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sábado, 23 de abril de 2011

"♥" RINGS OF WEDDING "♥" Niley"♥ Cap 8




— ¡Quinientos dólares! —gritó Miley—. Nunca pensé que nos dieran tanto.
Nick observó cómo Miley guardaba el di­nero en el bolso. Luego, volvió la cabeza hacia la tienda de empeños. Y finalmente, volvió a mirar a Miley. No había duda de que su belle­za y generoso escote habían ayudado a que les pagaran más por el Rolex. El dueño de la tienda se había pasado todo el tiempo con la mirada fija en el escote. Y lo que era peor, Miley se había echado dos veces hacia delante, dejándo­le ver más aún al tipo. Decididamente, era una desvergonzada.
Nick pensó que, si hubiera podido empeñarla a ella también, habría obtenido una buena suma.
— ¿No crees que ese vestido que llevas es de­masiado llamativo? —preguntó Nick, observan­do el vestido y deteniéndose durante un instante en el escote. Después de desayunar, se habían puesto la misma ropa de la noche anterior. De haber sabido que se iba a marchar con Miley Cyrus a Las Vegas, él habría llevado más ropa. Y si hubiera sabido que iba a casarse con ella, habría saltado del avión en marcha.
— ¿Qué le pasa a mi vestido? Mira a tu alre­dedor. No somos los únicos que vamos vestidos de etiqueta. Además, gracias al vestido el hom­bre nos pagó más. Sólo quería darnos trescien­tos dólares por él.
Aunque el vestido era adecuado para ir a una fiesta, a la luz del día resultaba demasiado llamativo. Todos los hombres se volvían a mi­rarla e incluso Nick estaba empezando a sentir­se inquieto ante la imagen de sus pechos.
—Bueno, pero vamos a tener que conseguir otras ropas. No podemos ir a México vestidos igual que para la fiesta de Nochevieja.
Nick se maldijo en silencio por la fasci­nación que el cuerpo de ella provocaba en él. No podía quitarse de la cabeza la imagen del cuerpo desnudo de Miley a través del cristal del cuarto de baño del hotel.
Sin poder controlarse, Nick comenzó a pre­guntarse si su piel sería tan suave como parecía. ¿Se le endurecerían los pezones si él se los aca­riciara? Si al menos pudiera acordarse de la no­che de bodas...
Nick resopló. Tenía que hacer algo antes de que perdiera del todo el control.
—Tenemos que cambiarnos. Ese tipo del ho­tel nos dijo que había un centro comercial en esta misma calle.
—Pero no creo que podamos permitírnoslo —dijo Miley.
— ¿Es que piensas ir a México así vestida?
— ¿Te preocupa mi comodidad o más bien lo que la gente pueda decir? Desde luego, por mí no te preocupes, yo estoy bien así.
Nick se fijó en que Miley estaba comen­zando a enfadarse, y él no tenía ganas de discu­tir de nuevo. Más bien tenía ganas de besarla.
—Por lo que a mí respecta, puedes ir desnu­da, si así lo deseas —mintió él—. Pero mi esmo­quin huele a humo y a champán, así que yo voy a cambiarme.
—No tenemos dinero —insistió ella.
—Tenemos lo del Rolex.
—Lo del Rolex es para pagar el divorcio. Y los doscientos dólares que tenemos en efectivo son para la gasolina y la comida. En cuanto a los doscientos dólares que me quedan en la Visa son para alquilar el coche. Además, eres tú quien quiere divorciarse cuanto antes. A mí no me importaría quedarme en Las Vegas y esperar diez días para divorciarnos.
—Tampoco tenemos dinero para quedarnos aquí diez días —le recordó Nick.
—Bueno, siempre puedes jugarte lo que nos queda. A lo mejor esta vez tenías suerte.
—Muy graciosa.
—Bueno, pero llevo razón. Tenemos que ahorrar dinero para poder llegar a Tijuana y di­vorciarnos cuanto antes.
—Dame sólo cincuenta dólares —dijo él, ex­tendiendo la mano—. Me compraré una cami­seta y unos vaqueros.
Miley sacudió la cabeza.
—Te recuerdo que tanto el dinero del Rolex como las ganancias del juego son míos. Así que dame el dinero —le dijo, tratando de agarrar el bolso.
— ¡No! —se apartó ella.
Nick apretó los dientes.
—Puedes descontarme los cincuenta dólares de mis comidas.
— ¡Oh, por favor! ¿Prefieres ir bien vestido que comer?
— ¡Tú dame el dinero de una vez, Miley! No quiero que me obligues a quitártelo a la fuerza.
Ella vio que él parecía dispuesto a cumplir sus amenazas, así que abrió el bolso y le dio el dinero que habían sacado por el Rolex.
—Yo sólo me quedaré los doscientos del juego. O sea, que te doy todo el dinero destina­do a pagar el divorcio. Si te lo gastas, tendre­mos que seguir casados.
—Créeme, no me lo gastaré todo —replicó él. Luego, se volvió y se puso a buscar un taxi, pero al ver que ella no lo seguía, se volvió para ver qué estaba haciendo—. ¿Por qué no vienes?
—Hay una tienda para alquilar coches una manzana más arriba. Tú espera aquí mientras consigo el coche. No debemos malgastar el di­nero en taxis.
Él se sentó en un banco y estiró las piernas.
—Bueno, pero asegúrate de que el coche tiene aire acondicionado. Y si puede ser, alquila un Mercedes o un BMW.
Miley sacudió la cabeza.
—Oh, claro. Y también me aseguraré de que la tapicería sea de cuero y de que tenga repro­ductor de discos compactos.
—Eso estaría bien, aunque no es imprescin­dible.
Ella se acercó hasta donde él estaba.
—Pero, ¿en qué planeta vives tú? Por dos­cientos dólares es imposible alquilar un Merce­des. Por ese dinero sólo podremos conseguir un coche barato.
—Bueno, pero asegúrate de que tiene aire acondicionado. Acuérdate de que tenemos que atravesar el desierto y en esa clase de sitios sue­le hacer calor.
—Claro, y tú no querrás que tu ropa limpia acabe sudada. No te muevas de aquí —dijo, dándose la vuelta y alejándose de él—. Si no es­tás en este mismo sitio cuando vuelva, me iré con el coche a Chicago y le diré a todo el mun­do que nos hemos casado.
Nick se quedó observando cómo se alejaba, moviendo las caderas de un modo muy sensual. Lo cierto era que Miley Cyrus le resultaba una mujer muy atractiva.
—Ahí va mi mujer —murmuró. Nick se echó a reír. Seguramente, muchos hombres le envidiarían por tener una esposa como ésa, pero él lo único que quería era divorciarse de ella. Tenía que corregir el estúpido error en el que el exceso de champán le había hecho caer.
Quiso mirar la hora, pero luego se dio cuen­ta de que no tenía reloj. Debía de ser la una más o menos. Si llamaba a Joe a Chicago, qui­zá él le ayudara a salvar su compromiso con Demi. Su prometida confiaba en él, ya que se conocían desde pequeños.
Mientras buscaba un teléfono, pensó en lo que le diría. Le contaría que tenía que resolver todavía algunos asuntos antes de regresar.
—Bueno —murmuró para sí mismo—, más que algunos asuntos, lo que tenía que resolver era un problema enorme. Y su nombre era Mi-ley.
Le pediría a Joe que cuidara de Demi hasta su vuelta. No entraría en detalles ni men­cionaría a Miley. No quería que nadie supiera que estaba con ella.
Eso sí, le iba a resultar difícil soportar su compañía. Miley Cyrus tenía la facultad de encender su sangre y de hacerle perder el sentido.

6 comentarios:

  1. me encantooooo
    sube prontoooo
    jejejejej
    esta genial

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  2. me encantoooooooooooooooooooo esta super . espero que subas pronto.

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  3. me encantoooo espero
    el otro bye besos
    <3 <3 <3 <3 <3 <3

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  4. AAAAHHH!
    me encaanto el
    capii aaahh
    genealisimooooo
    espero pronto el siguiente
    TQM...CUIDATHEEEE

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  5. Pfff!!
    Hhahaha
    qomo ez Miley
    la adoro
    no ze deja
    ii el otro
    qon qe tengo qe zoportarla hahha
    ni el ze la qree
    xD
    Ezpero el proximo
    Y no ze zi lo del mzm zigue en pie
    peor xziaqazo e lo agradezqo
    Bye
    ii Cuidate muxo
    emi!!
    xD

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  6. Hacia dias que no podia leer la nove, pero al fin pude ME ENCANTO :)

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