Entró
en el aparcamiento del local donde hacían pizzas para llevar.
Miley
sonrió con tristeza.
—No
te referías a eso, y los dos lo sabemos.
Nick
tardó un minuto en recordar de qué estaban hablando. Cuando lo hizo, sintió que
se le hacía un nudo en el estómago.
—Lo
único que sé es que no pienso dejar de pasar tiempo contigo —apretó los
dientes, pero no pudo evitar que las palabras saliesen—. Te necesito, Miley.
Ella frunció el ceño.
—Ya
tienes a Delta. No me necesitas.
—No
tengo a Delta.
—Vas
a volver a quedar con ella. Os he oído en el bar.
— ¿Has
oído como Delta me decía que quedásemos otro día?
—Sí.
—Pues
ya que has estado escuchando a escondidas, deberías haberte quedado hasta el
final de la conversación.
—No
he estado escuchando a escondidas.
Nick
sonrió.
—Mira,
niña, si te hubieses quedado un par de segundos más me habrías oído mentirle
para evitar volver a quedar con ella.
Miley
lo miró esperanzada.
— ¿De
verdad?
—Sí.
Le he dicho que no podía dejar a tus animales solos.
Miley
rió incrédula.
— ¿Y
no le ha parecido extraño que estuvieses en la ciudad si no puedes dejarlos
solos? Por no mencionar que tienes un rancho lleno de trabajadores, por mucho
que unos cuantos estén de vacaciones en estos momentos.
—No
sé —contestó él encogiéndose de hombros.
—Le
has dado las rosas —continuó Miley dejando de reír.
—Ya
te lo he explicado. Se las había comprado para dárselas ayer. Antes.
— ¿Antes
de qué?
—Antes
de que tú y yo lo hiciésemos en la encimera de la cocina.
Miley
se puso colorada.
—Técnicamente
no hemos hecho nada.
Nick
levantó las cejas y ella se mordió el labio inferior, avergonzada.
— ¿No?
—Bueno,
tal vez yo…
—Sí,
claro que sí. Y si quieres me gustaría volver a intentarlo muy pronto.
— ¿Quieres
decir que lo que ha ocurrido entre nosotros en la cocina de los Miller cambia
el rumbo de nuestra relación o de la tuya con Delta?
—Ambas.
Nick
se preguntó si Miley no se sentía igual que él. Si quería olvidarse de lo que
había ocurrido, no podría obligarla a lo contrario. En esos momentos lo único
que quería era repetir la experiencia.
—Ya
veo.
— ¿El
qué?
—Ya
no tienes una norma que te prohíba besarme.
—Creo
que hemos hecho mucho más que besarnos.
—Tal
vez —abrió la puerta del coche y bajó—. ¿Vienes?
Nick
no podía permitirle que se saliese con la suya, no podía permitir que volviese
a cambiar de tema de conversación.
—Sí,
ya voy.
Salió
del coche y dio la vuelta hasta donde ella lo esperaba, en la acera, frente al
local de pizzas para llevar.
— ¿Entonces?
Ella
buscó algo en su bolso.
—Entonces,
¿qué?
Nick
frunció el ceño.
—No
juegues conmigo, Miley. Quiero saber si para ti también han cambiado las cosas.
Ella
miró por encima de su hombro y sonrió a alguien.
—Hola,
señora Givens.
Nick
se puso tenso al oír el nombre de la antigua casera de Miley. Le hubiese
gustado decirle un par de cosas, pero en esos momentos primaba obtener una
respuesta por parte de Miley.
—Buenas
tardes, Miley… Nick —saludó la señora Givens deteniéndose a su lado, como si
tuviese ganas de charlar—. ¿Ya habéis hecho las compras navideñas?
Él
miró a la anciana fijamente.
—Miley
ha estado muy ocupada buscando un lugar donde vivir. No ha tenido tiempo de ir
de compras.
Miley
dio un grito ahogado y la señora Givens frunció el ceño.
—Lo
siento. Para mí también fue una decisión muy difícil de tomar. No obstante, y
dado que nadie me ha llamado para pedirme referencias sobre ella, daba por
hecho que había decidido instalarse contigo, en tu rancho.
—Supongo
que habrá hablado con la señora Miller… —comentó Miley—. Me extraña que no le
haya contado que me han permitido quedarse en su casa, mientras busco otro
apartamento.
—La
verdad es que no he hablado con ella desde la noche que te marchaste. No puedo
creerme que te haya dejado quedarte en su casa con todos tus animales.
Nick
respondió en nombre de Miley.
—Claro
que no. Los animales están en mi rancho.
—Si
hubiese sabido que no te importaba deshacerte de los animales, no te habría
pedido que te marchases.
La
viejecita estaba mintiendo para quedar bien, pero Nick no era tonto. La miró
fríamente.
—He
sido yo quien ha tenido la idea de que Miley deje a los animales en mi rancho.
La pobre no ha tenido elección, después de que usted la echase.
—No
podía permitir que tuviese roedores en mi casa, y, además, he visto que Miley
ha puesto un anuncio en el periódico para regalarlos. Nick se puso tenso.
— ¿Has
puesto un anuncio para regalar tus animales?—le preguntó a Miley. Ella se
encogió de hombros.
—Nadie
querrá alquilarme un apartamento en esas condiciones.
La
señora Givens asintió con la cabeza.
—Bueno,
yo también tengo que comprar un par de cosas antes de que cierren las tiendas.
Nos veremos esta noche en la función.
—No
si puedo evitarlo —murmuró Nick mientras se marchaba. Miley le sonrió.
—Compórtate.
Sé que piensas que tienes que protegerme de todo el mundo, pero soy
perfectamente capaz de manejar a mi antigua casera.
Él
no le devolvió la sonrisa. No quería hablar de la señora Givens. Ni siquiera
quería opinar acerca del hecho de que quisiese regalar los animales. Ya
hablarían de eso más tarde. Quería una respuesta a su pregunta anterior y no
pensaba moverse de allí hasta que no la obtuviese.
—Responde
a mi pregunta.
—Ya
hablaremos de eso después, Nick. No me apetece comentar lo que ha pasado en
casa de los Miller en la calle.
—Quiero
que lo hablemos ahora.
Miley
dejó de sonreír.
—Bueno,
pues yo no —sentenció dándose la vuelta y entrando en el local—. Un calzone,
peperoni doble —se volvió hacia Nick—. ¿Tú qué quieres?
—Una
respuesta.
—Luego,
ahora tenemos que pedir.
—Compartiré
el calzone contigo. Nunca te lo
terminas —antes de que Miley pudiese protestar Nick se dirigió al chico de la
caja—: Y un servicio de pan y una ensalada grande, por favor.
—Estará
listo en unos quince minutos —respondió el chico con una sonrisa cansada.
—Bien
—dijo Nick.
Miley
no tardaría más de uno o dos minutos en contestar a su pregunta. No era tan
complicada. Tenía que decirle si lo que había ocurrido en casa de los Miller
había cambiado su relación también para ella o no. Nick esperaba que la
respuesta fuese afirmativa, después de cómo se había deshecho en sus brazos,
pero quería oírlo de sus labios.
La
agarró del brazo y la sentó en una de las sillas que había apoyadas en la pared
del pequeño local.
— ¿Sí
o no?
Ella
se cruzó de brazos, haciendo que la atención de Nick se fijase en la curva de
sus pechos.
—No
es tan sencillo.
Sonrió
a una señora que también estaba esperando sentada, al lado de su marido, y
luego volvió a mirar a Nick.
—No
estoy segura de que nuestra relación deba cambiar —añadió—. Nuestra amistad ha
funcionado durante mucho tiempo.
—Pero
no respondes a mis besos como lo haría una simple amiga, Miley, sino como lo
haría una amante —la mejor amante que había tenido.
Miley
se ruborizó al ver que otros clientes los miraban con interés.
—Por
favor, Nick, prefiero hablar de ello después.
Él
sólo quería que admitiese que las cosas entre ellos habían cambiado.
—Sólo
di «sí» o «no».
—Sí
—espetó ella saltando de la silla—. Sí. Han cambiado. Pero tú no eres
precisamente de los que se comprometen, y yo no quiero ser otra muesca más en
el cabecero de tu cama.
Nick
intentó agarrarla, pero ella se zafó.
—Esperaré
fuera.
me re encanto me gustaria q hagas capis hot de esta novela plis no dejes de subir
ResponderEliminar