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sábado, 25 de diciembre de 2010

Novela " Jemy " Cap 6




A la mañana siguiente, unas voces procedentes de la cocina despertaron a Demi. Parecía que Chappy y Bella estaban discutiendo. ¡Qué extraño...! se apresuró a ponerse un pantalón y una camisa de cuadros, salió al pasillo y se quedó escuchando.
— ¡No puedo imaginar cómo diablos puede habérsele ocurrido hacer algo así!— estaba gritando la gobernanta, furiosa— ya sé que no lo sabía, y sé que no sería capaz de algo tan mezquino aunque lo hubiera sabido, pero tenemos que sacarlo de aquí como sea.
—Eso es imposible —le respondió Chappy — el viejo Lovato es el único que tiene poder para contratar y despedir a los empleados del rancho, ni siquiera Demi puede hacer eso. Lo estúpido es que ninguna de las dos le dijerais nada a Jacobs. ¡Si lo hubierais hecho no tendríamos ahora este problema!
—no seas bruto, Chappy, esa clase de cosas no se cuentan a los extraños —gruñó Bella.
— ¿y qué vamos a hacer?
—no lo sé. Dame tiempo.
—muy bien, entonces esperaré vuestras indicaciones.
Demi oyó abrirse y cerrarse la puerta trasera. Chappy debía haber salido de la casa Demi se aventuró escaleras abajo, y cuando Bella la vio entrar en la cocina, se puso roja como un tomate.
— ¡Demi!, ¡qué temprano te has levantado hoy! — exclamó la mujer dirigiéndole una sonrisa forzada.
—Os he oído —contestó la joven— ¿qué es lo que sucede? ¿Tiene algo que ver con los peones nuevos que esperamos para hoy? —Le dijo mordiéndose el labio inferior— podemos mandárselos directamente a Joe para que los ponga al corriente de sus tareas, ayer estaba mucho mejor y...
—creo que será mejor que te sientes, niña.
— ¿por qué? —inquirió Demi perpleja—. ¿Qué pasa?, ¿ha contratado a Jack el destripador o qué? —bromeó, no podía comprender por qué Bella tenía esa expresión de angustia en el rostro, estaba tan feliz que le parecía que todo el mundo debía estarlo también.
—Peor —replicó Bella. Inspiró profundamente, preguntándose cómo iba a decirle lo que tenía que decirle— en fin, no tiene sentido que me ande por las ramas, los malos tragos hay que pasarlos cuanto antes mejor: Joe ha contratado a Cody Linley.
Demi se había puesto pálida, y parecía que se hubiera convertido en piedra, aquello era lo último que había esperado escuchar, se dejó caer en una silla, porque las piernas apenas la sostenían, y se notaba el pulso acelerado en la garganta la pesadilla que ya creía había superado volvía a asomar su fea cabeza.
— ¿cómo ha podido? —Musitó en un hilo de voz—. ¿Cómo ha podido darle trabajo a ese hombre?
—es imposible, Bella, Chappy y tú debéis estar confundidos.
—Me temo que no —murmuró la mujer sacudiendo preocupada la cabeza—. Por lo
que parece debe pensar que nueve años han sido suficientes para cerrar las heridas.
—las mías no —repuso Demi enfadada— me utilizó, me hizo daño, me asustó... no va a trabajar aquí de ninguna manera, dile a Chappy que lo despida inmediatamente.
—tú sabes muy bien que él no puede hacer eso, Demi y tú tampoco, tendrás que ir a hablar con Joe y explicarle lo que ocurre.
La joven se puso aún más pálida, después de lo que habían compartido el día anterior, la sola idea de tener que relatarle la humillante experiencia que había sufrido años atrás hacía que le entraran náuseas, aquello implicaría tener que explicarle que había flirteado con Cody, y que lo había perseguido sin ningún decoro
porque en realidad, aunque no le agradaba admitirlo, no había sido solamente culpa de él. Había sido incapaz de hablar de ello con Bella y Taylor, de revelarles hasta qué punto ella había sido la causante de aquello. Pero también era cierto que ella había estado enamorada de Cody, o creía haberlo estado, y por sus demostraciones
afectuosas, había imaginado que él también sentía algo por ella aquello, sin embargo, no había evitado que, cuando había irrumpido en su habitación esperando obtener su
cooperación para sacarse a Taylor, que lo había rechazado, de la cabeza apestaba a alcohol, y trató de forzarla. Sin embargo, antes de que pudiera ir muy lejos, Demi, presa del pánico, empezó a chillar, y sus gritos hicieron que acudieran Bella y Taylor.
—si le cuentas a Joe por qué no quieres a Cody aquí lo comprenderá —le dijo Bella.
Demi no estaba tan segura de eso, consideró la posibilidad de hablar con Cody, pero la sola idea de tener que volver a ver su cara la repugnaba no, nueve años no habían bastado para borrar la vergüenza y el miedo, ni había dejado de reprocharse el haberlo alentado.
—Lo intentaré —le dijo Demi saliendo por la puerta trasera.
No estaba dispuesta a contarle aquel suceso tan vergonzante, pero tal vez  hubiera otra manera.
Al llegar a la cabaña, llamó a la puerta con los nudillos, la voz de Joe le contestó desde dentro que estaba abierto, así que entró, lo encontró preparando unos huevos revueltos con bacón en la pequeña cocina.
Se volvió a mirarla brevemente, como si hubiera olvidado lo que habían compartido el día anterior o no quisiera recordarlo.
— Buenos días —la saludó con voz queda— ¿Quieres desayunar?
Aquella frialdad acabó con el poco valor del que Demi había hecho acopio camino de allí. No parecía el mismo hombre que la había besado como si no fuera a haber un mañana, tal vez se avergonzaba de haber actuado así, o quizás temiera que empezara a atosigarlo, las sombras del pasado empezaron a extender sus oscuros dedos sobre Demi.
—No tengo hambre —contestó, inspiró profundamente antes de volver a hablar— me han dicho que uno de los nuevos peones que has contratado es Cody Linley, quiero que se vaya hoy mismo.
Joe enarcó las cejas apagó el fuego de la cocina y se giró lentamente hacia ella.
—me parece que no te he oído bien.
—He dicho que quiero a Linley fuera de aquí ahora mismo —repitió ella con rigidez— no lo quiero en el rancho.
— ¿acaso crees que es fácil encontrar peones en esta época del año, cuando más trabajo hay? —Replicó Joe— de hecho, ya nos falta un hombre, y ese Linley viene muy recomendado de un rancho de Wyoming ¿y quieres que lo despida antes siquiera
de que haya empezado a trabajar? podría ponernos una demanda, y te aseguro que llevaríamos todas las de perder.
— ¿no vas a hacerlo? —le preguntó Demi con frialdad.
—no, no sin una buena razón. si no lo quieres aquí, dime al menos por qué —le espetó subrayando las últimas palabras.
A la joven le pareció que la estaba mirando como lo haría un inquisidor ¿acaso había entrevisto algo?
—somos viejos... «Enemigos» —le dijo finalmente— es la única explicación que puedo darte.
Joe sonrió de un modo burlón, y cuando contestó, su tono era frío.
—Es curioso —dijo— porque Linley me ha dicho esta mañana justamente lo contrario: que erais amigos, amigos íntimos, de hecho.
Demi se quedó allí de pie, mirando a Joe sin saber qué decir. por su tono estaba claro que creía que le estaba mintiendo, no sabía qué le habría contado Cody, pero sin duda era lo que había hecho que la actitud de Joe hacia ella hubiera cambiado tan radicalmente de un día para otro.
—Tranquila, no espero ninguna explicación —le dijo Joe sarcástico al ver que dudaba, obviamente aquel tipo había significado algo para ella, se dijo— pero no esperes que despida a un hombre solo porque fuera uno de tus antiguos amores —le espetó burlón.
Demi no dijo nada de todos modos, él la estaba mirando de un modo que decía claramente que no iba a creer una sola de las palabras que salieran de su boca, así que, ¿para qué molestarse? no la conocía lo suficientemente bien como para comprender
que nunca le pediría que despidiera a un hombre por despecho aquello era distinto muy distinto.
— ¿no vas a decir nada?
Demi sacudió la cabeza —no, perdona que te haya molestado.
Joe la siguió con la mirada, ceñudo, mientras salía de la cabaña ¿Por qué de pronto se mostraba tan sumisa cuando momentos antes había estado furiosa y exigente? ¿Qué había habido entre Linley y ella? ¿Sentiría todavía algo por él? ¿O sería otra cosa? tenía que haber insistido para que hablara.
Demi temía más que a un toro bravo, el momento en que se cruzase con Cody, y ocurrió sin previo aviso, al atardecer del día siguiente, cuando él pasó por delante del porche trasero y ella salía por la puerta.
Alzó la vista, y allí estaba... el que había sido su primer amor, o mejor, su primer encaprichamiento. Cuando lo había conocido, Cody tenía unos veinte años y entonces debía rondar ya los treinta. El cabello castaño mostraba las primeras canas en las sienes, pero fue en su rostro donde Demi vio reflejado el mayor cambio: parecía que
hubiera envejecido veinte años en lugar de diez, y la imborrable sonrisa que recordaba se había borrado.
—Hola, Demi —la saludó con voz queda.
La joven no se movió, aunque por dentro dio un respingo, ver a Cody le recordaba su estúpido comportamiento del pasado y la hacía pensar en las terribles consecuencias que podía haber acarreado, era la prueba andante de que su autodominio no era más que un mito, y eso no le hacía ninguna gracia.
—Hola, Cody—contestó con aspereza.
—supongo que ya habrás dado orden de que me echen cuanto antes —le dijo él.
Demi no se había esperado aquello en absoluto— en cuanto me enteré de que estabas al cargo del rancho, estuve seguro de que había cometido un error al aceptar el trabajo, sin contarle la verdad a tu capataz —al ver que Demi no decía nada, Cody frunció ligeramente el ceño— ¿no te molesta que esté aquí?
—por supuesto que me molesta —replicó ella, sus ojos relampagueaban— me molesta porque me recuerda lo estúpida que fui y que me utilizaste, pero aquello ya no me afecta —mintió— quédate con el trabajo no me importa nada.
Cody se quedó escrutando su rostro largo rato y, al reparar en lo descuidado del aspecto de la joven, una sombra de tristeza cruzó por sus facciones.
—sé que no me creerás, pero me sentí muy mal por lo que ocurrió, y aún me pesa sobre la conciencia.
Parecía sincero, y en efecto daba la impresión de que a lo largo de aquellos nueve años se hubiera arrepentido. Demi no sabía qué decir.
—¿cómo está Taylor? —inquirió Cody.
Demi lo miró suspicaz de algún modo había intuido que una de las razones de Cody para querer trabajar en el rancho era la viudez de su cuñada se preguntó cómo reaccionaría ella al enterarse.
—le va muy bien vive con sus hijos en Tucson, y a veces vienen aquí a pasar el fin de semana.
—me enteré de lo de tu hermano —dijo Cody— lo siento mucho Demi. Ted siempre me pareció un gran tipo, y me detesto a mí mismo por el modo en que traicioné su confianza.
—Por suerte él nunca supo lo que tú sentías por Taylor—repuso Demi con aspereza— y ahora si me disculpas...
—Has cambiado mucho —le dijo Cody de pronto, antes de que se diera la vuelta— al principio no te había reconocido con esa forma de vestir.
La joven enrojeció de vergüenza y de ira al recordar la ropa tan ajustada que solía llevar años atrás para atraer su atención.
—todos cambiamos con el tiempo —masculló.
—no tanto como tú —murmuró Cody. Había un matiz de lástima en su voz. Demi sintió deseos de sacudirlo y decirle que
la dejara sola no quería su compasión.
— Ted debió pegarme una paliza por lo que te hice —farfulló Cody bajando la vista— me lo merecía.
Y antes de que Demi pudiera contestar, giró sobre los talones y se alejó.
Aquel hombre no se parecía en nada al Cody Linley que Demi había conocido, ya no había en él chulería ni arrogancia. Había madurado, y daba la impresión de que había dejado atrás su época de donjuán en cualquier caso, estaba segura de que a
Taylor le daría un ataque cuando se enterara de que estaba trabajando en el rancho.
Bella debía pensar lo mismo, ya que, mientras llevaban los platos de la cena a la cocina, le dijo a Demi que tal vez debería llamar a Taylor y decírselo.
—No pienso hacerlo —replicó Demi con firmeza— pronto se enterará por ella misma, viene este fin de semana con los chicos.
—Le va a sentar como un tiro —suspiró Bella meneando la cabeza.
—Pues que se queje a Joe —le espetó Demi— no fui yo quien lo contrató.
— ¡Demi!
La joven dio un respingo al escuchar la voz de Joe detrás de ella parecía
irritado, y llevaba en la mano unas cuantas facturas.
—Demi , tenemos que hablar.
La joven soltó la bayeta sobre la encimera y lo siguió al pequeño estudio que le habían dado a Joe a modo de despacho al final del pasillo. La superficie de la mesa estaba casi cubierta por un mar de papeles. A petición del tío de Demi, Joe había estado revisando los libros de cuentas, tratando de poner algo de orden en el caos total en que los tenía la joven.
—Estos —le dijo indicando unos cuadernos—, son los nuevos libros de cuentas en uno anotaremos los ingresos y en otro los gastos con sus correspondientes facturas, y a partir de ahora, cada adquisición que se haga en este rancho, tendrá que contar con mi permiso. Hará falta una orden de compra aunque sea para aguja e hilo las órdenes de compra están aquí —le dijo mostrándole una carpeta—, y las voy a guardar en este cajón, del que solo yo tengo llave.
— ¿por qué?
Joe hizo un gesto para indicarle que se sentara, mientras que él se apoyó en una esquina del escritorio y encendió un cigarrillo le tendió las facturas que tenía en la mano —Échales un vistazo la joven frunció el entrecejo, pero las tomó y empezó a leerlas.
—unas espuelas —farfulló leyendo en voz alta—, una silla de montar nueva... —
alzó la vista confusa hacia Joe— un momento, yo no he autorizado la compra de estas
cosas —exacto, tal y como has llevado el negocio hasta ahora, cualquiera de los peones podía ir a la ciudad y comprar lo que le viniera en gana, cargándolo al rancho sin necesidad de ninguna autorización es el resultado de dar carta blanca a tus empleados.
— ¿quién compró estas cosas? —exigió saber Demi enfadada.
—Marlowe.
— ¡ese...! se acabó, pienso despedirlo...
—ya lo he hecho yo —contestó Joe— ha sido una suerte que contratara a esos dos nuevos peones — le dijo— por cierto... —añadió mirándola con los ojos entornados — esta mañana te he visto hablando con Linley imagino que ya no supone un problema: no has vuelto a decirme nada.
Demi no quería hablar de eso con él.
—Creo que podremos arreglar las cosas —farfulló vagamente,
los ojos verdes de Joe brillaban malhumorados.
—bien mientras mantengáis el flirteo fuera de las horas de trabajo, me da igual lo que hagáis.
Demi contrajo el rostro dolida si supiera cuánto daño le hacía con su indiferencia... bajó la vista incómoda.
—me gustaría que alguien me acompañara a esa excursión de varios días a caballo con los huéspedes le dijo, cambiando de tema— uno de los hombres del grupo, el señor Coba, no me deja en paz ni a sol ni a sombra.
—Lo sé —murmuró Joe— vi cómo te daba la lata en el último baile de cuadrilla, se van el jueves, ¿no es así? —la joven asintió— bien, iré contigo a menos que prefieras que te acompañe Linley... — añadió con una sonrisa burlona.
Demi querría haberle replicado, pero decidió no picar el anzuelo.
—Me es igual —contestó.
Aquella no era en absoluto la respuesta que Joe quería haber oído de sus labios.
Apagó malhumorado el cigarrillo en un cenicero que había sobre la mesa.
—Muy bien, pues entonces puede acompañarte Linley—le dijo— yo ya estoy bastante atareado como para hacer también de niñera.
Lo había dicho para molestarla, y consiguió su propósito Demi se levantó y salió por la puerta sin decirle otra palabra.
Tal vez las cosas se habrían arreglado si hubieran podido hablar, pero los días que siguieron, no volvieron a encontrarse un instante a solas sin embargo, eso no evitó que Joe no desaprovechara cualquier ocasión para lanzarle puyas.
Sin embargo, lo que más mortificada tenía a Demi era que a Cody Linley no solo no pareció importarle tener que acompañarla a la excursión a caballo, sino que además, tuviera la impresión de que le agradaba su compañía, por callada y mohína que se mostrara con él no podía comprender el porqué, y la exasperaba el darse cuenta de
que estaba empezando a perdonarlo, pero aún menos podía entender el reciente antagonismo de Joe.

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