bue hasta ak les dejare la nove... espero q les guste y comenten!!! las adoro cn todo mi corazon!!! un beso grande...
— ¿Una
muesca más en el cabecero de mi cama? —fueron las primeras palabras de Nick
desde que habían vuelto al coche con la comida.
El
trayecto hasta el rancho había transcurrido en silencio. Miley había ido
pensando en las repercusiones del hecho de que Nick quisiese que admitiese que
su relación había cambiado. Era evidente que él le había estado dando vueltas a
su comentario acercare su tendencia a no comprometerse.
Miley
sintió calor en el rostro.
—Ya
sabes a qué me refiero.
—Pues
no, no lo sé —dijo apartándola de donde estaba, sirviendo la ensalada en dos
platos y haciendo que se colocase entre sus piernas. Él estaba apoyado en la
encimera—. Ni siquiera nos hemos ido a la cama juntos, todavía no puedo hacer
otra muesca más.
—No
hace falta que seas tan literal.
Miley
no sabía por qué estaba discutiendo. No quería un compromiso por parte de Nick;
sólo quería deshacerse del deseo que sentía por él, que evitaba que se fijase
en otros hombres.
—No
me asusta el compromiso. Ya he estado comprometido una vez.
Ella
lo miró a los ojos.
— ¿Quieres
decir que te planteas la posibilidad de casarte conmigo?
Nick
parecía confuso.
—No
sé qué nos deparará el futuro, pero me gustaría explorar distintas
posibilidades entre nosotros.
De
acuerdo. Quería acostarse con ella. En algún momento, desde su reacción
horrorizada después de lo que había ocurrido en la encimera de la cocina esa
mañana y hasta la hora de la cena, su actitud acerca de tener una relación
física con ella había cambiado. Ya no tenía ninguna norma que prohibiese besar
a Miley. Eso no quería decir que quisiese pasar el resto de su vida con ella,
pero Miley tampoco lo quería.
Ella
se negó a reconocer el vacío que dejaba en su interior aquel pensamiento. Nick
le estaba ofreciendo lo que ella más deseaba: la oportunidad de saciar el deseo
que sentía por él. No le ofrecía su amor, pero ella tampoco se lo había
ofrecido a él.
—De
acuerdo.
—De
acuerdo, ¿qué? —preguntó él con cautela.
—Me
acostaré contigo.
Él
frunció el ceño.
— ¿Así
tal cuál?
— ¿Querías
que siguiese resistiéndome un poco más?
—No.
Lo que pasa es que no estoy seguro de lo que estamos diciendo.
—Tú
has dicho que querías acostarte conmigo y yo acabo de aceptar. A mí me parece
bastante claro.
Nick
no parecía convencido, pero Miley no quería seguir hablando del tema. Así que
se acercó más, hasta que sus cuerpos estuvieron en contacto. Lo agarró por la
nuca y tiró de él, que apoyó los labios en los suyos. Miley aprovechó para
meterle la lengua dentro de la boca y jugar con la de él. Su respuesta no le
decepcionó.
Nick
no intentó seguir hablando. Miley no sabía ni si seguía respirando. Le plantó
las manos en el trasero y la levantó para que enrollase las piernas alrededor
de su cintura. Luego le devolvió el beso con una pasión tan masculina que la
dejó jadeando y con el corazón latiendo a toda velocidad.
Le
estaba gustando tanto el beso que no se dio cuenta inmediatamente de que estaba
sonando el teléfono. Aparentemente, Nick si lo oyó, y la apartó con cuidado.
La
miró como pidiéndole disculpas y fue a contestar.
—Estoy
esperando una llamada de mis padres —le explicó mientras tomaba el auricular—.
¿Dígame? Por supuesto, un momento, por favor —le tendió el teléfono—. El
director de la escuela.
Ella
le quitó el teléfono de la mano.
—Hola,
John. ¿Qué ocurre?
—Hola,
Miley. Tengo que hablar contigo. ¿Vas a venir esta noche a la función?
—Sí,
pero podemos hablar de lo que sea ahora —al fin y al cabo, había interrumpido
un beso increíble, la llamada tenía que merecer la pena.
—Preferiría
hacerlo frente a frente, si no te importa.
La
seriedad de su tono le estaba poniendo nerviosa.
—¿Vas
a despedirme, o algo así? —dijo bromeando, aunque preocupada.
—Por
supuesto que no —la tranquilizó él—. Pero quiero solucionar un problema
contigo. Eso es todo.
— ¿Tiene
que ver con el incidente del conejo? Ya he pedido disculpas a la otra clase y
he tenido cuidado de que Pete no
vuelva a salir de la jaula.
—De
eso no estoy enterado. Ya me lo contarás cuando hablemos esta noche.
Vaya,
¿acaso no le había dicho en una ocasión un policía que la había hecho parar
porque llevaba un faro roto que nunca diese más información de la que le
pidieran? Eso había sido después de que el agente le hubiese preguntado si
sabía por qué la había parado y ella le hubiese soltado una retahíla de
posibles infracciones. El policía le había dicho que se callase y que comprase
un faro nuevo. En fin, que no le daría más información a su director. Esperaría a que John
hablase con ella esa noche.
—Está
bien. Hasta luego.
Colgó
el teléfono y miró a Nick.
— ¿Qué
pasa?
Ella
se encogió de hombros.
—No
lo sé. Quiere hablar conmigo.
Nick
la tomó entre sus brazos.
— ¿No
tenía nada que ver con el incidente del conejo?
—No.
Volvió
a besarla y Miley se olvidó del conejo y de su director.
De
camino a casa después de la función, Miley desvió la mirada de la luna, que se
reflejaba en la nieve, y observó el perfil de Nick. Con la tenue luz, su
atractivo rostro adquiría un halo de misterio. Era como si aquel hombre al que
había conocido durante casi toda su vida fuese de pronto un extraño. Un extraño
muy sexy.
Ya
había tenido aquella sensación en otra ocasión, el verano de sus diecinueve
años. Entonces se había enamorado de él. Casi desesperadamente. Pero en esta
ocasión sólo deseaba su cuerpo, ¿o no?
Había
dejado a un lado su corazón después del daño que Nick le había hecho al
rechazarla aquel verano, pero lo que le rondaba en su interior era algo más que
deseo. Eso le asustaba más que la conversación que había tenido con su
director.
John
le había sugerido que se distanciase un poco de su mejor amigo para evitar que
la gente hablase de ellos. Era evidente que se rumoreaba que estaba viviendo
con Nick… con todas las connotaciones íntimas que aquello implicaba.
A
John le preocupaba mucho cómo podía afectar aquello a la reputación de la
escuela, a pesar de que ella le había asegurado que no estaba viviendo en pecado
con Nick. En parte, entendía la actitud de la escuela al respecto. A pesar de
la afluencia de personas ricas y famosas dos veces al año, Sunshine Springs era
una ciudad tan pequeña que cuando habían puesto el segundo semáforo se había
organizado, para celebrarlo, un baile y una barbacoa.
Miley
había visto la vida de un modo diferente cuando se había ido a la universidad,
aunque nunca había rechazado los principios éticos en los que había sido
educada. Esos principios no incluían irse a vivir con un hombre sin estar
casada con él. Miley sabía que la mayor parte de sus vecinos tenían las mismas
ideas que ella, en especial los padres de sus alumnos de cinco años.
John
tenía razón. Pero ella no estaba viviendo con Nick y se negaba a ser castigada
por un rumor que no se correspondía con la realidad. No iba a sacrificar la
relación que tenía con Nick por nadie, y así se lo había dicho a su director. A él no le había
parecido bien.
—Has
estado muy callada desde que has hablado con John —comentó Nick sacándola de
sus pensamientos—. ¿Qué pasa?
Ella
sonrió.
—Lo
siento. No pretendía ignorarte. Sólo estaba dándole vueltas al tema.
—Eso
imagino. Me gustaría saber en qué estabas pensando. ¿Tienes dudas acerca de lo
nuestro?
La
vulnerabilidad de su voz le sorprendió.
—No
tengo ninguna duda.
—Entonces,
¿qué ocurre?
—John
se ha enterado, a través de una fuente fidedigna, de que estoy viviendo
contigo. Quería que yo supiese que la junta escolar y los padres de mis alumnos
no están demasiado contentos con ello.
Nick
volvió la cabeza para mirarla.
— ¿Te
ha amenazado con despedirte?
Miley
suspiró.
—No
con esas palabras. No sé hasta dónde habría llegado, ya que yo le dije
inmediatamente que estoy viviendo en casa de los Miller y buscando otro lugar
donde instalarme.
— ¿Y
qué más? —Nick la conocía muy bien. Cualquier otra persona habría pensado que
ahí se había terminado la conversación, pero él sabía que había algo más.
—Quiere
que pase menos tiempo contigo para acallar los rumores.
— ¡Y
un cuerno! —espetó él—. ¿Qué le has contestado tú?
Miley
apoyó la mano en su pierna, deleitándose con sus fuertes músculos y con la
intimidad de aquel gesto.
—Le
he dicho que no estoy dispuesta a dejar que mi vida privada se rija por los
cotilleos de Sunshine Springs.
— ¿Y
lo ha aceptado?
Miley
empezó a dibujar figuras con el dedo en la pierna de Nick.
—No
parecía demasiado contento, pero no le queda otra opción.
Nick
empezó a respirar con más rapidez. Puso la mano encima de la de Miley para
detenerla.
—Si
sigues haciéndome eso vamos a terminar en la cuneta —dijo apretándole la mano
durante aproximadamente medio minuto—. Quizá deberíamos considerar lo que te ha
comentado John. No quiero que seas el centro de las habladurías de la ciudad.
Miley
se sintió frustrada. No se había enfrentado a su director para que fuese Nick
quien se acobardase.
—Decídete
de una vez. Estoy harta de este juego. Esta mañana estabas tan abatido por lo
que había ocurrido en la cocina que querías terminar con nuestra amistad. Luego
rompiste la norma que prohibía besarme y dejó de importarte que estuviésemos
demasiado cerca. Suspiró
antes de continuar hablando:
—Me
has pedido que reconozca que nuestra relación ha cambiado, y lo he hecho. Y
ahora vuelves a decir que tal vez no deberíamos pasar tanto tiempo juntos.
Nick
tomó el camino que llevaba a casa de los Miller. Aparcó cerca del coche de
ella, pero no detuvo el motor.
—Ya
hablaremos del tema mañana. Ha sido un día muy largo, lleno de emociones para
ti, y anoche no dormiste demasiado.
Miley
se desabrochó el cinturón de seguridad y abrió la puerta.
—Qué
tonta he sido, pensaba que había sido un día lleno de emociones para ambos, no
sólo para mí —agarró el bolso, salió y cerró la puerta con un golpe.