primer cap chicas. perdón la ree demora prometo no desaparecer x mucho tiempo solo espero q les guste esta nove q es mui linda... yo espero que no se hayan olvidado d miii :/ yo aun no m olvide d ninguna. jeje espero recibir sus comentarios las kiero y nos veremos pronto bye bye.. saludos...
Lo mejor de ser rico para Nick Jonas era que podía tener todo lo que se le antojara.
Subiendo por la carretera que llevaba a Maryland, en un soleada mañana de abril, sonrió mientras pisaba el acelerador de su motocicleta negra. Ademas, le encantaba tener poder para decidir su propio horario.
Era lo que estaba haciendo en ese momento. Su abuela había muerto hacia un mes y había que recoger la casa y prepararla para la venta. Nick podía haber contratado a alguien para el trabajo, pero la abuela Jonas había tenido el hábito de esconder dinero y joyas. No habían encontrado nada del tesoro familiar en su casa de Florida, por lo que la madre de Nick había supuesto que debía de estar en su casa de Maryland. Y él se había ofrecido voluntario para ir hasta el antiguo hogar familiar y buscarlo.
Además, Nick había zanjado por fin el asunto de su divorcio hacía una semana y había necesitado vacaciones. Después de cuatro año luchando por el dinero, su ex esposa había aceptado conformarse con gran parte de su compañía.
Ella lo había engañado. Le había sido infiel. Y había conseguido el treinta por ciento de todo por lo que él siempre había trabajado. La vida no era justa.
Nick necesitaba algo de tiempo para superar su rabia u el dolor y poder seguir adelante con su vida. Buscar joyas escondidas en una casa a casi mil kilómetros de distancia podría ayudarlo a relajarse y olvidar el pasado.
Por eso, se había tomado todo el mes de
vacaciones, sin tener que dar explicaciones a nadie. Pisando el acelerador,
tomó el desvío hacia Newland, el pueblo donde se había criado. Después de
comprar la editorial que publicaba sus novelas gráficas, se había mudado con
toda su familia a Florida, para poder disfrutar del sol. Sus padres habían
vuelto de vez en cuando. Su abuela había pasado los veranos allí. Pero Nick
llevaba quince largos años sin regresar. Se había convertido en un hombre rico.
Ya no era el chico rarito y flacucho con quien nadie había querido jugar. Se
había convertido en un hombre alto y fuerte que había sabido utilizar su
talento para hacerse una fortuna.
Cuando llegó a la calle principal, giró
hacia la casa de su abuela y enseguida divisó la vieja construcción. Las
contraventanas de madera azul hacían destacar las blancas paredes. Un alto seto
bordeaba el camino de entrada, dándole una mayor sensación de privacidad. Era
un escenario tranquilo, sencillo. La clase de vida que disfrutaba la gente de
allí, muy distinta del ajetreo de trabajo y fiestas al que su familia y él se
habían acostumbrado en la Costa Este.
Nick paró el motor, se quitó el casco y
se sacó las gafas de sol de un bolsillo. Tras ponérselas, se acercó a la puerta
de madera del garaje y la abrió de un tirón. Su abuela no había usado cerrojo
ni puertas de apertura automática. Aquel pueblo era tan tranquilo como seguro.
Otra diferencia esencial con el sitio donde él vivía. En Newland, todo el mundo
conocía a sus vecinos y se llevaba bien con ellos. Él echaba de menos esas
cosas.
Ignorando el olor a cerrado que lo
envolvió, metió la moto en el garaje.
–Hola.
Nick se detuvo, miró a su alrededor y,
al no ver a nadie, continuó con lo que estaba haciendo.
–Hola –repitió la voz, más alto.
Siguiendo el origen del sonido con la
mirada, se topó con un chiquillo que no debía de tener más de cuatro años.
–Hola –volvió a decir el niño,
sonriendo, parado entre el seto que separaba la casa de la de al lado.
–Hola, chico.
–¿Es tuya esa moto?
–Sí –contestó Nick y se acercó a él para
apartar los arbustos del seto y poder verlo mejor.
El pequeño tenía el pelo castaño, corto
y alborotado. Llevaba una camiseta manchada de tierra y los pantalones le
quedaban demasiado grandes.
–¿Puedo dar una güelta?
–Querrás decir una vuelta –repuso Nick y
miró hacia su moto–. Um –murmuró, pensativo. Nunca había llevado a un niño en
su moto. Lo cierto era que apenas se relacionaba con niños.
–Jerry…
Cuando la melodiosa voz flotó hasta él, Nick
se quedó sin aliento.
Miley. Miley Cyrus. La chica más guapa del
instituto. Era la nieta de la vecina de su abuela. Hacía años, él la había
ayudado con los deberes de álgebra solo para poder sentarse a su lado.
–¡Jerry! ¿Cariño? ¿Dónde estás?
Suave y dulce, su voz penetró en Nick
como la primera brisa de la primavera. Miró al pequeño.
–Supongo que tú eres Jerry.
El niño sonrió.
De pronto, el seto se movió y allí
estaba ella, con el pelo rubio recogido en una cola de caballo.
Durante los últimos quince años, Nick
había cambiado en casi todo. Ella, sin embargo, parecía haber quedado congelada
en el tiempo. Sus enormes ojos azules seguían brillando bajo densas pestañas.
Sus jugosos labios sonreían como si fuera lo más natural del mundo. Su piel
seguía teniendo el mismo aspecto cremoso y suave, igual que si fuera una
adolescente, aunque ya tenía treinta y tres años. Llevaba una camiseta azul y
pantalones cortos que acentuaban su pequeña cintura y sus bonitas caderas. Y
sus piernas eran tan perfectas como cuando había actuado como animadora del
equipo de fútbol del instituto de Newland.
Que bueno que regresaste, ya extrañaba tus novelas Niley, siguela pronto
ResponderEliminarSiguelaaaa :)
ResponderEliminarAmo niley. Me encanta tu novela :-) Atte.Vanessa
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