"♥" RINGS OF WEDDING "♥" Niley"♥ Cap 23

Hola chicas ak les dejo un cap dedicado para todas y cada una d ustedes... a las q amo... y les estoy muy agradecida xq leen mi nove dejan su comentario... eso se los agradezco y bue ak les dejo disfrutenlon q se viene algo lindo... :)

Miley se atragantó y se cubrió la boca con la mano. Se le saltaron las lágrimas y sacó el pa­ñuelo del bolso. Nick se levantó rápidamente y le puso la mano en la espalda. Tan pronto como la tocó, supo que había cometido un error. La piel desnuda de su espalda era tan sua­ve como la seda y su cabello olía a champú.

—¿Estás bien? —preguntó, dándole golpes.

Ella le hizo un gesto con la mano, asintien­do.

—Se me ha ido por otro lado.

Cuando dejó de toser, Nick volvió a su silla y miró a Miley fijamente a los ojos. Ésta tenía las mejillas rojas y los ojos húmedos. Una lágri­ma rodó por su mejilla y Nick la atrapó con su dedo.

— ¿Estás segura de que estás bien? —insistió.

La actitud indiferente de ella era un poco for­zada. El bonito rostro de Miley delataba la lu­cha que se estaba librando en su interior.

— ¿No... no vas a casarte con Demi? ¿Cuán­do lo has decidido?

Las palabras fueron dichas en voz baja y va­cilante, como si no lo terminara de creer. Y eso que lo más normal era que no se casara con Demi Lovato. Un hombre no se acuesta con la mejor amiga de su prometida y espera luego poder seguir con sus planes de boda.

—Tenías razón —continuó Nick.

— ¿Sí?

—Sí, aquella noche en el ascensor. Yo me iba a casar con ella por razones equivocadas. Tenías razón, yo no estaba siendo sincero con­migo mismo.

Una sonrisa amplia iluminó el rostro de Miley mientras agarraba el menú que el camare­ro acababa de colocar sobre la mesa.

—Quizá podamos pedir algo para cenar. Me muero de hambre.

Pasaron la siguiente hora hablando sobre co­sas sin importancia. No volvieron a mencionar ni el pasado ni el futuro. Charlaron sobre el tiempo, el paisaje de Tijuana y los nombres de las melodías que los guitarristas tocaban.

Y todo el tiempo, Miley permaneció sere­na y sumisa. Normalmente, ella siempre estaba dispuesta a ofrecer una opinión o a iniciar una discusión, pero aquella noche se comportó de un modo complaciente y reservado. Nick de­bería haber disfrutado de la cena, pero se sintió como si estuviera cenando con una completa desconocida. Conforme fue pasando la noche, Miley parecía comportarse de manera más distante e inaccesible. Su fuego interno se iba apagando lentamente y él no sabía cómo evitar­lo.

Cuando el camarero les llevó la cuenta, Nick firmó y le dio la mano a Miley para que se levantara.

— ¿Por qué no damos un paseo? —sugirió—. Deberíamos disfrutar de nuestra estancia en México. Muy pronto tendremos que enfrentar­nos al mal tiempo de Chicago.

Miley dobló cuidadosamente su servilleta y la dejó en la mesa.

—No me apetece caminar —dijo—. Creo que sólo quiero irme a mi habitación. Estoy cansada y la última margarita me ha levantado dolor de cabeza.

Nick la tomó del brazo y la condujo, a través del patio, hacia la entrada del hotel. Subieron las escaleras hasta el segundo piso y luego ca­minaron por la galería, mirando hacia el patio. Cuando llegaron a la habitación de Miley, Nick se detuvo y tomó a Miley de las manos.

—Quiero darte las gracias —murmuró—-. No estoy seguro de lo que habría pasado si no me hubiera quedado atrapado en el ascensor conti­go.

—Que te habrías casado y no habrías tenido que pasar por este penoso viaje.

—No ha sido un penoso viaje. Y ahora sé que Demi no es el tipo de mujer con el que quiero casarme.

Ella apartó la vista, negándose a mirarlo a los ojos y fingiendo interés en el adorno de flores de la galería.

— ¿Qué... qué tipo de mujer elegirías?

—No lo sé. Alguien excitante, lleno de vida. Alguien que hiciera de cada día una aventura. Una mujer a la que pudiera mirar durante horas y descubrir siempre algo nuevo en ella.

Una mujer como tú», quería decir Nick. Pero sabía que no eran las palabras adecuadas. No quería una mujer como Miley, quería a Miley.

—Voy a acostarme —dijo ella—. Mañana nos espera un día agotador.

Nick se dio cuenta de que sólo era una ex­cusa.

Cuando habían salido para Tijuana días antes, lo único que él había querido había sido terminar ese matrimonio cuanto antes. Pero en ese momento quería que el tiempo se detuvie­ra. Necesitaba unas horas más para convencer­se de que no se estaba equivocando y de que ellos podían tener un futuro juntos.

Pero cuando ella se volvió y abrió la puerta de la habitación, no pudo hacer nada para dete­nerla. Sólo pudo pensar en todas las razones por las que ella no podía amado y en todas las razones por las que sabía que él la amaba.

Miley se apoyó contra la puerta y cerró los ojos, tratando de calmar el latido de su corazón. Dio un suspiro profundo y luego otro hasta que su mente comenzó a ver con claridad.

Sólo podía pensar en una cosa. En una cosa increíble. ¡Nick Jonas no iba a casarse con Demi Lovato! Debería sentir cierta satisfacción. Después de todo, ella lo había llevado a las Ve­gas para apartarlo de su mejor amiga.

Pero en vez de satisfacción, sentía una espe­cie de esperanza en su interior. Si Nick no iba a casarse con Demi, habría una posibilidad de que la amara. Además, Demi no lo amaba tampoco a él. Su mente retrocedió a la noche anterior, a las palabras que había intercambiado con Nick. ¿Podrían ser verdad? Apenas se co­nocían. Habían pasado una semana juntos, pero ella sentía que lo conocía de mucho antes.  

Miley siempre había creído en el amor a primera vista, en el amor que te golpea y te loba los sentidos. En el amor que estalla en un segundo y dura para toda la vida. Siempre había creído en que ese tipo de amor existía, pero nunca había pensado qué pudiera sucederle a ella.

¿Quería eso decir que pasaría el resto de su vida con Nick Jonas? Se había enamorado del hombre que su madre habría elegido para ella, de un hombre formal y rico. Pero, al mis­mo tiempo, Nick era amable, generoso y apa­sionado. Cuando la tocaba, sus rodillas apenas podían sostenerla.

Cerró los ojos y trató de imaginarse con él, de imaginarse cómo sería vivir juntos en Chica­go. Conforme iba apareciendo la imagen, se iba dando cuenta de que no encajaba en ella. Se ahogaría bajo la presión de la familia de él. «Vis­te así, compórtate así, sé educada y no digas nada inapropiado. Guárdate tus opiniones y acepta siempre las de tu marido».

Tendría que asistir a un sinfín de fiestas y obligaciones sociales agotadoras y aburridas. Se verá obligada a dejar su trabajo. Y finalmente, su vida sería triste como la de un pájaro atrapa­do en una jaula, esperando una oportunidad de escapar.

—Y llegaremos a la misma situación en la que estamos ahora —murmuró, frotándose las sienes con los dedos—. Tratando de romper un matrimonio que jamás debió existir. .'  Si no podía tener un futuro con él, decidió, al menos podría tener una noche más. Todavía seguían casados y él ya no estaba comprometi­do con Demi. Así que nada los separaba ya. Podía salir de esa habitación, llamar a su puerta y dejar que la pasión siguiera su curso.

Miley fue al baño y se arregló el cabello. Luego, tomó el perfume que Nick le había re­galado y se lo puso en el cuello y las muñecas, Finalmente, contempló su imagen en el espejo y se bajó ligeramente la blusa para que le que­dara más escotada.

—No podía dormir —dijo ante el espejo para practicar—. No, eso no queda bien. Le acabo de decir que estaba cansada —se pasó la mano por el pelo—. Tendría que ser sincera —se aclaró la garganta—. ¿Qué te parece si hacemos el amor? No, demasiado agresivo.

Salió del cuarto de baño y se sentó en el bor­de de la cama, colocándose la falda nerviosamente.

—Toma aire —se dijo—. Has seducido a otros hombres antes. Esto no es diferente... ex­cepto porque estás locamente enamorada de él —de repente, la habitación pareció cerrarse so­bre ella y se levantó de la cama. Abrió la puerta y salió fuera, donde respiró el aroma del patio.

—¿No puedes dormir?