"♥" RINGS OF WEDDING "♥" Niley"♥ Cap 31

 

Holiss...mis chicas hermosas ak le dejo el cap... jeje y en la noche el otro... :) bye y espero q comenten lindo...... la skiero y muchas gracias por los comentaris jeje las amoo a  toooodas...

Miley se quedó observando los números del panel mientras el ascensor k conducía hasta el ático del Jonas Center. Era el mismo ascen­sor en el que se había quedado encerrada con Nick la pasada Nochevieja.

Su futuro ex marido la había llamado esa  mañana para anunciarle que los papeles del divorcio ya estaban listos para firmar. Des­pués de colgar, se maldijo por haber contestado la llamada. Se había propuesto esquivarlo durante unos días mientras buscaba la manera de disculparse con él.

- Pero ya era tarde para eso. Si alguna vez Nick la había amado, seguro que ya era cosa del pasado. Una vez más, había conseguido arrui­nar su relación con un hombre. Sólo que en esa ocasión, amaba a ese hombre y tardaría mucho tiempo en olvidarse de él, suponiendo que lo consiguiera alguna vez. Sabía que iba a arre­pentirse durante toda su vida de lo que había hecho.

Podrían haber sido felices juntos. Habrían aprendido a limar sus diferencias. Quizá Nick podría haberse hecho más comprensivo y ella algo menos testaruda.

—Pero ya es tarde —murmuró.

Las puertas se abrieron delante de ella y Miley se detuvo un instante. Pensó que quizá no estuviera todo perdido. Si aún quedaba algo de amor entre ellos, habría alguna esperanza, pero ella tendría que ser valiente y admitir sus sentimientos.

Respiró hondo y salió del ascensor al vestí­bulo del ático. Junto a las ventanas del fondo, vio una figura solitaria silueteada por la luz del Sol.  Incluso de lejos él ejercía una gran influencia sobre ella. Se sintió como si todavía existiera un vínculo entre ellos. Un vínculo que no tenía nada que ver su absurdo matrimonio ni con su peculiar luna de miel. Ese hombre había llega­do a conocerla en tan sólo unos pocos días y había llegado a amarla, a pesar de que hostil que había sido con él.

Nick se volvió mientras ella atravesaba el vestíbulo, que estaba adornado como si fuera a haber una recepción. Se quedó mirándola con gesto frío y distante.

—Me alegra que hayas venido.

— ¿Y todo esto? —preguntó ella, señalando los adornos del vestíbulo.

—Nada, para celebrar una boda —dijo des­preocupadamente, señalándole una silla para que se sentara—. Los papeles del divorcio ya están listos. Sólo nos llevará un par de minutos arreglarlo.

Miley se sentó mientras él le acercaba los papeles, que estaban sobre la mesa frente a la que ella se había sentado. Ella se los quedó mi­rando, dándose cuenta de que ése era el fin de su matrimonio con Nick Jonas. Él le tendió un bolígrafo y ella lo agarró con mano temblo­rosa.

— ¿Dónde tengo que firmar?

Él se apoyó en la mesa y miró los papeles por encima de su hombro, acercándose tanto, que Miley pudo sentir el calor que irradiaba su cuerpo.

—Aquí —ella sintió el aliento de él en su oído mientras le señalaba un punto en la parte de abajo del documento.

Miley garabateó su nombre sin saber bien lo que hacía.

—Ahora, aquí —dijo Nick, acercándose aún más al doblar la hoja.

Y así, firmó el resto de documentos. Luego, se quedó mirándolo, deseosa de poder tocarlo. Le gustaría acariciar su fuerte barbilla y dibujar la línea de sus labios con los dedos. Seguro que besarse de nuevo no les haría ningún daño. Si se acercaba a él y cerraba los ojos, ¿aceptaría él la invitación?

Miley ordenó los papeles y luego se los dio a Nick, que los dobló y se los guardó en el bolsillo interior de la chaqueta. Ella lo miró a la cara, tratando de buscar algún resto de emo­ción, pero su rostro se mostró impasible.

—Bueno, pues ya está —dijo ella.

Él asintió.

—Sí, no ha sido tan difícil, ¿verdad?

No —mintió ella. Lo cierto era que Miley nunca había tenido que hacer algo tan doloroso en toda su vida. Pero sabía que era lo mejor. Ya sólo le quedaba convencer a su corazón de que era así. Con un suspiro, se puso en pie y se abrochó el abrigo—. Bueno, supongo que será mejor que me vaya.

- No quería decirle adiós. Sabía que, si decía aquellas palabras, no podría contener las lágri­mas. Así que se dio la vuelta y se encaminó al ascensor, pero la voz de él la detuvo. Por un momento, sintió que renacía la esperanza. Él no iba a dejarla marchar. Lentamente, se giró hada él mientras el corazón le latía a toda velocidad.

—Ya que estás aquí, he pensado que quizá podrías darme un consejo. ¿Qué te parecen es­tos centros de flores? —le preguntó, señalando las cuatro mesas adornadas con sus respectivos centros. No sé cuál me gusta más.

Miley frunció el ceño.

—Son todos muy bonitos. Las rosas blancas me gustan mucho y también las lilas. ¿Por qué me lo preguntas?

Él se encogió de hombros.

—Por conocer la opinión de una mujer. Quiero asegurarme de que todo va a salir per­fecto.

— ¿El qué va a salir perfecto?

—La boda.

Miley se quedó mirándolo fijamente, sin terminar de creerse lo que acababa de oír.

— ¿Qué... qué boda?

—Mi boda. También tengo que elegir qué in­vitaciones vamos a mandar. No sé si me gustan más las blancas o las de color crema—alcanzó el libro con los modelos de las invitaciones, que estaba sobre una mesa y lo tendió hacia ella-—. ¿Cuál te gusta más?

— ¿Te vas a casar? —preguntó Miley, que estaba empezando a sentir un zumbido dentro de la cabeza.—. ¿Habéis solucionado las cosas Demi y tú?

—Demi ha sido muy comprensiva. Le conté lo que había sucedido y no le importó. Se echó a reír. De hecho, quiere que la llames.

—¿Que la llame? ¿Á Demi?

—Claro, quiere verte. ¿Es que no sois amigas o qué? Y en cuanto a la invitación, ¿cuál te gusta más?

—Creo que debería ser la novia quien la eli­giera.

—Hrnrnm. Quizá lleves razón. ¿Tú cuál elegirías?

Miley sintió ganas de ponerse a gritar. ¿Cómo podía estar hablándole tan despreocu­padamente de su boda cuando acababan de fir­mar los papeles del divorcio? Sin duda, era un hombre sin corazón y no merecía su afecto.

Miley agitó muy enfadada el libro con las invitaciones y lo hojeó.

—-Ésta —dijo, eligiendo una—. Pero no pon­dría una letra tan florida, elegiría algo más sen­cillo.

—Me parece que llevas razón. Me gusta tu elección.  —Y ahora, si no te importa, me gustaría...

—Bueno, me gustaría que me ayudaras con otra cosa. Hay unos vestidos que me gustaría que...

— ¿Vestidos? ¿Quieres que elija el vestido de la novia? ¿Es que te has vuelto loco o qué... ?

—Bueno, Demi comentó que tú eras espe­cialista en vestuario, ¿no?

—No, no puedo hacerlo. No pienso ayuda­ros a planear tu boda.

—Pero tú tienes mucho gusto para estas co­sas y sólo te llevará unos minutos. Me gustaría que me aconsejaras.

La tomó de la mano y la condujo hasta un ar­mario donde había colgados varios vestidos. Miley sintió que casi se le paraba el corazón al darse cuenta de que Demi llevaría uno de esos vestidos para convertirse en la señora de Nick Jonas.

Miley apretó los puños. ¡Pero la señora de Nick Jonas era ella! Miley Cyrus Jonas.

— ¿Cuál te gusta más? —preguntó Nick, se­ñalando los trajes.

—No me gusta ninguno.

— ¿Ni siquiera éste?

—Parece de Escarlata O'Hara.

—Puede que lleves razón. La verdad es que a mí tampoco me gusta ninguno.

—Muy bien, ¿puedo irme ya?

—Una cosa más —dijo, agarrando un folleto de otra mesa y enseñándoselo—-. Los pasteles. Nunca hubiera pensado que pudiera haber tan­tos tipos. Al menos, ha sido fácil elegir una de las cosas —le dio una pequeña caja. Ábrela.

Miley tomó la cajita y levantó la tapa. Ha­bía una figurita de porcelana china que repre­sentaba al novio y a la novia. Ella sintió tenta­ciones de estrellarla contra el suelo. Pero se contuvo. Eso era lo que Nick estaba buscando y no pensaba complacerlo.

— ¿Qué opinas? Es para ponerlo sobre el pas­tel de boda.

—Es bonito. Sólo que la novia no tiene el co­lor de cabello adecuado.

—Sí que lo tiene. Es exactamente el que yo he pedido.

—Pero Demi es rubia.

— ¿Demi?

—Sí, Demi, la mujer con la que te vas a casar.