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miércoles, 6 de julio de 2011

" Broken Rules " Niley Cap 6


Teniendo en cuenta los resultados de sus llamadas para buscar apartamento el día anterior, quizá no tuviese demasiadas opciones. Sunshine Springs no era una ciudad grande, por eso parecía gustar tanto a los ricos y famosos. También influía el hecho de que estuviese cerca de las pistas de esquí. Pero la oferta de apartamentos para alquilar durante todo el año era reducida y los precios podían llegar a ser astronómicos. Nadie había parecido estar dispuesto a alquilarle un apartamento si tenía un perro grande.
Nick frunció el ceño.
—Tu loro es de los más gritones y malhumorados que he visto.
—Te acostumbrarás enseguida a su canto.
Él la miró incrédulo antes de concentrarse en la carretera, que estaba cubierta por la nieve.
— ¿Su canto? El pájaro grita tan fuerte que podría despertar a las vacas que están en los pastos.
—Que sepas que mi loro es un pájaro muy inteligente. Sabe incluso decir mi nombre.
—Miley, tu loro no habla.
—Claro que sí. Sólo tienes que entender su dialecto.
Nick dio un resoplido.
—¿Qué tal Bud?
—No para de dar vueltas por la casa con su rueda. Creo que lo que más le gusta es el salón. La verdad es que no entiendo demasiado a los animales pequeños, pero le dejo que vaya por ahí subido en la rueda un par de horas todas las noches.
Miley sonrió.
—Gracias. Tómatelo como un entrenamiento para cuando tengas hijos y éstos tengan animales de compañía pequeños.
—Por el momento no tengo pensado casarme. Por lo tanto… los niños tampoco entran en mis planes.
A Miley le vino a la mente la imagen de un niño con la misma piel morena que Nick, haciendo que desease cosas que nunca podría tener con él.
— ¿Tienes que conducir así de despacio? Ya llego tarde a la escuela.
—Me alegro de haberme pasado a buscarte. Seguro que tú sola habrías terminado en la cuneta.
A Miley no le gustó el comentario.
—Escucha, Nick, conduzco todos los días para ir a trabajar y todavía no he terminado nunca en la cuneta.
— ¿Así que tus ángeles de la guarda hacen horas extra? Lo sabía desde la primera vez que te vi.
—Entonces, supongo que no necesito tu protección.
—Quizá no la necesites, pero ahora mismo no podemos separarnos.
Era evidente que a Nick le había molestado su frívola respuesta.
A Miley le sorprendía lo rápido que una pequeña discrepancia se convertía últimamente en toda una pelea. En esta ocasión, iba a permanecer tranquila. Le sonrió conciliadoramente.
—Ya me había dado cuenta.
Él no le devolvió la sonrisa. De hecho, estaba frunciendo el ceño todavía más.
—Les prometí a tus padres que te cuidaría y así lo haré.
De repente, Miley se olvidó de que había decidido mantenerse tranquila.
—No dejes que esa promesa te impida poder tiranizar a otra persona. Mis padres me dieron por caso perdido hace mucho tiempo.
Nick juró.
Hicieron el resto del camino en silencio.
Miley se desabrochó el cinturón en cuanto Nick llegó a la Escuela Elemental de Sunshine Springs. Puso una sonrisa falsa en sus labios, abrió la puerta y salió.
—No te molestes en venir a recogerme. Ya me llevará alguien.
—Estaré aquí a las tres y cuarto.
—Bien.
Miley hizo un esfuerzo para no dar un portazo.
Nick esperó hasta que hubo llegado a la acera antes de dar marcha atrás. Salió del aparcamiento mucho más deprisa de lo que había llegado.
Miley se tragó su frustración y se dirigió hacia el edificio. Lo último que necesitaba era enfrentarse a una clase llena de niños de cinco años con mala actitud.

Cuando llegó a la escuela esa tarde, Nick casi esperaba que Miley se hubiese marchado ya. Pero no. Estaba hablando con un par de profesores más, vestida con una cosa de algodón que volaba con el viento, y debajo llevaba medias. ¿Cómo podía ponerse esa ropa con el tiempo que hacía? ¿Dónde tenía el abrigo? Al menos llevaba un jersey de cuello vuelto debajo de la cosa de algodón.
¿No era aquél el hombre tatuado de la otra noche? Si Miley pensaba que iba a permitir que el señor Cuero la llevase a casa, se iba a llevar una sorpresa. No permitiría que se montase en la Harley con ese tiempo.
Miley levantó la mirada y se encontró con la suya. Nick suspiró aliviado al ver que se despedía de sus amigos y se dirigía hacia su coche. Al menos no tendrían que pelearse por eso. Todavía no entendía que le había ofendido tanto esa mañana. ¿De verdad le molestaba que la llevase a trabajar?
Una voz pequeña y tranquila le reprendió. No había sido la respuesta de Miley lo que había agravado la discusión. Sino la suya propia. Estaba muy susceptible, y sabía por qué. El padre de Miley lo había llamado la noche anterior. La señora Cyrus y él no irían por Navidad.
Los habían invitado en el último minuto a un crucero con un grupo de jubilados. No tenía ni idea de por qué habían aceptado, pero lo habían hecho. Miley se quedaría deshecha. Él le había dado el número de teléfono de los Miley al señor Cyrus, pero éste le había pedido que le diese él la noticia, y había puesto como excusa que estaba muy ocupado y que no tenía tiempo para hacer otra llamada. Era evidente que no quería enfrentarse a su hija. Probablemente ya hubiese tenido que lidiar con su esposa. No obstante, la señora Cyrus estaba chapada a la antigua: podía discutir con su marido, pero nunca le diría que no a nada. Nick podía haberse negado a contárselo a Miley, pero eso no habría mejorado la situación. El señor Cyrus no sabía cómo hablarle a su hija le haría daño con su actitud pragmática. Era posible que hasta la regañase por todo el lío que había montado con los animales.
Para Miley sería mucho mejor que Nick le diese la noticia. Pero, para eso, tendría que conseguir que quisiese hablar con él de nuevo. Iba a tener que disculparse. La idea no lo puso de mejor humor.
Miley abrió la puerta de al lado del conductor y entró tiritando.
—Llegas tarde.
—Me he entretenido con una llamada que tenía que hacer a Nueva York.
Si hubiese llamado desde el teléfono móvil, habría podido salir con tiempo.
Miley carraspeó como sólo ella sabía hacerlo; estaba seguro de que sus alumnos sabrían cuándo la señorita Cyrus no estaba contenta sin que ésta dijese ni una sola palabra. La expresión de su rostro cuando estaba enfadada o decepcionada no dejaba lugar a dudas.
— ¿Qué hacías hablando con ese tipo? —no había querido preguntarlo, pero ya estaba hecho.



1 comentario:

  1. Me encanto, me da pena por lo de sus padres :( bueno seguiré leyendo :D ajajaja

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