ak otro cap espero y les guste y comenten!!! las re kiero y extraño... ;)
Joe no había tomado comida mexicana en demasiado tiempo. No
recordaba que los tacos y los nachos supieran tan bien. Tampoco había pensado
nunca en celebrar una cena improvisada en el suelo de su despacho. Quizá no
fuera la comida, sino compartirla con Demi lo que lo cambiaba todo. Era
protestona, irritante y mucho más divertida de lo que había esperado. Vio cómo
sus ojos chispeaban de humor mientras comentaba a algunos de sus clientes.
-Este tipo es cliente habitual -estaba diciendo. Se detuvo
para mordisquear su taco. Tragó y siguió hablando-. Tiene contratada una
docena de rosas una vez a la semana.
-¿Un buen marido? -aventuró Joe.
-Difícilmente -Demi negó con la cabeza-. Es para la chica de
la semana. Siempre una distinta, siempre rosas de un color diferente, adecuado
a su personalidad, según dice él. Pero una semana cambió las rosas por un
cactus.
-Eso da qué pensar, ¿no? -ironizó Joe.
-Yo me pregunto cómo encuentra tantas mujeres dispuestas a
salir con él -suspiró y se echó hacia atrás, apoyando las manos en el suelo-.
Su dormitorio debe ser como una línea de montaje en cadena.
-¿Y me llamas cínico a mí? -Joe levantó una rodilla y apoyó el
antebrazo en ella.
-Tocada -Demi inclinó la cabeza, otorgándole un triunfo.
-Dime, ¿cómo le va a Selena? -preguntó Joe tras un minuto de
silencio.
-Mi hermana mayor está muy bien -Demi sonrió, pensando en Selena
y su creciente familia-. Tres hijos y medio, y un marido al que adora. Es
asquerosamente feliz.
-¿Tres y medio?
-Está embarazada otra vez -dijo ella moviendo levemente la
cabeza-. Es difícil de creer, pero a Selena le encanta estar embarazada, y Justin,
su marido, está tan loco por los críos como ella -Demi clavó los ojos en Joe-.
Si vosotros dos no hubierais roto, ahora podrías ser un papá muy ocupado.
-No, gracias -Joe arrugó la frente y dio un largo trago de su
refresco. Después dejó el vaso en la alfombra-. Ya probé lo de ser marido. No
funcionó. Además, no tengo madera de padre.
-Otra vez esa visión soleada del mundo que tan bien empiezo a
conocer -rezongó Demi.
-Tocado -le tocó a él inclinar la cabeza otorgando la
victoria. Después preguntó-. ¿Qué me dices de ti?
-¿Qué quieres saber?
-¿Tienes relaciones con alguien? -Joe se preguntó qué diablos
le importaba eso a él. Se dijo que no le importaba en realidad, sólo era una
pregunta de cortesía.
-últimamente no -ella se incorporó, se frotó las manos,
recogió los restos de su comida y los metió en una bolsa de plástico.
Joe se alegró internamente, aunque sabía que hubiera sido
preferible que estuviera comprometida. O casada. O que fuera monja.
-Es difícil de creer.
-¿Por qué? -Demi lo miró curiosa.
-Es sólo que... -la señaló con la mano-. Es decir...
-¿Estás a punto de hacerme un cumplido? -sonrió ella. Joe
frunció el ceño, le quitó la bolsa y empezó a meter los restos de su cena
dentro. -Cosas más raras se han visto -rezongó. -En películas de ciencia
ficción.
-No eres una persona nada fácil, ¿verdad, Ranita?
-La abuela siempre ha dicho que nada bueno es fácil -le tiró
una bola de papel, que rebotó en su frente.
-Ya, pero no creo que se refiera a ti.
Se hizo el silencio entre ellos. Afuera, el sol se estaba
poniendo y las nubes tenían sombras moradas y rojizas. El silencio siguió
creciendo hasta convertirse en una presencia viva.
Joe la miró y se descubrió preguntándose cómo sería su sabor.
Y se preguntó si después de probarlo podría pararse sin más. Pero no podía
ocurrir; no podía involucrarse con Demi Lovato. Aparte de que le provocaba
demasiadas emociones, era la nieta de la mejor amiga de su abuela.
No era mujer de aventuras. Era de las de chimenea, hogar y
cenas familiares. Definitivamente, imposible. Era casi como si llevara una
señal de prohibido en la frente. Si era listo, no se la saltaría.
-Será mejor que acabemos con ese contrato -sugirió ella, mirándolo
a los ojos.
-De acuerdo -Joe asintió y se puso en pie-. Si no, podríamos
pasarnos aquí toda la noche. -Probablemente no sería buena idea -murmuró Demi.
Se humedeció los labios con la lengua.
-No -dijo él haciendo una mueca al notar la reacción de su
cuerpo al gesto-. No sería buena idea para nada.
Cuando llegó el jueves por la tarde, Demi no podía dejar de
arrepentirse de haber aceptado el trabajo. Se sentía como si estuviera andando
en la cuerda floja, sobre un foso lleno de leones hambrientos. Un paso en
falso y se convertiría en un aperitivo rápido.
Necesitaba el fin de semana. Tiempo para pasarlo en la playa,
en su casita. Pintando la cabaña de porcelana que había comprado en el mercadillo
hacía un mes. O decorando las paredes de la cocina, llevaba meses retrasándolo.
Nunca tenía suficiente tiempo para dedicarlo a las tareas manuales que tanto
le gustaban. Solía estar demasiado ocupada con la tienda.
Por eso había estado deseando las dos semanas de vacaciones.
Con Taylor, su nueva gerente, al frente de Larkspur, Demi podía relajarse; la
tienda estaba en buenas manos.
Sus vacaciones habían pasado a la historia, así que tenía
intención de aprovechar los fines de semana. Además necesitaba aire, estar
lejos de Joe Joenas para poder respirar. Mantenerse ocupada para dejar de soñar
despierta con lo que le gustaría hacer con Joe. Demi gimió para sí. Sólo tenía
que soportar lo que quedaba de tarde y el día siguiente; después tendría dos
días enteros para relajarse.
-¿Demi?
-Sí, señor, ¿jefe? -volvió la cabeza y lo vio salir de su
despacho. Él frunció el ceño al verla levantarse y agarrar su bolso y las
llaves del coche.
-¿Te vas ya?
-No es «ya» -replicó ella, agarrando la rebeca negra que había
en el respaldo de la silla-. Son más de las cinco y me voy a casa -en realidad,
escapaba a casa, pero no pensaba decírselo. En su casa no tendría que mirar
los ojos marrones de Joe. No tendría que recordarse que no estaba interesada
en una relación con nadie, y menos aún con quien fue la pesadilla de su
infancia.
Se puso la rebeca, y señaló un sobre marrón que había sobre el
escritorio.
-Las últimas cartas que me pediste están ahí. Fírmalas y
saldrán con el correo de la mañana.
-Muy bien, pero...
-Hasta luego.
-Demi.
Su voz la detuvo cuando estaba a tres pasos de la puerta. Miró
el umbral como añoranza, inspiró con fuerza y se dio la vuelta. Él tenía el
pelo revuelto, la corbata floja y el cuello de la camisa desabrochado. Estaba
demasiado atractivo. Si sugería que se quedara otra vez y volver a pedir cena,
tendría que aceptar. Se pasaría toda la cena embobada con él y volvería a
marcharse a casa sola y frustrada. Y si no se lo pedía, sentiría una gran desilusión,
por no poder mirarlo embobada. Era obvio que los problemas psicológicos
empezaban a aflorar.
-¿Qué? -espetó, con más dureza de la que pretendía.
-¿Estás libre este fin de semana?
Demi se tambaleó levemente y se preguntó si estaba
preguntándole lo que ella pensaba. Una cita, en vez de una cena improvisada en
mitad del trabajo. Quizá quería llevarla al cine, o cualquier otra cosa, que
sería totalmente inapropiada para dos personas que trabajaban juntas. Sobre
todo teniendo en cuenta que habían sido las abuelas de ambos las que lo habían
organizado todo. Y considerando que ella no estaba de humor para incluir a un
hombre en su vida. Los nervios le atenazaron el estómago.
-¿Por qué?
-Tengo unas reuniones.
Demi comprendió que no hablaba de una cita, sino de trabajo.
-Es una pena -dijo acercándose a la puerta. -Necesitaré una
secretaria.
De ninguna manera pensaba aceptar, ya había renunciado a dos
semanas de vacaciones y no pensaba hacer lo mismo con sus fines de semana.
-Joe...
-Una reunión es mañana por la mañana a última hora, luego
tengo el sábado entero y quizá una el domingo por la mañana.
-Pero yo no...
-Te pagaré horas extra.
-No se trata de eso -curvó los dedos alrededor de la correa
del bolso.
-¿De qué se trata? -Joe cruzó los brazos sobre ese pecho que
ella no podía dejar de imaginarse desnudo-. ¿Te da miedo irte conmigo?
-Sí -lanzó una breve carcajada y esperó que sonara
convincente-. Eso debe ser... ¿irme contigo? ¿Ir dónde?
-A Temecula.
-¿En el condado de Riverside?
-¿Es que hay otra?
-No, pero...
Joe cruzó la habitación, miró por la ventana un instante y se
volvió de nuevo hacia ella.
-Kevin Harrington fue mi primer cliente cuando inicié mi
negocio -Joe encogió los hombros-. Se arriesgó conmigo. Dos veces al año voy a
Riverside, estudio su cartera de acciones y comentamos posibles cambios e
inversiones.
-¿Vas tú a verlo?
-La mayoría de los agentes independientes visitan a sus
clientes -Joe sonrió.
-Aun así. ¿Vas a dedicarle todo el fin de semana a un cliente?
-No, Kevin me recomendó a algunos de sus amigos y los veo a
todos cuando voy. Mañana veré a Kevin y el sábado a los demás.
-Así que trabajas toda la semana y aún más el fin de semana.
-Pssí -la estudió detenidamente, descruzó los brazos y agitó
las manos-. ¿Sabes qué? No importa, tienes razón.
-Tengo razón sobre qué -Demi lo miró inquieta; no solía
cambiar de táctica tan súbitamente.
-No puedo pedirte que vengas.
-Ya lo has hecho -señaló ella.
-Lo retiro.
-¿Qué? -exclamó ella. Joe se dio la vuelta y entró a su
despacho; ella lo siguió. Él se sonrió al oír sus pasos apresurados-. ¿Lo
retiras? ¿Qué se supone que eres, un crío de primaria?
-No -rodeó el escritorio y se sentó. Sin mirarla, empezó a
remover los montones de informes financieros. En cuanto le pidió que lo
acompañara, supo que se negaría. Quizá debería dejarlo así, sería un millón de
veces más seguro. Pero quería que fuera con él.
Quería verla lejos de la oficina, en un terreno neutral.
Demonios, la quería a ella. La deseaba.
-Sólo estoy siendo lógico -explicó-. Puedo hacer el trabajo
sin tu ayuda. Tú lo odiarías, y no te culpo por ello. Te aburrirías.
-¿Aburrirme?
Me encantooo siguela prontitoo pliss!!!
ResponderEliminar♥♥
aaww me encanto seguilaa pronto y a la otra novla de niley tambien plis!!
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