Miley
entró en la cocina, todavía medio dormida.
No
debería haberse quedado despierta hasta tan tarde viendo la película con Nick.
Odiaba
tener que buscar apartamento. Nick tenía razón. Necesitaba comprarse una casa.
Era ridículo seguir anclada en la idea de que uno se compraba una casa después
de casarse, para formar una familia.
Aunque
consiguiese regalar todos sus animales, sabía que no tardaría en volver a las
andadas. No quería vivir sola y no le gustaba no poder tener todos los animales
que quisiera.
Se
dejó caer en una silla. Había estado ahorrando para hacer un viaje a Europa
desde que había empezado a trabajar. Su padre le habría dicho que aquello era
como tirar el dinero. Quizá fuese hora de utilizar esos ahorros para algo
duradero y práctico.
Algo
como un lugar donde vivir.
A
pesar de tener dinero ahorrado, no era suficiente para dar una señal decente.
Pero Nick le había dicho algo que tenía mucho sentido. Sus padres la ayudarían.
Si ella se lo pedía. Ya resolvería ese problema cuando llegase el momento.
Seguía necesitando alquilar un apartamento. Sería un milagro encontrar una casa
para comprar y poder mudarse a ella antes de que volviesen los Miller.
Se
puso en pie, buscó la cafetera y la llenó de agua. Abrió el paquete de café y
aspiró el aroma a vainilla. Princess
y Alexander se frotaron contra sus
piernas.
No
podía imaginar vivir sin sus gatos.
—Buenos
días, chicos. ¿Queréis un café? ¿No? Pues vosotros os lo perdéis.
El
borboteo del agua de la cafetera le levantó el ánimo.
Abrió
una lata de comida para gatos y la echó en los platos de Princess y Alexander.
—¿Queréis
desayunar?
Los
gatos se acercaron majestuosamente a la comida y la olieron con delicadeza
antes de probarla. Miley sonrió.
—Uno
de estos días os voy a dar comida de otra marca y me voy a reír de vosotros
cuando os la comáis sin notar la diferencia.
Los
animales ignoraron la amenaza. Miley se sirvió una taza de café y le añadió
leche. Dio un sorbo y saboreó la dulce bebida. Suspiró de placer y rodeó la
taza con ambas manos. Según iba bebiéndose el café, fue despertándose del todo. Era hora de ponerse en
marcha. Sacó el periódico, lo abrió encima de la mesa y buscó los nuncios
inmobiliarios. Rodeó con un círculo los que le parecieron más adecuados y
empezó a llamar por teléfono.
Veinte
minutos más tarde, gemía frustrada mientras tachaba el quinto anuncio. En
ningún sitio aceptaban mascotas. No era posible, alguien tenía que aceptarlas.
Necesitaba
tomarse un respiro. Lo mejor sería darse una ducha y vestirse.
Sintió
el agua de la ducha correr por su cuerpo. Disfrutó de ella unos minutos,
relajándose. Se lavó el pelo y aspiró el aroma a flores del champú.
De
pronto, oyó que llamaban a la puerta y volvió a la realidad.
Había
alguien en la puerta. Nick.
Murmuró
un par de palabras soeces y salió de la ducha. Agarró una toalla y se envolvió
en ella. Corrió hacia la puerta y maldijo a Nick por ser tan inoportuno.
Volvió
a oír el timbre y frunció el ceño.
—Espera.
Ya voy.
¿Por
qué tenía que ser tan impaciente? Era evidente que estaba en casa. Su coche
seguía aparcado fuera. Miley abrió la puerta.
—Eh.
No hace falta que eches la puerta abajo. Estaba en la du…
Se
calló de repente al darse cuenta de que no era Nick quien había en la puerta,
sino Avan.
—Miley,
me alegro de que estés aquí. Necesito tu ayuda.
Ajeno
al hecho de que estuviese casi desnuda, entró la casa y se dirigió hacia la
cocina.
—Victoria
no me habla. Tienes que arreglarlo —dijo dejándose caer en una silla y
tapándose la cara con las manos—. No sé qué haría si rompiese conmigo. Miley se
dirigió hacia el pasillo y se ajustó bien la toalla.
—Voy
a vestirme y ahora hablamos.
Él
levantó la cabeza.
—Tienes
que ayudarme, Miley. Victoria es amiga tuya, tú nos presentaste.
¿Acaso
eso la hacía responsable de que su relación funcionase? Evidentemente, para Avan,
sí. Miley suspiró. Le dio pena ver a aquel tipo aparentemente tan duro
completamente abatido.
—Te
ayudaré. No te preocupes. Pero espera que me vista.
Avan
asintió.
— ¿Huele
a café? Necesito una taza. No he dormido en toda la noche.
—Claro,
las tazas están en el armario que hay a la izquierda del fregadero. Sírvete.
—Gracias
—se levantó de la silla y dio un paso al frente. Luego se detuvo en mitad de la
cocina. Se puso a temblar—. De verdad la quiero.
A Miley
se le encogió el corazón. Lo obligó a sentarse de nuevo y le dio una palmadita
en el hombro.
—No
te preocupes. Todo irá bien. A ella también le importas.
Avan
se secó con el puño las lágrimas que habían empezado a surcarle las mejillas.
— ¿De
verdad lo crees?
—Estoy
segura —respondió ella recordando la lista de los atributos de Avan que Victoria
le había dado esa misma semana en la sala de profesores.
—Gracias
—dijo él abrazándola—. Eres una buna amiga, Miley.
Ella
utilizó una mano para sujetarse la toalla y le dio unas palmaditas en la
espalda a Avan con la que le quedaba libre.
— ¿Qué
demonios está pasando aquí?
jejeje bue chicas hasta ak se los dejare esta mini maraton!!... un beso muy grande para todas :D las kiero muchisimoo (L)
Que mala la dejaste en la mejor parte aaaaa
ResponderEliminarEs Nick! Está celoso! :D WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII hahaha xD
ResponderEliminarMe encanto, es Nick el que apareció o Victoria? mmm que intrigante jaaja, bueno sigo leyendo :) ES GENIAL
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