disfruten este cap jeje un besooo las kiero...
A la luz de las velas, su piel brillaba como roble bruñido.
Cada uno de sus bien definidos músculos aparecía en relieve, contrastado, y Demi
sólo pensaba en recorrer cada centímetro de su cuerpo con los dedos. Con los
labios. Lo deseaba como nunca había deseado a nadie antes. Parecía incapaz de
cansarse de él. Ese pensamiento surgió en su mente un segundo y lo apartó, para
estudiarlo después.
Tendría mucho tiempo para pensar cuando saliera el sol y su
pacto de una noche acabara. En ese momento... lo que existía era Joe. Nada más.
-Dormir -musitó- está sobrevalorado.
-¿Ah, sí?
-Sí -replicó ella, se removió en la cama, acercándose a él, sintiendo
la dureza de su cuerpo-. Es bien sabido. Veinte minutos de sueño profundo por
la noche, son suficientes para funcionar a pleno rendimiento.
-Es una alivio -comentó él, sacando el preservativo de su
envoltorio.
-Espera -dijo ella-. Déjame a mí -le quitó el preservativo y
se medio sentó. Colocó sobre su sexo la pálida goma y, lenta y sinuosamente, la
desenrolló.
Él tragó aire con un silbido. Demi lo rodeó con los dedos y
presionó suavemente. Joe cerró los ojos y un músculo de su mandíbula tembló.
Ella deslizó los dedos arriba y abajo, recorriendo la sólida
dureza, y después lo agarró con fuerza. Él abrió los ojos y la llama que se
reflejó en sus oscuras profundidades le dio un aspecto peligroso.
-Ya vale -masculló, inclinándose sobre ella. Le agarró las dos
muñecas con una mano y las sujetó contra la cama, por encima de su cabeza. Ella
se retorció y movió bajo él en la cama, acercándose, alzando las caderas,
invitándolo.
Joe se rindió a la furia que pulsaba en su interior. El deseo
lo quemaba. Sentía un hambre insaciable de ella. Cuando penetró su cuerpo,
todo se disparó. Se le aceleró el corazón, que bombeaba la sangre a toda
velocidad. Sólo oía los gemidos de Demi, sólo sentía su aliento. Bajó la cabeza
para besarla y ella le mordisqueó los labios y apoyó los pies en el colchón,
para balancear su cuerpo contra el de él.
Ella lo era todo. Y por esa noche, era suya. Soltó sus muñecas
y gruñó cuando ella arrastró las uñas por su espalda. Después, Demi tiró de su
cabeza y la llevó a sus pechos. Él la complació, besando, chupando, tirando de
sus pezones, primero uno, luego el otro. Su aroma lo volvía loco, su sabor
provocaba en él un hambre que nunca había sentido antes.
Se movieron juntos, dos sombras a la luz de la vela. Mientras
la tormenta se desataba tras las ventanas, dos almas encontraron algo que
ninguna de ellas buscaba.
El amanecer llegó antes de lo que habrían deseado.
-La tormenta pasó -dijo Demi, sabiendo que Joe estaba a su
lado, despierto.
-Sí, eso parece.
El agua goteaba de los aleros del tejado, como un reloj,
marcando los últimos segundos de una noche increíble. El primer atisbo de luz
suavizaba la habitación, apagando la luz de las velas que quedaban. La mayoría
se habían consumido horas antes. Las pocas que quedaban ya eran innecesarias.
Demi hizo una mueca y cambió de posición, tirando del edredón
para taparse el pecho. No sabía por qué se preocupaba de ser modesta a esas
alturas. En todo su cuerpo no había un milímetro de piel que Joe no hubiera
visto, lamido o explorado. Se tapó los ojos con una mano e intentó no pensar
demasiado en todo lo que habían hecho juntos en la oscuridad.
-¿Arrepentida? -susurró él cerca de su oído. Demi lo pensó un
minuto. ¿Se arrepentía de algo? ¿Podía hacerlo? Le había hecho sentir cosas que
sólo conocía por leerlas en los libros. Había hecho que su cuerpo cantara. No.
No se arrepentía. Lo único que lamentaba era que su pacto hubiera sido de una
sola noche, aunque fuera lo más seguro. No quería involucrarse sentimentalmente
y sabía de sobra que si seguía durmiendo con él, su corazón se entregaría, lo
quisiera o no. Así que, por mero instinto de supervivencia, mantendría el
pacto, a pesar del insistente clamor de sus hormonas.
-No. No estoy arrepentida.
-Pero has tenido que pensarlo un rato -se burló él. Ella
volvió la cabeza y lo miró. A la luz del amanecer estaba igual de atractivo que
a la luz de las velas.
-¿Qué me dices de ti?
Él deslizó una mano por su cuerpo y la posó en uno de sus
pechos. Ella gimió.
-No me arrepiento -se acercó lo suficiente para besarla.
Después se apartó, se tumbó de espaldas y miró el techo.
-Entonces -dijo Demi, echando de menos sus manos sobre el
cuerpo-, nos duchamos, nos vestimos y seguimos adelante.
-Correcto -afirmó él.
Eso había parecido una buena idea la noche anterior. Sin
embargo, en ese momento..., Demi se sentó y bajó las piernas al suelo, antes de
hacer algo ridículo, como sugerir que simularan que no era de día aún.
-La noche se acabó, y nosotros también.
-Exactamente. De vuelta al trabajo.
-Bien -dijo. Le dolía todo el cuero. Músculos que hacía años
que no utilizaba, se quejaban a gritos. A pesar de todo, Demi tuvo que hacer
un esfuerzo para no darse la vuelta y saltar sobre él. Se puso en pie y fue
hacia la puerta, agarrando el albornoz blanco que había a los pies de la cama.
Se lo puso, ató el cinturón y, ya en la puerta, se volvió hacia él.
-Iré a mi habitación y me ducharé. ¿Nos vemos en el salón para
desayunar dentro de una hora?
Él se apoyó en un codo. El pelo castaño le caía sobre la
frente, dándole un aire de rufián que desaparecería en cuanto se pusiera uno
de sus malditos trajes. Demi deseó volver a deslizar las palmas de las manos
por su pecho. Sentir el latido de su corazón. Curvó los dedos y metió las manos
en los bolsillos del albornoz.
-En una hora -aceptó él con voz tensa, y la dejó marchar.
Bajo los chorros de agua caliente, Demi intentó aclarar su
mente. Intentó aparcar los recuerdos de la noche en un rincón oscuro, del que
no pudieran salir para torturarla. Pero no sirvió de nada.
La ducha de masaje golpeaba su cuerpo con dardos de agua
caliente, que le recordaban el tacto de sus dedos sobre ella. De su boca. Del
fuego que iniciaba en su interior con sólo mirarla. Y lo deseaba.
Oyó el ruido de la cortina y volvió la cabeza a tiempo de
verlo entrar en la ducha, desnudo.
-Joe...
-El sol no ha salido del todo. La noche no ha terminado -la
agarró y apoyó su cuerpo húmedo contra el suyo.
-Me parece bien -tragó saliva y miró su rostro. Joe le dio la
vuelta, la apoyó contra la pared de la ducha y la alzó en vilo. El vapor de la
ducha era como una suave niebla, que los sumía en un mundo privado e íntimo.
Ella rodeó su cintura con las piernas y él la penetró con una embestida rápida
y certera. Había intentado mantenerse alejado. Pero oír el ruido del agua,
saber que estaba desnuda, húmeda y cálida, había sido una tentación imposible
de resistir.
Se movió dentro de ella, buscando el éxtasis al que se había
acostumbrado a lo largo de la noche. Enterró el rostro en la curva de su
cuello y se entregó a ella, tomando todo lo que podía ofrecerle.
Una hora después estaban en la cama, desayunando. Envueltos
en los gruesos albornoces del hotel, compartían fresas, tortitas y café
caliente.
-¿Cuándo llega tu primer cliente? -preguntó Demi, mordiendo
una fresa, recién llegada del invernadero del hotel.
-Dentro de una hora.
-Probablemente eso sea lo mejor, ¿eh?
Él la miró y sólo pudo pensar que deseaba probar su boca
manchada de fresas. Su cuerpo se tensó, asombrándolo incluso a él. Debería
estar agotado, en cambio se sentía más despierto y vivo que nunca en su vida.
Ella era como una descarga eléctrica. Hacía que su cuerpo pulsara y su sangre
hirviera; no se había cansado aún, ni por asomo.
Me encantaron los caps poderosa las noves y las imagenes y la aultima segun es demi y joe pero no creo sube prontico hermosis.
ResponderEliminarme encantoooo...
ResponderEliminarporfa siguelaaaa...