Tras dormir un
rato, se levantaron y se dieron una ducha y Nick preparó una cena ligera de la
que disfrutaron en el porche viendo la luna llena.
Nada más terminar
de cenar, dejándose llevar por el incansable deseo, volvieron a la cama y
volvieron a hacer el amor, aquella vez de manera salvaje, como dos muertos de
hambre.
Miley no tuvo
problema en seguirlo, como si su inexperiencia hubiera quedado atrás hacía mucho
tiempo, dejando atrás su virginidad para siempre.
—Increíble, esto
ha sido como nuestra epifanía —comentó Miley al ver que la cama estaba
completamente deshecha.
Nick la miró de
manera especial, con una mezcla de sorpresa y de admiración, y Miley se dio
cuenta de que la tenía por un igual y aquello hizo que se durmiera tranquila
entre sus brazos.
Sin embargo, a la
mañana siguiente se despertó encontrándose mal. Siempre había tenido el aparato
digestivo delicado y, a causa de la emoción, tenía náuseas y se puso a vomitar.
Niick insistió en
llevarla al médico, pero Miley le explicó que aquello le solía suceder con
frecuencia.
— ¿Seguro?
—insistió Nick preocupado.
—No es nada, un
par de días de dieta ligera y mucho líquido y estaré bien—. Siempre llevo
pastillas, pero las tengo en el hotel.
— ¿Por qué no los
llamas y les dices que voy a pasar a recoger tu equipaje y tu coche?
—Ahora mismo.
Varias horas
después, Miley empezó a encontrarse un poco mejor. Nick había sido un enfermero
maravilloso y la había cuidado con esmero.
Tras ir por sus
cosas, le había cambiado las sábanas y le había dado un camisón limpio. A
continuación, había dejado la habitación en penumbra y le había preparado una
bebida isotónica para reemplazarle los minerales que había perdido y un caldo
vegetal.
A las cuatro de
la tarde, Miley comenzó a sentirse humana de nuevo, así que nick le preparó un
té y se sentó en el borde de la cama mientras se lo tomaba.
—Me emociono con
facilidad —sonrió Miley—. Mi madre dice que es por eso.
Nick la miró.
Estaba pálida, pero tenía un brillo especial en los ojos.
— ¿No tendré yo
algo que ver en que hayas enfermado?
—No, bueno...
cocinas demasiado bien.
— ¿Y el resto?
— ¿Te refieres a
la manera en la que hemos hecho el amor? De eso no me arrepiento en absoluto.
—Yo tampoco, pero...
— ¿Te estás
preguntando si esto va a suceder cada vez que nos acostemos? No, no te
preocupes. Lo que pasa es que estas últimas semanas han sido bastante
turbulentas en mi vida. Tarde o temprano, me iba a pasar esto. Te aseguro que
ahora me siento mucho mejor... aunque algo sola en esta cama tan grande.
—Miley...
—Anda, abrázame.
Nick se quedó
mirándola y obedeció. Miley suspiró de placer y se dejó caer entre sus brazos.
Al día siguiente,
Miley se levantó con mucha más fuerza. En teoría, deberían haber vuelto a la
ciudad, pero habían decidido quedarse.
Ninguno de los
dos sabía que todo iba a estallar por los aires.
Aquella mañana,
mientras nadaban solos y desnudos en el mar, Miley no tenía ni idea de lo que
iba a pasar.
— ¿Sabes que
estás realmente guapa? —le dijo Nick tomándola entre sus brazos.
—No es de
extrañar —sonrió Miley—. Contigo cerca, es imposible no sentirse la mujer más
guapa y deseada del mundo.
Nick se quedó
mirándola a los ojos.
—La verdad es que
hacía tiempo que no me sentía tan bien —admitió.
Miley insistió en
preparar el desayuno porque siempre cocinaba Nick, así que preparó tostadas de
queso con tomate y cebolla y plátanos fritos.
—No está nada
mal, ¿eh? ¿Te creías que eras el único que sabía cocinar? —comentó dejando las
fuentes sobre la mesa.
—Yo nunca he
dicho eso —contestó Nick.
—No, la verdad es
que nunca has mencionado el tema, lo que me hace preguntarme si has dado por
hecho que, siendo una niña privilegiada, jamás habría pisado una cocina porque
tendría servicio doméstico que se ocupara de esas tareas.
—La verdad es que
me lo he preguntado —admitió Nick con una sonrisa.
—La verdad es que
soy bastante casera y me apaño muy bien con las tareas del hogar —contestó Miley
comenzando a tomarse la tostada—. ¿Has oído un coche?
—No creo, no
espero a nadie —contestó Nick.
Unos instantes
después, oyeron una puerta que se cerraba y pisadas sobre el suelo de gravilla.
— ¿Hay alguien en
casa? —preguntó una voz femenina que se materializó en una mujer alta y
delgada—. ¡Oh, Nick! Cuánto me alegro de que estés aquí. Maisie me ha dicho que
habías decidido quedarte un par de días más, pero contigo nunca se sabe.
Para sorpresa de Miley,
Nick se tensó inicialmente aunque consiguió dominarse y relajarse.
—Hola, Demi
—saludó poniéndose en pie—. Qué sorpresa.
Miley se quedó
observando a aquella mujer, que era tan guapa en la realidad como en las
fotografías.
—Necesitaba
alejarme un poco de mamá, ¿sabes? —rió su hermana adoptiva subiendo al porche—.
¡Estamos que nos queremos matar la una a la otra! —bromeó—. ¡Así que ayer
aterricé en Proserpine, alquilé un coche y aquí estoy! —exclamó dándose cuenta
de que su hermano no estaba solo—. Oh, lo siento mucho. Maisie no me dijo que
tenías compañía...
—No pasa nada, Demi
—le aseguró su hermano—. Me alegro mucho de verte. Mira, ésta es Miley.
Miley se puso en
pie con la mano extendida para saludarla.
—Miley Cyrus —se
presentó—. Encantada.
Demi se quedó
mirándola con la boca abierta.
—¿Miley Hope
Cyrus? —exclamó.
—La misma
—contestó Miley confusa—. ¡No tengo ni idea de cómo sabes mi nombre completo,
pero ésa soy yo, la misma que viste y calza!
—Nick —dijo Demi
girándose hacia su hermano—, no me digas que está mujer es quien yo creo que es
—añadió tragando saliva—. Te va a matar...
— ¿Quién? —quiso
saber Miley.
—Tu padre
—murmuró Demi corriendo escaleras abajo.
—Quédate aquí, Miley
—le dijo Nick—. Ahora mismo vuelvo —añadió siguiendo a Demi.
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