Miley
se despertó sintiendo el delicioso calor del cuerpo de Nick. Se apretó contra
él. Le gustó aquella sensación. Él estaba profundamente dormido. El pobre. Lo
había destrozado. Sonrió satisfecha. Nunca se había sentido tan cerca de nadie. Lo único que empañaba
su felicidad aquella mañana era saber que aquello que habían comenzado la noche
anterior no duraría para siempre. Una pequeña voz en su interior le decía que
quizá la idea de un futuro juntos no fuese tan descabellada. Pero se suponía
que ella no había querido eso, sólo había querido sexo.
No
obstante, después de lo que habían compartido no podía negar que la noche
anterior había hecho mucho más que saciar su deseo, aquella experiencia había
sido la culminación de casi una vida de amor. Estaba completamente enamorada de
Nick, pero no estaba segura de sí podía confiar en él. Él le había explicado lo
que había ocurrido aquella noche cuatro años antes, y también lo que había
ocurrido con Delta, y ambas explicaciones padecían tener sentido.
Aunque
si Nick no la quería, si su deseo por ella era sólo algo físico, era normal que
hubiese intentado protegerla, para no hacerle daño. Pero Miley le había dicho
que estaba abierta a una relación física con él y Nick no había podido
resistirse.
Miley
no sabía lo que él pensaría del futuro y prefería esconder la cabeza en la
arena como una avestruz en vez de preguntárselo. ¿Y si él sólo quería tener
sexo? Prefería enfrentarse a aquello más adelante, y disfrutar de él mientras
tanto. Tal vez con el tiempo Nick se diese cuenta de que él también estaba
enamorado de ella. Ambos
habían cedido tan abruptamente a la pasión que Miley todavía estaba turbada. En
cualquier caso, no estaba preparada para hablar con él acerca de su relación.
Salió
a regañadientes de la cama. Le hubiese gustado poder quedarse allí todo el día,
pero tenían que limpiar la casa antes de que llegasen los padres de Nick de
Portland. Además, Miley no habría sabido cómo comportarse si él se despertaba a
su lado, ambos desnudos entre las sábanas. Fue de puntillas hasta el armario y
sacó unos vaqueros, una camiseta y una camisa ancha de franela que había tomado
prestada de un armario de Nick el verano anterior.
Se
dio una ducha rápida, no quería gastar todo el agua caliente. Nick también
querría ducharse.
Sonrió
al pensar en la llegada de los Jonas. Al menos su presencia mitigaría la
ausencia de sus propios padres. Se secó el pelo y se hizo una trenza, dejando
algunos mechones sueltos. Preparó café y volvió a la habitación con una taza
para Nick.
Él
ya estaba sentado en el borde de la cama cuando Miley entró. Tomó la sábana y
se tapó. Su pudor la hizo sonreír, aunque sabía que ella habría hecho lo mismo.
—Es
un poco tarde para eso, ¿no te parece?
La
sonrisa que Nick le dedicó parecía un poco forzada.
—Tal
vez.
Si
ya se estaba arrepintiendo de haber dado rienda suelta a su pasión, iba a oírla
gritar, pero no de placer, como la noche anterior.
—Te
dejaré solo para que te duches —comentó dejando la taza encima de la mesita de
noche—. Esto te ayudará a despejarte.
—Gracias.
Miley
no pudo resistirse. Se echó hacia delante para darle un beso en los labios
antes de marcharse. Nick apartó la cara y el beso terminó en su barbilla. Miley
se quedó helada. La noche anterior había sido un error. Era evidente por el
modo en que Nick la miraba.
Se
irguió y se apartó de él.
—Te
he dejado bastante agua caliente, pero será mejor que te duches rápidamente.
Cuanto antes vayamos a tu casa, antes lo tendremos todo limpio para cuando
lleguen tus padres.
Se
dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta. No se volvió cuando él la llamó.
Tampoco lloró. Sólo sentía dolor. El mismo que había experimentado cuando su
padre le había anunciado que había vendido el rancho y que iban a retirarse a
Arizona. Los rancheros no se retiraban, pero los hombres que perdían a su único
hijo varón y que veían a su hija como a una fracasada, sí.
Se
dio cuenta de que Nick la había seguido cuando sintió que la agarraba por los
brazos. Le hizo dar la vuelta para que lo mirase.
— ¿Qué
está pasando aquí? —preguntó él furioso.
—Dímelo
tú.
—Esto
no es un juego, Miley. Anoche enloqueciste en mis brazos y esta mañana te
alejas de mí como si tal cosa.
—Me
lo prometiste —espetó ella luchando por contener las lágrimas—. Ya no te
acuerdas, ¿verdad? Estabas tan excitado que habrías dicho cualquier cosa para
que yo no parase.
Nick
se sonrojó y aquello confirmó las sospechas de Miley, que intentó zafarse de
él.
—Deja
que me vaya.
—No.
Explícame qué querías.
—Me
prometiste que no te arrepentirías.
— ¿Y
crees que me arrepiento?
Ella
intentó descifrar su rostro.
— ¿Acaso
estás sugiriendo que no te arrepientes?
—Claro
que no me arrepiento —dijo él acariciándole los brazos en círculos.
Miley
tuvo que hacer un esfuerzo para centrarse en la discusión.
—Pero
has vuelto la cabeza cuando he intentado besarte.
Nick
cerró los ojos y a Miley le dio la impresión de que estaba contando hasta diez.
nooo puedes dejarla ahiiiiii mas please
ResponderEliminarWao wao waoo me encannttoo madre ooww tierniiz oww suuper duper me nxaantoo te quieroo muxiitoo muack besiitoos
ResponderEliminarWOW!! jeje
ResponderEliminarGIRL!!!
pliiis sube pronto el siguiente!
amoooo tus noves!!!
lo espero!
pasathe por el blog!
te kiiiero chik!
kuidathe