"♥" RINGS OF WEDDING "♥" Niley"♥ Cap 24

Holaaa chicas ak les dejo otro cap dedicado Para sarita q m pidio y m exigio q suba cap jejeje bue ak esta.. disfrutenlon.. jeje 

Se dio la vuelta y se encontró con Nick, que estaba de pie frente a la puerta de su habitación. Tenía los codos apoyados sobre la baran­dilla de hierro y estaba mirando las velas de las mesas que había debajo.

—La habitación es un poco agobiante. Te dejo que...

—No, quédate.

—De... acuerdo.

Miró hacia abajo y vio que una pareja se es­taba besando mientras los músicos les cantaban una serenata de amor. Miley pensó que ella quería sentirse igual que ellos, aunque fuera sólo por una noche.

—Estaba pensando... —dijo, tratando de reu­nir valor.

. —Yo también —la interrumpió él—. Estaba pensando en aquella noche en Las Vegas. En nuestra noche de bodas. O quizá era nuestra mañana de bodas.

— ¿En qué pensabas?

—No recuerdo mucho. Es extraño, ya que sí me acuerdo del resto de la noche. Incluso re­cuerdo la ceremonia de la boda... vagamente.

—Será mejor que me... vaya —dijo, incapaz de mantener la compostura.

Estaba a punto de decirle la verdad! Nunca habían consumado su matrimonio y Nick tenía derecho a saberlo. Pero Miley no podía admi­tir que lo había engañado. Los sentimientos que él tenía hacia ella eran tan frágiles, que una re­velación así podría destruirlos por completo. Así que se fue hacia su cuarto, pero él la siguió.

— ¿No crees que es extraño? —preguntó Nick.

—Habías bebido demasiado champán. Y ahora, de verdad que estoy muy cansada y...

—Háblame de ello.

— ¿Qué?

—Cuéntamelo. Un hombre sólo tiene una noche de bodas y me gustaría saber lo que pasó. ¿Te besé?

—Cla... claro que me besaste —mintió ella—. Mucho. Quiero decir, muchas veces.

— ¿Y la primera vez?

—Estábamos cerca de la cama.

Él la agarró por la cintura y la condujo hacia la cama. Ella quería apartarlo, pero le gustaba sentir sus manos sobre ella.

— ¿Aquí? ¿O en el otro lado?

—Justo aquí —dijo ella, atreviéndose a mi­rarlo.

— ¿Y qué pasó luego?

Miley dio un suspiro.

—¿Es tan importante? Vamos a tramitar el di­vorcio. Creo que tendrías que olvidarte de nuestra noche de bodas.

—No puedo olvidarla porque no la recuerdo —dijo, encogiéndose de hombros—. ¿Estuve bien?

Ella asintió y un rubor le cubrió las mejillas.

—Estuviste... muy bien. Espectacular.

¡Ya estaba dicho! Por lo menos así quizá se quedara satisfecho y se marchara. Probable­mente, sólo quería saber que había cumplido sus deberes como marido de una manera mara­villosa.

— ¿Y cómo empezó? Quiero decir, ¿qué es lo que hice primero?

Miley se dio cuenta de que no tenía esca­patoria. Así que trató de acelerar el proceso para ver si él se quedaba conforme y dejaba de preguntar.

—Lo primero que hiciste fue besarme.

— ¿Dónde?

—Al lado de la cama. Ya te lo dije.

—No, quiero decir que si fue en la boca — dijo, juntando sus labios con los de ella a conti­nuación—. ¿O quizá te besé en el cuello? —pre­guntó, besándola debajo de la oreja—. ¿O fue en el hombro? —le levantó la blusa para poder­le besar en el hombro.

Miley tragó saliva. Las cosas no le estaban saliendo como ella hubiera querido. Cuanto más preguntaba Nick, más quería saber.

—No... no me acuerdo exactamente —lo único en lo que podía concentrarse en ese mo­mento era en la sensación de los labios de él sobre su piel.

— ¿Y. recuerdas si te gustó?

—Sí, sí que me gustó.

La lengua de él dibujó una línea desde la cla­vícula de ella hasta la barbilla.

— ¿Y esto?

—Um—respondió ella con voz temblorosa—. También.

Con un gemido, él la apretó contra su cuer­po y la besó en los labios.

—Cuéntame más cosas, Miley —murmuró mientras la besaba—. Dime qué es lo que quie­res.

Ella no pudo resistirse más y confesó la ver­dad.

—Quiero... quiero que hagamos el amor —-echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos—. Quiero que te comportes como un marido de verdad esta noche.

Él le agarró el rostro entre sus manos, obli­gándola a mirarlo a los ojos.

—Y yo quiero que tú te comportes como si fueras mi mujer —dijo Nick con voz tierna. Luego, la besó con tal dulzura que ella sintió que algo se despertaba en lo más profundo de su corazón.

Miley sintió una mezcla de goce y miedo a la vez. Se daba cuenta de que ese hombre, su marido, ejercía un enorme poder sobre ella, de manera que ella no podía controlar sus senti­mientos. Y eso no le gustaba nada.

Miley comenzó a desabrocharle la camisa y luego metió su manos debajo, apoyándolas sobre su pecho. Después, posó su boca sobre el vello que comenzaba en la base de su cuello.

— ¿Y qué pasó después? —preguntó él, apo­yando el rostro sobre el cabello de ella.

— ¿Después?

—Esa noche. ¿Qué pasó después de que te besara junto a la cama?

—No... no me acuerdo.

Él terminó de quitarse la camisa, revelando sus anchos hombros y su delgada cintura. Miley no podía apartar los ojos de su cuerpo de hombre, fascinada por su perfección.

— ¿Te desnudé yo o me desnudaste tú a mí?

Ella parpadeó. Luego, levantó la vista hacia él.

—Yo... no...

Él deslizó sus dedos por el escote de su blu­sa.

—Apuesto a que los dos colaboramos, igual que ahora —dijo, bajándole la blusa hasta el co­mienzo de sus senos.

Nick se inclinó sobre ellos y los besó. Lue­go, bajó aún más la blusa con sus manos hasta que los pezones quedaron a la vista y pudo la­mérselos.

Miley soltó un gemido de placer. Sintió que el deseo se despertaba dentro de ella.

Nick terminó de quitarle la blusa y luego se quedó mirando su cuerpo desnudo de cintura para arriba.

—No me acordaba de esto. No me acordaba de que fueras tan hermosa —dijo, agarrando sus pechos con delicadeza y pasando los pulga­res por los pezones endurecidos.

Miley trató de aclarar su mente, quería te­ner la posibilidad de acordarse después de todo lo que estaba sintiendo. Ningún hombre le ha­bía hecho sentirse tan atractiva, tan deseable, tan apetecible... Nick la había protegido duran­te todos esos días que habían pasado juntos y, por el modo en que la estaba tocando en ese momento, debía quererla, al menos un poco.

Agarró el cinturón de él y comenzó a desa­brochárselo. Cuando metió las manos debajo del pantalón y alcanzó su miembro erecto, Nick no pudo contener un ruido gutural.

—Tendría que acordarme de esto —dijo él-—. Tendría que recordar que en cuanto me pones la mano encima, pierdo el control.

—Lo... lo siento —dijo Miley.

—No hay nada de lo que debas arrepentirte. Ya no.

Entonces la tomó en sus brazos y la besó, su­mergiendo su lengua profundamente en la boca de ella. Con las bocas unidas, se quitaron la ropa impacientemente el uno al otro, deteniéndose sólo para alargar alguna caricia.

Cuando finalmente se vieron despojados de las barreras que los separaban, no hubo nada más que piel contra piel, piel caliente y suave. Los senos de ella se apretaron contra el pecho de él, el miembro viril contra el vientre de ella. Así se suponía que debía ser la intimidad apa­sionada e intensa entre un matrimonio, sin inhi­biciones. Justo cuando Miley pensó que no podría sostenerse más en pie, Nick la tomó en brazos y la llevó a la cama.                       .    ;

La tendió suavemente sobre la cama y se in­clinó sobre ella al tiempo que la besaba en la curva del cuello. Nick se apartó un momento y sacó algo del bolsillo trasero de su pantalón. Miley se quedó mirándolo con expresión sus­picaz.

— ¿Sabías que iba a ocurrir esto?

Nick sonrió y la besó de nuevo.

—Confiaba en que sí —replicó, besándola de nuevo en el cuello—. ¿Y ahora qué? Dime qué pasó.

Miley soltó un gemido sordo.

—Fue así —dijo, abriendo el preservativo.

Con manos temblorosas, cubrió su sexo rígi­do con el preservativo, y luego lo guió hacia su interior.

Pacientemente, delicadamente, Nick probó la entrada, provocándola con la promesa de lo que iban a compartir, aumentando en ella el de­seo. Miley se retorció bajo él, acariciándolo hasta que le oyó murmurar una súplica. Nick la agarró de las muñecas y le puso las manos so­bre la cabeza.. Luego, se colocó entre sus cade­ras y la penetró. Su miembro era suave como la seda y duro como el acero. Los ojos de él esta­ban fijos en los de ella.

El corazón de Miley dio un vuelco. Lo ha­bía mirado fijamente muchas veces sólo para ver rabia y frustración, incluso deseo. Pero en ese momento, mientras Nick se introducía profun­damente en ella y comenzaba a moverse lenta­mente, vio algo más en su mirada. Vio amor.

Con un gemido dulce, Miley se arqueó contra él para aumentar el contacto entre am­bos. No había más preguntas, ni más exigen­cias, quedaron solamente ellos dos y la certeza de que estaban hechos el uno para el otro y de que lo que se habían dicho la noche anterior no había sido un error. Amaba a Nick Jonas y sabía, en el fondo de su alma, que él la amaba también a ella.

Hicieron el amor una y otra vez de muchas maneras diferentes hasta que ambos se queda­ron agotados y satisfechos. Se quedaron tumba­dos, echados hacia el mismo lado y con las piernas entrelazadas.

—Así que fue así como sucedió —murmuró Nick, rozando con su aliento el cuello de Miley.

Ésta esbozó una sonrisa.

—No, ahora ha sido diferente.

Nick la besó y luego apoyó la mandíbula so­bre el hombro de ella.

—Tienes razón. Esta vez ha sido como si fuera la primera. La primera de todas. ¿Por qué crees que ha sido así?

Miley dedujo que él estaba empezando a sospechar que le había mentido sobre la noche de bodas. No era de extrañar. Seguramente pensaba que, si recordaba casi todo lo demás, era raro que no se acordara de aquello.