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martes, 19 de abril de 2011

"♥" RINGS OF WEDDING "♥" Niley"♥ Cap 4



Holisss ak les dejo un maraton d tres cap... espero q les gustee y comenten lindooo... jejeje y va dedicado a dos chicas muy buenas q son VALEEE y SARIII las kiero chicas... 


Aunque en seguida apartó la idea de su mente, con una silenciosa maldición.
—Me imagino que eso te pasa por ignorarla. ¿Vas arriba?
Él asintió sin quitar la sonrisa de sus labios, así que Miley pulsó el botón del ático. Pero inmediatamente, como si se lo pensara mejor, comenzó a pulsar todos los botones de las plan­tas que había debajo del piso donde estaba el apartamento de Nick. Las puertas se cerraron y ella se volvió con una sonrisa traviesa.
—Voy a bajar piso por piso. Tú puedes venir conmigo y así tendremos tiempo de hablar.
La sonrisa de Nick se apagó al mirar el pa­nel y ver que era cierto.
—Tengo que volver arriba, Miley. No ten­go tiempo para juegos estúpidos.
Ella dio otro trago de champán y le pasó la botella.
—No bebo. Nunca he bebido.
Miley suspiró con gesto dramático.
—Vamos, tranquilo. Volveremos a tiempo. No querría perderme el anuncio de vuestro compromiso.
Nick entornó los ojos.
—Me resulta un poco difícil de creer. Intuyo que no te gustan nuestros planes.
— ¿Por qué piensas eso? Soy la mejor amiga de Demi y es por eso por lo que tengo la respon­sabilidad de asegurarme de que tus intenciones son... respetables —Miley se recogió la falda y se sentó en el suelo del ascensor—. Vamos, sién­tate, Nick. Hablaremos un rato relajadamente y nos conoceremos un poco mejor el uno al otro.
El ascensor se detuvo de repente en el piso cuarenta y siete y las puertas se abrieron. Lue­go, se cerraron. Por un momento, Miley pen­só que Nick aprovecharía la oportunidad para salir, pero éste se encogió de hombros y se sen­tó a su lado. A continuación, con un suspiro, agarró la botella de champán y dio un trago lar­go, parpadeando al notar el sabor.
—De acuerdo, ¿qué quieres saber?
Miley echó la cabeza hacia atrás y la dejó apoyada en la pared.
—Iré directa al grano. ¿Cómo sabes que estás enamorado de Demi?
— ¿No crees que la pregunta es un tanto per­sonal? —preguntó, mirándola con las cejas ar­queadas.
Miley lo agarró del brazo y se chocó con­tra su hombro. El roce resultó mucho menos despreocupado y casual de lo que se hubiera esperado y notó un escalofrío por toda la espal­da.
—Vamos, contéstame —le insistió, tratando de controlar el estremecimiento de su voz—. Nunca he estado enamorada. O por lo menos, no creo haberlo estado. Explícamelo.
Nick se quedó pensativo y, mientras las puertas se abrían y cerraban de nuevo, dio otro trago de champán.
—No estoy seguro de poder darte una res­puesta.
— ¿Por qué no? Vamos, Nick. Relájate y cuéntamelo. Somos amigos.
El hombre rascó con la uña la etiqueta de la botella. Ella casi podía oír cómo él preparaba la respuesta, buscando las palabras adecuadas como si fuera una estrategia profesional.
—Bueno, hay muchos factores que intervie­nen. Demi es dulce y... y... agradable. Y es muy bonita. Sé que será una madre maravillosa.
Miley se echó a reír.
—Parece como si estuvieras describiendo a una vaca.
Nick le dirigió una mirada seca.
—Sé que no tengo facilidad con las palabras.
—Bueno, pero convenciste a Demi de que se casara contigo. Seguro que sabes explicarte bien.
O quizá fuera bueno en la cama simplemen­te, pensó Miley. Porque ese hombre, que nunca la había atraído en absoluto, estaba em­pezando a resultarle muy atractivo. Cada vez que la miraba, ella creía derretirse ante sus con­siderables encantos.
—¿Qué es lo que quieres, Miley? —pre­guntó, enfadado.
Ella se estiró la falda con cuidado, quitando algunos hilos que sobresalían del dobladillo.
—Quiero saber si amas a Demi Lovato. Y no sólo eso, también quiero saber si ella es lo que más te importa en la vida. Si harías cual­quier cosa por hacerla feliz. Si estarías dispues­to a sacrificar todo lo que tienes, todo lo que eres, por estar con ella.
Esa vez fue él quien se echó a reír.
—No seas ridícula. ¿Por qué iba a tener que dejarlo todo?
— ¿La amas? Contesta a eso.
—Por supuesto. Y ahora, ¿podemos cambiar de tema?
—Dilo —insistió Miley—. Di que la amas y mírame a los ojos. Porque yo sabré si mientes.
Nick la miró; en sus ojos había un brillo hostil. Las puertas se abrieron y se cerraron y Nick se levantó. Miley estaba segura de que se iría y, cuando las puertas se abrieron de nuevo, estuvo a punto de hacerlo. Pero entonces, se detuvo y la miró. Dio un suspiro profundo y, después de rozar el cabello de Miley, puso la mano en la pared, sobre su cabeza.
Y cuando, finalmente, Nick abrió los ojos y se encontró con los de ella, Miley pudo ver claramente que ese hombre no amaba a Demi, igual que había visto que su amiga no lo amaba a él. Nick parecía tan frágil, tan triste, que Miley lamentó haberle puesto en aquella delicada situación.
—No la amas, ¿verdad? —murmuró, mirándo­lo—. No te molestes en fingir, Nick, porque esto es algo muy serio. Si mientes sobre esto, te mata­rá un relámpago e irás directamente al infierno.
En ese instante, el ascensor se detuvo y las luces parpadearon. Luego, se quedaron a oscu­ras. Durante unos momentos, se quedaron en silencio en medio de la oscuridad. Luego, Miley dio un grito y se puso en pie para acercar­se al panel de los botones, pero al hacerlo, se chocó con Nick, que la agarró por la cintura para que se quedara quieta.
—Bueno, el relámpago me ha golpeado y estoy en el infierno -—dijo Nick—. Y creo que tú te vienes conmigo.
Nick sabía que no corrían ningún peligro. Además, le divertía ver a Miley probando un poco de su propia medicina. ¡Esa mujer era te­rrible! Podía hacer que una conversación se hiciera tan complicada que dirías cualquier cosa para hacerla callar. ¿Cómo podría aguantarla Joe? Estar con ella debía ser una verdadera pe­sadilla.
Aunque era preciosa, eso sí. Nick sospecha­ba que su belleza y su personalidad apasionada podían hacer que sus defectos se notaran me­nos. Miley siempre le había parecido una mu­jer fascinante, pero nunca podría sentirse atraí­do por una mujer tan temperamental y fuerte. Demi era mucho más parecida a él.
Por lo menos, el parón del ascensor había te­nido algo bueno. Miley había dejado de inte­rrogarlo. Nick trató de localizar el panel de mandos en medio de la oscuridad. Si no se equivocaba, el ascensor del Centro Jonas ha­bía sido afectado por el efecto del año 2006. Aunque el departamento de mantenimiento ha­bía hecho todo lo posible por reducir los posi­bles problemas, el edificio entero estaba gober­nado por ordenadores... la calefacción, el aire acondicionado, las luces y hasta el sistema de limpieza de las ventanas.
—¿Qué pasa? —preguntó Miley apretando los brazos de Nick.
Éste le acarició brevemente la espalda para tranquilizarla.
—El sistema ha fallado.
—¿Fallado? —exclamó ella con cierto histe­rismo en la voz—. No digas eso mientras este­mos colgados de una cuerda a cientos de me­tros del suelo.

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