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lunes, 18 de abril de 2011

"♥" RINGS OF WEDDING "♥" Niley"♥ Cap 3


Hola Chica ak les dejo el cap tres un besoo las kierooo :P


De todas maneras, Miley seguía pensando que una mujer necesitaba sentir pasión por el hombre con el que estaba a punto de casarse y Demi sentía admiración y respeto... y cariño por Nick, pero no lo amaba. Miley nunca po­dría pensar en casarse con nadie a menos que estuviera locamente enamorada.
La muchacha dio un suspiro. ¡Ese matrimonio sería un desastre! Nick Jonas era un hombre persuasivo y poderoso, pero ella podía ser una oponente formidable. Así que iba a te­ner que ponerse a trazar un plan inteligente para salvar a su amiga de una vida miserable con aquel tipo. Pero antes, tendría que estudiar al enemigo de cerca.
Para alivio de Miley, Joe Miller llegó por fin a la fiesta ya cerca de la medianoche. No le costó mucho encontrarla en la pista e inte­rrumpir su baile con un banquero apuesto, cuya novia había decidido buscar otro amante para el próximo milenio.
Joe no iba de esmoquin, pero era induda­blemente el hombre más fascinante de la fiesta. Su pelo oscuro tenía un largo mayor que el que estaba de moda y llevaba una chaqueta de sport y unos vaqueros, como si deliberadamente hu­biera querido oponerse al código exigido.
Miley flirteó un poco con el banquero, di­vertida ante la reacción de Joe. Luego, se des­pidió de él y se reunió con su amigo. El cham­pán la estaba haciendo sentirse bien y tomó otra copa de la bandeja del camarero. Se la be­bió al tiempo que miraba a Joe por encima del borde de la copa de cristal.
—Hoy vamos a celebrar algo muy importan­te.
— ¿El qué? —preguntó, aunque sin interesar­se demasiado.
Joe era un corresponsal de guerra obsesio­nado por su trabajo y al que no le gustaban de­masiado las fiestas.
— ¡Mi mejor amiga va a casarse con tu mejor amigo!
— ¿Qué has dicho?
La reacción de Joe fue inmediata. Por su cara, era evidente que no lo sabía y que no le había gustado la noticia. Miley siempre había sospechado que Joe abrigaba sentimientos por Demi que iban más allá de la amistad. ¿Cómo podrían haber pasado tantos años juntos sin ni siquiera sentir curiosidad?
—No te sorprendas tanto. Van a anunciarlo a medianoche. Además, ya tenías que habértelo imaginado. Después de todo, tú fuiste quien los presentó.
—¿Demi se ha comprometido con Nick?
—Están comprometidos desde Navidad, aunque lo harán oficial esta noche. Todavía te­nemos tiempo de evitarlo —añadió, echando un vistazo a su reloj.
Miley miró a Joe fijamente a los ojos, tra­tando de descubrir lo que él sentía verdadera­mente por Demi. Miley ya sospechaba algo. Siempre que Joe miraba a Demi, sus faccio­nes se suavizaban y sus ojos parecían detenerse en ella más de lo debido.
—Quieres evitar que se casen, ¿verdad?
—Maldita sea, ¿por qué no me lo ha contado Demi?
— ¿Será porque sabe que tú no lo aprobarías?
—Si... si así Demi es feliz, yo me alegraré por ella.
— ¿Crees que ella será feliz con ese hombre? ¿Estás seguro?
Él dio un suspiro. Luego, se volvió, mirando hacia la pista de baile.
— ¿La has visto?
Miley tendría que haber sentido celos, pero sólo sintió frustración. ¿Por qué demonios se empeñaba Demi en casarse con un tipo al que no amaba, cuando Joe la adoraba? ¿Cómo podía ignorar la gente ese tipo de cosas?
—Creo que ha bajado un momento al apar­tamento de Nick. ¿Por qué no vas a buscarla? Estoy segura de que tenéis mucho de que ha­blar
¡Ése era el motivo por el que no tenía mu­chos amigos! Si trataba de convencer a Demi de que dejara a Nick, estaría metiéndose en la vida de su amiga. Y si trataba de obligar a Joe a reconocer sus verdaderos sentimientos, Nick probablemente no la perdonaría jamás. Pero no podía quedarse allí y ver cómo todos convertí­an su vida en un desastre.
El nuevo milenio, en teoría, significaba un nuevo comienzo para todos e Miley había de­cidido obligar al resto de la gente a que así fue­ra. Pero si quería que todo saliera bien, tendría que ponerse a trabajar de inmediato. Luego, quizá tuviera tiempo de buscar el beso perfecto de medianoche.
Nick estaba hablando con un grupo de hombres cuando Miley pasó a su lado. Ésta había atravesado el salón de baile dos veces, buscando a Demi. Pero su amiga todavía no había regresado a la fiesta y Joe también había desaparecido. Consideró bajar al apartamento de Nick, pero decidió que sería mejor sentarse y esperar a que se desarrollaran los aconteci­mientos.
Si Joe amaba de verdad a Demi, confesa­ría sus sentimientos en algún momento. ¿Y cuándo mejor que en la víspera del nuevo mile­nio, cuando todos se replantearían sus vidas?
La vida era demasiado corta como para pasar por ella con cuidado y discreción, decidió Miley. Ella era la mejor amiga de Demi y tenía
que hacer algo. Así que, después de arreglarse el peinado, se acercó lentamente al grupo de hombres en el que se encontraba Nick con una sonrisa en los labios.
—Nick, prometiste bailar conmigo y no de­jaré que incumplas tu promesa.
No le dio oportunidad de negarse. El hom­bre se levantó, disculpándose con los otros. Miley lo agarró por un brazo y lo condujo a la pista. Sólo habían dado unos pasos cuando el hombre se detuvo.
—¿Qué es lo que quieres, Miley?
Ella tiró de su brazo, pero él se negó a mo­verse.
—Pensé que podíamos bailar. Es la víspera de Año Nuevo. Parece que has perdido a Demi y yo no encuentro a Joe —fingió una mue­ca—. No estarán juntos, ¿verdad? Quizá deberías ir a buscarlos.
—Acabo de hablar hace un momento con Joe —el hombre la miró fijamente a los ojos—. Ya sé que le has contado lo de nuestro compro­miso.
—Sí, creo que el tema salió en la conversa­ción. ¿Te ha felicitado?
La mandíbula de Nick se tensó, pero eso no alteró su perfil perfecto. Los ojos de Miley va­garon por ese rostro y pensó que tenía ganas de pasar el dedo por su labio inferior. Su boca era de lo más... deseable.
—Creo que se sintió ofendido por no haber­se enterado antes. Me llevó a la terraza y me lo dijo. Esperaba que yo le pidiera permiso. Pero, antes de decírselo, ya debiste suponer que no le gustaría oírlo, ¿verdad?
—Yo sólo le quería darle la buena nueva. Porque es una buena noticia, ¿no? —preguntó con una expresión inocente.
—Sí que lo es —murmuró él—. Aunque es un poco irritante que nadie más comparta mi opinión. Ni tú ni Miller ni mis padres.
—Bueno... Eso es un problema, ¿no? Vamos a bailar.
Nick la miró con suspicacia y Miley pensó que se iba a negar.
—Miley, ¿por qué fingir que nos caemos bien? Creo que es una manera estúpida de gas­tar nuestras energías. Tú eres la amiga de Demi y yo tengo que respetarlo, pero no estoy obligado a disfrutar de tu compañía. Si te man­tienes alejada de mí, nos llevaremos bien.
Miley le quitó una mota de polvo imagina­ria de la solapa y bajó los ojos provocativamen­te.
— ¡Dios mío! ¿Pero cómo puedes ser tan arro­gante?
Él parpadeó, sorprendido ante la ofensa.
—No soy... arrogante —la agarró del hom­bro y la llevó a la pista de baile—. Terminemos con esto de una vez por todas.
—Encantador. Espero que no sea así como has cautivado a Demi.
Nick deslizó un brazo alrededor de su cintu­ra y dejó la mano apoyada en la espalda de Miley. Por un momento, la atención de ella se concentró en el calor que atravesaba su traje y en la fuerza que ejercía la mano de él sobre su cuerpo. La apretó más de lo que ella había es­perado y tuvo que contener el aliento.
Ella quería que él se alejara un poco, pero en lugar de eso, se rozaba con sus caderas cada vez que daban un paso. Nick se movía con una sorprendente agilidad para su altura. Ella dio gracias en silencio a su madre, que había insisti­do en que tomara clases de baile cuando cum­plió los nueve años.
—Bailas muy bien —murmuró ella, incapaz de decir otra cosa.
—Tú también —admitió él.
—Fui todos los sábados durante dos años a la escuela de danza de la señorita Peabody. Te­nías que ver cómo bailo la rumba... Soy una verdadera salvaje.
Nick soltó una carcajada seca y sus rasgos se iluminaron repentinamente.
—Yo aprendí en los cotillones del club de campo. Todavía puedo notar el picor del traje. No podía rascarme con los guantes, y la corbata casi me ahogaba. Eran fiestas de etiqueta — añadió, creyéndose en el deber de explicarse—, y todos los chicos teníamos que ir. No todos los chicos, quiero decir, sólo...
— ¿Los chicos ricos? —Miley sacudió la ca­beza y dio un suspiro—. ¿Y dices que no eres un arrogante?
Dicho lo cual, se dio la vuelta y se negó a seguir hablando con él. Se sentía insultada, aun­que no estaba segura de por qué. Ella nunca había hablado a nadie de su familia y, cuando sus amigos la suponían de clase trabajadora, ni siquiera se había molestado en corregirles. Sen­tía que había dado un paso hacia arriba, a pesar de que sus padres creyeran lo contrario, y se sentía orgullosa de pertenecer a la clase trabaja­dora. Vivía en un pequeño apartamento y co­mía humildemente. Llevaba la ropa a la lavan­dería y tomaba el autobús porque no tenía dinero para comprarse un coche. Trabajaba en lo que le gustaba, aunque apenas le alcanzara el dinero para nada. Pero jamás había pensado en pedir ayuda. Miley Cyrus era una mu­jer independiente porque así lo había elegido. A diferencia de Demi, no quería un hombre que la mantuviera.
—Lo siento —murmuró Nick.
Miley se giró para mirarlo. Contuvo el aliento al ver lo cerca que estaba de ella. Por un momento, sus ojos se encontraron, y Miley tuvo una sensación extraña, como si su mente se hubiera cerrado de repente. Se olvidó de que era el novio de Demi y lo miró como a un desconocido.
Miley sabía que, si no se conocieran, se sentiría atraída por él. Ese hombre emanaba algo especial, una masculinidad controlada y poderosa a punto de estallar.
La intensa atracción que recorrió todo su cuerpo la hizo tambalearse. Pisó a Nick y se torció el pie. Dio un pequeño grito y estuvo a punto de caerse, pero las manos de Nick la agarraron por la cintura y evitaron que perdiera el equilibrio.
— ¿Estás bien?
—Es... estoy bien.
— ¿Demasiado champán?
—Sí —dijo, aceptando la excusa con una sonrisa de agradecimiento.
Luego, trató de concentrarse en sus pasos y no en su compañero, pero antes de que termi­nara el vals, se chocó con él por lo menos tres veces.
Cuando la orquesta finalizó, Miley estaba deseando liberarse de los brazos de Nick Jonas. Sus manos tenían sobre ella un efecto in­quietante, casi placentero. Pero ella detestaba a Nick Jonas. Tenía todo lo que le disgustaba en un hombre. Era arrogante, condescendiente y dominante. A veces, le daban deseos de darle una bofetada, en vez de contemplar lo guapo que era.
Además, si quería ayudar a su amiga, tendría que mantener la cordura.
—Gracias por el baile, Nick.
—Ha sido un placer, Miley.
Permanecieron unos minutos en la pista, mi­rándose a los ojos, como si pensaran que tenían que insultarse o hacer algún comentario sarcástico. Miley tragó saliva, incapaz de dejar de mirarlo, viendo por vez primera al hombre real. Pero, cuando la orquesta comenzó de nuevo,
las parejas comenzaron a bailar alrededor de ellos hasta que Nick la agarró de la mano y la sacó de allí.
Cuando estuvieron a salvo, Miley se soltó.
—Quizá vaya a visitar la mesa del buffet — dijo con tristeza.
—Yo volveré con mis invitados —el hombre miró hacia atrás—. Si ves a Demi, dile que quiero hablar con ella.
Miley asintió. Después, se apresuró a salir de la pista de baile. ¿Por qué estaría tan enfada­da y fascinada a la vez por Nick Jonas? Se puso una mano en la frente. Quizá había bebi­do demasiado champán. O quizá fuera el am­biente, la excitación que crecía a medida que se aproximaban a la medianoche.
— ¡El giro de los polos! ¡Tiene que ser el giro de los polos!
Todas las profecías hablaban de una gran tormenta magnética entre los dos polos gravitacionales de la tierra. El planeta se estremecería y pasarían cosas terribles. Aunque Miley no creía en ese tipo de cosas, algo tenía que suce­der.
En ese momento, vio a Madame Blavatka, la echadora de cartas, y pensó que no le vendría mal un consejo que la ayudara a resistir aquel extraño fenómeno.
Miley agarró otra copa de champán y se la bebió de un solo trago. Si iban a hablarle de su futuro, necesitaba hacer acopio de fuerzas. Lue­go, se dirigió hacia la adivinadora, dispuesta a enterarse de lo que el nuevo milenio la depara­ría.
Miley se encontraba delante de los ascen­sores pulsando el botón una y otra vez, dando golpecitos impacientes con el pie. Era la fiesta más horrible a la que hubiera asistido nunca. No sabía dónde estaban Joe y Demi y tenía mie­do de encontrarse de nuevo con Nick. Se había pasado la última media hora vagando por la sala de baile, flirteando con unos y con otros, y pre­guntándose cómo había podido ir allí. Así que había decidido que, de ser inteligente, y para el nuevo año se había propuesto serlo, tomaría el ascensor, saldría a la calle y se iría a su casa inmediatamente a brindar por el nuevo año sola. Pero tenía que encontrar antes a Demi.
La echadora de cartas no le había dicho nada interesante, excepto que haría bien en pensar antes de actuar. Madame Blavatka probable­mente estaba ofendida por el escepticismo con que Miley había asistido a la demostración de sus talentos con Demi. La adivinadora tam­bién le había dicho que besaría a un hombre alto y moreno a medianoche.
Al entrar en el ascensor, escondió bien bajo su chal la botella de champán que pensaba lle­varse a su fiesta privada. Sus pensamientos vol­vieron de nuevo a la echadora de cartas y a lo que ésta le había dicho a Demi, confirmando su compromiso con Nick.
— ¡Qué lío! —murmuró Miley. Si Joe amaba en secreto a Demi, ¿por qué le presen­tó a Nick? Y si Demi amaba a Joe, ¿por qué había insistido en que éste saliera con ella?
La respuesta le llegó lentamente y Miley  no pudo evitar una sonrisa. ¡Los juegos que se hacían en nombre del amor! Ella misma había empleado algunas veces la misma estrategia. Joe había provocado la relación entre Demi y Nick en un intento de hacer que los senti­mientos de aquélla salieran a la superficie. ¡Y Demi había hecho lo mismo con Joe y ella! Los celos solían ser un arma poderosa casi siempre, aunque eso parecía no haber bastado en aquel caso. Demi había llevado la situación demasiado lejos al aceptar casarse con Nick.
Miley dio un trago de la botella abierta. Ahora que conocía su juego, quizá pudiera par­ticipar también ella. Sólo tendría que confesarle a Demi sus sospechas. Y al finalizar aquella noche, su amiga descubriría que el hombre adecuado para ella era Joe.
Pulsó el botón del piso cuarenta y ocho, re­zando por encontrarse a Demi sola en el apar­tamento de Nick. Era en el único lugar donde podía estar, a menos que ya se hubiera escapa­do con Joe. Cuando se abrieron las puertas, se encontró cara a cara con Nick Jona, que es­taba en el vestíbulo de su apartamento. Miley se dio cuenta de que no le agradaba verla de nuevo.
—Miley —dijo sin entusiasmo.
—Nick. Es casi medianoche. ¿Qué haces aquí con todos esos invitados tan importantes allá arriba?
—He bajado para buscar a Demi.
Miley sacó la cabeza del ascensor.
— ¿Dónde está?
—No está en el apartamento. No sé dónde está.
—Quizá ha reflexionado sobre tu proposi­ción y se ha escapado. He oído que el circo está en la ciudad.
El hombre entró en el ascensor y se apoyó en la pared, mirando a Miley de manera des­preocupada. Miley apretó los dientes. ¡Ese hombre era sexy hasta para apoyarse en la pa­red! Era como una estatua griega clásica y, ade­más, le quedaba de maravilla el esmoquin. Su mente elucubró unos segundos, como si consi­derara cómo estaría sin él.

4 comentarios:

  1. wow!
    me ha fascinado!
    nueva seguidora jeje! :)
    ya me piñaste con tus noves!
    xD!
    sube pronto

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  2. me encantaaaaaaaaaaaaa sube pronto capi.
    besos. te cuidas,

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  3. me encantooo quiero el otro si o siii !!!!

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  4. Hay amiga, no los podia leer nunca tenia tiempo, pero ya me pongo a leer los que me faltan :) te quiero me re gusto este cap

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