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viernes, 27 de abril de 2012

Jemi "цаутива де Ту Амор" Cap 9




Ak les dejo un cap de Jemi... ;) je
espero q comenten!! 


-Sí -murmuró-. Es lo mejor -sirvió más café en las dos tazas-. Hoy hay tres reuniones y mañana una.
-Entendido.
-Si quieres, después podemos salir. Hay un ca­sino cerca. Quizá haya alguna actuación.
-Suena bien.
Joe dio un respingo al oír la tirantez de su voz. Diablos, incluso la suya sonaba tensa.
-Mira, no tenemos que ser tan educados y for­males el uno con el otro -dijo, odiando la distan­cia que crecía entre ellos, aunque sabía que era mejor así. No tenía sentido seguir adelante cuando sabía que le diría adiós en una semana. Y él diría adiós.
Así actuaba siempre. No se quedaba lo sufi­ciente para dar a una mujer la oportunidad de que lo dejara. Otra vez no. Nunca más.
-Lo hemos pasado bien -dijo-. Ahora se acabó. -De acuerdo -dijo ella, recostándose en la ca­becera de la cama-. Somos adultos, ninguno de los dos está comprometido con otra persona. Nada nos impide seguir nuestro propio camino. Podemos hacerlo.
-Es una suerte que no vayamos a pasar otra no­che como la de ayer -sonrió él.
-¿Por qué? -preguntó ella, agarrando la taza con ambas manos. Joe sonrió y tomó un sorbo de café, fuerte y caliente.
-Cuando la señora Hammond subió la bandeja del desayuno, me preguntó si había oído algo raro durante la noche.
-¿Raro? -Demi abrió los ojos de par en par.
-Ajá. Parece que, justo antes de que empezara la lluvia, oyó un aullido.
-Oh, Dios -Demi se llevó una mano a la boca.
-No te preocupes -rió y movió la cabeza-. Pensó que debía ser un coyote que había atrapado a un animal pequeño.
-¿Un coyote?
-Sí. Por lo visto, tu grito sonó exactamente como el de un conejo a punto de morir.
Ella le tiró una almohada a la cabeza.
-Bueno, esto de que se acabó el sexo no está funcionando.
-Sí, ya me he dado cuenta -Joe se dejó caer a su costado y se tumbó de espaldas, esforzándose por recuperar el aliento.
Desnuda, sobre la alfombra que había ante la chimenea, Demi hizo una mueca de dolor y re­buscó con una mano. Sacó un bolígrafo de debajo de su trasero.
-Así que eso era.
-¿Eh?
-El bolígrafo que perdió tu último cliente -lo alzó para que lo viera-. Lo he encontrado.
-¿Qué diablos estamos haciendo, Ranita? -pre­guntó Joe, tras soltar una carcajada.
-Ni idea, Jonas -dejó caer la mano con el bolí­grafo sobre su abdomen-. Pero si no lo averiguamos pronto, acabaremos matándonos el uno al otro.
El último cliente había abandonado el hotel tan sólo una hora antes, y Demi y Joe ya estaban desnudos y exhaustos. El ardor sexual aún flotaba en el ambiente y Demi volvió a sentir una oleada de necesidad empezando a crecer en ella. Si seguían así, no tendrían fuerzas para regresar con­duciendo a casa.
Habían conseguido sobrellevar el día, aunque la tensión entre ellos casi podía mascarse. Demi había tomado notas, las había mecanografiado y había ayudado a Joe a redactar los informes ne­cesarios para que dos de sus clientes diversificaran sus inversiones. Había charlado amablemente y evitado la mirada de Joe. Había notado que la ob­servaba mientras los clientes iban y venían. Ella había sonreído y hecho amistad con los ancianos que, uno tras otro, le habían asegurado que Joe Jonas era un gran partido. Listo y rico.
Por supuesto, cada vez que la conversación había tomando ese rumbo, había notado que los ojos de Joe se cerraban como persianas. Como si se distan­ciara de la conversación, aunque era obvio que los hombres bromeaban. Demi había sentido la nece­sidad de decirle que estaba a salvo, no estaba intere­sada en un «buen partido», ni en ningún otro tipo de partido. Pero no le había parecido apropiado hacerlo delante de sus clientes; cuando se queda­ron a solas... el tema no había surgido.
-En fin -dijo él finalmente-. Nuestro pacto de una noche se ha ido al cuerno.
-Está claro -asintió ella.
-¿Hacemos otro pacto de una noche? -Técnicamente, eso sería un pacto de dos noches.


-Bien. Dos noches. Lo que sea.
-¡Ehh! -giró la cabeza hacia él-. ¿La falta de sueño te ha puesto de malhumor?
-No -la miró a los ojos-. No es exactamente dormir lo que me apetece.
-Ni a mí tampoco -admitió ella, sintiendo un cosquilleo en el estómago-. Pero antes de que esto se convierta en El Fin de Semana Perdido, más vale que fijemos algunas reglas.
-Siempre es bueno definir reglas -él se puso de lado y apoyó la cabeza en la mano. Demi soltó una risita, esa frase definía la personalidad de Joe.
-Imaginaba que dirías algo así -ella también es­taba de lado, mirándolo. Las llamas bailoteaban en la chimenea, detrás de él, e iluminaban las puntas de su cabello, casi como si llevara una aure­ola.
Pensar en Joe Jonas con una aureola, la de­cidió. ¡Tenía que fijar reglas inmediatamente! Joe estiró un brazo con indolencia y le acarició un pecho. Demi inspiró y soltó el aire con un sil­bido.
-Primera -dijo, más alto de lo que pretendía-, nada de compromisos.
-De acuerdo -aceptó él, mirándola con los ojos entrecerrados-. No busco nada permanente.
-Yo tampoco -captó un chispazo de sorpresa en sus ojos y atacó-. ¿Qué? ¿Acaso crees que todas las mujeres que conoces pretenden cazarte?
El alzó una ceja, expresando todo un de comentarios con ese gesto.
-Puedes estar tranquilo, Don Fantástico -le ase­guró-. Estás totalmente a salvo.
-¿Qué significa exactamente «nada de compro­misos»? -inquirió él, ignorando su comentario.
-Supongo que significa que disfrutamos de lo que hay mientras dure -Demi tragó saliva cuando sus dedos le pellizcaron un pezón. Cerró los ojos un segundo y volvió a abrirlos-. Cuando uno de nosotros se canse, se acabó. ¿Hay trato?
-Trato hecho.
-¿Nos damos la mano para sellar el pacto?
-No, se me ocurren mejores maneras de ha­cerlo -dijo él, con media sonrisa.

El resto del fin de semana fue un desdibujo. Bueno, pero desdibujo al fin y al cabo.
El domingo por la tarde, Demi entró en su casa, dejó la maleta en el vestíbulo y se dejó caer en el desgastado y mullido sofá. Los cojines de plu­mas la rodearon como un abrazo. Apoyó los pies en la mesita de café, se puso las manos en la cara y pensó en las consecuencias de haber aceptado ese trabajo temporal.
Dios sabía que no lo había planeado. Nunca ha­bría adivinado que Joe Jonas sería el hombre que la encendería como un árbol de Navidad. No había pensado que el favor de dos semanas que le había hecho a su abuela se convertiría en... dejó caer las manos. ¿En qué? ¿Qué había ocurrido exactamente? ¿Un fin de semana caliente?
Si al final no era más que eso, una parte de ella lo lamentaría. No quería tener una relación pero, por otro lado, hacía mucho tiempo que no estaba con un hombre. Mucho tiempo sin sen­tirse... cerca de alguien. Y le gustaba. No sólo por el sexo, aunque Joe era todo un experto, era más que eso. Era reírse con él, hablar con él, compartir tentempiés a medianoche y sestear ante la chimenea. Eran los paseos por las colinas y escuchar cómo explicaba los mercados de valo­res.
Eran demasiadas cosas que no había esperado. No se había sentido así desde que rompió su compromiso con Sterling Knight. Demi frunció el ceño, agarró uno de los cojines de cuadros verdes y lo apretó contra su pecho. Sterling había sido su novio en la universidad. Cuando se conocieron, él empezaba Medicina, y habían hecho planes de futuro. Habían hablado de su boda, de su vida en co­mún, e incluso de cuántos hijos tendrían: tres, dos niños y una niña. Cuando ella se graduó, Sterling sugirió que esperaran un poco. Prefería que ella empezara a trabajar. Podían vivir juntos y ella lo mantendría mientras él acababa la carrera. Des­pués, si todo iba bien, se casarían.
Demi echó la cabeza hacia atrás con un sus­piro. Recordó la cara de sorpresa de Sterling el día que regresó del trabajo antes de tiempo. Por su­puesto, la chica sobre la que estaba, también se sorprendió, pero sólo recordaba la expresión de Sterling. No era de dolor, derrota o siquiera culpa­bilidad. Era de ira. Estaba enfadado con ella por no estar en el trabajo, por no ser la vaca obediente que él pretendía que fuese.
Demi agarró toda la ropa que pudo y salió, de­jando a Sterling y a su conquista donde los había encontrado. Esa fue la última vez que entregó su corazón; se había jurado no volver a hacerlo.
-Pero esto es distinto -arguyó, en la habitación vacía-. Mi corazón no tiene nada que ver... son sólo mis hormonas.
Sus palabras resonaron en el silencio y ni si­quiera ella consiguió creerlas del todo. Pero lo ha­ría. Sólo tenía que recordarse continuamente que toda la situación era temporal.
-Sí -dijo, levantándose del sofá-. Eso funcio­nará.



6 comentarios:

  1. aaaaaaaaaaaaawwwww ME ENCANTO YO EN VERDAD AMO NILEY Y AMO Y EXTRAÑO ""The son of the Greek magnate LA AMO DE VERAS PERO ESTA NOVE JEMI ES BUENISIMA TMB ME ENCANTA POR FA SUBE PRONTO ESPERO ESAS DOS LAS AMO ME ENCANTAN GRACIAS POR TODO LAS NOVES SUBIR ME ENCANTA POR FAVOR SIGE SUBIENDO AMO ESTAS NOVELAS ME ENCANTA SIGUELAS PLIS SUBE PRONTO CHIIIIIIIII? :)'

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  2. dios amo esta nove siguela plisss

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  3. me encantooooooooooooooooooooooo
    porfa siguela .....
    has maraton de the on of the greek magnate...

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  4. hay pobechita subela prontis cuando puedas cuidate hermosis.

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  5. me encanto síguelaaaaaa prontoooo cuidate

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