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lunes, 25 de abril de 2011

"♥" RINGS OF WEDDING "♥" Niley"♥ Cap 9


Holis ak les dejo el siguiente cap chicas espero q les guste... las quiero muuuchisimooo... :P


Miley había decidido esperar en el aparca­miento de los grandes almacenes a que Nick terminara sus compras. Pero llevaba esperando ya una hora, a pesar de que él había prometido estar de vuelta en quince minutos.
Soltó el volante, que estaba agarrando ner­viosamente y golpeó con el puño en el salpica­dero, con lo que se encendió la radio. A Nick no le había gustado nada el coche que ella ha­bía conseguido, pero no había otra cosa. Había mirado en varias agencias de alquiler y en todas ocurría lo mismo. O no funcionaba el ordena­dor debido al cambio de milenio o los únicos coches que tenían eran demasiado caros. Les dijeron que todo el mundo estaba marchándose de Las Vegas por carretera, ya que debido a los fallos en los ordenadores se habían tenido que suspender bastantes vuelos.
Así que habían tenido que conformarse con un Toyota con diez de años de antigüedad.
Además, no era tan mal coche. Las ruedas gi­raban y el claxon funcionaba. Sin embargo, el silenciador no debía estar en muy buen estado a juzgar por el humo que echaba y el ruido que hacía. Había alquilado el coche para una sema­na por ciento veinticinco dólares. Eso quería decir que les habían sobrado setenta y cinco dólares de su tarjeta de crédito. Con ese dinero, ella podría comprarse un vestido de verano y un par de zapatos en alguna tienda de las afue­ras.
Lo cierto era que tenía tantas ganas de qui­tarse su «traje de novia» como Nick. Entonces, le vino a la mente la ceremonia en la calle Fremont bajo todo ese juego de luces. Aunque pa­reciera raro, aquel tipo de ceremonia sería la que ella habría elegido para casarse. Miley odiaba esas ceremonias tradicionales que tanto gustaban a su madre. Pensaba que, si una mujer iba a casarse, por lo menos tenía que divertirse. Una boda múltiple, al lado de cientos de novias más, era algo que no podía olvidarse fácilmen­te.
—Lo malo es que el novio no puede recor­darlo —murmuró con cierto sentimiento de cul­pa.
Quizá no debería haber llegado a casarse con él, pero cuando él se lo había preguntado, a la salida del casino, ella se había visto arrastra­da por la espontaneidad del gesto. Desde el momento en que dijo que sí, había estado tra­tando de convencerse a sí misma de que había razones de peso para casarse. Tenía que mante­ner a Nick alejado de Demi Lovato.
Y aun así, cuanto más lo pensaba, más con­vencida estaba de que no era ése el motivo por el que se había casado con él. Nick era atracti­vo y encantador cuando bebía suficiente cham­pán. Y además, había sido el primer hombre que se lo había pedido y se había sentido obli­gada a aceptar. Seguidamente, recordó la noche de bodas...
Miley dio un suspiro de frustración. Nunca había tenido demasiada suerte con los hom­bres. No siempre había sido culpa de ellos, ya que, normalmente, no sabía elegir y se quedaba con los perdedores, con los holgazanes, con hombres que no eran capaces de dar amor. Quizá lo hacía para protegerse a sí misma.
Desde siempre, los había utilizado como un arma contra sus padres. Por eso elegía y llevaba a casa a vagabundos y delincuentes. Aquello se hizo una costumbre que jamás fue capaz de romper. Nick Jonas había sido también una elección equivocada, especialmente como mari­do. Hasta el momento del ascensor, se habían odiado el uno al otro.
Pero aquello había cambiado. Nick no era el hombre que ella pensaba. No era aburrido, sino simplemente reservado. No era serio, sino tímido.
 Por eso quería que le cayera bien y caerle bien a él.
Era un hombre fascinante y Miley había conocido a pocos de los que pudiera decir lo mismo. Y, a pesar de su riqueza y poder, era sorprendentemente sencillo. Podía comportarse como una persona normal si la situación lo exi­gía.
Miley recordó la madrugada pasada y al hombre con el que se había acostado. Le había costado un gran esfuerzo mantenerse en su lado de la cama, viendo aquel cuerpo esbelto desnudo y pensando en lo que sucedería cuan­do se despertara. Lo había estado mirando mu­cho tiempo, tratando de descubrir el misterio del hombre con el que se había casado. Final­mente, llegó a dormirse, para despertarse poco después acurrucada contra él. Sólo la sábana los separaba. Incluso en ese momento, el re­cuerdo la hacía sentirse a salvo.
Si llegaba a casarse alguna vez... con un hombre que recordara que se había casado con ella y no tuviera a su novia esperándolo en otra ciudad, esperaba que su marido se pareciera un poco a Nick. Que fuese fuerte y seguro. Con un hombre así, por lo menos sabías a qué ate­nerte.
—Me detesta —murmuró en voz alta—. Está impaciente por divorciarse de mí y volver con Demi —gimió, apoyando la frente contra el volante.
Desde luego, no podía convertir a Nick en el hombre de sus sueños. Había ido a Las Vegas con ella por un capricho, por una decisión to­mada en un momento vulnerable. Se habían ca­sado sin pensar en la gravedad del acto e iban a tener que pasar varios días juntos hasta solucio­nar el desastre que habían organizado.
Sonó un golpe en la ventanilla y Miley se sobresaltó. Se volvió y vio a Nick al lado del coche. Iba vestido con unos pantalones de co­lor caqui, un polo y una chaqueta deportiva. En la mano, llevaba una maleta de piel y tres enor­mes bolsas.
Miley sintió que la sangre comenzaba a hervirle. ¡No debería haber confiado en él! Se­guro que se lo había gastado todo. Miley sol­tó una maldición entre dientes y salió del co­che. Bien, si Nick quería divorciarse, tendría que arreglárselas para conseguir el dinero. Ella no iba a malgastar más tiempo y energías en preparar los detalles.
—Una ropa preciosa —dijo, apoyándose en el coche.
Nick rodeó el coche por la parte delantera y se inclinó al ver un faro roto.
—No puedo decir lo mismo del coche que has elegido, aunque ya sé que no nos podía­mos gastar mucho.
Miley hizo un gesto con la cabeza. Debería estar enfadada, pero no lo estaba. Si era sincera, estaba feliz de que él se hubiera gastado todo el dinero del divorcio. Aunque sabía que ese pen­samiento era una insensatez.
—Lo gastaste todo, ¿no?
—No gasté ni un penique —contestó con una sonrisa de satisfacción—. Tenía una tarjeta de crédito que me valía para una de las tiendas del centro comercial. Crédito que he agotado en menos de una hora.
—Entonces, ¿seguimos teniendo dinero para el divorcio?
—Claro. Y también he traído algunas cosas para ti. Mira —le enseñó una de las bolsas—, creo que he pedido la talla correcta.
— ¿Me has comprado ropa? —preguntó sor­prendida de su generosidad y secretamente complacida.
—Algunos vestidos y un jersey. He oído que en el desierto las noches son frías. Sé que nece­sitas zapatos, pero no sabía tu número. Así que compré un modelo en todas las tallas entre la treinta y siete y la treinta y nueve.
Miley sacó la ropa de la bolsa y contempló los tres vestidos de algodón de colores alegres y el jersey de cachemira de color azul intenso. También había unos pantalones negros, una ca­miseta de rayas y un sombrero de paja. Miley alzó la vista.
—Es para el sol —explicó él.
La mujer se quedó en silencio, admirada de su generosidad y buen gusto. Nick había elegi­do justo lo que ella habría comprado.
— ¿Te gusta todo? Si no, podemos cambiarlo.
—No. Todo es... perfecto. Es justo lo que yo habría comprado.
—Te gustan los colores fuertes, ¿verdad?
—Sí.
En ese instante, sintió ganas de abrazarlo y darle un beso. Raramente le sorprendían los hombres, pero Nick la había dejado sin habla. La segunda bolsa contenía los zapatos y la ter­cera, accesorios de maquillaje y perfume. Nick también había estado en el departamento de lencería, ya que encontró varias prendas de ropa interior de encaje y un camisón sencillo en la cuarta bolsa.
—No lo elegí yo. Fue la dependienta —ase­guró.
—Entonces, creo que está todo listo.
—Así es —contestó él, separándose del co­che y mirándolo pensativo—. Es una pena que no tengan también coches de alquiler. He inten­tado que me dieran algo de dinero en metálico, pero no han aceptado, así que compré esto — añadió, mostrando su muñeca.
— ¿Has comprado un reloj?
—Si nos quedamos sin dinero, podemos em­peñarlo —explicó. Luego, sacó una caja del bolsillo del pantalón—. Ábrela.
Conteniendo el aliento, Miley abrió la tapa. Dentro había un anillo de oro y diaman­tes, tan bello, que no podía imaginar otro que le gustara más.
—No... no entiendo.
—También se podría empeñar, si lo necesita­mos. Vamos, póntelo.
—No creo que...
—Así no lo perderás —aseguró, quitándole la caja de la mano y poniéndole el anillo en el dedo.
Miley dio un suspiro profundo.
—Es una buena idea.
Se miraron unos segundos a los ojos. Miley se sentía atrapada por la mirada de él. Notó un estremecimiento por todo el cuerpo y tuvo deseos de acercarse y besarlo. O por lo menos, sentía que tenía que decirle que estaba siendo muy amable. Debería disculparse por la manera en que lo había tratado y por todas las cosas que había dicho sobre él y su dinero. Pero, de repente, se dio cuenta de que los sentimientos que comenzaban a nacer en ella podían llegar a ser muy peligrosos. No podía enamorarse de Nick Jonas, ni siquiera un poco. Ni siquiera durante unos días.
—Deberíamos irnos —dijo finalmente.
—Dame las llaves. Yo conduciré.
Miley se quedó atónita por la forma autori­taria de decirlo. Mientras se calmaba, metió con cuidado la ropa en las bolsas. Por eso precisa­mente no podía enamorarse de Nick Jonas. ¡Era un hombre demasiado arrogante para ella!
—No, no conducirás tú. Yo alquilé el coche y seré yo quien conduzca. Además, no confío en que sepas conducir.
— ¿Por qué no?
— ¿No suele llevarte un chófer como a todos los ricos?
Nada más terminar de decirlo, lo lamentó.
¿Por qué no había término medio en sus emo­ciones hacia ese hombre? Tan pronto se sentía atraída por él, como lo odiaba.
—Yo conduciré el maldito coche, Miley. Tú irás de copiloto. Y ahora dame las llaves.
Ella le tiró las llaves a la cara, más enfadada consigo misma que con él. Había veces que la compañía de Nick le hacía sacar lo mejor de sí misma, pero otras veces era al contrario.
—Gracias —dijo, alcanzándolas antes de que le dieran en la nariz.
—Estoy deseando divorciarme cuanto antes.
—Espero que hayas echado gasolina, por­que no vamos a parar hasta llegar a México.
Miley fue hacia la parte de atrás del coche y no pudo evitar fijarse en el anillo. ¿Por qué le habría comprado eso, en lugar de unos pen­dientes o un collar?
Luego, tiró las bolsas dentro, pensando en que era una pérdida de tiempo tratar de imagi­narse las razones de Nick. Estaba segura de que la ropa que le había comprado no era un regalo, sino una manera de decirle que no le gustaba su vestido. Y el anillo era una inver­sión, no una señal de adoración secreta.
Miley cerró la puerta y dio un suspiro pro­fundo. Todo estaba sucediendo demasiado de­prisa y no había manera de evitarlo. Aunque no había dudado al casarse con él, sí tenía dudas respecto al divorcio.
—No sé si me gusta lo de ser «la primera mu­jer de Nick Jonas» —se dijo en voz baja, mirando a través de la ventanilla mientras el coche comenzaba a salir del aparcamiento.

9 comentarios:

  1. wow que largoooo
    jejejejeje
    me encantooo
    sube prontooo
    XD

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  2. q bonito cap me justa mucho tu nove

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  3. Me gustaa!!! :)
    re bueno el cap!!

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  4. Awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww!!!
    Qe Qapp!!
    Maz ermozoo
    Ze ezta enamorando!!
    u.u
    Me guzto ii Muxooo
    Nozotraz tambien te qeremoz
    weno al menoz ioo
    aunq eno dudo qe laz otraz zi!!
    ahahahha
    me zalgo de un tema para el otro
    ^^
    Bye
    xoxoxooxoxoxoxox
    Ñiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!*
    xD

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  5. me encanto jajaja:) es genial . amo la pareja lo sabes :)

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  6. hey sube luego el capi !!!!!! bye besos <3

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  7. Hermosa tu nove , la lei toda hoy porque, yo antes leia la anterior y la termine y no sabia que habias creado otra ... Pasate por mi blog, estoy haciendo algo diferente , una nove con videos :) espero que te guste :D

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  8. olaaa amee
    aaww ya regresaaaq
    ya lei el capii
    me super megaa encaantoo
    aaaw no sabesw cuanto te extrañeee
    jejeje
    pero buenoo
    jejejeje
    espero pronto el siguiente
    un beso enorme emiii

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