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miércoles, 6 de julio de 2011

" Broken Rules " Niley Cap 5

Hola!! chicas ak les dejo un mini maraton jeje espero q les gustee!! un besoo y perdon x la demora!! las kiero... un beso muy grandee :D


Nick golpeó el bolígrafo contra la mesa. Había estado intentando trabajar en las cifras de su última exportación a Japón, pero no lograba concentrarse. El rostro herido de Miley cuando la había convencido de que dejase a los animales y se marchase a casa de los Miller se había quedado grabado en su memoria.
Y el hecho de que, desde entonces, hubiese estado evitándolo, no le facilitaba las cosas. El día anterior había ido dos veces a ocuparse de los animales. En ambas ocasiones, había puesto alguna excusa para no quedarse a charlar con él. No era que Nick tuviese demasiado tiempo, pero le molestaba que no se quedase.
Debería haberse sentido aliviado, teniendo en cuenta cómo habían estado comportándose sus hormonas últimamente, pero no podía.
La echaba de menos.
Miley podía ser muy cabezota en ocasiones. Como cuando su padre había vendido el rancho. Aquello sí había tenido sentido.
Los Cyrus habían tenido a Miley ya mayores; su padre estaba más cerca de los setenta que de los sesenta años. Habían tenido un hijo que había fallecido un año antes del nacimiento de Miley. Con una sola hija, vegetariana, que no sería capaz de dedicarse a la venta de carne, la opción de la venta del rancho le había parecido la más adecuada.
Le había hecho un favor a Miley, y Nick todavía no estaba seguro de por qué ella se había sentido tan decepcionada. Había intentado hablar del asunto con ella una vez, pero Miley había cambiado de tema. Y él no había insistido porque no quería tener que admitir que él había sido una de las personas que habían convencido a su padre de que vendiese el rancho.
Ya habían discutido bastante en esa época.

La señora Miller tenía que pasar la aspiradora debajo de la cama de la habitación de invitados, pensó Miley mientras le rogaba a su gato que saliese de allí por enésima vez.
Alexander, no puedes quedarte ahí mientras yo estoy en la escuela. Tu caja está en el baño, y Princess también.
Miley había dejado allí a los gatos durante los dos últimos días, pero a Alexander no le gustaba el confinamiento. Como sabía que iban a volver a encerrarlo, se había escondido debajo de la cama y no quería salir.
Miley ya había intentado engañarlo, pero no lo había conseguido. E iba a llegar tarde a clase si no se daba prisa.
—Si no sales de ahí, le voy a dar a Princess tu ratón de juguete.
Alexander salió corriendo de debajo de la ama en dirección a la puerta del dormitorio. Miley no habría podido alcanzarlo si no hubiese habido dos manos masculinas para atraparlo. Nick.
Miley levantó la mirada. Iba vestido con pantalones vaqueros y llevaba una camisa de franela debajo del abrigo. Así que pasaría el día trabajando en el rancho. A Miley le sorprendía que todavía lo hiciese. Era un hombre lleno de contradicciones. Un magnate de la ganadería, capaz de conducir al ganado montado a caballo o de pilotar un helicóptero igual de bien.
Y estaba igual de guapo vestido de traje que con la ropa del rancho.
Miley se puso de pie y se limpió las manos.
— ¿Qué estás haciendo aquí?
— ¿Has tenido una mala mañana?
—No, si no tenemos en cuenta que me he despertado tarde, no he podido desayunar y que el gato se ha escondido debajo de la cama. Mis alumnos van a llegar hoy antes que yo.
—Entonces, me alegro de haber venido.
— ¿Qué querías? —preguntó sonriendo, para que él no pensase que se estaba comportando de manera insolente.
Estaba menos molesta con él desde la cena del día anterior. No era culpa suya que se sintiese tan vulnerable desde que su padre había vendido el rancho. Aquello le había sentado como una bofetada y le había confirmado que ella no era el hijo que le habría gustado tener y que, como hija, tampoco lo complacía demasiado.
—Las carreteras están mal —anunció él dedicándole esa sonrisa arrebatadora que le había estado revolviendo por dentro desde que tenía dieciséis años—. Voy a llevarte al trabajo.
Ella suspiró, exasperada.
—Nick, quizá no te des cuentas, pero seguro que hay muchas mujeres que van a trabajar solas, algunas incluso conducen autobuses escolares.
—Será mejor que espabiles —respondió él encogiéndose de hombros—. Ya llegas tarde.
— ¿No vas a escucharme de todos modos, verdad?
—No.
—Pues me niego a ir contigo.
—Sólo te seguiré hasta la ciudad. ¿Por qué te niegas a aceptar mi compañía?
¿Por qué lo hacía? En realidad, era muy amable por su parte querer llevarla.
—Está bien. Deja a Alexander en el baño. Y comprueba que tiene agua y comida, por favor. Voy a prepararme algo de comer para el camino, ya que vas a conducir tú.
Nick no era el único que sabía dar órdenes.
—Sí, señora. Su manera de decirlo hizo que Miley sintiese un escalofrío y que su corazón y su deseo se viesen afectados. Se obligó a sonreír y pasó por su lado, sintiendo que la respiración se le aceleraba al rozar su brazo con los pechos. Corrió a ponerse a salvo a la cocina.
Una vez en el coche, empezó a pelar el plátano que se había llevado, junto con un yogur, para desayunar.
— ¿Qué tal están mis animales?
—Sabes que están bien. Los has visto ayer por la tarde. Snoopy está durmiendo en el establo. Parece que le gusta más.
A Miley le dolió el corazón. Snoopy no podía estar encerrado en un apartamento, era un perro pastor. Nick había propuesto quedarse con el enorme ejemplar cuando Miley se había marchado de la casa de sus padres, pero ella se había negado. Tal vez había sido por puro egoísmo. Pero Snoopy había sido suyo desde que era sólo una cría y no podía separarse de él así como así.

1 comentario:

  1. Me encanta tu nove :D es super sencilla pero interesante y dan ganas de leerla siempre :) bueno mejor sigo :)

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