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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Novela Niley "Amor en Rosa" Cap 4




De repente no podía respirar. Miley levantó la cabeza y hundió la mirada en los profundos ojos marrón dorado de Nick. Este se acercó hasta hallarse a muy escasos centímetros de ella.
-Quiero besarte.
-¿De... de verdad? -preguntó ella sin dejar de mirarlo.
-Quiero llevarte a casa a la cama -confesó Nick-. De hecho, no puedo pensar en nada más.
Miley parpadeó. Fue como si una pequeña alarma se activara en su interior y el cerebro volviera a ponérsele en funcionamiento. Pero lo que acababa de oír no dejaba de ser asombroso. ¿Nick quería besarla? La idea la entusiasmaba. Pero la segunda parte era demasiado para ella, pues hasta entonces no había habido hombre alguno que la hubiese persuadido para llevarla a su cama o meterse en la suya.
-Pero me conformaré con el beso... y cenar juntos en un sitio público, cara mía -reaccionó Nick al advertir el rubor que había encarnado las mejillas de Miley. Sentía un instinto protector que jamás había experimentado. No sabía lo que estaba haciendo y, por una vez en su vida, le daba igual.
El corazón de Miley golpeaba agitado contra las costillas. ¿Él también se sentía atraído hacia ella? No podía creérselo. Notaba las manos de Nick sobre las de ella y un sentimiento de felicidad mareante le subía por el pecho.
-Bésame -susurró finalmente y el rostro de Nick se iluminó.
-Sólo un beso -murmuró-. O no podré parar.
-Uno es muy poco -contestó Miley-. He esperado este momento desde hace siglos... ¡Dios!, ¡tu novia está abajo! -exclamó de repente con una expresión cómica de horror.
-Selena sólo es una vieja amiga y ya se ha marchado -le aseguró sonriente Nick justo antes de tirarla de la mano para conducirla de vuelta hacia el extremo de los sofás. Actuaba con tal naturalidad que Miley no pudo evitar quedarse impresionada. Seguía sin aceptar que aquello estaba ocurriendo de verdad. Las piernas le flojeaban sólo de pensar en sentir su boca, grande y sensual, sobre sus labios. Y lo deseaba tanto que le daba vergüenza reconocerlo-. ¿En qué piensas? -murmuró con voz sedosa.
-En besarte -aseguró Miley. Pero no era lo único. También estaba entusiasmada con aquel lado más íntimo y tierno que había descubierto en Nick.
-Entonces bésame -la invitó justo antes de que ambos cayeran sobre el sofá. Luego le acarició el pelo de la nuca y le ladeó la cabeza para situar su boca.
-Se te da bien -murmuró ella temblando de anticipación.
-Espero -Nick esbozó una sonrisa pícara con la que reconocía que no era un hombre inexperto-. Pero nunca había llegado tan lejos con una mujer de la empresa.
-¿No?
-Siempre me lo he prohibido... y es fantástico -ronroneó Nick.
Un segundo después llevó la boca sobre la de Miley, que respondió al beso con ardor, como si hubiese estado esperándolo toda la vida. Se había apoderado de sus labios y, con una lentitud insoportable, iba recorriendo su perímetro con la lengua. Miley jamás había sentido un calor igual, una impaciencia semejante. No quería que el beso terminara. De vez en cuando, separaban los labios lo justo para respirar, pero en seguida volvían a unirlos con redoblada fogosidad.
-Me dejas sin sentido, cara -susurró boca contra boca.
Se apartó lo justo para despojarse de la chaqueta y aflojarse el nudo de la corbata. Miley se limitó a mirarlo, hundida contra el respaldo del sofá, con la boca hecha agua. Nick dejó caer la chaqueta y la corbata en el suelo, luego tiró de los tobillos de ella hacia arriba de modo que quedara totalmente tumbada. Después se quitó los zapatos. Cuando se colocó encima de ella, Miley empezó a temblar de la emoción.
-Me encanta tu pelo -murmuró Nick-. Y tienes una boca muy, muy sexy.
-Sigue hablando -susurró Miley.
-Si hablo, no puedo besarte -señaló él mientras deslizaba la vista por sus curvas con descaro.
-Problema -dijo ella sin apenas aire para pronunciar una palabra.
-No es grave -Nick la desnudó con la mirada-. Se me ocurren muchas más formas de complacerte.
El ambiente se cargó de electricidad. Nick volvió a sonreír y Miley se incorporó, apoyándose en uno de sus hombros, para buscar de nuevo su boca. Al sentir el contacto de su lengua, separó los labios para darle la bienvenida.
-La última vez que estuve con una mujer en un sofá tenía dieciséis años -reconoció Nick con tono divertido. Después la sujetó por la espalda con una mano para bajarle la cremallera del vestido con la otra. Echó a un lado los tirantes y exhaló un suspiro de admiración al desnudar sus pechos erectos-. Magistral... Cada centímetro de tu cuerpo es una obra maestra, cara mía. Sin duda, eres la mejor recompensa después de un día espantoso -añadió mientras se deleitaba con el rubor de las mejillas de Miley.
Después la tocó y la pasión volvió a desbordarla. La destreza de sus caricias y las atenciones de su boca sobre los pezones sonrosados la hicieron perder el control. Miley gimió, se rindió a un mundo de sensaciones salvajes.

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