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domingo, 29 de abril de 2012

"The son of the Greek magnate" Nueva nove NILEY Cap 16






ak esta el otro cap.. espero q les guste!! y ahora subo otro mas!! un beso y las kiero mucho..  y comenten!! ;) 



Día 11: Jueves por la tarde

Unos minutos después de la llegada de Nick a Sistemas Miller, Miley fue llamada a su despacho.
Él la miró con ojos helados.
— ¿Por qué has venido hoy a trabajar? ¿Estás loca?
¿Loca? Como la mayoría de la gente, que responde a una crisis aferrándose a la rutina, a Miley ni siquiera se le había ocurrido la idea de quedarse en casa.
—Yo... pues...
— ¿Es que crees que quiero ver a mi hijo por primera vez en la guardería de la empresa? —la mirada hostil del hombre encendía sus facciones—. Ve abajo y saca a mi hijo de aquí. Después, entra en el coche que está esperando en la puerta y llévate a Frankie a mi casa.
Angustiada por su hostilidad, Miley asintió. Debería haber pensado que Nick querría conocer a Frankie. Pero solo cuando él le había dado el conejito de terciopelo, significando su deseo de aceptar a un niño que él creía engendrado por otro hombre, Miley se había dado cuenta de lo fuertes que podrían ser los sentimientos de Nick por su propio hijo.
—Tú habías decidido que me había acostado con otra mujer y te vengaste negándome el derecho de conocer a mi hijo —la condenó Nick entonces.
—Rompimos mucho antes de que supiera que estaba embarazada —protestó Miley—. ¿No recuerdas que solías hablar de aquel amigo tuyo, según tú “atrapado” por una buscavidas que se había quedado embarazada?
—No intentes justificarte de ese modo. El hijo de esa mujer podría ser de una docena de padres. Lo nuestro era muy diferente... o, al menos, yo creí que lo era...
Miley se puso colorada.
—Pero yo creí que tú me acusarías de querer atraparte porque eres rico... ¡No quería que me pusieras la etiqueta de buscavidas!
—Estoy esperando tu dimisión —dijo Nick entonces, como si no hubiera hablado. Decidido, aparentemente, a no permitir que se defendiera.
— ¿Y encima me despides?
—Solo estoy protegiendo a la madre de mi hijo para que no siga ensuciando su reputación y la mía.
—Ayer me dijiste que te daba igual lo que pensara la gente...
— ¡En cuanto entré en este edificio deberías haberme dicho que tenías un hijo y que era mío! Deberías... —Nick dejó escapar una risa amarga— deberías habérmelo dicho cuando descubriste que estabas embarazada. Yo no te habría dejado sola cuidando de mi hijo...
— ¿Aunque fuera culpa mía que se engendrara?
—Soy lo suficientemente mayorcito como para saber que haciendo el amor nacen niños. Y que, a veces, ese particular evento creativo está fuera de nuestro control.
Miley se sintió como un gusano. Y era él quien la hacía sentirse así. Lo había juzgado mal, se había equivocado tomando decisiones, había asumido lo peor, se había rendido a sus pesimistas expectativas.
Intentando contener las lágrimas que amenazaban con asomar y con un nudo en la garganta, reunió fuerzas para hacerle la pregunta definitiva:
—Entonces... si hubiera acudido a ti hace un año diciéndote que estaba embarazada, ¿qué habrías hecho?
Los hermosos ojos del hombre la cortaron como cuchillos.
—Hubiera dicho que era el destino... y me habría casado contigo.
—Debe de ser muy fácil ser perfecto y saberlo siempre todo... cuando las cosas ya han ocurrido.
Miley salió del despacho entonces, sintiendo que él había desgarrado su corazón.





"The son of the Greek magnate" Nueva nove NILEY Cap 15


bueno niñas ak les dejare un cap d la nove... asi q depende d los comentaros q tenga subire los siguiente xq ya casi es el final... :( 
 y muuuchas gracias x sus comentarios en las otras noves les re agradezco eso m hace muy feliz :D 




Día 11: Jueves por la mañana

Era poco después de medianoche.

Miley despidió a la canguro. Le quemaban los ojos y le dolía la cabeza, pero las lágrimas se negaban a salir. Cuando los invitados de Nick empezaron a marcharse, ella había salido de la casa sin que la vieran para tomar un taxi.
—Siento mucho haberte juzgado mal —le había dicho a Nick, sin mirarlo.
— ¿Eso es todo lo que tienes que decir? —le había preguntado él.
Miley estaba demasiado alterada como para dar más explicaciones. Catorce meses antes, había sido fácil pensar que él la había traicionado. Incluso había esperado que ocurriese. Estar locamente enamorada de un hombre que nunca mencionaba la palabra amor y que solo hacía planes para veinticuatro horas más tarde había sido demasiado para ella después de perder a su madre.
Que Nick hubiera preferido a una preciosa morocha en lugar de una mujer llorosa y entristecida le parecía lógico en él. Había creído que era un canalla, un desleal, un hombre sin convicciones morales. Pero no lo era. Y era ella la que estaba equivocada, muy equivocada.
El timbre sonó en ese momento. Y Miley sabía que era Nick. Fue entonces cuando sus ojos se llenaron de lágrimas. Lo quería tanto... ¿Cómo podía haberse torcido todo de aquella forma?
Con la camisa blanca medio desabrochada, mostrando un torso bronceado y muy masculino, el cabello negro despeinado y el mentón oscurecido por una sombra de barba, Nick parecía un pirata. Un pirata tremendamente sexy.
—No sé qué decir... —murmuró Miley.
Nick dejó el paquete que llevaba sobre la mesita del pasillo y la tomó en sus brazos, observando sus ojos llorosos con expresión de censura. Y entonces, sin previo aviso, empezó a besarla con explosiva pasión, aplastando sus labios bajo los de él una y otra vez, hasta que Miley se colgó de su cuello, estremecida, con los sentidos alerta, el corazón latiendo a toda velocidad, la mente vacía... Levantando la orgullosa cabeza oscura, Nick sonrió como un lobo antes de tomarla en brazos.
Pero no la llevó al dormitorio. La dejó sobre el sofá y volvió a aparecer unos segundos después con el paquete que había dejado en el pasillo.
— ¿Qué... es esto?
—Es para Frankie.
— ¿Para Frankie? —repitió ella, sorprendida.
—Lo he visto hoy en la guardería —dijo él, sin mirarla directamente a los ojos—. Me sonrió... Parecía tan frágil. No voy a decir que es el niño más guapo que he visto en mi vida, pero probablemente es el primer niño al que he mirado de verdad.
Temblando, Miley sacó un conejito de terciopelo del paquete y se le hizo un nudo en la garganta.
—Gracias —consiguió decir.
—Yo tenía uno parecido cuando era pequeño... —murmuró Nick.
La vergüenza y la culpa invadieron a Miley, haciéndola sentir como un gusano.
—Nick... Frankie... Frankie tiene seis meses.
Él siguió mirándola sin decir nada.
—Frankie es tu hijo —murmuró entonces Miley—. No ha habido otro hombre. Me quedé embarazada en París.
Con el corazón en un puño, observó cómo el hombre se tomaba aquella información. En sus ojos vio incredulidad, sorpresa, aceptación, seguidas todas aquellas emociones por una dura condena.
—Lo que acabas de decirme —empezó a decir Nick con voz ronca— es imperdonable.
Angustiada, Miley vio a Nick salir del salón y cerrar de un furioso portazo.




viernes, 27 de abril de 2012

Jemi "цаутива де Ту Амор" Cap 9




Ak les dejo un cap de Jemi... ;) je
espero q comenten!! 


-Sí -murmuró-. Es lo mejor -sirvió más café en las dos tazas-. Hoy hay tres reuniones y mañana una.
-Entendido.
-Si quieres, después podemos salir. Hay un ca­sino cerca. Quizá haya alguna actuación.
-Suena bien.
Joe dio un respingo al oír la tirantez de su voz. Diablos, incluso la suya sonaba tensa.
-Mira, no tenemos que ser tan educados y for­males el uno con el otro -dijo, odiando la distan­cia que crecía entre ellos, aunque sabía que era mejor así. No tenía sentido seguir adelante cuando sabía que le diría adiós en una semana. Y él diría adiós.
Así actuaba siempre. No se quedaba lo sufi­ciente para dar a una mujer la oportunidad de que lo dejara. Otra vez no. Nunca más.
-Lo hemos pasado bien -dijo-. Ahora se acabó. -De acuerdo -dijo ella, recostándose en la ca­becera de la cama-. Somos adultos, ninguno de los dos está comprometido con otra persona. Nada nos impide seguir nuestro propio camino. Podemos hacerlo.
-Es una suerte que no vayamos a pasar otra no­che como la de ayer -sonrió él.
-¿Por qué? -preguntó ella, agarrando la taza con ambas manos. Joe sonrió y tomó un sorbo de café, fuerte y caliente.
-Cuando la señora Hammond subió la bandeja del desayuno, me preguntó si había oído algo raro durante la noche.
-¿Raro? -Demi abrió los ojos de par en par.
-Ajá. Parece que, justo antes de que empezara la lluvia, oyó un aullido.
-Oh, Dios -Demi se llevó una mano a la boca.
-No te preocupes -rió y movió la cabeza-. Pensó que debía ser un coyote que había atrapado a un animal pequeño.
-¿Un coyote?
-Sí. Por lo visto, tu grito sonó exactamente como el de un conejo a punto de morir.
Ella le tiró una almohada a la cabeza.
-Bueno, esto de que se acabó el sexo no está funcionando.
-Sí, ya me he dado cuenta -Joe se dejó caer a su costado y se tumbó de espaldas, esforzándose por recuperar el aliento.
Desnuda, sobre la alfombra que había ante la chimenea, Demi hizo una mueca de dolor y re­buscó con una mano. Sacó un bolígrafo de debajo de su trasero.
-Así que eso era.
-¿Eh?
-El bolígrafo que perdió tu último cliente -lo alzó para que lo viera-. Lo he encontrado.
-¿Qué diablos estamos haciendo, Ranita? -pre­guntó Joe, tras soltar una carcajada.
-Ni idea, Jonas -dejó caer la mano con el bolí­grafo sobre su abdomen-. Pero si no lo averiguamos pronto, acabaremos matándonos el uno al otro.
El último cliente había abandonado el hotel tan sólo una hora antes, y Demi y Joe ya estaban desnudos y exhaustos. El ardor sexual aún flotaba en el ambiente y Demi volvió a sentir una oleada de necesidad empezando a crecer en ella. Si seguían así, no tendrían fuerzas para regresar con­duciendo a casa.
Habían conseguido sobrellevar el día, aunque la tensión entre ellos casi podía mascarse. Demi había tomado notas, las había mecanografiado y había ayudado a Joe a redactar los informes ne­cesarios para que dos de sus clientes diversificaran sus inversiones. Había charlado amablemente y evitado la mirada de Joe. Había notado que la ob­servaba mientras los clientes iban y venían. Ella había sonreído y hecho amistad con los ancianos que, uno tras otro, le habían asegurado que Joe Jonas era un gran partido. Listo y rico.
Por supuesto, cada vez que la conversación había tomando ese rumbo, había notado que los ojos de Joe se cerraban como persianas. Como si se distan­ciara de la conversación, aunque era obvio que los hombres bromeaban. Demi había sentido la nece­sidad de decirle que estaba a salvo, no estaba intere­sada en un «buen partido», ni en ningún otro tipo de partido. Pero no le había parecido apropiado hacerlo delante de sus clientes; cuando se queda­ron a solas... el tema no había surgido.
-En fin -dijo él finalmente-. Nuestro pacto de una noche se ha ido al cuerno.
-Está claro -asintió ella.
-¿Hacemos otro pacto de una noche? -Técnicamente, eso sería un pacto de dos noches.


-Bien. Dos noches. Lo que sea.
-¡Ehh! -giró la cabeza hacia él-. ¿La falta de sueño te ha puesto de malhumor?
-No -la miró a los ojos-. No es exactamente dormir lo que me apetece.
-Ni a mí tampoco -admitió ella, sintiendo un cosquilleo en el estómago-. Pero antes de que esto se convierta en El Fin de Semana Perdido, más vale que fijemos algunas reglas.
-Siempre es bueno definir reglas -él se puso de lado y apoyó la cabeza en la mano. Demi soltó una risita, esa frase definía la personalidad de Joe.
-Imaginaba que dirías algo así -ella también es­taba de lado, mirándolo. Las llamas bailoteaban en la chimenea, detrás de él, e iluminaban las puntas de su cabello, casi como si llevara una aure­ola.
Pensar en Joe Jonas con una aureola, la de­cidió. ¡Tenía que fijar reglas inmediatamente! Joe estiró un brazo con indolencia y le acarició un pecho. Demi inspiró y soltó el aire con un sil­bido.
-Primera -dijo, más alto de lo que pretendía-, nada de compromisos.
-De acuerdo -aceptó él, mirándola con los ojos entrecerrados-. No busco nada permanente.
-Yo tampoco -captó un chispazo de sorpresa en sus ojos y atacó-. ¿Qué? ¿Acaso crees que todas las mujeres que conoces pretenden cazarte?
El alzó una ceja, expresando todo un de comentarios con ese gesto.
-Puedes estar tranquilo, Don Fantástico -le ase­guró-. Estás totalmente a salvo.
-¿Qué significa exactamente «nada de compro­misos»? -inquirió él, ignorando su comentario.
-Supongo que significa que disfrutamos de lo que hay mientras dure -Demi tragó saliva cuando sus dedos le pellizcaron un pezón. Cerró los ojos un segundo y volvió a abrirlos-. Cuando uno de nosotros se canse, se acabó. ¿Hay trato?
-Trato hecho.
-¿Nos damos la mano para sellar el pacto?
-No, se me ocurren mejores maneras de ha­cerlo -dijo él, con media sonrisa.

El resto del fin de semana fue un desdibujo. Bueno, pero desdibujo al fin y al cabo.
El domingo por la tarde, Demi entró en su casa, dejó la maleta en el vestíbulo y se dejó caer en el desgastado y mullido sofá. Los cojines de plu­mas la rodearon como un abrazo. Apoyó los pies en la mesita de café, se puso las manos en la cara y pensó en las consecuencias de haber aceptado ese trabajo temporal.
Dios sabía que no lo había planeado. Nunca ha­bría adivinado que Joe Jonas sería el hombre que la encendería como un árbol de Navidad. No había pensado que el favor de dos semanas que le había hecho a su abuela se convertiría en... dejó caer las manos. ¿En qué? ¿Qué había ocurrido exactamente? ¿Un fin de semana caliente?
Si al final no era más que eso, una parte de ella lo lamentaría. No quería tener una relación pero, por otro lado, hacía mucho tiempo que no estaba con un hombre. Mucho tiempo sin sen­tirse... cerca de alguien. Y le gustaba. No sólo por el sexo, aunque Joe era todo un experto, era más que eso. Era reírse con él, hablar con él, compartir tentempiés a medianoche y sestear ante la chimenea. Eran los paseos por las colinas y escuchar cómo explicaba los mercados de valo­res.
Eran demasiadas cosas que no había esperado. No se había sentido así desde que rompió su compromiso con Sterling Knight. Demi frunció el ceño, agarró uno de los cojines de cuadros verdes y lo apretó contra su pecho. Sterling había sido su novio en la universidad. Cuando se conocieron, él empezaba Medicina, y habían hecho planes de futuro. Habían hablado de su boda, de su vida en co­mún, e incluso de cuántos hijos tendrían: tres, dos niños y una niña. Cuando ella se graduó, Sterling sugirió que esperaran un poco. Prefería que ella empezara a trabajar. Podían vivir juntos y ella lo mantendría mientras él acababa la carrera. Des­pués, si todo iba bien, se casarían.
Demi echó la cabeza hacia atrás con un sus­piro. Recordó la cara de sorpresa de Sterling el día que regresó del trabajo antes de tiempo. Por su­puesto, la chica sobre la que estaba, también se sorprendió, pero sólo recordaba la expresión de Sterling. No era de dolor, derrota o siquiera culpa­bilidad. Era de ira. Estaba enfadado con ella por no estar en el trabajo, por no ser la vaca obediente que él pretendía que fuese.
Demi agarró toda la ropa que pudo y salió, de­jando a Sterling y a su conquista donde los había encontrado. Esa fue la última vez que entregó su corazón; se había jurado no volver a hacerlo.
-Pero esto es distinto -arguyó, en la habitación vacía-. Mi corazón no tiene nada que ver... son sólo mis hormonas.
Sus palabras resonaron en el silencio y ni si­quiera ella consiguió creerlas del todo. Pero lo ha­ría. Sólo tenía que recordarse continuamente que toda la situación era temporal.
-Sí -dijo, levantándose del sofá-. Eso funcio­nará.



sábado, 21 de abril de 2012

"The son of the Greek magnate" Nueva nove NILEY Cap 14



ak les dejo un cap mas... 



Día 10: Miércoles por la noche

¿Habría descubierto Nick que Frankie era su hijo? Era en lo único que Miley podía pensar desde la hora de la comida. Nick se había ido de la guardería y no había vuelto al despacho en toda la tarde.
A las ocho, Miley fue recogida en su apartamento por una limusina. Con el elegante vestido azul oscuro que había elegido por la mañana, debería sentirse encantada, pero estaba demasiado nerviosa.
Nick la recibió en el magnífico vestíbulo de su casa. Espectacular con el esmoquin, la miró de arriba abajo con admiración y una brillante sonrisa iluminó sus atractivas facciones.
—Quiero que conozcas a mi hermano Kevin y a su mujer antes de que llegue el resto de los invitados.
En aquel momento hubiera preferido hablar a solas con Nick, pero, obviamente, no eran ni el momento ni el sitio adecuado para hacer una confesión sobre Frankie. Había sido una tonta pensando que Nick habría descubierto la verdad solo con mirar al niño.
Y la verdad era que no sabía cómo iba a decirle a Nick que era hijo suyo.
En ese momento, él puso una mano en su espalda.
— ¿Recuerdas a la morocha que salió de mi dormitorio el año pasado?
Miley se quedó helada.
—Sí... pero...
—Danielle, mi cuñada, acababa de salir de una clínica después de un aborto espontáneo. Yo me fui a un hotel para que Kevin y ella pudieran estar solos hasta que volvieran a Grecia —explicó Nick entonces—. Supongo que mi hermano estaría en la ducha cuando tú llegaste...
— ¿Estás intentando convencerme de qué...?
Pero Miley no pudo seguir hablando porque acababan de llegar al salón de baile, donde una morocha muy alta estaba al lado de Kevin Jonas, el hermano de Nick al que ella había visto en fotografías.
Nick estaba intentando convencerla de que la morocha medio desnuda era su cuñada y ella se negaba a creerlo... pero la evidencia estaba justo frente a ella. Danielle era la mujer que Miley había visto en el apartamento de Nick y la miraba con cara de disculpa.
—Volvemos a encontrarnos, Miley —sonrió la joven, intentando disculparse—. Aquel día fui tan grosera contigo... Ni siquiera le conté a Kevin que habías entrado en el apartamento. Y, por supuesto, tampoco se lo conté a Nick. No es excusa, pero estaba destrozada en ese momento y cuando entraste... bueno, no sé, perdí la cabeza... me olvidé completamente de que no era nuestro apartamento.
—No pasa nada... lo comprendo. Por favor, no te preocupes —dijo Miley, sorprendida de que Nick hubiera dicho la verdad. Tragando saliva, le dio a Danielle un paquetito envuelto en papel de regalo—. Feliz cumpleaños.
Los invitados charlaban en grupos y los que llegaban eran una buena distracción, pero Miley no hubiera podido mirar a Nick aunque su vida dependiera de ello.
“¿Qué tal se te da arrastrarte?”, le había preguntado el día anterior. ¿Cómo podía arrastrarse cuando el suelo se había hundido bajo sus pies? A Miley le temblaban las piernas y su mundo parecía derrumbarse...

sábado, 14 de abril de 2012

Jemi "цаутива де Ту Амор" Cap 8


disfruten este cap jeje un besooo las kiero... 




A la luz de las velas, su piel brillaba como roble bruñido. Cada uno de sus bien definidos músculos aparecía en relieve, contrastado, y Demi sólo pen­saba en recorrer cada centímetro de su cuerpo con los dedos. Con los labios. Lo deseaba como nunca había deseado a nadie antes. Parecía incapaz de cansarse de él. Ese pensamiento surgió en su mente un segundo y lo apartó, para estudiarlo después.
Tendría mucho tiempo para pensar cuando sa­liera el sol y su pacto de una noche acabara. En ese momento... lo que existía era Joe. Nada más.
-Dormir -musitó- está sobrevalorado.
-¿Ah, sí?
-Sí -replicó ella, se removió en la cama, acer­cándose a él, sintiendo la dureza de su cuerpo-. Es bien sabido. Veinte minutos de sueño profundo por la noche, son suficientes para funcionar a pleno rendimiento.
-Es una alivio -comentó él, sacando el preser­vativo de su envoltorio.
-Espera -dijo ella-. Déjame a mí -le quitó el pre­servativo y se medio sentó. Colocó sobre su sexo la pálida goma y, lenta y sinuosamente, la desenrolló.
Él tragó aire con un silbido. Demi lo rodeó con los dedos y presionó suavemente. Joe cerró los ojos y un músculo de su mandíbula tembló.
Ella deslizó los dedos arriba y abajo, recorriendo la sólida dureza, y después lo agarró con fuerza. Él abrió los ojos y la llama que se reflejó en sus oscuras profundidades le dio un aspecto peligroso.
-Ya vale -masculló, inclinándose sobre ella. Le agarró las dos muñecas con una mano y las sujetó contra la cama, por encima de su cabeza. Ella se retorció y movió bajo él en la cama, acercándose, alzando las caderas, invitándolo.
Joe se rindió a la furia que pulsaba en su inte­rior. El deseo lo quemaba. Sentía un hambre insa­ciable de ella. Cuando penetró su cuerpo, todo se disparó. Se le aceleró el corazón, que bombeaba la sangre a toda velocidad. Sólo oía los gemidos de Demi, sólo sentía su aliento. Bajó la cabeza para besarla y ella le mordisqueó los labios y apoyó los pies en el colchón, para balancear su cuerpo con­tra el de él.
Ella lo era todo. Y por esa noche, era suya. Soltó sus muñecas y gruñó cuando ella arrastró las uñas por su espalda. Después, Demi tiró de su cabeza y la llevó a sus pechos. Él la complació, be­sando, chupando, tirando de sus pezones, pri­mero uno, luego el otro. Su aroma lo volvía loco, su sabor provocaba en él un hambre que nunca había sentido antes.
Se movieron juntos, dos sombras a la luz de la vela. Mientras la tormenta se desataba tras las ven­tanas, dos almas encontraron algo que ninguna de ellas buscaba.


El amanecer llegó antes de lo que habrían de­seado.
-La tormenta pasó -dijo Demi, sabiendo que Joe estaba a su lado, despierto.
-Sí, eso parece.
El agua goteaba de los aleros del tejado, como un reloj, marcando los últimos segundos de una noche increíble. El primer atisbo de luz suavizaba la habitación, apagando la luz de las velas que que­daban. La mayoría se habían consumido horas an­tes. Las pocas que quedaban ya eran innecesarias.
Demi hizo una mueca y cambió de posición, ti­rando del edredón para taparse el pecho. No sabía por qué se preocupaba de ser modesta a esas altu­ras. En todo su cuerpo no había un milímetro de piel que Joe no hubiera visto, lamido o explo­rado. Se tapó los ojos con una mano e intentó no pensar demasiado en todo lo que habían hecho juntos en la oscuridad.
-¿Arrepentida? -susurró él cerca de su oído. Demi lo pensó un minuto. ¿Se arrepentía de algo? ¿Podía hacerlo? Le había hecho sentir cosas que sólo conocía por leerlas en los libros. Había hecho que su cuerpo cantara. No. No se arrepen­tía. Lo único que lamentaba era que su pacto hu­biera sido de una sola noche, aunque fuera lo más seguro. No quería involucrarse sentimentalmente y sabía de sobra que si seguía durmiendo con él, su corazón se entregaría, lo quisiera o no. Así que, por mero instinto de supervivencia, mantendría el pacto, a pesar del insistente clamor de sus hormo­nas.
-No. No estoy arrepentida.
-Pero has tenido que pensarlo un rato -se burló él. Ella volvió la cabeza y lo miró. A la luz del amanecer estaba igual de atractivo que a la luz de las velas.
-¿Qué me dices de ti?
Él deslizó una mano por su cuerpo y la posó en uno de sus pechos. Ella gimió.
-No me arrepiento -se acercó lo suficiente para besarla. Después se apartó, se tumbó de es­paldas y miró el techo.
-Entonces -dijo Demi, echando de menos sus manos sobre el cuerpo-, nos duchamos, nos vesti­mos y seguimos adelante.
-Correcto -afirmó él.
Eso había parecido una buena idea la noche anterior. Sin embargo, en ese momento..., Demi se sentó y bajó las piernas al suelo, antes de hacer algo ridículo, como sugerir que simularan que no era de día aún.
-La noche se acabó, y nosotros también.
-Exactamente. De vuelta al trabajo.
-Bien -dijo. Le dolía todo el cuero. Músculos que hacía años que no utilizaba, se quejaban a gri­tos. A pesar de todo, Demi tuvo que hacer un es­fuerzo para no darse la vuelta y saltar sobre él. Se puso en pie y fue hacia la puerta, agarrando el al­bornoz blanco que había a los pies de la cama. Se lo puso, ató el cinturón y, ya en la puerta, se volvió hacia él.
-Iré a mi habitación y me ducharé. ¿Nos vemos en el salón para desayunar dentro de una hora?
Él se apoyó en un codo. El pelo castaño le caía sobre la frente, dándole un aire de rufián que de­saparecería en cuanto se pusiera uno de sus maldi­tos trajes. Demi deseó volver a deslizar las palmas de las manos por su pecho. Sentir el latido de su corazón. Curvó los dedos y metió las manos en los bolsillos del albornoz.
-En una hora -aceptó él con voz tensa, y la dejó marchar.


Bajo los chorros de agua caliente, Demi in­tentó aclarar su mente. Intentó aparcar los recuer­dos de la noche en un rincón oscuro, del que no pudieran salir para torturarla. Pero no sirvió de nada.
La ducha de masaje golpeaba su cuerpo con dardos de agua caliente, que le recordaban el tacto de sus dedos sobre ella. De su boca. Del fuego que iniciaba en su interior con sólo mirarla. Y lo deseaba.
Oyó el ruido de la cortina y volvió la cabeza a tiempo de verlo entrar en la ducha, desnudo.
-Joe...
-El sol no ha salido del todo. La noche no ha terminado -la agarró y apoyó su cuerpo húmedo contra el suyo.
-Me parece bien -tragó saliva y miró su rostro. Joe le dio la vuelta, la apoyó contra la pared de la ducha y la alzó en vilo. El vapor de la ducha era como una suave niebla, que los sumía en un mundo privado e íntimo. Ella rodeó su cintura con las piernas y él la penetró con una embestida rápida y certera. Había intentado mantenerse ale­jado. Pero oír el ruido del agua, saber que estaba desnuda, húmeda y cálida, había sido una tenta­ción imposible de resistir.
Se movió dentro de ella, buscando el éxtasis al que se había acostumbrado a lo largo de la no­che. Enterró el rostro en la curva de su cuello y se entregó a ella, tomando todo lo que podía ofrecerle.


Una hora después estaban en la cama, desayu­nando. Envueltos en los gruesos albornoces del hotel, compartían fresas, tortitas y café caliente.
-¿Cuándo llega tu primer cliente? -preguntó Demi, mordiendo una fresa, recién llegada del invernadero del hotel.
-Dentro de una hora.
-Probablemente eso sea lo mejor, ¿eh?
Él la miró y sólo pudo pensar que deseaba pro­bar su boca manchada de fresas. Su cuerpo se tensó, asombrándolo incluso a él. Debería estar agotado, en cambio se sentía más despierto y vivo que nunca en su vida. Ella era como una des­carga eléctrica. Hacía que su cuerpo pulsara y su sangre hirviera; no se había cansado aún, ni por asomo.


miércoles, 11 de abril de 2012

"The son of the Greek magnate" Nueva nove NILEY Cap 13



jejeje bueee hasta ak la dejaree.. jejeje las kiero.. y disfrutenlaa q ya falta poco para el final... ;) jejeje ;) las amooo un beso



Día 10: Miércoles por la tarde


— ¡Por la oficina corren los rumores más increíbles sobre ti y el jefe! —estaba diciendo Selena, que miraba especulativamente a Miley y después, sin molestarse en disimular, la caja con el logo de un famoso diseñador que había al lado de su escritorio—. Ten cuidado porque aquí se sabe todo y la gente está empezando a hablar.
— ¿De verdad? —preguntó Miley, sorprendida de que su problema hubiera adquirido, además, otra dimensión. La de cotilleos en la oficina. Ojalá hubiera escondido la caja del vestido, pensó.
—Nick Jonas se marchará de aquí, pero tú tendrás que quedarte...
— ¿Qué dicen esos rumores?
Selena hizo una mueca.
—Bueno, dicen que estuvisteis toda la tarde del lunes en su despacho sin salir una sola vez... y también dicen otras cosas que yo no me creo.
— ¿A qué te refieres?
—Pues, bueno, ya sabes cómo es la gente. Dicen que Frankie... bueno, como el niño tiene el pelito oscuro y la piel morena...
—No digas más —la interrumpió Miley, escondiendo la cabeza ante el desesperante acierto de aquel rumor.
—El equipo de dirección está convencido de que Nick te ha dado este puesto para que los espíes. Dicen que cuando estás con Nick Jonas, la puerta siempre está cerrada.
Era absolutamente cierto y no precisamente lo más habitual en las reuniones entre un empleado de su categoría y un poderoso magnate de los negocios.
Sintiéndose culpable y angustiada por todo ello y, sobre todo, por tener que decirle a Nick que Frankie era su hijo, Miley tomó el teléfono y marcó la extensión de su jefe en cuanto Selena salió de su despacho.
—Nick... tengo que hablar contigo, pero no quiero ir a tu despacho.
— ¿Por qué?
—Me parece que nuestro comportamiento ha causado muchos rumores...
—A mí esas tonterías me dan igual —la interrumpió él con tono superior—. Y tú tampoco deberías preocuparte.
—Mira, tenemos que hablar de Frankie...
—No estoy preparado para eso... quizá no lo esté nunca —dijo Nick entonces, con aparente firmeza.
—No lo entiendes...
—Claro que lo entiendo. Tú y tu hijo sois un paquete. Puede que sea insensible, pero no soy idiota —volvió a interrumpirla él con frialdad—. Un coche irá a buscarte a casa esta tarde a las ocho.
Después de eso, Nick colgó el teléfono, dando la conversación por terminada. Miley lanzó un gemido de desesperación. ¿Por qué estaba tan seguro de que podía conseguirla otra vez? ¿Era tan evidente que seguía enamorada de él?
¿Y cómo se atrevía a decir que estaba pensándose si podría soportar volver con ella desde que sabía que tenía un hijo?
Quince minutos después, durante la hora de la comida, fue una sorpresa para Miley mirar por la ventana de la cocina de la guardería, donde estaba lavando el biberón de Frankie, y ver a Nick hablando con la supervisora.
Estaba mirando alrededor, como si buscara a un niño en especial, y Miley observó la evidente incomodidad de la mujer cuando señaló a Frankie. Nick dio un paso hacia el niño y apretó los dientes, pálido.
Un minuto después, salía de la guardería.




"The son of the Greek magnate" Nueva nove NILEY Cap 12





Día 10: Miércoles

A las nueve de la mañana, Miley levantó la mirada de la pantalla de su ordenador cuando Nick entró en su despacho y apoyó la espalda en la puerta para cerrarla.
Había pasado toda la noche diciéndose a sí misma que odiaba a Nick Jonas. ¿Cómo podía haber imaginado que su hijo era de otro hombre? Aquella era la única posibilidad en la que Miley ni siquiera había pensado.
¿Y no era curioso que se hubiera encogido de hombros al saber que había visto a la morocha medio desnuda en su apartamento? ¿Esa era su idea de salirse por la tangente? ¿Actuar como si la morocha nunca hubiera existido? Pues, desgraciadamente, ella tenía muy buena memoria.
Pero lo más desafortunado era que, por mucha amargura y furia que Nick provocara en ella, seguía dejándola sin aliento cada vez que lo veía.
Allí, de pie frente a ella, tremendamente masculino, con un caro traje de chaqueta, el agresivo mentón tenso y los ojos castaños semicerrados, Nick exudaba una ligera pero perceptible sensación de incomodidad que, inesperadamente, le tocaba el corazón.
—Si tienes algo que decir, dilo —suspiro Miley.
—Supongo que un hombre insensible y egoísta se habría lanzado sobre el niño diciendo: ¡Qué bien, es el niño más guapo que he visto en mi vida!
— ¿Miraste siquiera a Frankie?
—No quería ni mirarlo... —contestó él. Después de decirlo, apretó los dientes y abrió las manos en señal de disculpa—. Perdona. No quería decir eso.
—Se te ha escapado, ¿no? Como tú eres un hombre tan sensible... —murmuró Miley, volviéndose hacia el ordenador—. No te gustan mucho los niños, ¿verdad?
—Sin comentarios. Solo he venido para decirte que puedes tomarte la mañana libre. Tienes que comprarte un vestido para el miércoles por la noche —dijo él entonces tranquilamente, poniendo una tarjeta de crédito sobre la mesa mientras mencionaba como por casualidad el nombre de un conocido diseñador—. Tienes una cuenta de gastos, algo perfectamente legítimo...
— ¿Es una orden?
—Sí —confirmó Nick sin dudarlo—. Las apariencias lo son todo en mi mundo. Y no quiero que nadie te trate como si fueras una simple empleada.
—Solo soy una empleada, Nick.
— ¿Durante cuánto tiempo?
Miley lo miró, sorprendida.
— ¿Eso es una amenaza?
—Deberías conocerme mejor —replicó él, mirándola con exasperación—. Llámalo como quieras, Miley. Cuando te miro, me duele y tú sientes lo mismo...
Miley tembló, furiosa, pero no sabía con quién estaba más enfadada: con ella misma por la vergonzosa debilidad que sentía o con él por hacer tan arrogante comentario con toda tranquilidad.
— ¿La morocha también te hacía sentir así?
—Nunca...
—Qué pena —Miley apartó la mirada, rota por la sencilla palabra que, por fin, admitía la cruel traición de Nick Jonas—. No se puede dar marcha atrás al reloj. Nunca podría confiar en ti, Nick.
El hombre se quedó silencioso durante unos segundos. Su expresión era indescifrable.
—Espero que se te dé bien arrastrarte —murmuró por fin, mientras abría la puerta.
¿Arrastrarse? Ni por todo el oro del mundo, ni siquiera por un nuevo comienzo con el hombre del que seguía estando enamorada.
Pero era el momento de decirle la verdad sobre Frankie, pensó Miley, angustiada.
Al final, Frankie preguntaría quién era su padre y esperaría respuestas. ¿Cómo podía permitir que Nick siguiera creyendo que Frankie era hijo de otro hombre? ¿Cómo había podido imaginar alguna vez que podría mantener aquello en secreto para siempre cuando no era solo su secreto...?


"The son of the Greek magnate" Nueva nove NILEY Cap 11



ahahaha jejejeje les dejare unos 3 capitulos mas y muchisimas gracias x sus comentarios!!! jejeje las amoooooo <3 :D



Día 9: Martes por la tarde

Cuando Miley llegó a la oficina, el teléfono estaba sonando.
Era Nick.
—Quiero verte en mi despacho ahora mismo.
Tensa de angustia, respiró profundamente.
Había llegado el momento de la verdad, pensó. Y si la furia de Nick unos minutos antes era una señal, podía temer lo que la esperaba. ¿Podría haber peor manera de descubrir que era padre?
Él estaba frente a la ventana de su despacho con un vaso de whisky en la mano y, al oírla entrar, se volvió, muy serio.
— ¿Por qué no me habías dicho que tenías un hijo?
—Nick...
— ¿No crees que yo tenía derecho a saberlo?
—Era más una cuestión de...
—Dejaste que te besara, dejaste que pensara...
Nick apretó los labios con fuerza y después se tomó de un trago lo que quedaba de whisky.
—Muy bien, estás sorprendido...
— ¿Qué esperabas? Voy detrás de ti como un crío y tú me has dejado hacerlo, sabiendo lo que me estabas ocultando —exclamó él, indignado—. ¿Cómo podía yo saber que habías tenido un hijo desde la última vez que nos vimos? Ha pasado poco más de un año desde que estábamos juntos...
Miley se puso rígida, pero las piernas le temblaban.
—Ha sido una tontería, pero pensé que podría mantener a Frankie en secreto.
Nick dejó escapar un suspiro de irritación.
— ¿Y tú tienes cara de acusarme a mí de infidelidad? Durante todo este tiempo, ¿sabes lo que creí? Creí que me habías dejado porque no podías permitirte ser feliz, ni siquiera conmigo, mientras estabas de luto por tu...
— ¿Qué quieres decir? —lo interrumpió ella.
Estaban dándole vueltas al asunto en lugar de centrarse en lo más importante que era, por supuesto, Frankie.
— ¡Y simplemente me dejaste porque habías conocido a otro hombre! La historia más antigua del mundo, pero yo no me di cuenta.
— ¿Que conocí a otro hombre? —repitió Miley, confusa.
—El padre de tu hijo. ¿Dónde está ahora? Ya que vives en el apartamento de tu hermano, supongo que el padre del niño ha desaparecido.
Cuando Miley entendió por fin que Nick creía que ella lo había engañado con otro hombre, la rabia y el desaliento la envolvieron por completo.
— ¿Tú crees que...?
— ¡Olvídalo! No quiero conocer los sórdidos detalles —la interrumpió él, sirviéndose otro vaso de whisky—. De hecho, ni siquiera sé por qué he dicho que quería hablar contigo. En realidad, ¿qué queda por decir?
— ¡Tú ya has dicho más que suficiente! —exclamó Miley, dolida y furiosa.
Nick la miró, irónico.
—Te daba miedo decirme que tenías un hijo. Admítelo...
— ¡Me niego a seguir con esta conversación!
—Muy bien. Tienes permiso para marcharte.
Miley dio un paso hacia la puerta. Estaba temblando como una hoja.
—Thee mou... Ahora estás intentando que me sienta culpable. Pero tu silencio es imperdonable, Miley. ¡Me has engañado!
— ¡Como tú me engañaste a mí una vez! —replicó ella—. ¿Por qué va a importarme cómo te sientes?
Después de eso, Miley salió del despacho cerrando de un portazo.


"The son of the Greek magnate" Nueva nove NILEY Cap 10



hasta ak les dejo la nove.. jeje un beso y kiero comentarios para seguirla... jejejeje ;)las kierooo mas mas.. 





Día 9: Martes por la mañana

Nick llamó a Miley a las nueve y media de la mañana.
—No llegaré a la oficina hasta más tarde. Solo llamo para decirte que no hagas planes para el miércoles por la noche...
— ¿Por qué?
—Porque es el día de la fiesta de cumpleaños de Danielle. Tú serás mi anfitriona —le informó Nick con tono humorístico—. Y no puedes elegir, Miley. Quiero que estés allí.
—Pero yo preferiría...
—Eres mi ayudante personal y esta es una petición razonable. Si quieres que mantengamos una relación profesional, empieza a tratarme como tu jefe.
Ante el serio recordatorio de quién era, Miley se puso colorada. Se sentía seriamente tentada de dejar caer la cabeza sobre la mesa y ponerse a llorar.
La noche anterior por fin se había enfrentado con los fantasmas del pasado y había descubierto algo aterrador. Estar cerca de Nick la destrozaba porque seguía enamorada de él. Y saber que Nick deseaba volver con ella era más de lo que podía soportar.
Una segunda oportunidad, le decía una vocecita loca, avergonzándola e irritándola. Porque, ¿qué podía ser más imposible que sus particulares circunstancias?
Nick Jonas no tenía la menor idea de que había tenido un hijo suyo. Se habían separado antes de que ella supiera que estaba embarazada. Y había algo peor, el embarazo había sido, en realidad, culpa suya. Miley estaba triste por la muerte de su madre y había olvidado dos veces tomar la píldora anticonceptiva.
Nick la había llevado a París creyendo que un romántico fin de semana en la ciudad del Sena podría secar sus lágrimas y alegrarle la vida. Y, aunque no disipó su tristeza, al menos había pasado la noche en sus brazos. Frankie había sido concebido en París.
Durante la hora del almuerzo, Frankie y ella habían ido corriendo de compras. Como siempre, era una lucha mover el carrito entre la gente, pero al niño le encantaba salir de paseo. De vuelta en el edificio de Sistemas Miller, Miley se dirigió a la guardería.
Y cuando vio a Nick de pie frente a los ascensores, era demasiado tarde para hacer nada más que pasar a su lado, saludándolo absurdamente con la cabeza. Nick se quedó atónito al verla empujando un carrito de niño y Miley  palideció. El tiempo pasaba tan despacio... los ascensores parecían no llegar nunca. Por fin, se abrieron las puertas de uno de ellos, pero Nick seguía mirándola. Vio por el rabillo del ojo que Nick vacilaba antes de dar un paso hacia ella.
— ¿De dónde has sacado a ese niño?
El corazón de Miley amenazaba con saltar de su pecho y tenía un nudo en la garganta que le impedía respirar.
—De la guardería...
— ¿Qué guardería?
—Sistemas Miller tiene una guardería...
— ¿En serio? —murmuró Nick, frunciendo el ceño—. Pues no sé por qué nadie me lo ha dicho.
—Está al lado de la cafetería. Supongo que pensarían que no estabas interesado —susurró Miley, nerviosa.
— ¿Y de quién es el niño?
Toda su vida pareció pasar frente a los ojos de Miley en ese momento.
—Es... mío —consiguió decir.
Nick la estudió en silencio, perplejo. Y entonces sus ojos se oscurecieron.
— ¡Gracias por decírmelo! —exclamó, con una furia increíble.
Y, sin decir otra palabra, entró en el ascensor.