El viernes por la tarde, Taylor y los chicos llegaron en taxi al rancho. Justo en ese momento regresaban Demi y Cody de la excursión a caballo, los niños habían salido corriendo hacia la casa, sin duda a saludar a Bella, por quien sentían mucho cariño,
mientras que su madre, vestida con un traje de inmaculado lino blanco, salía en ese instante del vehículo, con su largo cabello cobrizo al viento. Al alzar la vista se encontró con un fascinado Cody Linley.
— ¡Cody! —exclamó, tropezando con una raíz que sobresalía del suelo. Cayó de rodillas sobre el suelo polvoriento, y Cody bajó al momento de su montura para ayudarla. Una vez la hubo levantado del suelo, se quedó sujetándola por los brazos con sus fuertes manos, los ojos fijos en el rostro sonrojado de ella.
—Taylor... —murmuró suavemente—. El tiempo no ha pasado por ti estás más hermosa que nunca.
— ¿qué estás haciendo aquí? —gimió ella.
Lanzó una mirada en dirección a Demi, sin poder creer que estuviera voluntariamente en compañía de Cody.
—Es uno de nuestros nuevos peones —le dijo la joven—.Joe lo contrató.
— ¿es que no sabía qué...? —comenzó a preguntar Taylor. Pero se calló en cuanto vio la expresión acongojada de Cody y el azoramiento de Demi— lo siento, es solo que...
—el pasado únicamente se convierte en un problema si se deja que se convierta en un problema —respondió Demi haciéndose la fuerte como solía hacer—. Cody y yo nos llevamos muy bien, ¿no es verdad?—añadió, como desafiándolo a decir lo contrario.
—Tan bien como cabría esperar —contestó él con una media sonrisa—.Demi ha sido muy generosa permitiendo que me quede. No podría haberla culpado si me hubiera echado a patadas de aquí, era lo que me merecía.
Taylor no daba crédito a lo que estaba oyendo, mientras pagaba al taxista, Demi se apeó de su caballo para ayudarla a llevar las maletas, pero Cody se le adelantó.
— ¿no te importa ocuparte tú de los caballos, Demi? —inquirió este volviéndose hacia ella con expresión esperanzada.
Aquella era la prueba de que seguía estando loco por Taylor, no la sorprendía en absoluto que estuviera ansioso por retomar el contacto con ella. En cambio, era más difícil tratar de adivinar qué sentimientos había provocado su regreso en Taylor.
Aunque, ciertamente, resultaba impropio de una mujer con tanto autodominio que hubiera tropezado nada más verlo y se hubiera puesto tan nerviosa.
—De acuerdo —aceptó—.Taylor, os veré a ti y a los chicos dentro de un rato.
—Bien —murmuró su cuñada. Sin embargo, no podía dejar de mirar a Cody, como si fuera un imán que la atrajera.
Demi condujo a los caballos al establo, dejándoselos a Chappy para que los cepillase y les diera de comer y beber.
— ¿dónde está caleb? —inquirió señalando un pesebre vacío.
Caleb era el caballo negro que solía montar Joe. Demi pensó que su interés por el jinete resultaría menos obvio si preguntaba por su cabalgadura y no por él. Sin embargo, más sabe el diablo por viejo que por diablo, y no engañó a Chappy, quien sonrió con malicia.
—el señor Deleasa salió hace un buen rato, dijo que iba a revisar el vallado del perímetro.
— ¿el vallado? —Inquirió Demi extrañada—, pero si apenas hace una semana que lo arreglaron. ¿Qué se supone que va a revisar? Chappy se encogió de hombros.
—Escuchó a esos dos —le explicó señalando con la cabeza a unos peones al fondo del establo— hablando de cómo Linley se ha... «Pegado» a usted, señorita Demi, los mandó a limpiar el establo y se marchó. Creo que ninguno de los hombres volverá a hacer un comentario similar cuando el señor Deleasa ande cerca —murmuró con sorna.
— ¡qué tontería! ¿Por qué habría de importarle que dijeran eso? masculló Demi, mordiéndose el labio inferior, Chappy enarcó una ceja y la miró divertido.
—creo que necesita usted gafas, señorita —le dijo meneando la cabeza.
Demi torció el gesto y se dio la vuelta, encaminándose hacia la casa, con la esperanza de ver aparecer a Joe en cualquier momento, sin embargo, no sucedió. ¿Porqué habría tenido que volver Cody? en realidad su presencia no la molestaba: no se
parecía en nada al hombre superficial que la había herido en el pasado, y ella ya no sentía nada por él, incluso el rencor se había esfumado. De hecho, lo veía como a un
extraño que estaba empezando a caerle bien, pero nada más, ¡si tan solo pudiera explicarle eso a Joe!
Aquella noche, en lugar de cenar dentro de la casa, pusieron unas mesas en el patio trasero y lo adornaron con farolillos. Cuando ya estuvieron servidos todos los huéspedes, Demi tomó asiento junto a Taylor. Había dejado que Curt y Jess fueran a comer con Joe y los peones del rancho en el barracón, así que estaba sola y parecía
taciturna.
— ¿no comes, Taylor?
—No tengo apetito —murmuró la mujer sacudiendo la cabeza. Se quedó callada un momento, como si no se atreviera a preguntar lo que iba a preguntar—Demi, ¿cómo has dejado qué...? lo que quiero decir es...
— ¿por qué he dejado que Cody se quede? —adivinó la joven,
Taylor asintió con la cabeza.
—la verdad es que al enterarme de que Joe lo había contratado le dije que lo despidiera, pero se negó, y me dijo que si quería que lo hiciera, tenía que explicarle el porqué —le dijo Demi bajando la vista— y yo... no podía decírselo, así que no he tenido más remedio que dejar a Cody quedarse.
—Comprendo —musitó Taylor, revolviendo la ensalada de pasta de su plato con el tenedor— Demi... ¿es demasiado terrible para ti tenerlo aquí? el tono preocupado en que le había hecho la pregunta era interesante. Demi esbozó una pequeña sonrisa.
—No, no es demasiado terrible —la tranquilizó, escrutó las hermosas facciones de Taylor—. A ti te gusta, ¿no es cierto?
Cody dio un respingo y enrojeció.
—yo... no, claro que no, ¿por qué dices eso? nunca he pensado en él de ese modo.
— Hace mucho de la muerte de Ted, Taylor— murmuró Demi—, y estoy segura de que él no habría querido que lo lloraras el resto de tu vida, ni que estuvieras sola, supongo que bella y tú teníais razón respecto a lo que ocurrió, me lo tomé demasiado a la tremenda solo porque no tenía ninguna experiencia con los hombres y me asusté en
cuanto empezó a besarme. Y, aunque yo no pretendía darle pie a aprovecharse de mí, me temo que de algún modo lo hice al coquetear con él.
—No, la culpa fue mía —repuso Taylor—, tenía que haber imaginado que podía hacer algo así cuando lo rechacé. Lo había visto un montón de veces flirtear contigo, pero pensaba que lo hacía en broma porque tú no eras más que una adolescente, y nunca imaginé que tú fueras a tomarlo en serio, ni que sintieras algo por él —admitió—
la verdad es que Cody me gustaba, pero estaba casada con tu hermano, y lo amaba nunca lo habría engañado con otro hombre.
—Lo sé —asintió Demi— todo eso ya es pasado y ha quedado atrás. No pienso dedicarle un solo pensamiento más.
— ¿y Joe? —inquirió Taylor mirándola curiosa-. ¿Qué me dices de Joe?
Demi se quedó dudando, miró a su cuñada a los ojos. Estaba segura de que el interés por Cody era fingido, que a quien le tenía echado el ojo era a Joe. Pues si Taylor no era honesta, ella tampoco tenía por qué serlo.
—Joe es mi capataz, nada más —contestó con aspereza—. Además, ni siquiera le gusto —estaba empezando a incomodarla aquella conversación—. La verdad es que yo
tampoco tengo hambre —le dijo levantándose—, creo que iré a ver un poco la televisión. Taylor suspiró y miró su reloj de pulsera.
—es tarde. Será mejor que vaya a buscar a los niños —murmuró.
—No creo que sea necesario —replicó Demi—. Ya vienen hacia aquí —y señaló en dirección a Joe, que se aproximaba con los chicos de la mano.
Taylor había alzado la vista, y estaba observándolos con una mirada tan anhelante, que Demi apartó el rostro molesta. ¿De veras creía Taylor que podía engañarla haciéndole pensar que era Cody quien le gustaba?
— Hasta luego —farfulló dirigiéndose hacia la casa.
Taylor ni siquiera respondió. No estaba escuchándola, en realidad sus ojos no estaban fijos en Joe, sino en Cody, que iba detrás de él y los niños, pero Demi, cegada como estaba por los celos, ni siquiera había reparado en él.
Demi había subido a echarse un poco de agua en la cara, y cuando bajó las
escaleras, la sorprendió encontrar a Joe en el salón, viendo el telediario. Parecía cansado, pero a Demi le dio la impresión de que su rostro se iluminó ligeramente al verla entrar en la habitación.
— ¿quieres un poco de limonada? —le ofreció levantando el vaso que tenía en la mano— no te imaginaba bebiendo refrescos —se mofó Demi—, pensaba que los vaqueros bebían cosas más fuertes, como el tequila.
— soy abstemio —explicó Joe—, pero no sé si porque no me gusta el sabor del alcohol o los efectos que tiene. Sus ojos verdes la recorrieron de arriba abajo, haciéndola enrojecer al recordar lo que habían compartido días atrás.
—Yo tampoco bebo —murmuró sentándose a su lado—, supongo que porque soy tremendamente anticuada.
—Lo sé —contestó Joe sin poder reprimir una sonrisa maliciosa, se quedó callado, hasta que la pregunta que necesitaba hacerle escapó de sus labios—. ¿Cómo llevas a Linley?
—No estoy segura —farfulló removiéndose incómoda en el sofá.
— ¿no estás segura? —Repitió él enarcando una ceja—. ¿Cómo es posible? Estás prácticamente todo el tiempo con él...
—tú también pasas mucho tiempo con Taylor— le espetó ella.
—No puedo negar eso —admitió él con una carcajada áspera—. ¿Nunca te has preguntado por qué?
—porque te atrae, obviamente —respondió Demi resoplando— no estoy ciega.
—Ya lo creo que lo estás —murmuró Joe—, más de lo que imaginas.
—Y respecto a Cody... —masculló Demi dispuesta a poner la puntilla, molesta como estaba por su actitud—, puedo pasar el tiempo que quiera con quien quiera.
— ¿Linley y tú habéis...?
Joe no terminó la pregunta, pero tampoco era necesario. Demi enrojeció al recordar lo que había ocurrido aquella noche, o más bien lo que podía haber ocurrido. Joe , sin embargo, interpretó su azoramiento como una muestra de culpabilidad, y sintió explotar algo en su interior, estaba seguro de que aquel tipo había sido su
primer amor, y lo devoraban los celos sólo de pensar si con su vuelta la pasión se habría reavivado, si ella le habría permitido tocarla como él lo había hecho, o si le habría dejado incluso ir más allá. Sus ojos verdes relampaguearon.
— ¿cómo has podido? —escupió las palabras con amargura. Demi parpadeó sin comprender.
— ¿cómo he podido qué? Joe se puso de pie, lanzó los brazos al aire exasperado y comenzó a andar arriba y abajo por el salón.
— ¡y pensar que todo el tiempo creí que...! —de pronto se detuvo y se giró hacia ella—. ¿Sabes qué? me da igual que lo que hagas, pero no creas que podrás volver a mis brazos si Linley te deja —le advirtió en un tono cargado de veneno—. No me gustan las mujeres que son segundo plato.
Demi aspiró ofendida.
— ¿cómo te atreves? ¡Eres un asqueroso machista! —le espetó—todos los tíos sois iguales. Nos exigís que seamos castas y puras, cuando valoráis vuestra hombría por el número de mujeres con las que os habéis acostado. Vamos, Joe, ¿cuál es tu marca?
— Eso no es asunto tuyo —masculló él irritado.
— Pues lo que yo haga con Cody tampoco es asunto tuyo —replicó ella apretando los puños. ¡Menuda arrogancia! — no tienes derecho a meterte en mi vida.
Joe sintió deseos de arrojarle algo a la cabeza, hasta ese momento no se había dado cuenta de hasta qué punto Demi se le había metido dentro, no podía soportar la idea de que ese Linley fuera a arrebatársela, pero tampoco sabía qué podía hacer para evitarlo, y aquella ridícula idea de Demi de que sentía algo por Tay ... Taylor
le caía bien, y no podía negar que era atractiva, pero desde un primer momento la había calado y sabía que era la clase de mujer que disfrutaba atrayendo a los hombres sin pretender nada en realidad. Sin embargo, Demi era tan insegura, que los árboles no le dejaban ver el bosque.
—muy bien pues —le dijo cansado de discutir, mirándola fijamente a los ojos—haz lo que quieras, yo no voy a interferir. Como has dicho, no tengo derecho a meterme en tu vida.
Angustiada, Demi lo vio darse la vuelta y alejarse. ¿Por qué tenía que salirle todo mal? Cody no significaba nada para ella. Querría haber llamado a Joe y decirle la verdad, pero eso supondría contarle lo que había ocurrido en el pasado, y se sentiría tremendamente mortificada cuando tuviese que confesarle que había estado
persiguiéndolo sin ningún sentido de la vergüenza, que se había metido ella misma en la boca del lobo. Si le contara eso, Joe solo la despreciaría, y no creía que pudiera soportar que la mirara con desprecio. No, no podía decirle la verdad, así que lo dejó ir,
siguiéndolo con la mirada hasta el vestíbulo, donde se encontró con Taylor.
Lo escuchó reírse, y vio una expresión de auténtico deleite en el rostro de ella, no podía soportarlo iba a perderlo ante Taylor, y no había nada que pudiera hacer. Regresó como un zombi al salón, haciendo un enorme esfuerzo por no llorar.
¿Por qué había tenido que interponerse su orgullo?, ¿por qué había mentido a Joe, dándole pie a creer que había hecho el amor con Cody? ¿Cómo podía siquiera haber insinuado una cosa así cuando la realidad había sido totalmente diferente? De nuevo los recuerdos de aquella noche fatídica volvieron a su mente... en una fiesta en
el rancho, aprovechando que Ted había entrado en la casa, Cody había tenido la osadía de declarar su amor a Taylor. Ella lo había rechazado y él había bebido hasta ponerse borracho como una cuba. Un par de horas más tarde, Demi estaba ya dormida cuando Cody entró por la ventana de su dormitorio, dispuesto a obtener de ella lo
que Taylor le había negado. Saltó sobre ella e intentó forzarla pese a sus protestas y forcejeos, fue una suerte que Bella oyera sus gritos y acudiera en su ayuda.
Gracias a dios ya hacía muchos años de eso, pertenecía al pasado, se recordó. Sin embargo, de pronto cayó, frunciendo el entrecejo, en que Joe no se había referido al pasado cuando le había preguntado si había mantenido relaciones con Cody... ¡se había referido al presente! « ¡Ahora sí que la he hecho buena!», se dijo tapándose el rostro con las manos. Sin pretenderlo, había dado pie a Joe para que pensara que había compartido con Cody lo mismo que había compartido con él en la cabaña. ¡Eso era! había herido su orgullo haciéndole pensar que se había arrojado en brazos de
Cody sin el menor remordimiento después de lo que había surgido entre ellos.
Se levantó, temblando, preguntándose si tal vez pudiese alcanzarlo aún y sacarlo de su error, pero antes de llegar a la puerta del salón, se encontró con Curt y Jess que corrían por el pasillo hacia ella, mientras que Tay salía por la puerta principal del brazo de Joe, riéndose y bromeando. Ya era tarde, demasiado tarde... lo había perdido.
— ¡hola, tía Demi! —la saludaron al unísono sus sobrinos.
—ponen una película de ciencia-ficción en la tele. ¿Podemos verla? —le preguntó Curt.
—Claro, adelante —asintió ella forzando una sonrisa cuando el corazón le latía como un loco— ¿dónde ha ido vuestra madre?
—El tío Joe la lleva a la ciudad —explicó Jess—creo que a mamá le gusta.
—sí, yo también lo creo —lo secundó Curt.
De modo que ya era el «tío Joe», se dijo Demi gimiendo para sus adentros. Salió de la habitación antes de que los niños pudieran ver las lágrimas en sus ojos.
Tras ese día, Demi empezó a evitarlo de nuevo, y las pocas veces que se encontraban, él le lanzaba unas miradas tan duras y acusadoras, como si lo hubiese traicionado, que empezó a perder toda esperanza.
Tay y los chicos se marcharon el lunes a primera hora, pero Joe y ella habían pasado juntos la mayor parte del fin de semana, y Demi había observado que su cuñada se mostraba nerviosa y distante cada vez que Cody estaba presente. No, parecía que no estaba interesada en absoluto en él, sino en Joe. Otra esperanza que se iba a
pique...
Tras la marcha de Taylor, Cody, malhumorado, no hacía sino seguir a Demi a todas partes, preguntándole si ella comprendía por qué Taylor había estado evitándolo de aquel modo. La joven comprendió que estaba tan dolido como ella, y de algún modo sintió que aquello la reconfortaba un poco.
¡Qué caprichosos eran a veces los giros del destino!, se dijo mientras se dirigían juntos al picadero iban ver las dos yeguas nuevas que Joe había comprado. Después de lo mucho que lo había detestado, Cody estaba convirtiéndose en un amigo para ella...
—Demi, últimamente te notó muy cabizbaja.
La joven no dijo nada, sino que se apoyó en la valla de madera del picadero. Cody se colocó a su lado, apoyándose también en la valla
— sé que resulta extraño que yo, que he sido tu peor enemigo, te ofrezca mi hombro para llorar sobre él, pero las cosas han cambiado, y yo también en fin, solo quería decirte que, si necesitas hablar... aquí me tienes.
Demi alzó los ojos llenos de lágrimas hacia él, y esbozó una pequeña sonrisa. Él se la devolvió, y la atrajo hacia sí para darle un abrazo.
Era un abrazo puramente amistoso, pero a Joe, que los vio desde una de las ventanas del barracón, no le pareció amistoso en absoluto, era la primera vez en su vida que sentía algo tan fuerte como lo que sentía por Demi, y la primera vez que lo devoraban los celos, y esas emociones le resultaban difíciles de dominar. Maldijo entre dientes, salió fuera a grandes zancadas, montó sobre su caballo, y lo espoleó sin saber dónde diablos iba
— sé que resulta extraño que yo, que he sido tu peor enemigo, te ofrezca mi hombro para llorar sobre él, pero las cosas han cambiado, y yo también. en fin, solo quería decirte que, si necesitas hablar... aquí me tienes.
Demi alzó los ojos llenos de lágrimas hacia él, y esbozó una pequeña sonrisa. Él se la devolvió, y la atrajo hacia sí para darle un abrazo.
Era un abrazo puramente amistoso, pero a Joe, que los vio desde una de las ventanas del barracón, no le pareció amistoso en absoluto, era la primera vez en su vida que sentía algo tan fuerte como lo que sentía por Demi, y la primera vez que lo devoraban los celos, y esas emociones le resultaban difíciles de dominar. Maldijo entre dientes, salió fuera a grandes zancadas, montó sobre su caballo, y lo espoleó sin saber dónde diablos iba...