Miley
rió como lo hacía siempre. Volvía a estar contenta. A él se le aceleró el
pulso. Esa risa merecía la pena aunque tuviese que sufrir la tortura de ver una
película junto a su tentador cuerpo. Ella se metió en la cama y se tapó las
piernas desnudas con las sábanas. Nick casi suspiró aliviado al ver desaparecer
su suave piel debajo de la colcha. Miley sacó dos servilletas de papel de la
bolsa y colocó un donut encima de cada una. Él puso la película y se sentó en
la cama. Afortunadamente, las sábanas se interponían entre él y las tentadoras
piernas de Miley.
Ella
se acurrucó contra él y dio un bocado a su donut. Vieron los títulos del
comienzo en silencio. Cuando la película comenzó, Miley dijo en voz baja:
—Gracias.
Él
volvió la cabeza, pero sólo vio su pelo.
— ¿Por
qué?
—Por
ser mí amigo. Te prometo que no volveré a hacer nada que pueda poner en peligro
nuestra amistad.
—Nada
podría poner en peligro nuestra amistad.
Bueno,
tal vez si se echase encima de ella y le hiciese el amor, su amistad correría
cierto riesgo. Nick se obligó a controlar el deseo y se dijo que la película se
le iba a hacer muy larga.
Dos
horas de tortura más tarde, Nick seguía maldiciéndose por haber elegido una
película que ambos conocían tan bien. No había conseguido distraerse de la
proximidad del cuerpo de Miley, que
rió y bostezó al mismo tiempo con la escena final.
Se
volvió a mirar a Nick.
—Será
mejor que te vayas a casa. Necesito dormir, mañana voy a dedicarme a buscar un
lugar donde instalarme.
— ¿Tienes
alguna pista?
—No.
No creo que haya mucha gente que quiera alquilarle un piso a la guardiana de un
zoológico.
—Tú
no eres la guardiana de un zoológico.
Ella
volvió a bostezar.
—Gracias.
Nick
se puso en pie y fue hacia el vídeo, a sacar la cinta.
— ¿Por
qué no te compras una casa?
Ella
lo miró con tristeza. A Nick le hubiese gustado entender esa mirada. ¿Qué era
lo que la hacía tan infeliz?
—Ya
te he dicho que el sueldo de una profesora no da para una hipoteca.
—Sabes
que yo podría ayudarte.
Miley
se limitó a mirarlo en silencio.
—De
acuerdo. ¿Y tus padres? Ellos podrían ayudarte a dar una entrada, y tú lo
sabes.
— ¿Te
refieres a los mismos padres que no van a venir a pasar la Navidad conmigo?
Era
evidente que estaba muy dolida.
—Sí.
—No.
—
¿Por qué no?
—Mira,
aunque quisiese comprarme una casa, ésta es la peor época del año para
encontrarla. Y aunque la encontrase, no la tendría antes de que volviesen los Miller.
Necesito un lugar donde vivir ya.
Nick
sabía que tenía razón.
—Podrías
quedarte en mi casa mientras tanto.
Miley
entrecerró los ojos.
—Ya
hemos hablado de esto antes. Y creo recordar que tú mencionaste que mi
reputación se vería mancillada.
Nick
se sintió incómodo.
—Seguro
que podríamos idear algo.
—Sí,
algo como un edificio de apartamentos donde acepten animales.
Él
tomó la bolsa vacía de la pastelería, la arrugó y la tiró a la basura. Luego se
volvió a mirar a Miley.
—Será
mejor que te deje descansar.
Ella
asintió.
Nick
se detuvo al llegar a la puerta.
—Si
quieres, puedo llevarte a la ciudad mañana. Tengo que ir de todos modos, a
disculparme con Delta.
Miley
se lo pensó demasiado, o eso le pareció a él. Quería preguntarle qué era lo que
la hacía dudar si quería su compañía o no, pero se contuvo.
—Supongo
que me vendría bien. Si tú estás seguro de que quieres llevarme. Nick se sintió dolido,
no parecía que Miley tuviese demasiadas ganas de pasar tiempo con él.
—No
parece que te apetezca demasiado disfrutar de mi compañía.
Ella
sonrió.
—Vete
a casa. Estás cansado y de mal humor.
Miley
tenía razón.
—Me
marcho. ¿A qué hora quieres que te recoja mañana?
Ella
miró la hora en el reloj del vídeo.
—No
demasiado temprano.
—De
acuerdo. ¿Me acompañas a la puerta? Tendrás que cerrarla.
Ella
gruñó, pero salió de la cama. Nick deseó no haberla incitado a hacerlo. Al
salir de debajo de la colcha, los pezones de Miley se habían endurecido por el
frío y se le marcaban a través del camisón. Nick no podía apartar la mirada de
ellos.
Deseaba
con todas sus fuerzas acariciarlos. Llenar sus manos con esos pechos hasta
hacer gemir a Miley y sentir su cuerpo frotándose contra el de él. Luego
metería las manos por debajo del camisón y sentiría la suave piel de su
trasero. Sintió que le costaba respirar y que volvían a apretarle los pantalones
a la altura de la bragueta.
— ¿Nick?
Él
enfocó su mirada perdida hacia la cara de Miley e intentó descifrar su
expresión.
— ¿Qué?
— ¿Estás
bien? La preocupación de Miley
lo hizo volver a la realidad. Respiró profundamente.
—Sí.
Supongo que estoy cansado.
Ella
ladeó la cabeza, sin dejar de mirarlo.
— ¿Estás
seguro?
—Sí
—respondió él sin apartar los ojos.
Se
dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta principal de la casa. Miley lo
siguió. Sus pies descalzos golpeaban el suelo de cerámica del pasillo.
Se
dieron las buenas noches en la puerta y Nick tuvo que contenerse para no
besarla en los labios.
Linda, perdona por haberme ausentado tanto tiempo, de igual manera ya estoy acá para volver a ponerme al día y leer los caps que me faltan :) este cap me re gusto, pobre Nick tiene que hacer demasiados esfuerzos jajajaja, bueno divina sigo leyendo :)
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