Salió
fuera, escudriñó la calle y el aparcamiento del Dry Gulch antes de darse cuenta
de que Miley estaba sentada en su coche. Se acercó hasta él y abrió la puerta del
conductor.
—Pensé
que ibas a entrar a buscarme.
Ella
se colocó el gorro de punto y se puso un mechón de su precioso pelo castaño
detrás de la oreja.
—Estabas
ocupado, así que decidí esperarte fuera.
¿Por
qué se había marchado del bar sin decirle nada?
—Tenía
que disculparme con Delta.
Miley
sacó el periódico en el que había marcado varios anuncios; la mayoría estaban
tachados.
—Deberíamos
concentrarnos en edificios de apartamentos más antiguos. Será más fácil que
acepten animales. Vamos al otro lado de la ciudad, a Courtyard, cerca del
límite del condado.
Nick
sabía dónde estaba aquel lugar, y sólo de pensar que podía irse a vivir allí
hizo que dejara a un lado la pregunta de por qué se había marchado del bar sin
decirle nada. Los apartamentos estaban en un pequeño complejo en decadencia,
cerca del único bar de la ciudad en el que las camareras iban en topless.
—De
eso nada.
Ella
lo miró con hostilidad.
—Tengo
que encontrar un lugar donde instalarme y en la mayoría de los sitios no
aceptan anímales. En cualquier caso, no todos lo que yo quiero tener.
—No
puedo creer que estés considerando la opción de vivir allí.
—En
estos momentos, cualquier opción me parece válida.
—Qué
hay de aquel apartamento que estaba cerca de la escuela?
—No
aceptan perros.
A Nick
se le ocurrieron varios lugares más, pero la respuesta de Miley fue la misma.
Entendía que estuviese irritada.
—No
pienso llevarte a Courtyard.
—Soy
yo quien debe decidir dónde vivir. De todos modos, sólo será por un tiempo. Voy
a buscar una casa para comprar en primavera.
Nick
se preguntó qué la había hecho cambiar de idea acerca de comprar una casa. Pero
no se lo preguntó.
—Tiene
que haber algún lugar mejor, aunque sólo vaya a ser temporal. Ella frunció el
ceño.
—No
quiero perder todo el día yendo a sitios donde no aceptarán a mis animales.
Pero
eso fue exactamente lo que hicieron. Nadie quería alquilarle un apartamento ni
una casa a una mujer que tenía un perro enorme, dos gatos, un hámster, un loro
y una cabra.
Nick
no quería dar su brazo a torcer y llevarla a Courtyard. Volvieron a discutir al
respecto cuando no les quedó otra alternativa.
—Miley,
vivir en un lugar así no es una opción. He telefoneado a la oficina del sheriff mientras
tú preguntabas por el dúplex y me han dicho que los llaman desde allí al menos
una vez a la semana.
Ella
lo miró fijamente.
—No
te preocupes, no causaré problemas.
—No
seas testaruda. ¿Qué pensarían tus padres?
Su
silencio lo dijo todo.
—No
te pongas así. Que no vayan a venir por Navidad no significa que no se
preocupen por ti.
No
obstante, Nick decidió que iba siendo hora de llamar al padre de Miley y
decirle un par de verdades. Había convencido a hombres más intransigentes que
el señor Billy a hacer lo que él quería, y lo que quería era que los padres de Miley
fuesen a pasar las fiestas con ella.
—Tu
madre alucinaría si supiese que estás pensando en vivir en un lugar así
—añadió.
Miley
tomó el periódico y lo dobló con exagerada precisión. Lo metió en el
compartimiento que había en la puerta del coche y se abrochó el cinturón de
seguridad.
—¿Quieres
que compremos algo de cenar antes de llevarme a casa o prefieres dejarme
directamente?
Siempre
había tenido el don de saber cambiar de tema cuando no quería hablar de algo. Nick
suspiró y arrancó.
—Prefiero
cenar antes. Me muero de hambre.
Salió
del aparcamiento y se dirigió hacia la calle principal, donde estaban los pocos
restaurantes que había en Sunshine Springs.
—De
acuerdo, pero prefiero que compremos comida para llevar. Tengo prisa por llegar
a casa. Tengo trabajo y los gatos deben de estar hartos de estar encerrados en
el cuarto de baño.
—Tengo
una idea mejor. Compraremos una pizza, recogeremos a los gatos e iremos a mi
casa. Luego podemos ir a las fiestas juntos y dejar que los gatos se paseen un
poco.
Ella
miró por la ventanilla.
—No
pensaba ir a ver la obra de Navidad.
—Ya
sé que te pones nerviosa cuando actúan tus niños, pero seguro que ellos cuentan
con verte allí.
—Tienes
razón. Pero no hace falta que vengas conmigo. Ya soy mayorcita. No necesito que
me lleves a todas partes de la mano.
— ¿Estás
intentando deshacerte de mí? —preguntó Nick de broma.
—Sí.
Al
oír tan rotunda respuesta, Nick casi se saltó uno de los semáforos de la calle
principal.
— ¿Por
qué?
—Porque
pienso que tenías razón. Será mejor que pasemos menos tiempo juntos. Y esta
noche me parece una ocasión estupenda para empezar a hacerlo.
Nick
sintió que el miedo lo invadía. Había decidido contemplar la posibilidad de
tener una relación con Miley, pero ella se estaba alejando de él.
—Me
refería a que deberíamos pasar menos tiempo juntos en la cocina.
Dándose
cuenta de la estupidez que acababa de decir, prefirió callarse. Había sabido
que besar a Miley era correr un riesgo. La estaba perdiendo, y eso que ni siquiera
salían juntos todavía. ¿Acaso ella había decidido ya que no quería cambiar su
estilo de vida por él?
Su
madre había tomado esa decisión cuando él todavía era demasiado joven para
entenderlo, pero lo suficientemente mayor para recordar lo mucho que había
sufrido. Y su ex prometida había hecho lo mismo cuando él había decidido
ponerse al frente del rancho en vez de quedarse en la Costa Este. Incluso su
madrastra, Lottie, era un ejemplo de cómo las mujeres utilizaban el matrimonio
y el amor para hacer cambiar a los hombres.
Denisse
le había dado un ultimátum a su padre: o se iban a vivir a Portland y dejaban
que otra persona llevase el rancho, o la perdería.
Su
padre había preferido conservar a su esposa en esa ocasión, ya que había
perdido a la madre de Denisse porque ésta no se había acostumbrado a ser la
mujer de un ranchero. Así que se había marchado.
me encanto el cap :), No quiero que ellos dejen de pasar tiempo juntos :_ espero que lo solucionen o que de una vez se animen a admitir y demostrar ese amor que se tienen :D besitos, sigo leyendo :)
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