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domingo, 14 de agosto de 2011

" Innocence and Desire " Cap 22




Miley salió lentamente de un sueño profundo, intentó abrir los ojos un par de veces y, a la tercera, consiguió mantenerlos abiertos y vio algo que hizo que no los pudiera volver a cerrar.
Una cuna.
Entonces, recordó el parto y el enorme esfuerzo y la concentración que había requerido, recordó a mucha gente atendiéndola y se tocó su vientre, que encontró vacía.
Intentó moverse, pero las piernas no le obedecieron y supuso que era a causa de la anestesia.
—Despacio, Miley —le dijo Nick.
Fue entonces cuando Miley se dio cuenta de que estaba sentado en una silla junto a la cuna.
—¡Nick!
—¿Qué tal te encuentras?
—No tengo ni idea —contestó Miley—. ¿Es... nuestro?
Nick la miró divertido.
—En la, etiqueta pone Cyrus guión Jonas, así que sí, debe de ser el nuestro —contestó ladeando la cuna para que Miley pudiera ver el interior.
Dentro había un bebé profundamente dormido.
— ¿Está bien? —preguntó Miley.
—Está perfectamente.
Miley se dejó caer sobre las almohadas con un suspiro de alivio.
— ¿Es niño o niña?
—Niño. Ha nacido un poco prematuro, pero me han dicho que está perfectamente.
Miley se quedó mirando a su hijo aunque no podía ver mucho desde donde estaba, solamente el perfil de una mejilla, un puñito y un trozo de pelambrera morena.
—Parece que está muy... entero —comentó.
—Sí desde luego, mucho más que yo —contestó Nick pasándose las manos por el pelo.
—No me extraña, después de todo lo que te ha pasado últimamente...
—La que se ha llevado la parte más dura has sido tú.
—No me acuerdo de mucho, ¿sabes? Sólo a trozos.
—No me extraña, por si fuera poco tener que dar a luz te has dado un fuerte golpe en la cabeza. Te has torcido un tobillo al caer, te has lesionado un par de cervicales y te pusiste de parto. Menos mal que Maisie llegó enseguida.
— ¿Y por qué no puedo mover las piernas?
—Te han puesto dos epidurales —le explicó Nick—. El parto fue muy bien, pero tú tenías mucho dolor en la espalda y en el tobillo.
— ¿Y eso cuándo ha sido?
Nick consultó el reloj.
—Hace unas ocho horas. Yo he llegado justo después de que naciera —contestó Nick con una gran sonrisa—. Ya lo he tomado en brazos.
Miley cerró los ojos.
— ¿Lo puedo tomar yo?
—Claro —contestó Nick acariciándole la mejilla—. Por cierto, tus padres también andan por aquí. Han ido a tomar, un café.
Miley abrió los ojos.
— ¿Has estado con mi padre?
—Sí, pero no ha pasado nada desagradable. Estábamos todos muy preocupados por ti y muy pendientes del bebé.
Miley tomó aire.
—No te puedes imaginar lo feliz que estoy de oír eso.
Nick no contestó, se limitó a acariciarle el pelo.
— ¿Qué han dicho de mi espalda? —preguntó Miley al cabo un rato.
—Todavía no están seguros, estamos esperando los resultados de las radiografías que te han hecho. Del tobillo han dicho que solamente es un esguince y que necesita tiempo.
— ¿Te importa pasarme al niño? —le pidió Mileya—. Llevo meses hablando con él y no creo que entienda por qué no ha oído mi voz desde que ha nacido.
—Por supuesto —contestó Nick poniéndose en pie y tomando a Cyrus guión Jonas en brazos.
Mientras se lo entregaba a su madre, Miley se dio cuenta de que lo miraba con orgullo y ternura y aquello la llenó de satisfacción.
Entonces, comprendió que, aunque ella jamás consiguiera llegar al corazón del verdadero Nick Jonas, aquel niño sí lo conseguiría.
—Vaya, vaya, cariño, por fin nos conocemos —le dijo a su hijo poniéndole el dedo en la palma de la mano—. ¿Qué tal estás? Mira, Nick, creo que tiene la misma nariz que tú.
Nick se llevó la mano a la nariz.
—Yo creo que se parece más a los Cyrus.
Aquello hizo reír a Miley y Nick la siguió en la carcajada y así fue como los encontraron sus padres.
Sin embargo, dos horas después, cuando la anestesia dejó de tener efecto, Miley comenzó a sufrir un terrible dolor de espalda.
Ya le habían dicho que se había roto el coxis, el huesecillo situado en la base de la columna vertebral.
No era grave y le dijeron que sanaría pronto, pero muchos movimientos le iban a resultar dolorosos y tardaría, por lo menos, un mes en recuperar plena movilidad.
Aquello, por supuesto, complicaba el darle el pecho al niño, pero Miley estaba empeñada en hacerlo.
—Miley —le dijo su madre.
—Mamá, quiero hacerlo —insistió Miley.
—Miley —dijo su padre—, ¿no sería mejor que te centraras en recuperarte cuanto antes?
—Papá, ¿por qué no te vas con Nick a tomar algo? —propuso Miley—. Ambos parecéis sedientos.
Los dos hombres se miraron, se encogieron de hombros y se fueron. Una vez a solas, Miley y su madre se rieron a gusto.
— ¿Crees que podrás hacerlo? —le preguntó Tish.
—Sí, he estado leyendo mucho sobre este tema y se me ocurre que podría sacarme la leche con un sacaleches mientras me estén administrando medicación. Mientras tanto, habrá que encontrar a alguien que tenga leche de sobra para amamantar al niño. Mamá, por favor, ayúdame —contestó Miley.
Tish se quedó mirando a su hija y suspiró.
—Está bien.




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