Sacó las piernas de la cama y reprimió el deseo de agarrarla por el brazo y tirar de ella para recordarle cuál había sido su reacción al beso.
Siempre había existido atracción entre ellos, pero Nick nunca la había manifestado. Miley siempre había sido demasiado inocente. Y además estaba enamorada de él. Si se hubieran dejado llevar por la pasión, habrían acabado muy mal. Por eso Nick creía haber hecho lo correcto la noche en que ella le ofreció su virginidad.
Era obvio que aquel rechazo aún dolía. De lo contrario, ¿por qué estaba tan furiosa?
—Si sigues enfadada por…
Miley soltó un grito ahogado y le arrojó un zapato.
—No estoy enfadada por eso. Olvídalo. Era joven y estúpida. Desde entonces me he acostado con muchos hombres, y todos ellos han sido mucho mejores amantes de lo que tú podrías haber sido. Algunas mujeres pueden encontrarte atractivo, pero yo no.
Su teléfono volvió a sonar por cuarta vez. Sin pensarlo, Nick saltó de la cama y la agarró del brazo, tiró de ella hacia él y la besó apasionadamente. Sintió cómo se debilitaba en sus brazos y la sujetó por la cintura cuando las rodillas le flaquearon. Cuando finalmente se retiró, Miley tenía el rostro encendido y los ojos cerrados. Nick volvió a tener una erección. Iba a ser una semana infernal si aquello era el comienzo… Quizá fuera el momento de satisfacer la curiosidad sexual que siempre habían sentido el uno por el otro.
— ¿Vas a contestar al teléfono? —le preguntó.
—Puede esperar —respondió ella sin aliento.
—Sí —murmuró él—. Es lo que pensaba…
Nada había cambiado. La deseaba igual que siempre.
Miley abrió los ojos y lo miró. Un suspiro se le escapó de los labios.
—Se… será mejor que me vista. Nos están esperando para desayunar —agarró rápidamente su bolsa y corrió al cuarto de baño, cerrando la puerta tras ella.
Nick se sentó en la cama y sonrió. Aquello era un comienzo, pero quizá fuera todo a lo que podría aspirar. Miró a su alrededor, se puso los vaqueros y sacó una camiseta limpia de su bolsa. Encontraría la manera de continuar lo que habían empezado…
Cuando bajó las escaleras, la cocina estaba llena de gente. La madre de Miley, Billy, estaba preparando las tortitas para la familia. Su hijo mayor, Zac, sólo era un año mayor que Nick, pero ya tenía esposa y tres hijos. Después de Miley venían Jason y Demi, y por último Braison, quien se graduaría en el instituto en junio. Zac estaba leyendo las páginas de deportes y hablando de los Bulls con Frankie, el hermano menor de Nick.
—Buenos días a todos —dijo Nick, sentándose a la mesa.
— ¿Salchichas o beicon, cariño? —le preguntó Billy.
—Beicon —respondió Nick, y un momento después tenía un plato frente a él. Alargó un brazo hacia la mantequilla y el sirope.
El hogar de los Cyrus era tan parecido al suyo que se sentía como en casa. No podía recordar las veces que había comido en aquella cocina, normalmente con varios de sus hermanos. Ni Billy ni Paul, la madre de Nick, se molestaban en separar a sus respectivos hijos a la hora de la comida. Quienquiera que estuviera sentado a la mesa acababa comiendo allí, sin importar a qué familia perteneciera.
Apenas había empezado a comer, cuando Braison entró por la puerta trasera, cubierto de nieve y con los brazos cargados de leña. Le dedicó una sonrisa de complicidad a Nick y soltó la leña junto a la puerta.
—Buenos días, Nick. ¿Cómo has dormido?
—Braison, quiero que lleves un poco de leña a casa de Denisse y Paul —dijo Billy—. Nosotros tenemos de sobra. Nick puede ayudarte a cargarla en tu camioneta.
Braison sonrió.
—Oh, creo que estará demasiado cansado para ponerse a cargar leña, mamá. ¿Has dormido poco, Nick?
—Quería buscar un colchón nuevo para esa cama —dijo Billy—. Ése está lleno de bultos, ¿verdad?
—De bultos no —dijo Braison—. Quizá de personas…
La madre de Nick frunció el ceño.
— ¿De qué estás hablando, Braison?
Todos los presentes se giraron para oír la respuesta de Braison.
—Miley estaba durmiendo con Nick.
Billy ahogó un gemido.
— ¿Miley está en casa? ¿Cuándo ha llegado?
—A las tres de la mañana.
Todos volvieron a girarse, esa vez hacia Miley, que estaba de pie en la puerta de la cocina. Iba vestida con un jersey de lana azul y unos vaqueros desteñidos.
—Creía que era Demi quien estaba en la cama —explicó—. Sólo fue un error. Y no pasó nada.
—Demi está en el hotel —dijo Billy, dándole un efusivo abrazo a su hija—. No te has enterado de la gran noticia, ¿verdad?
—Nick me lo ha dicho. Joe y Demi… ¿Quién lo hubiera imaginado? —Se aclaró la garganta y miró las expresiones de curiosidad de sus hermanos—. No pasó nada. Fue un error.
—Pues claro que no pasó nada —corroboró Billy—. Nick y tú sois como el agua y el aceite —besó a Miley en la mejilla y le sonrió a Nick—. ¿Cómo pudiste confundir a Nick con Demi?
—Tenía la cabeza bajo la almohada —explicó Miley.
—Bueno, como es evidente que no habéis estado incómodos, quizá debería haceros compartir cama el resto de la semana —bromeó Billy—. Oh, y Demi va a pedirte que seas su dama de honor, cariño, y espero que aceptes… ¿Beicon o salchichas?
—Tomaré sólo las tortitas —respondió Miley, mirando a Nick por encima de la mesa—. Y no tienes que preocuparte por mí. He reservado una habitación en el hotel —hizo una pausa—. Podré echarle una mano a Demi, y Nick puede quedarse con su habitación para él solo.
Buscó un sitio en la mesa y Jason le hizo espacio entre Nick y él. Miley apartó la silla de mala gana y se sentó. Su madre le puso un plato delante y Nick le sirvió un vaso de zumo de naranja. Se lo tendió y ella lo aceptó dubitativamente y lo dejó junto al plato.
Los dos comieron en silencio, fingiendo que escuchaban la conversación de los demás. Nick le rozó el pie con el suyo y ella casi se atragantó con el zumo.
Era delicioso poder tocarla, pensó Nick. Sintió cómo ella le apartaba la pierna con la mano y él metió el brazo por debajo de la mesa para agarrarla, entrelazando los dedos con los suyos. Los ojos de Miley se le abrieron como platos cuando el pulgar de Nick se posó en su muñeca, justo donde le latía el pulso.
— ¿Cuál es el plan para hoy? —preguntó Miley con la voz ligeramente entrecortada.
—Demi te ha elegido un vestido y tienes que ir a la tienda a probártelo. Está nevando mucho. Jason te llevará en su camioneta.
—Yo la llevaré —se ofreció Nick, apretando la mano de Miley—. Tengo que hacer algunos recados en el pueblo.
—Puedo ir yo sola —protestó Miley, apartando la mano.
Billy le sonrió a Nick.
—Gracias, cielo. Sabía que podía contar contigo —juntó las manos y miró a Nick y a Miley—. Es estupendo volver a verlos a los dos juntos. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
—seis años —respondió Miley. Agarró su plato y se levantó—. Tengo que hacer unas llamadas. Y puedo ir yo sola al pueblo. Tengo que pasarme por el hotel antes de ir a probarme ropa —fulminó a Nick con la mirada y salió de la cocina.
Nick se levantó y llevó su plato al fregadero.
—Todo sigue igual… Vamos, Braison, tenemos que cargar esa leña.
—Oh, yo creo que algo sí ha cambiado —dijo Braison, riendo, mientras se ponían los abrigos.
—No creo que necesites ayuda con la leña —replicó Nick.
—Lo siento —murmuró Braison.
Nick siempre había podido ocultar sus sentimientos hacia Miley. Pero desde que la encontró aquella mañana abrazada a él en la cama, supo que quería explorar esos sentimientos. Ya no eran jóvenes. Eran personas adultas y no había reglas para separarlos. Era el momento de poner a prueba la atracción que ardía entre ellos, y él estaba decidido a hacerlo.
mee encaantoo tee
ResponderEliminarqueedoo supeer
geneaal
oyee un favorr pasate por
mi blog pliss
el link es
http://mileyandnickforever.blogspot.com/
aWWWWWWWWWW!!!
ResponderEliminarPor Fin Nick le ace qazo!!!
Pero xqe ella se reusa tanto!!!
Qe Mal!!!
Hahaha
aunqe ezta bien qe ze aga de rogar!!!
xD
Bezos ii Cuidate!!!
Zube PronTo!!!