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domingo, 26 de septiembre de 2010

Novela Niley "Amor en Rosa" Cap 2





¡NO!, ¡NO!, ¡NO! -repitió desesperado Justin-. Deja el café ahí. Prefiero estirar el brazo.
Aunque Miley obedeció sin dejar de sonreír un solo instante, le parecía excesivo. ¿No había pagado ya por el incidente del café derramado? El director de recursos humanos le había dado una charla sobre las medidas de seguridad que debía tomar para no dañar los sistemas informáticos con líquidos y le había recordado que ya tenía un aviso en su expediente por no cumplir los horarios durante el primer mes en Sistemas Justin. La habían amenazado con despedirla si volvía a equivocarse y estaba decidida a no meter la pena ni una vez más.
-¿Qué vas a ponerte esta noche?
Miley levantó la vista del gráfico que estaba analizando en el monitor y sonrió a Demi, una morena esbelta del equipo de investigación de marketing.
-Nada especial. Un vestido.
Escuchó a Demi mientras esta le contaba lo que ella llevaría. Sabía que escogería una indumentaria que realzaría cada una de las envidiables curvas de la mujer.
-Tengo entendido que han mandado una tarjeta de San Valentín a Nick -comentó Demi mientras Miley imprimía el gráfico que le había pedido Justin para una reunión-. Lo raro es que no haya recibido una saca entera. No sé, supongo que será de su ex, que querrá volver con él.
-¿Su ex? -preguntó intrigada Miley.
-¿Es que no te enteras de los cotilleos? Nick dejó a Jordán Puitt hace un mes -la informó Demi-. Es una chica muy fiestera y supongo que se aburrió de ella.
-Apuesto a que no estará mucho tiempo solo -comentó Miley mientras se levantaba a entregarle el gráfico impreso a Justin.
¿Había cambiado el color de fondo a rosa porque le apetecía? Sí, lo cierto era que recordaba haberlo retocado. Por suerte, su jefe guardó el gráfico en una carpeta sin mayores críticas. Pero nunca, jamás volvería a cambiar los colores de los gráficos, se juró mientras se acercaba al baño para refrescarse a la hora de la comida. Se miró un segundo al espejo. Al menos ya no tenía espinillas. Pero los rizos del cabello eran tan rebeldes que era imposible tenerlo bien peinado como las demás mujeres. Y si se lo cortaba, le costaría todavía más desenredarlos, así que había optado por dejárselo crecer y llevarlo recogido por la nuca.
Aunque el mayor desafío eran las curvas que tenía. Necesitaba una nueva dieta. El régimen de plátanos le había arruinado el gusto por ellos de por vida y el de coliflor había conseguido que le entraran mareos con sólo pasar frente a una verdulería. Era hora de volver a los yogures, que tenían su efecto, aunque la hacían pasarse el día hambrienta y fantaseando con comida.
Al volver a su mesa, advirtió que el icono del correo electrónico estaba parpadeando y pinchó en el mensaje, con la esperanza de recibir alguna noticia agradable de un amigo.
-Los gráficos rosas son inapropiados en un ambiente de trabajo -leyó en voz baja.
Miley miró la pantalla sorprendida y luego se giró para ver si alguien la estaba mirando. ¿Quién la había visto retocar el gráfico?, ¿quién le estaba tomando el pelo? El mensaje no estaba firmado y en la casilla del remitente sólo aparecía un número anónimo.
-¿Quién lo dice? -Miley tecleó la respuesta y envió el mensaje de contestación.
-Prefiero los gráficos oscuros.
-Los colores oscuros son aburridos -le dijo Miley a su corresponsal.
-Racionales. El rosa es una distracción.
-El rosa es vivo y levanta el ánimo -protestó ella.
-El rosa es irritante, cursi, femenino... inadecuado -contestó el desconocido. Porque era evidente que era un hombre, decidió Miley.
-¿Cómo has visto el gráfico?
-No cambies de tema... Si recibes un aviso más, te echarán del trabajo. Ten cuidado -el desconocido escribió el segundo mensaje deprisa, sin darle tiempo a responder.
-¿Cómo sabes eso? -preguntó Miley, desvanecida la sonrisa de sus labios.
Pero en esa ocasión no obtuvo respuesta de su misterioso corresponsal. Miley pensó que había unas cuantas personas al corriente de aquellos avisos. Con el primero se había enfadado tanto que lo había contado ella misma, y Justin se había enfadado tanto con el café que se había enterado el departamento entero de los gritos que había pegado.
Intrigada, Miley envió varios mensajes más a lo largo de la tarde a la misma dirección, pero no volvió a obtener respuesta alguna. Luego empezó a pensar en la fiesta de esa noche y en la ropa que se pondría, dado que el rosa resultaba tan conflictivo.


-No entiendo por qué emborrachas a tus empleados –dijo Selena Gómez con tono de desaprobación-. Papá también los atiborraba a alcohol, pero no había pasado desde que yo entré en la compañía. Conmigo no hay música, bebida ni baile y todo el mundo se comporta como es debido.
-Me gusta que la gente se divierta. Sólo es una noche al año -Nick optó por la diplomacia en vez de responderle a la latina que era un incordio de mujer. Al fin y al cabo, se alegraba de que lo hubiera acompañado al funeral por la tarde y luego había disfrutado cenando con ella y su padre en casa de este.
-Supongo que esto forma parte de tu lado italiano. En Oxford también te gustaba organizar fiestas -comentó Selena en tono coqueto, para recordarle acto seguido que se conocían desde la universidad.
-Espera un momento, que te traigo una copa -dijo al tiempo que repasaba mentalmente la lista de ejecutivos solteros presentes en la fiesta. Con un poco de suerte, se la encasquetaría a alguno de ellos.
-Tengo una confesión que hacerte -dijo Selena cuando Nick regresó con la copa-. Cuando íbamos a la universidad, estaba enamorada de ti.
-¿En serio?
-Y nunca te diste cuenta -le reprochó Selena-. En cuatro largos años ni te enteraste de que lo que sentía por ti era algo más que simple amistad.
Nick dio un trago largo de coñac. Se sentía atrapado. No se le ocurría una forma amable de decirle que, a pesar de que era bonita e inteligente, pues tenía un cerebro prodigioso, nunca había sentido la menor atracción hacia ella.
-Es curioso, siempre andabas acompañada de algún chico -comentó con prudencia.
-Cuando comprendí que le tenías alergia a los compromisos, me acostumbré a verte como un amigo.
-Selena, teníamos dieciocho años. A esa edad todos los chicos son alérgicos a los compromisos -se justificó Nick-. Además, tampoco te perdiste nada. No era mejor ni peor que el resto...
-No seas modesto -atajó ella-. ¡Todas las chicas estaban coladas por ti! Pero sólo elegías a las que estaban interesadas en relaciones pasajeras. Te protegías contra cualquier posible relación estable y sigues haciéndolo.
Cuando Nick fue por otro coñac, Selma estaba tan acalorada con su discurso que lo acompañó. Nick tenía el vaso de la paciencia a punto de desbordarse y se bebió el coñac tan rápido como el anterior. Lamentaba horrores los buenos modales que lo habían hecho sentirse obligado a invitarla a la fiesta. Habría disfrutado mucho más mezclándose con su plantilla. Entonces miró hacia la sala y vio una figura que le hizo olvidarse por completo de las palabras de Selena.
Esta, al ver que no le prestaba atención, siguió la mirada de Nick hasta reposar la vista sobre una joven castaña de melena rizada. Era baja, bonita, pero no del estilo de Nick. Y, sin embargo, la chica había conseguido dejarla en segundo plano.
Miley buscó con la mirada entre el gentío hasta que localizó a Demi con un vestido plateado. Echó a andar hacia ella con una sonrisa de disculpa en los labios por el ligero retraso con que llegaba a la fiesta.
-Un vestido precioso -comentó la amiga mientras hacía hueco para que Miley se sentara-. ¿Dónde lo has comprado?
-No es nuevo. Lo compré para la boda de mi hermano -reconoció Miley-. Para ser sincera, es el vestido de dama de honor.
-Te sienta genial -Demi admiró el vestido verde, de tirantes finos, que realzaba la silueta de Miley. Luego apuntó hacia las bebidas y le recordó que todos los demás le llevaban ventaja-. Debió de ser una boda no típica.
-Mi cuñada, Karrie, también llevó un vestido corto -comentó Miley.
La atención de Miley, que había estado vagando por la sala en busca de cierto hombre alto y moreno, se centró por fin en Nick, sentado junto a la barra con una latina espectacular colgada del brazo. Agarró la copa que Demi le había servido y dio un sorbo para refrescarse la garganta, pero contuvo el impulso de preguntarle a su amiga si sabía quién era la acompañante de Nick.
De hecho, en realidad no debía estar mirando a Nick, pues no hacía sino alimentar su obsesión. Tras considerar los comentarios burlones de Cody con calma, había llegado a la desagradable conclusión de que este sospechaba que se sentía especialmente unida al jefe de ambos. De modo que tendría que mostrarse más circunspecta en adelante si no quería que Cody empezara a gastar bromas y terminara ridiculizándola ante todos los compañeros. Sería más inteligente tratar de averiguar al misterioso corresponsal que se había puesto en contacto con ella por correo electrónico para aconsejarla que tuviera cuidado no fueran a darle el tercer aviso.
-¿Quién es? -le preguntó Selena a Nick.
-¿Quién es quién? -contestó él sin fijarse en la dirección hacia la que apuntaba su mirada.
-La castaña que llevas mirando desde hace tres minutos -murmuró ella.
-No la estoy mirando.
-Pues para no estar mirándola, sabes perfectamente a quién me refiero, a pesar de haber cientos de mujeres en la empresa -replicó con sagacidad Selena.
-¿Te has levantado con el pie izquierdo? -gruñó Nick.
-En absoluto, pero si quieres te doy diez razones excelentes para no salir con una empleada -respondió Selena esbozando una sonrisa cínica.
-No las necesito -Nick volvió a apurar la copa de coñac-. Las tengo todas en la cabeza en estos momentos.
Después de charlar con algunos amigos, Miley regresó a su mesa y se sentó de nuevo. Demi y otras dos mujeres estaban hablando de la compañera de Nick, que, evidentemente, era la hija del dueño de Industrias Gómez.
-¿Y a ti qué te parece Miley? -le preguntó de pronto Cody Linley.
-¿Qué me va a parecer? -Miley reaccionó con una sonrisa luminosa-. Todas las novias del jefe son auténticas bellezas.
-Fíjate, pensaba que no te habrías dado cuenta de ese detalle -la desafió Cody.
-Es imposible no darse cuenta -intervino Demi-. Venga, nos tienes en vilo desde que salimos de trabajar. ¿Quién le ha enviado la tarjeta de San Valentín a Nick?
Miley se quedó helada y se bebió de un trago la copa al tiempo que se ruborizaba.
-¿Os había dicho que fue alguien de la empresa? -murmuró Cody con una lentitud insoportable.
-¡Y no nos lo habías dicho! -exclamó otra de las mujeres-. Pero, ¿a quién se le ha podido ocurrir mandarle una tarjeta para jurarle su amor eterno? O sea, estar está como un tren, pero Nick nunca respondería a una invitación tan descarada de alguien de la plantilla.
-Pero, ¿no decías que no habían firmado la tarjeta? -le recordó Demi-. ¿Cómo sabes que la ha mandado alguien de dentro? Porque no la enviaría por correo interno, ¿no?
-Digamos que se trata de una persona poco inteligente -se burló Cody y Miley no tuvo más remedio que morderse la lengua-. Alguien que piensa que sólo el nombre podría delatar su identidad.
-¡La has reconocido por la letra! -exclamó alguien.
-No sé, la verdad es que esta conversación no termina de agradarme –comentó Demi de pronto-. Las tarjetas de San Valentín son para dar una alegría.
-No ha sido por la letra. La clave ha sido el perfume -continuó Cody-. ¿A quién conocemos todos que le gusta oler a jazmín?
-Yo a nadie -dijo Demi y las otras dos mujeres respondieron lo mismo. Por su parte, Miley tuvo que apretar los dientes para no agarrar una copa y tirársela encima de su torturador.
Entre tanto, Selena seguía abriéndole el corazón a Nick, pero este no quitaba ojo de la expresión sarcástica de su ayudante personal y la cara pálida de Miley.
-Espero que me perdones por haberte dado la lata esta noche -murmuró Selena con voz aterciopelada-, pero me prometí que algún día te contaría la verdad para hacerte sudar unos minutos. ¿Vendrás a mi fiesta de pedida de todos modos?
-¿Fiesta de despedida? -Nick frunció el ceño.
-No imaginas cuánto me alegro de no seguir enamorada de ti -Selena suspiró-. ¿Es que no me has oído que te he dicho que voy a prometerme con David Henrie y que viene a recogerme en cinco minutos?
Hacía mucho tiempo que no oía una noticia tan buena.
Se alegraba sinceramente por Selena y era un alivio para él. Al comprender que la latina sólo había querido vengarse un poco por la indiferencia con que la había tratado durante la universidad, se giró hacia su amiga y rió de corazón.
Ver a Nick tronchándose de risa con Selena le provocó un ataque de paranoia. Miley interpretó que Nick estaba hablando de la tarjeta que había recibido y que Craig le habría contado que era ella quien la había mandado. Aunque tenía el corazón desgarrado, Miley se levantó con tanta dignidad como pudo, incapaz de aguantar los comentarios hirientes de Cody un segundo más.
-Eres un gran detective, Cody -le dijo antes de irse¬-.Hasta Sherlock Holmes se quedaría impresionado.
-Tú ríete -le dijo Demi a Cody, que estaba disfrutando de lo lindo por la estrepitosa salida de Miley - Puede que sus amigas no hayamos ido a ayudarla, pero mira a Nick y aprende.
-¿Qué?
-Ridiculizando a Nick no conseguirás subir mucho en Sistemas Jonas. Si fueras mujer y estuvieras al tanto de los cotilleos de verdad, sabrías que Nick también está detrás de Miley.
-¡Tonterías! -contestó Cody-. ¡Tiró la tarjeta a la papelera!
-¿Comprobaste si seguía ahí al terminar la jornada? -le preguntó otra mujer.
-Nick todavía no es consciente de lo que siente por ella -dijo la tercera.
-Pero cuando un hombre tan formal como Nick empieza a decirle al pobre Justin que los gráficos rosas son creativos es que está muy pillado -completó Demi.
Después, las tres mujeres miraron en silencio hacia Nick, que acababa de pedirle a Selena Gómez que lo excusara y avanzaba en dirección a Miley.


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