bue.. chicas hasta ak les dejare la nove... espero q les guste bye.. las re keremos!!! ;)
—Voy a construir
una residencia para ancianos, pero no quiero que sea una residencia al uso sino
algo nuevo y alegre. ¿Qué te parecen?
Miley se tomó su
tiempo para observar los diseños.
— ¡Enano!
—Eso mismo le he
dicho yo al arquitecto y lo he despedido. Por otra parte, no hay que olvidar
que es una residencia y no una mansión.
—Ya, pero sería
mucho más bonito si tuviera espacios más diáfanos —sugirió Miley sentándose en
el sofá tras poner un par de cojines en el respaldo—. Tendría que tener
habitaciones individuales y cada una su cocina, comedores comunes y salones
amplios.
Nick la escuchaba
con atención.
— ¿Y no tiene
jardín?
—Había pensado
que a los jubilados les parecería una bendición no tener que cortar el césped
—bromeó Nick.
—Quizás, pero
habría que poner una terraza decente para que puedan tener macetas.
—Buena idea.
— ¿Y qué te
parecería reservar una parte del terreno para hacer un huerto?
— ¿Tú te crees
que a todo el mundo le gusta tanto la jardinería como a ti?
—Tú me has pedido
ideas y yo te las estoy dando. Si yo fuera mayor y estuviera buscando una casa
donde irme a vivir me gustaría que tuviera un huerto.
—Está bien, lo
tendré en cuenta. Incluso podrías hacerme unos dibujos si te apetece.
Continuaron
conversando durante un rato y, una vez a solas, Miley se dio cuenta que cada
vez con más insistencia se planteaba la posibilidad de que en la vida de Nick
hubiera otra mujer.
Entonces, lo
odiaba por haberla abandonado, por haberla dejado sola con el embarazo y con la
crianza del niño y tenía que recordarse que había sido ella la que así lo había
elegido.
Cuando no lo
odiaba, sin embargo, verlo, tenerlo cerca, hablar con él era fuente de inmensa
alegría.
«Estoy hecha un
lío», pensaba con frecuencia.
Estaba embarazada
de cinco meses y medio cuando Nick se presentó en su casa una noche después de
cenar.
Hablaron de
varias cosas durante un rato antes de que él la mirara muy serio y se quedara
en silencio.
Miley llevaba un
jersey color crema cuyas mangas le quedaban largas y, a pesar de que se las
subía, se bajaban todo el rato. ¿Era aquel detalle lo que le confería el
aspecto de un duendecillo? ¿O sería el pelo que llevaba recogido detrás de las
orejas? ¿Serían sus frágiles muñecas o los mocasines de ante que parecían
zapatillas de ballet?
Nick se dio
cuenta de que sus ojos, eran ventanas abiertas hacia su alma, estaban ahora
cerrados y misteriosos.
— ¿Cómo te
encuentras? —le preguntó de repente.
—Bien —contestó Miley
de forma automática.
—Dime la verdad.
—Sólo me duele un
poco la espalda —admitió Miley—. Por las mañanas, ya no tengo náuseas y, según
me ha dicho el médico, el segundo trimestre es el mejor.
—Pero para ti no
lo está siendo, ¿no?
Miley se encogió
de hombros y se puso en pie.
—No todos los
embarazos son iguales. ¿Quieres una taza de té?
—Sí, gracias.
Mientras Miley
preparaba el té, Nick se quedó mirándola, observando los cambios que se habían
producido en su cuerpo.
Mientras le
servía el té, comprobó que Miley se acordaba de que lo tomaba siempre con leche
y se dio cuenta de que ahora él sabía que ella siempre dejaba la bolsita sobre
un plato de plata.
— ¿Y por qué
crees que no estás tan bien como se supone que deberías estar? ¿Tú crees que es
por ser madre soltera? Supongo que no tendrás otros problemas.
Miley se sentó
lentamente.
—Si eso fuera
verdad, serías la última persona a la que se lo confesaría.
— ¿Por si te
volviera a pedir que te casaras conmigo? Tranquila, no te lo voy a volver a
proponer.
—No, no sería por
eso —contestó Miley calentándose las manos con la taza de té—. Lo que ha
sucedido me tiene bastante confusa todavía —admitió—. Lo cierto es que tener a
tu primer hijo es una experiencia maravillosa, pero estoy un poco perdida.
— ¿Tienes ya
preparada la habitación?
—Cada vez que
viene mi madre a verme no hacemos otra cosa —sonrió Miley—. No, es broma. La
verdad es que estamos comprando única y exclusivamente lo necesario, no soy de
la opinión de que un recién nacido necesite cosas que jamás se va a poner. Lo
que más aprecio son unas chaquetas de punto que le está haciendo mi madre.
—Me parece un
planteamiento acertado —asintió Nick tomándose el té—. ¿Y tu vida social?
¿Sales y esas cosas?
—No mucho.
— ¿No ves a tus
amigas? —se extrañó Nick.
—Lo cierto es
que... prefiero estar sola.
— ¿Y Joshua
Bowman?
Miley hizo una
mueca de disgusto.
— ¿Te ha dejado
cuando se ha enterado de que estabas embarazada?
—No, todo lo
contrario, se quiso casar conmigo.
—Espero que le
dijeras que no.
Miley lo miró
enfadada.
—Josh sería un
marido maravilloso.
—Venga ya, Miley.
Sabes tan bien como yo que ese matrimonio jamás funcionaría. Al menos, conmigo
te gustaba acostarte.
—No sigas.
—Pero es verdad.
Hacíamos el amor de verdad y a ti te gustaba. Te recuerdo que fuiste a buscarme
al fin del mundo y a él lo tenías al lado. Miley, si te planteas casarte con
alguien a quien no amas, por favor que no sea con él.
—Si me hubieras
dejado terminar... jamás me casaré con él. Josh y yo no estamos hechos el uno
para el otro.
—Menos mal que te
has dado cuenta —aplaudió Nick—. ¿Qué tal el trabajo?
—Lo voy a dejar
—contestó Miley con tristeza—. Se ha convertido en una carga. Antes me
encantaba, pero ahora no me emociona en absoluto. Además, estoy cada vez más
pesada y estar todo el día enseñando casas de un lado para otro no me apetece.
—Podrías trabajar
desde casa —sugirió Nick—. Podrías trabajar para mí o ser mi socia.
Miley se quedó
mirándolo alucinada.
—Podrías decorar
tú la residencia. Voy a necesitar una decoradora de interiores y tú tienes un
gusto exquisito.
— ¿Crees que
podría hacerlo desde casa?
—Por supuesto.
Podríamos contratar a un ayudante que te hiciera de chico de los recados para
traerte las muestras de telas, pintura, etc. y tú lo coordinarías todo desde
aquí.
Miley se dio
cuenta de que la idea le encantaba.
«Qué pena que no
me quieras, Nick», pensó con tristeza.
— ¿Por qué haces
esto? —le preguntó.
—Ya te he dicho
que para mí tu bienestar y el bienestar de nuestro hijo son muy importantes.
Aquella noche, Miley
se quedó dormida con lágrimas secas en las mejillas porque aquel pensamiento,
«Qué pena que no me quieras, Nick», ponía de manifiesto que ella seguía
enamorada de él y que quería ser correspondida.
¿Acaso ver que
formaban un equipo formidable en todo menos en lo que realmente era importante
le destrozaba el corazón?
Durante los
siguientes meses, Miley estuvo muy ocupada. Durante aquel tiempo, se acostumbró
a tener a Nick cerca y se familiarizó con su imperio.
Al final, aceptó
un cargo como consejera en una de sus empresas aunque se lo pensó mucho porque
no quería que la gente se pusiera a hacer cábalas sobre quién era el padre de
su hijo.
—Eso sólo nos
incumbe a ti a mí, Miley —le dijo Nick—. En todo caso, por mi parte, nadie lo
sabe. No se lo he dicho a nadie.
— ¿Ni a Maisie?
—Ni a ella. A lo
mejor, lo sospecha, pero es muy discreta. ¿Tú se lo has dicho a alguien?
—Sólo a mis
padres.
—Muy bien. ¿Por
qué no te tomas mi oferta laboral como el comienzo de tu nuevo futuro como
madre soltera?
Aquellas palabras
le dolieron, pero Miley asintió.
Así fue cómo Miley
conoció también su casa, donde Nick organizaba fiestas y reuniones de trabajo.
Era una casa elegante, pero de alguna manera Miley tuvo la sensación de que el
único lugar que Nick consideraba su verdadero hogar era cabo Gloucester.
Así fue también
cómo vio de cerca que Nick era un hombre de negocios muy dinámico que quería
estar siempre enterado de todo y que, efectivamente, su madre y ella habían
acertado pues era tan arrogante y duro como su padre, pero solía controlar su
temperamento y conseguir así que sus empleados y sus socios lo adoraran.
porfin puedo comentarte....
ResponderEliminarel blog no me dejaba hace mas de un mes comeentar....
asi que soyyyyyyyy felizz amo tus dos ultimas noveas las estoy siguiendo seguido auqnue no veas mis comentarios... auqnue parece que ahora si los veras
saludos
xoxo