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jueves, 14 de julio de 2011

" Innocence and Desire " Cap Nº 4




ESTO ES ridículo —dijo Miley.
— ¿Porqué?
— ¿No había dicho que tenía que tomar un avión?
—No sé por qué tengo la impresión de que, por mucho que me empeñe, no voy a llegar a tiempo al aeropuerto.
— ¡Eso no le da derecho a tocarse las narices y a no hacer nada! —exclamó Miley.
Nick la miró con ironía.
—A ver si dejamos las cosas claras. Si no me ha encerrado aquí para evitar que haga una nueva urbanización y siga destrozando el medio ambiente, ¿para qué lo ha hecho? ¿Acaso le gusto y quiere usted mi cuerpo, señorita Cyrus?
Miley no estaba preparada para aquello y no pudo evitar ponerse roja como la grana de pies a cabeza.
—Lo lleva usted claro, señor Jonas —contestó—. Ni en sueños.
— ¿Por qué se pone usted así entonces? —dijo Nick mirándola de nuevo de arriba abajo—. Yo creo que nos iría muy bien en la cama.
Miley no supo qué decir pues toda su atención mental estaba en aquellos momentos puesta en imaginarse precisamente aquella escena, en imaginarse a Nick Jonas acariciando su cuerpo desnudo.
Miley no solía tener fantasías de aquel tipo y la sorprendía sobremanera estar teniéndola con aquel hombre, pero lo cierto era que no había podido dejar de pensar en él desde el principio.
— ¡No me vuelva a decir una grosería así jamás! —protestó.
Nick sonrió.
— ¿Ha salido alguna vez con un hombre de verdad y no con un chico candoroso y sensible como Joshua Bowman?
Miley se quedó mirándolo con la boca abierta.
—Seguramente, si lo hiciera, su opinión de los hombres cambiaría —insistió Nick—. En cualquier caso, si de verdad no le interesa hacerme la competencia profesionalmente, ¿qué queda?
—Usted sabrá —contestó Miley de manera peligrosa.
— ¿No será que una niña rica y caprichosa no puedes soportar que las cosas no salgan como ella quiere? —sugirió Nick—. Desde luego, de tal palo tal astilla —añadió con frialdad.
— ¿Conoce a mi padre? —se extrañó Miley.
—Todo el mundo conoce a su padre —contestó Nick encogiéndose de hombros.
—No me llevo bien con él.
—Ya, pero los de su clase pasan por alto esas desavenencias cuando es necesario —observó Nick.
— ¿A qué clase se refiere?
—A esos que tienen dinero de siempre, a esas familias que se enorgullecen de tener una especie de pedigrí o algo así —se burló Nick.
—Normalmente, los que se refieren a nosotros de esa manera son nuevos ricos que no tienen nuestros, privilegios, pero a los que les encantaría tenerlos —le espetó Miley.
—Es cierto que no soy rico de familia, en eso tiene razón —sonrió Nick—, pero se equivoca si cree que quiero ser como ustedes. Bien, ahora que ya nos hemos diseccionado mutuamente, aparte de habernos insultado, ¿le importaría que nos centráramos en lo importante?
— ¿A qué se refiere?
— ¡A salir de aquí, por supuesto! ¿Había quedado esta tarde con alguien? ¿Hay alguien esperándola? ¿Hay alguien que sepa que está usted aquí?
Miley se sentó en una silla, realmente molesta porque aquel hombre la hubiera metido de nuevo en el mismo saco que a su padre.
¿Cómo hacerle comprender que no era una niña rica y malcriada? ¿Y por qué molestarse siquiera en intentarlo? ¿Qué más le daba lo que aquel monstruo pensara de ella?
—Mis compañeros sabían que tenía que venir a tasar esta casa, pero esta tarde no iba a volver a la oficina, así que no me echarán de menos hasta mañana por la mañana —contestó—. Madre mía...
Nick enarcó una ceja.
—No, mañana no iba a ir a la oficina porque tenía cita con el médico —le explicó.
— ¿Todo el día? —se extrañó Nick.
—No, por la mañana.
— ¿Y por la tarde?
—Por la tarde... —contestó Miley interrumpiéndose avergonzada.
—A ver si lo adivino —murmuró Nick—. Por la tarde tenía que ir a la peluquería, a hacerse una limpieza de cutis, la manicura, a probarse un vestido o de compras o algo así, ¿verdad?
Miley se sonrojó pues era cierto que algunas de las cosas que había mencionado estaban en su agenda para el día siguiente por la tarde.
—Mire, cómo me organice yo mis días no es asunto suyo. Lo cierto es que tenía previsto trabajar todo el fin de semana y me había tomado un par de días libres esta semana, pero le aseguro que trabajo exactamente igual que los demás.
Nick se encogió de hombros.
—Y, si soy la única mujer que conoce que va a la peluquería, se arregla las uñas de manera ocasional y sale a comprarse algo de vez en cuando, es que va usted con gente muy extraña, señor Jonas.
—Vamos al grano —se impacientó Nick—. Así que mañana solamente su médico y su peluquera la echarán de menos, ¿no?
Miley se echó hacia atrás en la silla.
— ¡Sí! —suspiró exasperada.
— ¿Iba al médico por algo grave?
—No.
—Así que no es muy probable que se pongan a buscarla desesperados.
—No es muy probable.
— ¿Vive usted sola?
—Sí, ¿usted?
—También.
— ¿Y el avión que tenía que tomar?
Nick se quedó pensativo.
—Podrían pasar un par de días antes de que me echaran de menos. Iba a una conferencia a Melbourne, pero había pensado pasarme mañana por casa de mi madre, que vive en Sidney.
— ¡Ya está! ¡Ella se dará cuenta! —exclamó Miley.
—No, era una sorpresa, mi madre no sabía que iba a ir a verla.
— ¡Vaya por Dios! ¡Ya se lo podía haber dicho!
—No se lo suelo decir porque, si no llego exactamente a la hora que le he dicho, se preocupa y lo pasa muy mal.
—Ah —sonrió Maggie—. En eso, se parece a mi madre.
Durante unos instantes, ninguno de los dos dijo nada pues ambos se quedaron pensando en sus respectivas madres
Al cabo de un rato, Nick se acercó a algo que había tapado con unos plásticos y, al quitarlos, Miley vio que se trataba de un coche negro antiguo en perfecto estado y de una Harley Davidson. Ambos vehículos debían de costar una fortuna.
—Los propietarios no me dijeron nada de esto.
— ¿No? Desde luego, explica la seguridad. Este cobertizo es una fortaleza.
Maggie arrugó el ceño.

—No tiene sentido. Me dijeron que llevan más de un año sin vivir aquí y que no tienen guardeses. ¿Quién en su sano juicio dejaría esto aquí? —se preguntó poniéndose en pie y acercándose al coche.
—Hay que estar un poco loco, sí —contestó Nick abriendo la puerta del vehículo.
Ambos miraron el interior, que era precioso, con asientos de cuero brillante. Para colmo, tenía las llaves puestas. Nick se sentó en el asiento del piloto y encendió el motor.
—Obviamente, viene alguien a encenderlo de vez en cuando —recapacitó al cabo de unos segundos apagando el motor—. De lo contrario, no tendría batería.
— ¿Qué le dijeron a usted?
—Yo no he hablado con ellos directamente, pero a mi secretaria le dieron a entender lo mismo que a usted, que aquí no vivía nadie desde hacía más de un año. Desde luego, no le hablaron de coches antiguos ni de nada por el estilo...
Miley se giró y fue hacia los armarios de la cocina.
—Estas latas no tienen un año —comentó mirando una lata de judías cocinadas—. Y estos cereales... parecen de ayer mismo.
— ¿Sugiere que alguien está viviendo aquí?
—Es posible —contestó Miley—. Los vecinos más cercanos están a varios kilómetros, asi que no es difícil entrar y salir de la propiedad sin que nadie te vea.
—De ser así, si vienen todas las noches a dormir aquí, estamos salvados.
— ¡Exacto! —exclamó Miley emocionada.
—Bueno, por si no es así, al menos tenemos una caja de herramientas —comentó Nick abriendo el maletero del coche.
— ¿Y?
—Y que, si nos vemos obligados a ello, podemos utilizar las herramientas para intentar salir de aquí de alguna manera.
— ¿Usted cree?
—Bueno, lo cierto es que esta sierra parece de juguete, así que va ser un proceso lento, pero habrá que intentarlo.
—Entonces, póngase manos a la obra inmediatamente mientras yo preparo té —sugirió Miley, Nick la miró con ironía.
—Yo nunca he utilizado una sierra, pero, si prefiere, puedo intentarlo y usted prepara el té. ¿Prefiere eso?
—No, gracias.


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