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sábado, 19 de mayo de 2012

Jemi "цаутива де Ту Амор" Cap 12



bueno niñas hasta ak Jemi... <3... las kiero y espero comentarios... :D 




-¿Cuánto tarda?
-Tres minutos, ¿vale? -Demi le lanzó a Joe una mirada peligrosa. Ya se lo había dicho varias veces pero, por lo visto, no tenía efecto. En cierto sen­tido, lo entendía. Ella también sentía una mezcla de pánico, miedo y nerviosismo e incluso, si era to­talmente sincera consigo mismo..., expectación.
Estaba a punto de descubrir si iba a ser madre. Madre. Ella. Había renunciado a ese sueño en concreto cuando se encontró con Sterling bailando en horizontal con la chica de la semana. A Demi le encantaba ser la tía de los hijos de Selena, y ha­cía tiempo que se decía que eso era suficiente. Que no necesitaba dar a luz para sentirse realizada. Pero, obviamente, se había engañado, porque es­taba allí deseando que la prueba fuera positiva y la aterrorizaba admitirlo. Inspiró profundamente y soltó el aire muy despacio.
-Tres minutos, repitió.
-Los tres minutos más largos de mi vida -mas­culló Joe, paseando arriba y abajo por el corto pasillo que había fuera del baño.
-En contra de lo que piensa la gente -dijo ella, observando cómo daba la vuelta de nuevo-, gri­tarle a la gente no hace que el tiempo vuele.
-Perdona -se detuvo y la miró-. Es sólo que...
-Ya, lo sé -Demi apoyó un hombro en la jamba de la puerta y, con esfuerzo, se resistió a mi­rar el test de embarazo que había en la encimera. Pronto lo sabría. Entonces llegaría el momento del pánico, y de tomar decisiones. Quizá, incluso, de levantar a Joe del suelo cuando se desmayara.
Lo vio mesarse el cabello con fuerza suficiente para arrancárselo de cuajo y se dijo que no estaba siendo del todo justa. Podía haberle dicho que era problema de ella y haber desaparecido, pero no había sido así. En lugar de eso, después de descu­brir el fallo del preservativo, se había vestido y ha­bía ido a la farmacia a comprar un test de emba­razo. Y estaba esperando el resultado con ella.
Por supuesto, ella sabía perfectamente la res­puesta que esperaba. Casi lo veía recitando fer­vientes plegarias a todas las deidades de la fortuna.
-Que uno se rompiera, no implica que todos los demás fueran defectuosos -dijo Joe, y ella es­tuvo segura de que hablaba para sí mismo.
-En cualquier caso, los preservativos no garan­tizan un cien por cien de efectividad -contestó.
-Gracias por puntualizar -rezongó él. Demi encogió los hombros y cruzó los brazos.
-Solo digo que...
-¿Que quizá la tienda de una gasolinera no fuese el mejor lugar donde comprar protección? -interrumpió él.
Demi sonrió. Tenía el estómago atenazado y le temblaban las manos, por eso había cruzado los brazos. No tenía por qué hacer ostentación de su propio nerviosismo.
-Está claro que no sirve de nada arrepentirse ahora. Lo que sea, ya está hecho.
-Lo sé -se volvió hacia ella, apoyó la espalda en la pared y clavó los ojos en la puerta del baño. Cuando saltó la alarma, los dos dieron un salto. Él dio un paso, se detuvo, y la dejó adelantarse. Demi apretó el botón del cronómetro, porque el zumbido le estaba agujereando la cabeza. Levantó la varilla cuidadosamente, como si hubiera riesgo de explosión.
-¿Miramos juntos? -le preguntó por encima del hombro.
-Juntos -asintió él.
Ella miró el recuadro donde aparecían los re­sultados y vio la cruz rosa. Se le encogió el estó­mago. Oyó que él inspiraba con sobresalto. Sus de­dos se aferraron al plástico.
-Como es rosa, ¿supones que será niña?
Si Joe hubiera sabido cómo hacerlo con efica­cia, se habría dado de patadas en el trasero. Era un estúpido. Estúpido, descuidado y... atrapado.
Sentado a la mesa para dos, observó a Demi moverse por la pequeña y acogedora cocina. Ya había hecho café y estaba llevando a la mesa tazas y un plato de galletas de chocolate caseras. No ha­bía dicho una palabra en quince minutos y el si­lencio empezaba a resultar incómodo. Joe sabía que no podía culparla por no hablar. Diablos, él tampoco sabía qué decir. No le parecía adecuado disculparse, pero era obvio que darle la enhora­buena estaba totalmente fuera de lugar.
Ella por fin se sentó frente a él, sirvió el café, tomó una galleta y procedió a desmigarla con ner­viosismo.
-Tenemos que hablar de esto -Joe estiró el brazo por encima de la mesa y puso una mano so­bre la suya.
Ella alzó la cabeza y Joe intentó leer las emo­ciones que reflejaban sus ojos verdes como un prado. Pero cambiaban tan rápidamente que era imposible hacerlo.
-Mira, Joe -dijo ella un minuto después-. Sé que intentas ayudar pero, sinceramente, no quiero hablar de esto ahora.
-Pero tenemos que tomar decisiones.
-No voy a decidir nada esta noche -Demi negó con la cabeza, sonrió y se recostó en la silla.
-Demi, esto es serio.
-¿De verdad? -mordisqueó la galleta y tragó-. ¿Quieres decir que estar embarazada no es una broma? ¿Qué no todo es diversión y juegos? Guau. Se lo comunicaré a los medios informativos.
-Muy graciosa.
-No pretendía serlo -se acabó la galleta y tomó otra.
-¿Crees que comer chocolate es la respuesta?
-El chocolate lo soluciona casi todo.
-Esto no.
-He dicho casi. Además, merece la pena pro­bar.
Él empujó su silla hacia atrás y las patas rechina­ron contra el linóleo. Se puso en pie, rodeó la mesa, la agarró de las manos y la obligó a levantarse.
Tenía los ojos dolidos, preocupados, y eso lo carcomía. Si ella no hubiera ido a ayudarlo, por hacerle un favor, no habrían vuelto a encontrarse y no estaría allí de pie, embarazada.
De su hijo. Esa frase botó en su corazón, estrellándose contra los bordes. Un hijo. Nunca había esperado ser padre. Al menos desde que su esposa lo abandonó. Cuando se casaron, se había conven­cido a sí mismo de que estaba enamorado. De que Chelsea y él construirían una familia juntos. Pero en muy pocos meses descubrió que Chelsea tenía el ojo puesto en su cuenta bancaria, no en su futuro.
Al marcharse, acabó con su sueños. Con las ce­nizas que quedaron, inició una nueva empresa y una nueva vida. Era una vida más solitaria de lo que había imaginado, pero al menos era justa. Nunca tendría que volver a ver a una mujer desa­parecer de su vida.
De repente, las tornas habían cambiado. Una diminuta vida existía en el interior de Demi, gra­cias a él. Lo quisieran o no, había ocurrido. Y no podía dejarlo de lado, marcharse. De ninguna ma­nera iba a abandonar a su propio hijo, como ha­bían hecho sus padres con él.
Dado que marcharse no era una opción, sólo podía hacer una cosa.
-Demi -dijo, mirando esos ojos que lo habían hechizado desde el momento que la vio entrar en su oficina-, cásate conmigo.
-¿Qué? -Demi parpadeó, sacudió la cabeza y parpadeó de nuevo.
-Me has oído.
-Sé lo que creo haber oído, pero el embarazo debe afectar al oído -intentó apartarse, pero él la sujetó con fuerza-. Estás alterado, no piensas ra­cionalmente.
-¿Tú? -él soltó una carcajada y la dejó libre-. ¿Vas a enseñarme a mí a pensar racionalmente?
-Alguien tiene que hacerlo -Demi alzó la mano y se apartó el pelo de la cara. Se sentía atra­pada. Con la espalda contra la pared, el frigorífico a un lado, la mesa al otro y Rick bloqueando su es­cape, le pareció que le faltaba el aire. Emociones reprimidas asaltaron su cuerpo, cerrando su gar­ganta y velando sus ojos de lágrimas que no quería derramar.
Necesitaba tiempo a solas para pensarlo. Para enfrentarse a todo lo que estaba asolando su mente y su corazón. Estaba embarazada. Tenía un bebé en su interior. Vivo, creciendo. ¡Era increí­ble!
-¿Casarme contigo? -repitió, empujándolo para que la dejara-. Dios, Joe. Llevo unos diez minutos embarazada y tú, ¿quieres organizar una boda?
-Es lo correcto.
-Claro -dijo ella por encima del hombro, en­trando a la sala-, si vives en una película de los años cincuenta.
Él estaba justo a sus espaldas y, de repente, la sala le pareció mucho más pequeña de lo normal.
-Demi, ese bebé que llevas dentro es mío -in­sistió él, agarrándola del brazo y obligándole a mirarlo.
-jope, es demasiado pronto para hablar de esto -necesitaba tranquilidad. Necesitaba pensar, pla­nificar. Era increíble, ella, Demi Lovato, la mujer que no había hecho planes en años, necesitaba hacerlos. Si no tuviera tanto miedo, se habría echado a reír.
-Bien -dijo él, dando un paso atrás, para con­trolarse y no agarrarla-de nuevo-. Es demasiado pronto. Pero... -esperó a que lo mirara-...necesito saber que hablarás conmigo antes de tomar ninguna decisión.
Tenía los rasgos tensos y Demi comprendió que sentía el mismo torbellino interior que ella. Sonrió y puso la palma de la mano en su mejilla.
-Lo prometo. Sólo... dame un poco de tiempo, ¿de acuerdo?
Unas horas después, Demi entró en Larkspur y cerró la puerta a sus espaldas. De inmediato, la en­volvió el perfume de crisantemos, rosas, guisantes de olor y otras muchas especies, que llenaban la pequeña tienda.
Sartas de diminutas luces blancas delineaban las dos grandes ventanas que daban a la autopista, y llenaban de sombras la sala. En el centro de la habitación había cubos de metal con agua, llenos de flores que no necesitaban refrigeración para mantenerse frescas. A un lado de la habitación ha­bía vitrinas de cristal refrigeradas, en las que rosas, orquídeas y otras flores frágiles esperaban su oportunidad de ser admiradas.
Apretó el interruptor y los fluorescentes elimi­naron las sombras. Demi fue hacia la habitación trasera, en la que almacenaban los utensilios. Ha­bía jarrones de cristal de distintas formas y colores en las estanterías. También había cinta de florista, tijeras, espuma rígida y todo lo necesario para montar los arreglos florales de fantasía que eran el sello distintivo de Larkspur.
Todo estaba perfectamente ordenado. El suelo estaba recién barrido y la basura generada du­rante el día ya llenaba el contenedor que había tras la tienda.
Demi encendió la radio y escuchó una triste canción sobre amor y pérdida. Se quitó la suda­dera y eligió uno de los jarrones. Trabajar con flo­res siempre la relajaba, le permitía pensar y dejar que su mente vagara mientras mantenía las manos ocupadas.
Tenía mucho que pensar.



5 comentarios:

  1. wow me encantooooooooooo
    demi tiene miedo al compromiso
    porfa siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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  2. siguelaaaaaaaaaaaaa me encanto lo que joe le dijo a demi

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  3. dios mio OMG! OMG! MEE MUERO BIEN MUERTA ME ENCANTO LO AME SIGELAAAAAAAA PLISSS SUBE PRONTO

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  4. no la dejes ahi siguela plissssss

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