y sus piernas parecían increíblemente largas. Em­pezó a salivar y se olvidó por completo de la alfom­bra pintada del porche. Se olvidó del nuevo cliente que había conseguido en el almuerzo. Se olvidó del vino que llevaba en la mano. Sólo podía centrarse en ella y, que el cielo lo ayudara, en el efecto que tenía sobre él.
-Hola -Demi sonrió y Joe se quedó sin aliento.
-Hola -respondió.
-¿Eso es para mí? -preguntó ella, señalando el vino.
-Sí.
-¿Quieres tomar un poco ahora? -preguntó ella, apartándose para dejarle entrar.
-No tengo sed -dijo él, entrando y cerrando la puerta a sus espaldas.
-Yo tampoco -dijo ella, quitándole el vino y de­jándolo en el sofá.
-Me alegro -masculló él, la agarró y la rodeó con sus brazos, como si se le fuera la vida en ello. Y quizá, en ese momento, era verdad.
Ella se puso de puntillas y se encontró con su boca, que bajaba a besarla. Entreabrió los labios y la lengua de él la penetró, exigiendo, desvali­jando, llevándola de nuevo a ese umbral de deseo que tan bien había llegado a conocer.
Joe apartó la boca y dibujó un camino de be­sos calientes y húmedos en su cuello. Ella gimió suavemente, agarrándose a sus hombros y arque­ándose hacia él. Sus manos le levantaron la cami­seta y agarraron sus pechos; después sus dedos la acariciaron, pellizcaron y cosquillearon con insis­tencia.
Ella inspiró entre dientes y contuvo el aliento, como si tuviera miedo de no volver a respirar. Joe le mordisqueó la nuca, lamió la vena que latía ace­lerada en la base de su cuello y sintió cómo su pro­pio corazón se disparaba y acompasaba al ritmo salvaje del de ella.
Alzó la cabeza y siguió acariciando sus pezones, para ver cómo los ojos de ella, resplandecientes, se cubrían con un velo de deseo.
-¿Dormitorio?
Demi se pasó la lengua por los labios, parpa­deó un par de veces, e intentó centrar la vista en su rostro. Alzó una mano y señaló.
-Por allí.
-Vamos -se agachó lo suficiente para colocan un hombro en su estómago. Después se irguió, do­blándola sobre su espalda.
-¡Eh! -ella apoyó las manos en su espalda y se irguió-. ¿Qué esto de la vuelta a los tiempos de las cavernas?
-Es más rápido así -replicó él, dándole un azote cariñoso en el trasero.
-De acuerdo -dijo ella, dejándose caer contra su espalda-. Siempre que haya una buena razón.
Joe cruzó la sala sin mirarla. En ese momento, no le interesaba la decoración. Lo único que le in­teresaba era Demi. Y la dulce satisfacción que úni­camente había encontrado con ella. La necesi­taba, maldita fuera.
No quería eso. No lo había planeado.
Pero el fin de semana se había convertido en algo... importante. La apretó con más fuerza al darse cuenta, pero decidió no considerar las impli­caciones que podía haber tras esa palabra, «impor­tante».
Miró a través de una puerta abierta. Azulejos verdes y una cortina de plástico con palmeras y lo­ros. Era el cuarto de baño.
-Gira a la izquierda -dijo ella, al notar que pa­raba. Él lo hizo-. No, a la otra izquierda -corrigió ella-. Mi izquierda. Esto de dar direcciones boca abajo es un asco.
El entró en el dormitorio, vio la cama de matri­monio, cubierta con una colcha azul y blanca e ig­noró todo lo demás. Había una lámpara encen­dida en la mesilla, que emitía una suave luz amarilla. Se inclinó y la dejó caer sobre el colchón. Ella soltó una carcajada al rebotar un par de veces.
-No hay nada como un cavernícola -dijo, esti­rándose en la cama como un gato.
-Me alegra que me des tu aprobación.
-Oh, sí.
Demi lo miró con ojos brillantes de pasión. Te­nía un aspecto diferente. Llevaba un jersey negro y pantalones vaqueros; la ropa informal hacía que pareciese más asequible. Los trajes que solía utili­zar eran casi como una coraza bien cortada, que lo aislaba del mundo. Por lo visto, esa noche había pasado por casa para cambiarse. Por mucho que apreciara el detalle, quería que se quitara esa ropa. Inmediatamente.
Como si hubiera oído sus pensamientos, él se arrancó el jersey y lo tiró a un lado. La luz de la lámpara definió su ancho pecho y ella sintió un es­calofrío. Mientras se quitaba los vaqueros, a Demi se le aceleró la respiración y su cuerpo se tornó caliente y húmedo, dispuesto para recibirlo.
Él se arrodilló en la cama, junto a ella y la le­vantó del colchón para quitarle la camiseta. Des­pués se inclinó hacia sus pechos y empezó a besar­los, primero un pezón y luego el otro, probando, lamiendo, iniciando otra larga escalada hacia un placer sin límite.
Demi gimió, enredó los dedos en su pelo y luego deslizó las manos hacia sus hombros, su es­palda. Él alzo la cabeza y la miró a los ojos.
-Te he echado de menos, diablos -admitió-. A pesar de que hemos trabajado juntos todo el día, te he echado de menos.
-Sí -dijo ella, poniendo una mano en su meji­lla-. Lo sé. Yo he sentido lo mismo.
-Eso significa que...
-Que me maten si lo sé -Demi tragó aire cuando él llevó la mano a la cinturilla de sus pan­talones cortos. Lo contuvo mientras él desabro­chaba el botón, bajaba la cremallera y después los deslizaba, junto con la ropa interior, piernas abajo. Se libró de ambas prendas de una patada. ­Sólo sé que te deseo. Un montón.
-Ahora mismo estoy contigo, Ranita -dijo él. Sus labios se curvaron con esa sonrisa que enlo­quecía a Demi.
Ella se rió mientras él se tumbaba sobre ella. Se abrió para él, dándole la bienvenida. Aún son­riendo, pegó las caderas a las suyas y se rindió al intenso placer que creaba en su interior. Miró sus ojos y vio en ellos algo más que simple deseo. Tam­bién vio calidez, humor y ternura.
Las sensaciones la recorrieron como un torbe­llino y, cuando estaba a punto de alcanzar el clí­max, comprendió que Joe y ella habían cruzado una frontera en algún momento. Habían pasado de la mera pasión y deseo a un punto en el que las cosas podían complicarse. Entre ellos había algo más que deseo. No sabía cuánto más.
Él empezó a empujar con más fuerza, más rá­pido, y se olvidó de pensar. Se concentró en el mo­mento. En los dos, solos, iluminados por una luz suave mientras sus cuerpos se reclamaban el uno al otro y sus respiraciones se fundían en una.
Cuando sitió que las primeras llamas incendia­ban su sangre, se abrazó a él con fuerza, claván­dole las uñas en los hombros. Gimió su nombre y, un momento después, él se puso rígido y encontró su propia culminación. Demi lo abrazó fuerte­mente mientras, juntos, iniciaban una infinita ca­ída libre.


Dos días después estaban de nuevo en su dor­mitorio, como habían hecho en todos los momen­tos en los que no estaban trabajando. Algo estaba ocurriendo entre ellos, pero ninguno estaba dis­puesto a admitirlo y, menos aún, a hablar de ellos. En vez de eso, se dejaban llevar por las fantásticas sensaciones que los rodeaban. Se perdían en la magia. Habían encontrado más de lo que espera­ban, más de lo que querían reclamar.
A Joe lo preocupaba que la relación se estu­viera complicando demasiado, pero era incapaz de mantenerse alejado de ella. En un diminuto rincón racional de su mente, una vocecita le ad­vertía que debía empezar a distanciarse. A escapar de Demi y el peligro que representaba.
Pero no podía hacerlo. Aún no.
Lo haría. Tenía que hacerlo. Pasara lo que pa­sara, no estaba dispuesto a ponerse en una situa­ción en la que una mujer tuviera el poder de aplastarlo de nuevo. Había tiempo. Todavía tenía tiempo para disfrutar de lo que había encontrado, antes de tener que renunciar a ello.
Volvió a moverse en su interior, balanceándose, llevándolos a ambos al límite. Después, con una última embestida, Joe sintió como ella fundía su cuerpo con el suyo, observó sus pupilas dilatarse y oyó cómo susurraba su nombre mientras empeza­ban sus espasmos; sólo entonces se permitió a sí mismo buscar la cima que necesitaba desesperada­mente.
Unos minutos después se dejó caer a su costado y soltó un gruñido.
-Maldición.
Demi intentaba recuperar el aliento y que los latidos de su corazón volvieran a la normalidad. Se volvió hacia él con una sonrisa satisfecha en el ros­tro.
-Joe, ¿es posible que algo vaya mal?
-El preservativo se ha roto -dijo él con rostro tenso. Ella abrió los ojos de par en par y la vio pali­decer.
- Oh, oh.
-Eso lo dice todo -sentía una opresión en la boca del estómago, pero aún había una espe­ranza-. Dime que tomas la píldora.
-¿Quieres que mienta en un momento como este?
-Maldición.
-Oye -dijo ella, agarrando la colcha para ta­parse-, hacía un par de años que no estaba con nadie -lo tapó también a él-. No iba a estar to­mando la píldora cuando no había ninguna nece­sidad.
-Entendido -se pasó una mano por el pelo y apretó la mandíbula-. Vamos a echar cuentas. ¿Cuándo tuviste el periodo la última vez?
Demi miró el techo e intentó concentrarse. Le resultaba difícil pensar cuando su cuerpo aún no había dejado de vibrar. Pero lo intentó. Mental­mente, contó. Después volvió a contar. Lo hizo una vez más. «Oh, Dios», pensó. Titubeó y com­prendió que no había forma fácil de decirlo.
-Fue, erm..., debió empezar hace tres días.
-Oh, oh.





Jemi "цаутива де Ту Амор" Cap 10





bueno chicas les dejo cap d esta nove... las kiero y gracias x sus comentarios...  y bienvenida de nuevo ┊┊┊☆Vαlpαl☆┊┊┊ :D un beso grande grande.. 




-Ha llamado tu abuela -dijo Demi, asomán­dose al despacho de Joe, el lunes por la mañana.
-¿En qué línea está? -Joe alzó la cabeza.
-No, ha llamado -repitió ella-. En pasado. Se apoyó en el umbral de la puerta, cruzó los brazos y lo miró-. Me pidió que te dijera que no tenía tiempo de hablar. Ha reservado un viaje de tren de «Paisaje otoñal» de última hora, y tenía que ir a comprarse ropa.
Joe se sonrió. Su abuela nunca cambiaría. Tra­taba la vida como una aventura. Nunca se preocu­paba de planificar nada. Pensaba que las cosas no eran divertidas si no eran espontáneas. A eso se había debido su viaje para ver el lanzamiento espa­cial y, por lo visto, a ver hojas de otoño.
-¿Cuándo regresará?
-No estaba segura -Demi soltó una risa-. Me dijo que había intentado convencer a mi abuela para que fuese con ella.
-¿Y va?
-No -Demi se estiró y fue hacia la mesa-. Cuando mi abuela hace un viaje, le gusta ir a com­prar mapas de carreteras y guías meses antes. Dice que la mitad de la diversión está en planificar la ruta.
-Tu abuela planifica, la mía es un espíritu libre -murmuró él. Se recostó en la silla y la miró-. ¿Has pensado alguna vez que quizá nos cambiaron al nacer?
-Es una posibilidad. Yo solía planificar las cosas, pero dejé de hacerlo.
-¿Qué tal has dormido? -preguntó él, con voz tan profunda que Demi sintió un escalofrío de excitación.
-De maravilla. ¿Tú?
-Fenomenal.
-Bien.
-Bien -repitió él, clavando los ojos en los su­yos-. Eché de menos...
Ella contuvo la respiración
-...el desayuno en la cama-acabó él.
-Yo también.
-Contigo, quiero decir -Joe se puso en pie y rodeó la mesa-. Eché de menos un montón de co­sas. Como oír tu respiración en la oscuridad.
-Joe...
-Eché de menos estirar el brazo y encontrarte a mi lado, caliente y dispuesta.
-Ya, bueno -admitió Demi-. Yo eché de me­nos que me buscaras.
-Entonces, ¿qué vamos a hacer?
-Supongo que seguiremos con el pacto un tiempo más, ¿no?
-¿Es eso lo que quieres? -preguntó él.
-Depende. ¿Es lo que quieres tú?
Él la agarró de la mano y tiró hacia sí, acercán­dola lo suficiente para que sintiera la presión de su sexo en el abdomen.
-¿A ti qué te parece? -dijo.
-De acuerdo, entonces -Demi sintió que su cuerpo estallaba en llamas-. Después del trabajo. ¿En mi casa?
-Después del trabajo -repitió él, soltándola con desgana-. Ahora debería mirar los informes de Baker -dijo, volviendo a su silla.
-Eso es -dijo ella, se dio la vuelta y salió. Notó que él observaba cada uno de sus pasos.
Dos horas después, Joe estaba encerrado con un cliente y el teléfono de Demi sonó.
-Financiera Jonas.
-¡Hola, cariño!
-Hola, abuela -Demi sonrió.
-¿Cómo te va?
Demi abrió la boca, la cerró y se detuvo para pensar. No sabía cómo describir la situación.
-Me va... bien -era una respuesta segura, abu­rrida y tan alejada de la verdad como era posible. Pero, ¿qué otra cosa podía decirle a su abuela? No podía decir que el sexo con Joe era fantástico. Santo cielo.
Su abuela, cuando se recuperase del infarto, la llevaría arrastras a la iglesia y la obligaría a pos­trarse ante el altar. No. A veces una mentira có­moda era mejor que la verdad.
-Bien. Sabía que todo iría bien en cuanto fue­ras capaz de olvidarte del trauma de infancia: «Joe era malo conmigo».
-¿Trauma? -Demi se apartó el auricular de la oreja y lo miró pensativa, con los ojos entrecerra­dos. Después lo acercó de golpe-. ¿Has estado viendo ese programa tertulia otra vez?
-El doctor Mike es un hombre muy listo -res­pondió su abuela.
-Ah, apuesto a que sí -rezongó Demi con voz seca. El psicólogo de la tele favorito de su abuela, tenía respuestas para todo; desde cómo recuperar el cabello a cómo dejar los pañales, y no tenía re­paros en compartirlas con su audiencia. Las muje­res como su abuela lo adoraban.
-Simplemente, intenta ayudar a la gente a que comprenda y se enfrente a sus miedos -hizo una pausa-. Deberías pensar en verlo alguna vez, cariño.
Demi suspiró y apartó las manos del teclado. Echó una ojeada a la puerta del despacho de Joe, seguía cerrada.
-No tengo miedos a los que enfrentarme, abuela. Pero gracias por pensar en mí.
-Las personas que sufren de fobia al compro­miso siempre dicen eso.
-¿Qué? -se le abrieron los ojos de par en par y Demi se puso una mano delante, para evitar una nueva búsqueda de lentillas.
-El doctor Mike dice que la gente que tiene miedo de que le hagan daño, debería arriesgarse de todas formas. Es más saludable.
-Al doctor Mike que le den...
-¡Demi Lovato!
-Abuela -contrita, Demi recordó dónde es­taba y bajó la voz-. Lo siento. Pero, lo digo en se­rio, deja de intentar curarme viendo la televisión. Y, no necesito cura. No me ocurre nada.
-Nada que un marido y unos hijos no puedan solucionar -discutió su abuela. Demi se golpeó el pecho con la barbilla, su abuela llevaba unos cuan­tos años con la misma cantinela.

-No todas las personas tiene que vivir felices y comer perdices, ¿sabes? Algunas no quieren ha­cerlo.
-Ya, pero tú sí quieres. Sé que te sientes sola, Demi. ¿Crees que no noto cómo miras a Selena y a su familia? ¿Crees que no veo las lágrimas en tus ojos cuando tienes en brazos al bebé?
Demi soltó un suspiro. Era cierto que a veces sentía lástima de sí misma. Pero eso le pasaba a todo el mundo. No la convertía en una cliente po­tencial del doctor Mike. Sólo demostraba que era humana. Envidiaba un poco la felicidad de Selena, pero ella también era feliz. Su vida era justo como quería que fuese.
-Mira, abuela -dijo rápidamente-. Tengo que dejarte. Joe necesita algo -se justificó ante los dio­ses diciendo que era una mentira pequeña, pero sa­bía que le estaban poniendo una crucecita negra en el alma. Mentir a ancianas dulces y cariñosas se veía con muy malos ojos en el mundo del karma.
-Bueno, bueno, no quiero retenerte -dijo su abuela, con un tono que indicaba claramente que no estaba dispuesta a colgar todavía.
-Te llamaré más tarde. -Ven a cenar.
-Yo... no puedo -rechazó, recordando que iba a estar ocupada después del trabajo-. Pero te lla­maré. Lo prometo.
-De acuerdo, pero de veras pienso que debe­rías...
-Tengo que irme, abuela. En serio –Demi                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           se inclinó sobre la mesa y siguió hablando mientras bajaba el auricular hacia su base-. De verdad. Tengo que colgar -su abuela seguía hablando-. Adiós.
Colgó el teléfono, sabiendo que más tarde ten­dría que pagar por hacerlo.
Se recostó en la silla y pensó en todo lo que le había dicho su abuela. Era cierto que a veces se sentía sola, como  todo el mundo. Pero, en con­junto le gustaba su vida. Era divertida, intensa. Justo como ella quería. Le gustaba la casa vacía. El silencio. Disponer de su tiempo libremente silencio.
Se preguntó por qué, entonces la  alegraba tanto que Joe fuera a ir a verla después del trabajo.

La pequeña casa de la playa era justo cómo Joe había imaginado la casa de Demi. La parte delantera era de madera y piedra. Debía tener al menos sesenta años, y las barandillas del porche y las balaustradas de piedra, talladas a mano, tenían mucho encanto.
Joe aparcó su lujoso coche y se quedó un mo­mento observando el lugar. A muy pocas manzanas ­de la playa, la casa estaba rodeada de verdor y flores otoñales Pintada de color amarillo cálidas, con remates en verde oscuro, tenía un aspecto muy acogedor. En el porche había muebles de mimbre de color blanco, y la lámpara del techo emitía una suave luz rosada. Era típico de Demi no poner una simple bombilla blanca, tenía que ir más allá.
Metió la mano en el coche, sacó la botella de vino blanco frío que había llevado y recorrió el sendero bordeado de rosales que llevaba a la casa.
Se encontró preguntándose de qué color serían las flores cuando salieran en verano. Inmediata­mente, desechó el pensamiento. No alargaría la relación lo suficiente como para verlo.
Joe sonrió mientras subía los cinco escalones que llevaban a la puerta. El cemento estaba pin­tado. De alguna manera, Demi había pintado el porche y los escalones como si fueran una desva­ída alfombra oriental de flores. Era fantástico, pero se preguntó cómo se le había ocurrido la idea. Nadie pintaba alfombras en el cemento.