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viernes, 24 de diciembre de 2010

Novela " Jemy " Cap 5





El sonrojo le subió a Demi hasta las orejas, pero tras recobrar el aliento, se dio media vuelta y salió corriendo de la habitación.
Joe se sintió inmediatamente como un canalla, no tenía derecho a asustarla de aquel modo, y menos cuando sabía lo inocente que era. Se sentó en la cama, habiéndose disipado su mal humor, y se tapó otra vez con la sábana.
—Demi... —la llamó suavemente.
La joven no contestó, estaba en la salita temblando, con los brazos rodeándose a sí misma mientras trataba de decidir si quedarse o marcharse. Si Joe iba a ponerle las cosas así de difíciles, tal vez lo mejor sería no pasar allí un segundo más, verlo en cueros la había dejado muy turbada, nunca había visto a un hombre desnudo, y Joe
era realmente... impresionante. El corazón le dio un brinco al escuchar que la llamaba de nuevo.
Inspiró profundamente, se giró sobre los talones y apretó los dientes mientras se dirigía de vuelta al dormitorio, se detuvo en la puerta sin alzar la vista hacia él.
—Lo siento —murmuró Joe— no volveré a hacerlo.
Demi meneó la cabeza.
—si tantos deseos tienes de matarte, adelante, no te detendré, pero por tu bien quisiera que siguieras las indicaciones del médico.
Joe escrutó el rostro de la joven.
—está bien, maldita sea, cualquier cosa con tal de quitarte esa cara de espanto.
Hasta guardar cama si es necesario —añadió en tono cansino, volviendo a tumbarse.
Demi se sentía como una idiota, como una colegiala. ¿Por qué no podría ser madura y sofisticada?
— ¿quieres que te traiga alguna cosa? —le ofreció.
—te agradecería un poco de zumo —contestó Joe— y si me das unos calzoncillos del cajón, me los pondré.
 Demi fue a la cocina y volvió con el vaso de zumo, que dejó sobre la mesilla para buscar los calzoncillos. Cuando se los fue a dar, sin embargo, Joe la pilló desprevenida y la agarró por la muñeca, tirando hacia sí, de modo que quedó sentada en la cama.
—Es increíble que tengas veinticuatro años y seas tan inocente —le dijo con voz queda—, sobre todo con la de gente que pasa por aquí cada año...
—Ya sabes que no me mezclo demasiado con los huéspedes —respondió ella, no pudo evitar que sus ojos descendieran para admirar el ancho tórax desnudo— la idea de convertir esto en un rancho para turistas no fue mía, pero también es verdad que de otro modo habría tenido que venderlo.
— ¿y no sales nunca por ahí, a divertirte? habrá habido algún hombre que... la joven bajó la vista.
—no tengo tiempo para esas cosas.
—Hay tantos secretos entre nosotros, Demi... — murmuró Joe acariciándole suavemente la mano— demasiados.
—Tú me dijiste que no estabas interesado en una relación, pues a mí me pasa lo mismo, no es más que eso —mintió ella.
— ¿seguro? ¿No será por esa tontería de que crees que ningún hombre podría sentirse atraído por ti?
Demi había olvidado que le había dicho eso el domingo que la había recogido después de misa, el día que le había dado aquel glorioso beso.
—y por eso también —murmuró.
—pues estás equivocada: eres una mujer bonita — repuso Joe— el que no resaltes tus atractivos no significa que no los tengas no es tan difícil Demi, cómprate un vestido nuevo y arréglate el pelo para el próximo baile de cuadrillas —le sugirió extendiendo la mano para enredar en sus dedos un mechón de pelo— y yo te enseñaré a bailar.
Demi apenas si podía respirar, se sentía nerviosa e insegura, la otra mano de Joe trazaba arabescos en su muñeca, provocándole un excitante cosquilleo.
—Joe, no... —Murmuró mordiéndose el labio inferior— solo estás aburrido de este encierro forzado, y cuando vuelvas al trabajo te... y yo...
—crees que estoy jugando contigo —adivinó él.
Demi suspiró.
—sí.
Joe tomó la mano de la joven y la colocó con la palma abierta sobre su corazón.
Demi pudo sentirlo latir como si fuera un tambor.
— ¿crees que sería capaz de jugar con una chica inocente como tú? —le preguntó Joe suavemente.
Su intuición le decía que no, pero en aquel momento le era imposible poner sus pensamientos en claro. El efecto que tenía sobre ella era demasiado grande, y Demi ansiaba desesperadamente el afecto que nunca había recibido de ningún hombre.
—No importa —dijo él con voz ronca, tiró de su mano para atraerla hacia sí— ven aquí.
—pero Joe, estás enfermo...
—Ni siquiera tengo fiebre —repuso él, la hizo tumbarse, e inclinó sobre ella su torso desnudo— en mi vida he conocido a una mujer con menos confianza en sí misma que tú, Demi. Y no lo comprendo, ¿sabes?, porque no hay nada malo en tu forma de ser, ni en tu aspecto.
—Joe, me estás asustando —musitó Demi.
Aquello estaba haciendo que volvieran a aflorar en su mente los recuerdos de aquel otro hombre al que había amado, o creía que había amado, y cómo la había tratado, pero Joe no era Linley. El modo en que la estaba mirando era embriagador y verdaderamente la deseaba, no como Cody, que la había utilizado para
dar celos a Taylor.
—Pues no tienes por qué asustarte —le dijo Joe tomándola de la barbilla para alzarle el rostro— no voy a hacerte ningún daño, nunca te lo haría. Además, jamás te forzaría a hacer algo que tú no quisieras.
 Demi empezó a relajarse, era cierto que no había en él nada amenazador,  parecía que tuviera total control sobre sí mismo, y se mostraba tan dulce con ella...
—Eso es — murmuró Joe notando que se iba disipando la tensión de su cuerpo— no voy a hacerte ningún daño.
Mientras hablaba, Joe fue inclinando la cabeza, besó suavemente los párpados de la joven, la nariz, la barbilla, y finalmente tomó sus labios. Demi contuvo el aliento y una delicada tierna presión le hizo abrir la boca para darle acceso.
Joe le sacó la blusa de los pantalones, e introdujo las manos por debajo, acariciándole la espalda. Demi suspiró era realmente adictivo, se dijo con la cabeza mareada, mientras se dejaba envolver por una mirada de cálidas sensaciones. Cada caricia era más excitante que la anterior, y pronto los gloriosos besos se convirtieron en una necesidad mayor que el respirar.
Tímidamente, puso las manos en el tórax de Joe, permitiéndose explorarlo, experimentar la densa mata de vello, y los músculos debajo de ella. Joe dejó escapar un gemido. Se apartó un instante de ella y Demi abrió los ojos y escrutó su rostro.
—Lo siento —balbució pensando que lo había molestado.
—No, me ha gustado —repuso él con una sonrisa— y sé cómo hacer para que tú gimas también.
Una ola de calor invadió a Demi ante esa sugerencia se estremeció de arriba abajo, maravillándose ante las sensuales imágenes que cruzaron por su mente en un instante: las manos de Joe recorriéndola, tocándola en...
— ¿d... de verás? —balbució con la boca seca.
Joe sentía que la necesidad de tocarla, de descubrir los secretos que ocultaba, era demasiado fuerte como para ignorarla, no comprendía cómo una joven tan inocente podía excitar de ese modo sus sentidos, pero desde luego no podía negar que así era, volvió a inclinarse, y mientras sus labios jugueteaban con los de ella, su mano se
deslizó hasta el enganche del sostén, lo desabrochó, y comenzó a explorar el contorno de uno de sus senos.
Demi se estremeció, pero no trató de apartarse, ni protestó. Joe notó que la excitación crecía dentro de él. Era como si la sangre estuviese barboteando en sus venas, quería mirarla, quería ver la expresión de su rostro al tocarla.
Alzó la cabeza, y advirtió que su mirada ardorosa la turbó en un principio, pero cuando volvió a acariciarla, ella cerró los ojos para concentrarse en las sensaciones.
Demi se notaba ardiendo de la cabeza a los pies, y pronto tuvo la impresión de que su mente ya no gobernaba su cuerpo, porque este empezó a arquearse casi involuntariamente hacia la mano de Joe, rogándole algo más que aquellas delirantes caricias.
— ¿Jo...e? —lo llamó jadeante.
La otra mano de él se colocó bajo la nuca de la joven, masajeándola mientras sus ojos hambrientos estudiaban cada leve cambio de expresión en su rostro.
—Shhh —susurró suavemente sin dejar de acariciarla— está bien, cariño, está bien.
Sus dedos estaban volviéndola loca, y Demi sentía como si cada músculo de su cuerpo estuviera totalmente tenso. Sentía que, si no ocurría pronto lo que ansiaba, aun sin saber muy bien qué era, se iba a romper en dos, como un elástico estirado al límite.
De pronto, sin saber lo que hacía, hundió las uñas en la espalda de Joe, al darse cuenta, apartó las manos al instante.
—lo... lo siento —musitó avergonzada, acariciándole la piel enrojecida— lo siento, no pude evitarlo...
—No me has hecho daño —le susurró Joe con ternura— esto es como una sinfonía —le explicó sonriendo—: empieza con una música suave, y el ritmo va aumentando poco a poco, hasta llegar a un crescendo. Cuando finalmente te dé lo que ansías, Demi, experimentarás un placer indescriptible —murmuró acariciándole el seno
más sensualmente.

La joven apretó los dientes, la tensión era cada vez más insoportable.
—pero... ¿cuándo...?
Y antes de que pudiera terminar la pregunta, la mano de Joe se cerró sobre su seno, cubriéndolo. Demi sintió como si explotaran fuegos artificiales en su interior, gimió dentro de la boca de Joe, su mano buscó la de él a través de la tela de la blusa, y la retuvo contra su seno, extasiada, durante varios minutos, lo único que se escuchó
en el silencio de la habitación, fue la rápida y entrecortada respiración de ambos.
—No es bastante —jadeó Joe despegando sus labios de los de Demi. Comenzó a desabrocharle la blusa— no iré más lejos, lo prometo —le dijo mirándola a los ojos—, pero... necesito... verte.
Demi sentía que le pesaban los párpados, y no fue capaz de reunir las fuerzas necesarias para negarse, aunque tampoco quería, lo que Joe acababa de darle era dulce como la miel, y quería más. Sí, quería que viera sus senos, sentir sus ojos sobre su piel desnuda.
Joe terminó de desabrocharle la blusa, la abrió y se quedó sentado a su lado, observando maravillado sus senos con los pezones erguidos, como si fuera un paisaje cuya belleza lo hubiera dejado sin aliento.
—Joe... —le susurró ella—. Una vez vi una película en la que... bueno, era un poco... picante —dijo enrojeciendo—, y el protagonista no solo le tocaba los... bueno, ya sabes, a la chica también los besaba.
— ¿los senos? —murmuró Joe con una sonrisa, acariciándoselos ligeramente con el dorso de la mano.
Demi dio un respingo de placer y asintió despacio con la cabeza.
— ¿quieres que yo lo haga?
ella se sonrojó aún más, pero no quería ni podía fingir.
—oh, sí...
Joe se inclinó sobre ella, rozando la suave piel de sus pechos con sus labios, dedicándoles excitantes caricias. Las sensaciones que invadieron a la joven eran mil veces más maravillosas de lo que jamás había imaginado que pudieran ser.
Los dulces gemidos que emitía mientras la besaba, estaban volviendo loco a Joe.
Él mismo dejó escapar un profundo gemido con una areola dentro de su boca y la atrajo hacia sí, entregándose ya sin restricción a la deliciosa tarea de darle placer.
Ninguno de los dos oyó que llamaban a la puerta, pero sí cuando volvieron a hacerlo con más insistencia, se quedaron quietos, escuchando.
Joe recobró el aliento poco a poco, y giró la cabeza hacia la puerta del dormitorio entreabierta, con la mirada ligeramente borrosa y la mente todavía en el limbo—señor Deleasa—se oyó decir a una voz masculina desde fuera de la casa. Era Chappy —, le meto el correo por debajo de la puerta.
A continuación se escucharon pasos que se alejaban. Demi suspiró aliviada, no quería ni imaginar lo que habría ocurrido si Chappy hubiera entrado en la cabaña. ¡Qué vergüenza!
Joe volvió otra vez la cabeza y sus ojos fueron de los iris oscuros de Demi a sus hinchados labios, y después a la piel alabastrina de sus senos.
—Ha sido increíble —le dijo acariciándola con ternura y sonriendo.
—Sí —musitó Demi encantada.
Joe se inclinó sobre Demi, y frotó su tórax suavemente contra los senos de ella.
Observó encantado cómo la joven se estremecía y dejaba escapar un suspiro.
—Te deseo tanto, Demi... —murmuró besándola. La notó tensarse ligeramente y se apartó un poco para dirigirle una sonrisa tranquilizadora—. Pero como te he dicho, no haré nada contra tu deseo —le aseguró de nuevo—. Anda, bésame una vez más y sal de aquí.
La joven sonrió y, tras echarle los brazos al cuello, comenzó a besarlo tímidamente, pero con tal ansia, que pronto Joe le respondió con pasión y pasaron algunos minutos antes de que despegara sus labios de los de Demi, le rodeará la cintura y la hiciera rodar encima de él. Tardaron un buen rato en recobrar el aliento, y Joe temblaba, tratando de controlar su deseo.
— y será mejor que empieces a dejar a un lado esos pantalones y blusas anchos—murmuró lanzando una mirada lasciva a sus senos—, porque ya no volverá a engañarme ese camuflaje.
Demi se rió.
—Anda, abróchate —la instó Joe otra vez—. Estoy débil, pero creo que no tanto para ciertas cosas... y no quiero que esto se nos vaya de las manos.
Demi se sentó a horcajadas encima de él y trazó nerviosamente el contorno de su rostro con las manos.
Joe se quedó observándola un buen rato antes de decirle de improviso con una sonrisa lobuna.
— ¿sabes? habiéndome vestido tú el otro día... creo que vestirte yo ahora a ti es lo mínimo que puedo hacer.
Demi consintió, deleitándose en la dulzura con que le volvió a colocar el sujetador y le abrochó la blusa.
— ¡dios! —Suspiró Joe cuando hubo acabado— lo que de verdad me apetece es arrancarte la ropa, arrastrarte conmigo bajo las sábanas y hacerte el amor hasta perder la noción del tiempo, pero me odiaría si lo hiciera, porque no quiero abusar de tu confianza y tu inocencia, no quiero que nada estropee esto que está surgiendo entre nosotros.
—Yo tampoco quiero que se estropee —le dijo ella entrelazando sus dedos con los de él.
Joe se llevó su mano a los labios y la besó con galantería.
—No creo que pueda dormir —le dijo—, me pasaré toda la noche recordando lo maravilloso que ha sido el estar aquí contigo, amándonos. La joven se estremeció de placer al escuchar esa última palabra. Sí, había sido como hacer el amor, aunque no hubieran llegado al final, sus ojos buscaron los de Joe y lo miró radiante, con nuevas esperanzas escritas en el rostro.
—Nunca imaginé que sería así —murmuró pensativa— tan maravilloso...
— ¿y cómo creías que sería?
—No sé, pensaba que me daría miedo —le confesó sin querer decirle el porqué.
Linley había estado borracho aquel día, y no la había tratado con ninguna delicadeza, temblaba solo de pensar en qué habría ocurrido si no hubiera acudido Bella.
— ¿y no te he dado miedo? —inquirió Joe.
Ella sacudió la cabeza y sonrió.
—un poco, pero era bonito... porque era algo nuevo para mí.
—también ha sido nuevo para mí —respondió Joe poniéndose serio—, ha sido muy especial. Quería que lo supieras, que no pienses que soy un playboy, Demi.
—Bueno, por la experiencia que has demostrado hace un momento, me parece que tampoco has llevado vida de monje —replicó ella divertida.
—Eso no puedo negarlo, pero siempre han sido mujeres que de un modo u otro significaban algo para mí, hacer el amor es algo demasiado hermoso como para reducirlo a un modo de satisfacer las necesidades sexuales —trazó el labio inferior de
Demi con el índice—. Y ahora será mejor que se marche, señorita Lovato, porque la deseo muchísimo, y no sé cuánto más podré contenerme.
Ella se sonrojó y le dedicó una dulce sonrisa, se puso de pie, recorriendo su cuerpo posesivamente con la mirada.
— ¿quieres que te dé una lección de anatomía masculina? —La picó Joe — puedo apartar la sábana y enseñarte un montón de cosas acerca de los hombres.
—No lo dudo —dijo ella riéndose, y más roja que una amapola.
—Estás preciosa cuando te ríes —murmuró Joe— y si no sales ahora mismo de aquí, echaré a un lado esta sábana y saltaré sobre ti.
Demi sonrió y se dirigió hacia la puerta del dormitorio, volviéndose aún una vez más para mirarlo, para después cerrar despacio la puerta tras de sí. Se sentía tan ligera que tenía la sensación de que podría flotar si se lo propusiera.
A veces, se dijo, ocurrían las cosas más inesperadas. habían estado discutiendo, y estaba segura de que no había esperanza... y de repente, él la había besado con tanta pasión y la había tratado con tanta ternura, que estaba empezando a construir otra vez, sin querer, castillos en el aire. Le parecía imposible que un hombre como él pudiera sentirse atraído por ella, pero el propio Joe le había asegurado que no se trataba de ningún juego, confiaba en él, estaba convencida de que la historia no se iba a repetir otra vez.

1 comentario:

  1. me encantoooooo
    pero tienes la letra en negro
    y no se ve con el fondo!!!

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