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miércoles, 29 de febrero de 2012

"The son of the Greek magnate" Nueva nove NILEY Cap 2





 ak el segundo... ;) y dedicado a Male<3 un besoo :) 


Día 2: Martes.

Miley miró sus ojos, todavía hinchados, en el espejo del cuarto de baño y tuvo que ahogar un gemido de angustia. No había dormido nada la noche anterior.
El llanto de un niño hizo que se diera la vuelta. Al otro lado de la habitación, su hijo se sujetaba a las barras de la cuna, frustrado. Se le habían caído las llaves de plástico al suelo y cuando Miley se las devolvió, tuvo que sonreír al ver que la carita del niño se iluminaba como por arte de magia.
Frankie tenía seis meses, el pelito negro y rizado, unos enormes ojos castaños que le derretían el corazón y dos hoyitos en las mejillas. Sus facciones eran redondeadas, pero se parecía mucho a su padre en el pelo, el color de la piel y los ojos, tenía que admitir Miley con tristeza.
Y no había forma de negar que estaba hecha polvo.
El día anterior, Nick la había mirado con fría hostilidad. Su actitud le había hecho daño. Pero, claro, Nick y ella no se habían separado como amigos y el dolor de aquella separación impuesta permanecía, con más fuerza cada vez que Miley miraba al hijo que adoraba.
Ser una madre soltera no había sido fácil. Su hermano Braison, que trabajaba fuera del país, le permitía vivir sin pagar alquiler en su apartamento. Sin su generosidad, habría tenido que vivir de la caridad. Tener a Frankie en la guardería de Sistemas Miller se llevaba la mitad de su sueldo. Y con lo que le quedaba no podría pagar el alquiler de un apartamento en Londres.
Mientras iba en autobús a trabajar, Miley recordó incómoda la reacción de Selena a lo que había visto en el vestíbulo.
—Vaya, veo que eres una chica llena de secretos —le había espetado la morocha—. ¿Por qué no me habías dicho que conocías personalmente a Nick Jonas?
De modo que Miley le había contado parte de la verdad, pero no toda.
Aunque tenía un título de marketing, estaba trabajando como secretaria temporal cuando conoció a Nick Jonas. Él estaba en Londres en viaje de negocios y Miley había llegado a la habitación de su hotel, orgullosa por tener la oportunidad de trabajar para un hombre tan conocido, y secretamente asustada. Para su sorpresa, se había enamorado a primera vista de aquella sonrisa. En un segundo, Nick había pasado de ser el intimidatorio y poderoso magnate griego a quien quería impresionar con su eficiencia, a ser simplemente el hombre de sus sueños.
Y cuando Nick le había pedido que fuera a cenar con él, Miley se había sentido emocionada.
Vivieron seis semanas de felicidad... antes de que todo empezara a ir mal.
Miley entró en el edificio de Sistemas Miller y dejó a Frankie en la guardería del primer piso. Como siempre, separarse de él le partía el corazón. Y como todas las empleadas que hacían uso de la excelente guardería infantil, no dejaba de preguntarse si Nick Jonas mantendría aquel lujo o se desharía de ella.
Cuando llegó a recepción, Selena colocó un papel frente a ella.
—Parece que ya has empezado a escalar...
— ¿Qué es esto? —preguntó Miley, con el ceño fruncido.
—Lo han enviado del departamento de Personal. Tienes una entrevista con Nick Jonas mañana por la tarde —contestó Selena, sin disimular la envidia—. Parece que lo dejaste impresionado la última vez que trabajaste con él...

"The son of the Greek magnate" Nueva nove NILEY Cap 1



hola niñas como veo q aun no comentan la otra nove ahora les dejo otra q es NILEY... espero q les guste! esta es un poco cortita... pero es muy linda ami m encanta y la kiero compartir cn udes..... comenten... bye bye las kierooo :D



Día 1: Lunes

Cuando la limusina paró frente al edificio, los ejecutivos que esperaban en el vestíbulo se quedaron en silencio. El nuevo propietario de la empresa Sistemas Miller, el multimillonario griego Nick Jonas, había llegado. Su reputación de hombre sin piedad lo precedía y la tensión podía marcarse en el ambiente. Todo el mundo esperaba un montón de despidos para antes de fin de mes.
Miley Cyrus, la esbelta y castaña recepcionista, estaba pálida como una muerta, sus ojos clavados en las puertas de entrada a punto de abrirse. Unos segundos más tarde iba a verlo por primera vez en catorce largos e interminables meses...
Su compañera, Selena, una morocha charlatana, le susurró:
—Seguro que no es tan guapo como en las fotografías.
Miley respiró profundamente, clavándose las uñas en las palmas de las manos. Desde que Nick Jonas había añadido la empresa Sistemas Miller a su imperio internacional, nadie parecía interesado en hablar de otra cosa.
No quería que Nick la viera, pero eso iba a ser imposible porque tenía la desgracia de trabajar en el mostrador de recepción. Y por eso estaba tan nerviosa.
—De hecho, seguro que de barbilla para abajo Nick Jonas es gordo y bajito y tan sexy como un paquete de detergente —siguió Selena, burlona.
En inmediata contradicción de ese augurio, un hombre que debía medir casi un metro noventa entró en el edificio. Con sus anchos hombros, caderas estrechas y largas y poderosas piernas, poseía el físico de un atleta. Desde la cabeza oscura y orgullosa hasta las suelas de sus zapatos italianos era, para cualquier mujer con ojos en la cara, un hombre espectacular.
—Debo de estar soñando... —murmuró Selena mientras los ejecutivos rodeaban a Nick Jonas, desesperados por causarle buena impresión—. ¡Guapo de morirse y encima, forrado!
—Sí —murmuró Miley, nerviosa, incapaz de apartar los ojos de aquellos rasgos hermosos y bronceados que tan bien conocía. Se sentía mareada y el deseo que había vuelto a despertarse en ella al ver al hombre la hacía avergonzarse de sí misma. Porque el agridulce recuerdo de la última noche que había pasado en los brazos de Nick Jonas se había convertido en un secreto del que se sentía culpable.
Mientras Nick se dedicaba a saludar a los miembros del consejo de administración, Miley aprovechó para salir discretamente del mostrador y dirigirse al almacén, pensando quedarse allí hasta que no hubiera moros en la costa.
—¿Miley...?
Miley se quedó inmóvil. La rica y profunda voz masculina que había pronunciado su nombre por sorpresa casi había conseguido que se le parase el corazón. Lentamente, Miley se dio la vuelta. Los hombres que rodeaban a Nick se habían apartado como el Mar Rojo.
Con el corazón latiendo tan aprisa que temía desmayarse, Miley se encontró con un par de ojos de color castaño con puntitos dorados, rodeados de largas pestañas negras. Nick, que había dado un paso adelante, movió una mano en un gesto autoritario para indicar que se acercara. Su rostro de rasgos fuertes parecía tan duro como el granito.
—¿Trabajas aquí? —preguntó.
Dolorosamente consciente de que eran el centro de atención de los sorprendidos ejecutivos y rodeados de un completo silencio, Miley asintió.
—Sí —consiguió decir, casi sin voz.
—¿En qué puesto? —demandó él, el fabuloso rostro tenso, los ojos deslizándose sobre ella como estalactitas de hielo.
—Estoy en recepción —contestó Miley en un suspiro.
Nick apretó la mandíbula. Y, con un frío gesto de despedida, se alejó de ella... otra vez.

domingo, 26 de febrero de 2012

Jemi "цаутива де Ту Амор" Cap 2

 el segundo Cap...



-Para que lo sepas, aún no te he perdonado por lo de la muñeca Barbie.
Joe Jonas se limitó a observar a la pelirroja alta y elegante que había en la puerta de su despa­cho. Su expresión de desagrado no conseguía disi­mular su belleza. Los verdes ojos irlandeses esta­ban entrecerrados, pero no lo suficiente para ocultar su brillo. Tenía la boca carnosa y sensual, y las cejas finas y arqueadas. Ondas de cabello oro rojizo caían sobre sus hombros. Llevaba una ca­misa blanca remetida en unos pantalones negros y estrechos, bajo los que asomaban unas relucientes botas negras. Llevaba aretes de plata en las orejas y un reloj de pulsera en la muñeca izquierda. Tenía un aspecto muy profesional, digno y demasiado atractivo.
No debería haber escuchado a su abuela. Iban a ser dos semanas muy largas.
-Tenías once años -le recordó, por fin.
-Y tú casi dieciséis -contraatacó ella.
-Eras un incordio -al mirarla supo que no le molestaría nada tenerla cerca, y eso lo preocupó. Ya se había dejado engañar por una cara bonita antes. Había confiado en ella, la había creído. Y ella se había marchado. Como todas las mujeres de su vida, excepto la abuela que lo había criado cuando su madre decidió que prefería ser un espí­ritu libre a sentirse atada a un niño.
-Cierto -admitió ella-. Pero no tenías por qué decapitar a la Barbie.
Él sonrió levemente.
-Puede que no, pero después me dejaste en paz.
-Bueno, sí -ella cruzó los brazos sobre el pecho y golpeó con el pie la alfombra azul acerado-. Comprendí que terminarías siendo un asesino en serie.
-Siento desilusionarte. No tengo un historial espeluznante. Sólo soy un hombre de negocios. Viene a ser lo mismo.
Joe movió la cabeza. Seguía teniendo el mismo temperamento que cuando era niña. Siempre lista para la batalla. Debía ser culpa de ese pelo rojo. Pero una personalidad así podía serle muy útil.
-¿Va a convertirse la oficina en un campo de batalla durante las dos semanas siguientes? Por­que si es así...
-No -Demi tiró el bolso de cuero negro sobre el escritorio que ocuparía mientras estuviese allí-. Sólo te estoy tomando el pelo. Ni siquiera es culpa tuya.
-Eso me alivia.
-Muy gracioso.
-Paz, ¿de acuerdo? Te agradezco mucho que me ayudes, Demi -lo decía en serio. Necesitaba ayuda, lo que no necesitaba era el tipo de distrac­ción que ella iba a suponer.
-¡Eh! -ella alzó las cejas y sonrió-. Eso es gran mejora. No me has llamado Ranita.
-No -dijo él, mirándola de arriba abajo con aprobación. La escuálida niña con trenzas y cos­tras en las rodillas había desaparecido. Esa mujer estaba a un mundo de distancia de la niña a la que había apodado Ranita-. No hay duda de que ahora eres una «DEMI».
Ella inclinó la cabeza en silencio y él pensó que parecía haber aceptado la tregua.
-Ha pasado mucho tiempo -dijo ella.
-Sí -de hecho, habían pasado seis años desde la última vez que la había visto. Cuando estaban cre­ciendo, las hermanas Lovato y él habían pasado mu­cho tiempo juntos, debido a la amistad de sus abuelas. Pero después del instituto, desde que Selena y él rompieron, dejó de ir a su casa.
Entretanto, Demi Lovato había crecido, y muy bien. Maldijo entre dientes.
-¿Cómo está tu abuela? -preguntó.
-Igual de dinámica y manipuladora que siem­pre -dijo Demi con una rápida sonrisa que lo dejó deslumbrado-. Que yo esté aquí lo prueba. Es la única mujer del mundo capaz de conven­cerme para aceptar un trabajo cuando debería es­tar de vacaciones.
-Es muy buena.
-Lo es -Demi alzó la mano y se puso el cabello tras las orejas. Los aros de plata brillaron al sol-. Y te echa de menos. Deberías pasar a verla algún día.
-Lo haré -replicó él con sinceridad. Maggie Lovato había sido como una segunda abuela para él. Se avergonzaba de no haber mantenido el con­tacto.
-¿Y tu abuela?
-En Florida -sonrió él-. Ha ido para ver el des­pegue de la lanzadera espacial la semana que viene. -Siempre andaba haciendo cosas emocionan­tes, por lo que recuerdo -Demi apoyó una cadera en el borde del escritorio. Joe se sonrió; su abuela siempre había sido una aventurera.
-No es normal. Tengo la impresión de que na­ció en una familia de gitanos y se la vendieron a la mía cuando era un bebé.
-¿Qué es normal? -Demi encogió los hombros y su fabulosa cabellera destelló luz y color.
-No tengo ni idea -admitió él. Antes había cre­ído saber qué era normal. Era todo lo que a él le faltaba. Una familia corriente, con padre y madre. Una casa con valla de madera y un perro grande con el que jugar. Sueños y planes y todo lo que él había luchado por conseguir. Pero ya no estaba se­guro.
Para alguna gente, lo «normal» no funcionaba. Y no le importaba desde que comprendió que él mismo formaba parte de ese grupo. Había pro­bado esa normalidad. Se había casado con una mujer que creía que lo quería tanto como él a ella. Para cuando comprendió que no era así, ella se había ido, llevándose la mitad de su negocio. Y llevándose también su capacidad de confiar.
-Bueno -la voz de Demi interrumpió sus pen­samientos y la miró agradecido-. ¿Qué es exacta­mente lo que quieres que haga?
-Eso -él se dijo que era buena idea centrarse en el negocio. Que sus familias tuvieran amistad no era razón para que ellos no se comportaran de forma estrictamente profesional. Pensó que sería mucho mejor así, cuando la echó una ojeada y notó que se le espesaba la sangre. Iban a ser dos semanas muy largas.
-Sobre todo, necesito que te ocupes del telé­fono, tomes mensajes y mecanografíes informes. -Básicamente, que tape el agujero e impida que esto se hunda mientras consigues a alguien permanente.
-Bueno, sí, esa es una forma de expresarlo -Joe echó la americana azul marino hacia atrás y metió las manos en los bolsillos del pantalón-. Desde que Margo tuvo que irse de baja de mater­nidad prematuramente, esto es un caos, y la agen­cia de secretarias temporales no puede enviarme a nadie durante al menos dos semanas.
-Ehhh... -Demi alzó una mano y lo miró. Te­nía que admitir, al menos para sí misma, que Joe Jonas era algo más de lo que esperaba. Por al­guna razón, había seguido pensando en él como un adolescente de dieciséis años: alto, desgarbado, con el pelo alborotado y sonrisa traviesa. La son­risa seguía ahí, pero ya no era desgarbado. Tenía el cuerpo de un hombre que sabía bien lo que era un gimnasio.
Su voz era dulce como chocolate derretido. Ella era una mujer que podía distraerse por eso. Y mu­cho. Hasta que había oído las palabras «al menos». No pensaba darle ni un segundo más que el tiempo pactado.
-¿Al menos? -repitió-. Sólo puedo hacerlo dos semanas, Joe. Después me convierto en calabaza y vuelvo a Larkspur.
-¿Larkspur?
-Mi tienda -su orgullo y su alegría, el lugar que tanto había trabajado para poner en pie.
-Ah, es cierto. La abuela me dijo que trabajabas en una floristería.
-Soy dueña de una floristería. Pequeña, exclu­siva y centrada en el diseño -llevó la mano hacia su bolso, removió en su interior unos segundos y sacó un tarjetero de latón. Lo abrió y le dio una tarjeta. Era de grueso papel de lino azul claro, con el texto en relieve. En el lado izquierdo se veía un tallo con flores de aspecto delicado que rodeaba el nombre Larkspur. El nombre de Demi y su telé­fono aparecían, discretamente, en la parte infe­rior.
-Muy bonita -dijo Joe, alzó la vista hacia ella y, automáticamente, se guardó la tarjeta en el bolsi­llo de la americana.
-Gracias. Trabajamos muy bien. Pruébanos. -Lo haré -pasaron unos segundos y el silencio de la habitación se hizo más espeso, más cálido. Algo indefinible chisporroteaba entre ellos y Joe se dijo que debía detenerlo.
Nunca había tenido relaciones con una emple­ada y ese no era el momento de empezar. Si Demi se quejaba, tendría a dos abuelas dispuestas a cor­tarle la cabeza.
-En cualquier caso -dijo, con voz más alta de lo que pretendía-, dos semanas estará muy bien. Es­toy seguro de que la agencia encontrará a alguien.
-Hay montones de agencias de empleo tempo­ral. ¿Por qué no pruebas otra?
-He probado muchas -negó con la cabeza-. Esta siempre me envía a buena gente, la mayoría no. Prefiero esperar.
-¿Por qué no buscaste a alguien antes de que Margo se marchara?
-Buena pregunta -rezongó él-. Debería ha­berlo hecho, pero estaba tan ocupado intentando dejarlo todo en orden antes de que se fuera, que se me pasó el tiempo. Además, en el último mes, Margo no fue tan organizada como suele ser.
-Seguramente tenía cosas más importantes en la cabeza.
-Eso supongo -su leal y fiable secretaria lo ha­bía dejado en la estacada mucho antes de dejar el trabajo. El habitualmente lúcido cerebro de Margo se había disuelto en un mar de hormonas y sueños de piececitos corriendo por el suelo. Estaba deseando que diera a luz para que las cosas volvieran a la normalidad-. Me alegro un montón de que quiera volver a trabajar después de tener al bebé.
-Es una pena -dijo Demi.
-¿Eh? -la miró fijamente-. ¿Por qué?
-Si yo tuviera un bebé, me gustaría quedarme en casa y cuidarlo yo misma -Demi dejó el bolso en la mesa otra vez, la rodeó y fue hacia la silla de cuero azul-. Es decir, conozco a muchas mujeres que tienen que trabajar, pero si no hace falta...
-Margo se volvería loca si no tuviera algo que hacer -discutió él, recordando la vitalidad de su secretaria-. Le gusta mantenerse ocupada.
-Dicen que los bebés consiguen eso sin proble­mas.
-Ni lo menciones -Joe se estremeció al pensar que Margo decidiera quedarse en casa-. Tiene que volver al trabajo. Dirige este lugar.
-Entonces, probablemente vuelva -Demi abrió el cajón superior del escritorio y lo inspeccionó, intentando familiarizarse con el entorno-. Sólo decía que...
-No lo repitas. Me traerás cafe.
-Eso es muy maduro -cerró el cajón y abrió otro, removiendo libretas, cajas de lápices e in­cluso una bolsa de bombones que Margo había dejado. Sacó uno, le quitó el envoltorio plateado y se lo metió en la boca-. ¿Hay cafetera?
-Está allí -Joe señaló y apartó la vista para no fijarse en cómo la punta de su lengua recorría el labio inferior para limpiar el chocolate.
-Gracias a Dios -masculló ella, poniéndose en pie. Cruzó la habitación y lo miró por encima del hombro-. Como es mi primer día, incluso te haré una taza a ti. Después de eso, tú mismo. No soy ca­marera, sino secretaria. Temporalmente.
«Temporalmente», se recordó él, clavando los ojos en la curva de un trasero que se movía con tanta gracia que elevaría la temperatura corporal de cualquier hombre. Pensó que todas las relacio­nes acababan siendo temporales; al menos esa lleva­ba la etiqueta correcta desde el primer momento.
Sabía que sólo iba a darle problemas y se pre­guntó cómo diablos sobreviviría durante dos se­manas con Demi de nuevo en su vida.
Al tercer día, Demi recordaba exactamente por qué había dejado el mundo de los negocios para dedicarse al de las flores. Las flores no daban dolo­res de cabeza, ni esperaban que una tuviera res­puestas para todo. Las flores no estaban monu­mentales con traje y chaleco.
Admitió que la última no había sido una de sus razones originales para dejar la profesión, pero empezaba a ocupar un lugar muy alto en la lista.
El trabajo no era difícil. De hecho era bastante interesante, aunque nunca lo habría admitido de­lante de Joe. Después de llevar dos años ponién­dose vaqueros y una amplia selección de camise­tas, era agradable volver a arreglarse. Era una suerte no haberse desprendido de su vestuario de trabajo: pantalones, blusas, zapatos discretos o bo­tas. Además, se maquillaba un poco y se arreglaba el pelo todos los días. Un gran cambio con res­pecto a su cola de caballo y un leve toque de car­mín. Pero nada de eso compensaba el hecho de que pasaba demasiado tiempo observando a Joe.
De pequeña había estado encaprichada de él, por supuesto. Al menos hasta el desafortunado in­cidente de la Barbie. Selena y él la ignoraban la mayor parte del tiempo, y cuando estaban obliga­dos a estar con ella, Joe le hacía rabiar hasta que deseaba pegarle. Pero..., volvió la cabeza lo sufi­ciente para vislumbrar el despacho por la puerta entrecerrada.
Con la corbata floja, el cuello de la camisa abierto y el pelo alborotado porque enredaba los dedos en él cada vez que se sentía frustrado, tenía un aspecto... Sí, la palabra era deseable. Sí.
Era una complicación que no quería ni necesi­taba.
No podía fantasear sobre Joe Jonas. En pri­mer lugar, cuando pasaran las dos semanas, ella regresaría a su mundo habitual y no volverían a verse. Además... no era en absoluto de su estilo. Le gustaban los tipos artísticos con aire bohemio que se encontraba en la playa. Hombres broncea­dos y relajados, con la actitud de «¿Por qué hacer hoy lo que puede posponerse indefinidamente?» Esos eran tipos seguros. Sabía que una relación con ellos no tenía ningún futuro; sólo pensaban en la siguiente ola que rompía, o en su siguiente salario. No tenían planes.
Diablos, la mayoría ni siquiera tenían un par de zapatos con los que hubiera que ponerse calceti­nes.
Se preguntó por qué estaba, de repente, dedi­cando tanto tiempo a pensar en, y soñar con, el Empresario Millonario.

Jemi "цаутива де Ту Амор" Cap 1



holas mis reinas... ak les dejo el primer y segundo capi de esta nove.. jeje espero q les halla gustado el sinopsis.. jeje y espero q comenten!! :D 



Demi Lovato se encaró a su abuela para librar la batalla, sabiendo que al final perdería la guerra. Su abuela seguía invicta. Si quería algo, Margaret Mary Lovato, Maggie para sus amigas, solía encon­trar la forma de conseguirlo. Pero Demi estaba empeñada en defenderse.
-Abuela, ya no soy secretaria.
La luz del sol bailoteaba en la pequeña sala de estar. La diminuta casita de playa que Maggie Lovato había considerado su hogar más de cuarenta años, estaba llena de recuerdos, pero siempre muy ordenada. La abuela estaba sentada al sol, con el cabello gris perfectamente peinado, un vestido co­lor melocotón, medias y cómodos zapatos negros. Su rostro, surcado de arrugas, esbozó una sonrisa paciente y apoyó las manos en los brazos de su si­llón favorito. Tenía un aspecto majestuoso; esa era una de las razones por las que nadie conseguía ga­narle en una discusión.
-Ya, pero es como montar en bicicleta -contra­atacó la abuela-. Nunca se olvida.
-Se puede, si uno se esfuerza lo suficiente -re­plicó Demi con testarudez. Ella había hecho lo posible por olvidarlo. Habían pasado tres años desde que trabajó en una oficina por última vez, y no lo echaba de menos.
Siempre había odiado el trabajo de oficina. En primer lugar, estaba la sensación de estar atrapada detrás de una mesa y tener que aguantar a un jefe que espiaba lo que una hacía desde atrás. Para Demi, lo peor de ser secretaria era ser más lista que el jefe y tener que soportar que la tratara como a una idiota. Reprimió un pinchazo de dolor. Su úl­timo jefe, Wilmer Valderrama, había dicho que la que­ría, que la necesitaba; eso sólo duró hasta que, tras un fulminante ascenso, se sintió tan importante que la devolvió a la agencia de secretarias tempo­rales.
No estaba dispuesta a que volvieran a utilizarla y desecharla. Había conseguido escapar y no re­gresaría, ni siquiera temporalmente.
-Paparruchas.
-¿Paparruchas? -repitió Demi riendo.
-No es como si te estuviera pidiendo que te lan­zaras al fondo de un abismo.
-Se parece mucho.
-Sólo te pido que ayudes a Joe durante dos se­manas. Su secretaria está de baja por maternidad y...
-De ninguna manera, abuela -negó con la ca­beza y dio un paso hacia atrás. Volver a una oficina sería un retroceso, una visita a un pasado que pre­fería olvidar.
Maggie ni siquiera parpadeó. Simplemente miró a Demi con sus ojos verde esmeralda y es­peró. Y siguió esperando. Demi plegó velas; nunca había sido capaz de resistir ese truco del si­lencio.
-Vamos, abuela. Son mis vacaciones.
-Tus vacaciones están canceladas.
Era cierto. Miley, su mejor amiga, y ella habían pensado pasar dos semanas en México. Pero Miley había desaparecido de repente con su novio de toda la vida, dejándole un mensaje telefónico pi­diendo disculpas. Demi se encontraba con el pa­saporte en la mano y ninguna gana de ir a una fan­tástica playa ella sola.
Se sentía frustrada, porque había pasado mu­cho tiempo organizándolo todo para que su flo­ristería siguiera funcionando en su ausencia. Ha­bía adiestrado y dado todo tipo de indicaciones a su personal para permitirse dos merecidas sema­nas de vacaciones. Octubre era el mejor mo­mento para ella. Era una época de poco trabajo para las floristerías; más adelante, no tendría un momento libre hasta después del día de los ena­morados.
-El viaje está cancelado. Sigo teniendo mis dos semanas -dijo Demi con angustia; casi sentía cómo el tiempo se escurría entre sus manos.
-Y nada que hacer -apuntó su abuela.
Volvía a tener razón, su abuela la conocía dema­siado bien. Probablemente se volvería loca sin nada en lo que ocupar el tiempo, pero estaba dis­puesta a arriesgarse.
-Oye, nunca se sabe. Quizá aprenda a disfrutar de no hacer nada.
-No, tú no, cariño -Maggie soltó una risita-. Nunca has sabido quedarte sentada sin echar a co­rrer.
-Entonces quizá sea hora de que me tranqui­lice un poco -Demi comenzó a pasear nerviosa­mente por la habitación-. Podría leer. O ir al cine. O sentarme en la playa a ver las olas.
-No aguantarías ni veinticuatro horas -Maggie hizo un gesto de rechazo con la mano.
-Joe Jonas es un pesado, abuela, y lo sabes -dijo Demi, tratando de aplacar a su abuela pero sin rendirse.
-Sólo lo dices porque solía tomarte el pelo. -No lo dudes –Demi asintió con la cabeza-. Siempre que venía a recoger a Selena para salir, me atormentaba. Solía enfurecerme.
-Eras una niña pequeña y él era el novio de tu hermana mayor. Se suponía que debía tomarte el pelo. Era su función.
-Ya, ya.
-Su abuela es una vieja amiga, a la que quiero mucho -Maggie entrecerró los agudos ojos verdes. -Fantástico -interrumpió Demi-. Entonces iré a ayudarla a ella.
-Buen intento, pero Loretta no necesita una se­cretaria. Quien la necesita es su nieto.
-¿A qué se dedica? -Demi se dejó caer en un si­llón-. Con lo malvado que era conmigo, supongo que debe ser el cerebro de algún grupo criminal.
-Asesor financiero -Maggie alzó la mano y se colocó un rizo-. Y, según Loretta, le va muy bien.
-Es su abuela, la pobre se engaña -replicó Demi sin inmutarse.
-Demi.
-Bueno. Así que es rico. ¿Va por la quinta es­posa?
-Eres muy curiosa, ¿no? -Es un defecto trágico.
-Una ex esposa, sin hijos -Maggie se esforzó por no reír-. Por lo visto la mujer era una barra­cuda.
-Ni siquiera una barracuda puede enfrentarse a un gran tiburón blanco -Demi odiaba admitir que sentía cierta compasión por un tipo al que no había visto en años, pero los divorcios nunca eran agradables. Aunque no lo sabía por experiencia propia: para divorciarse había que casarse antes. Su único compromiso había terminado, a Dios gracias, antes de llegar al altar.
-De verdad, Demi -recriminó su abuela-, ha­ces que el hombre suene odioso -frunció el ceño-. Es el nieto de una amiga muy querida.
El sólido cepo de acero del remordimiento em­pezaba a cerrarse. Demi sentía las frías y afiladas garras clavarse en su piel. Intentó resistirse.
-Yo tampoco le caía bien a Joe, ya lo sabes.
-No seas tonta.
-Seguramente no le gustaría que lo ayudara.
-Loretta dice que está muy agradecido por tu oferta.
-¿Ya lo sabe? -a Demi casi se le salieron los ojos de las órbitas. El libre albedrío de los demás no existía para su abuela.
-Bueno, algo tenía que decirle, ¿no crees?
-¿Y lo primero que se te ocurrió fue ofrecerme como voluntaria? -su única familia se había re­vuelto contra ella como una serpiente.
-Eres una buena chica, Demi. No creía que te importase.
-Joe Jonas -masculló ella, sacudiendo la ca­beza. Hacía seis años que no lo veía, desde el fune­ral de su abuelo. Seis años era mucho tiempo, pero no el suficiente. Verlo con un traje de nego­cios no había borrado sus verdaderos recuerdos de él. Lo recordaba como un bravucón que se ha­bía burlado de una niña de once años que, en cierto modo, estaba medio enamorada de él. De ninguna manera iba a trabajar para él. En abso­luto-. No pienso hacerlo.
Maggie Lovato apoyó los codos en los brazos del sillón tapizado con tela de flores y curvó los dedos. Inclinó la cabeza hacia un lado y miró a su nieta.
-Cuando tenías diez años, rompiste la taza de porcelana de la tatarabuela O'Hara.
-Oh, Dios... -Demi se dijo «corre, corre y no dejes de correr».
-Creo recordar que dijiste algo del estilo de «Lo siento mucho, abuela. Haré cualquier cosa para compensarte. Lo que sea».
-Tenía diez años -protestó Demi, buscando desesperadamente un escape-. Eso fue hace dieci­siete años.
Maggie soltó un suspiro dramático y se puso una mano sobre el corazón, como si le doliera. -Ya, así que las promesas que se hacen en esta casa tienen un límite de tiempo, ¿no?
-No, pero... -el cepo se cerró un poco más. A Demi empezaba a costarle respirar.
-Era la última taza del juego que mi abuela trajo consigo del viejo continente.
-Abuela... -el frío acerado del remordimiento la rodeó, las garras del cepo estaban a punto de cerrarse.
-Su abuela le regaló ese juego como regalo de bodas -la anciana puso los ojos en blanco-. Para que pudiera traerlo desde County Mayo, un pe­dazo del viejo mundo. Y lo aceptó con amor, sa­biendo que no volverían a verse en esta vida.
-Lo sé, pero... -si su abuela empezaba a con­tarle lo de la bodega del barco, otra vez, todo es­taba perdido.
-Mantuvo esas tazas a salvo en el barco. No fue fácil. Viajaba en la bodega, sabes y...
-Me rindo -Demi alzó las manos. Por mucho que quisiera evitar trabajar para Joe, la había atrapado y lo sabía-. Lo haré. Trabajaré para él, pero sólo dos semanas. Ni un día más.
-Fantástico, cariño -Maggie llevó la mano a la taza de té que tenía al lado-. Preséntate mañana a las ocho. Le dije a Joe que te esperase a esa hora.
-Sabías desde el principio que lo haría, ¿no?
La abuela sonrió.



viernes, 24 de febrero de 2012


Hola a TODAS mis niñas hermosas... les queria comunicar q  suspendere la nove NILEY  "Two people who lit my path" xq se m rompio la portátil. y no pude recuperar la nove q logre terminarla en estas vacaciones... asi q tendran q esperar q vuelva a tener tiempo.. y la volverla a escribir... lo siento mucho :( pero les quiero dejar esta nove q es muy linda y es Jemi espero q les guste!! las Amo y extraño a toodas gracias x sus comentarios m hacen muy feliz cn cada uno de ellos.. un beso y ak les dejo el Sinopsis... las kiero mucho mucho...



Aunque Joe Jonas había sido una pesadilla para Demi Lovato, de pronto se vio obligada a pasar mucho tiempo con el guapísimo asesor financiero y se dio cuenta de que la estaba cautivando con sus encantos. Prometió mantener con él una relación puramente profesional, no sería más que su secretaria... pero era obvio que él también la deseaba y no tardaron mucho en compartir un beso que desató toda la pasión contenida... y que finalmente dio lugar a un embarazo.
Siempre había tenido miedo al compromiso, pero había decidido hacer lo correcto por su hijo. Así que le pidió a Demi que se casa­ra con él, le ofreció su nombre, su hogar, todo... excepto su cora­zón.
Quizá no pudiera ofrecerle amor, pero seguía queriendo tenerla en su cama...



domingo, 19 de febrero de 2012

" PoR eL PlAcEr De EsTaR cOnTiGo" Cap 24



- Oh si, si... -gemía mientras ella chupaba- Estoy a punto…

Lo sacó de su boca y con la mano ayudó a que consiguiera el orgasmo más intenso de su existencia. Apretó fuerte, arriba y abajo. Unas cuantas veces más y Nick se fue en sus manos. Al segundo se inclinó sobre él y le besó los labios tiernamente, calmándole, haciéndole saber que si quería tomar revancha, podría hacerlo

- Ha sido... fantástico -dijo aún con la respiración entrecortada- Ahora me toca a mí. Quiero venganza -sonrió y hizo amago de levantarse, se apoyó en sus codos- Pareces la típica chica de calendario... tan ... -entrecerró los ojos- tan caliente… y tan manchada..

- Se va a enfriar -miró la taza- y no vas a poder untarme. Y yo quiero que me untes. Y que me chupes.

- Y que te folle, sé sincera -soltó de repente y se puso de pie, se veía imponente. Tendió su mano y Miley la cogió-

La aproximó a su cuerpo y le susurró al oído algo que Miley no resistió.

- Hueles a sexo... mi pierna huele a sexo -rió

- ¿Qué problema hay? Me gusta...

Buscó con la mirada el chocolate y ahora él fue el que metió la mano. La plantó en uno de los pechos de ella y la tumbó en el suelo, sobre la cálida moqueta.

- ¿Y ahora qué?

- Hazme... sentir como la única mujer en el mundo... -extendió los brazos y le esperó.

Nick no tardó en atenderla. Se colocó a su lado y dibujó una línea vertical desde su garganta hasta el final de su tronco, parándose justo en el centro de Miley. Le sonrió.

- ¿Sigo hacia abajo? -Miley abrió un poco más las piernas , dejando todo al descubierto

- Como quieras. Solo devuélveme lo que te he dado antes…

No la hizo esperar más y derramó todo lo que quedaba en ella. Lo fue esparciendo lentamente, por sus pechos, su ombligo... y se lo llevó todo en su boca. Lamió cada rincón, cada cm, cada pulgada... hasta que la zona a tratar fue la esperada por ambos. Se rieron cómplices y sin pensarlo Nick mordió suavemente abajo, Miley se retorció. Siguió dedicándole tiempo a aquella parte tan deseada por él y no le daba descanso. Podía sentir cómo las piernas de la belleza que tenía debajo comenzaban a temblar. Él le apretó las nalgas con fuerza para que aguantara, se estaba en las nubes allí. Alzó la cabeza para mirarla y comprobó que estaba un segundo de llegar al clímax. Soltó una pequeña cantidad de aire por su boca a modo de soplo y Miley no aguantó más. Todos los jadeos de antes culminaron con un grito que hizo a Nick penetrarla a la vez que ésta llegaba. Sintió sus paredes contraerse alrededor

- Estás deliciosa.

Inició una serie de movimientos circulares y volvió a empezar. Esta vez se lo hizo fuerte, más que la noche anterior. Miley colocó las piernas sobre los hombros de él y la penetró con ganas. Más de veinte veces hasta que ambos se vinieron abajo. El orgasmo llegó a la vez, dejándolos agotados.

Varios segundos después él le acariciaba el pelo con suma ternura, la miraba diferente después de todo lo que compartían. Miley estaba cansada, se notaba en su cara.

- ¿Te llevo a la cama? -dijo sin parar de acariciarle el pelo.

- Sí..

- No se me olvida que nos queda algo por hacer -hizo un gesto con la boca y ella rió

- Mañana... cuando despertemos.

La ayudó a levantarse y dudó en ducharse o no. No, definitivamente lo dejaría para el día siguiente junto a ella. La depositó en la cama y la tapó con las sábanas. Él rodeó la cama y se tumbó a su lado, también metiendo bajo la ropa de cama. Le dio un último beso de buenas noches y... sin ser consciente la abrazó. ¿Desde cuándo él abrazaba a un... ligue? El caso es que Miley no era una más. Y empezaba a asustarle.



" PoR eL PlAcEr De EsTaR cOnTiGo" Cap 23




Se levantó despacio, desafiante y algo dejado, se fue bajando los pantalones. Se los sacó primero de una pierna y luego de la otra

- Toda, es toda -añadió ella cuando él la daba por satisfecha- T, O, D, A.

- Ya sé qué significa toda, agradezco tu ayuda.

Llevó sus dos manos a la cintura del bóxer y Miley contuvo la respiración. Estaba sentada en el brazo del sofá y se tuvo que agarrar a él para no caerse hacia atrás. Automáticamente una sonrisa entre malévola y traviesa se esbozó en su cara caliente. Suponía que sus mejillas iban a estallar.

- Vamos, quítatelos.

- Quítamelos tú, bueno no. Mejor no...

Se dio la vuelta y se los bajó quedando completamente desnudo ante Miley. Aunque lo único de lo que se quejaba era de que sólo le veía la parte trasera, también quería la delantera. Se tumbó de nuevo.

- No me vas a ver nada. Solo si me gusta lo que me hagas me daré la vuelta.

- ¿Tienes hambre?

- No, comí en el coche, mientras esperábamos

- Pues yo sí.

- Come.

- Eso mismo haré.

Fue al mueble-bar y saco un algunas tabletas de chocolate que había pedido hacía ya varias horas. Las metió dentro de un cuenco y e introdujo a este en el microondas.

-¿Qué estás haciendo? ¿Necesitas ayuda?

- Nooo -gritó desde la lejanía- Ya mismo voy.

Cuando volvió con el bol en la mano Nick estaba haciendo círculos con el dedo en la moqueta.

- Nicky.. -pasó la mano por su pelo- ¿Estás preparado?

- Más que preparado.

Se bajó la cremallera de la falda beige y quedó únicamente en bikini. Se quitó los tacones y se sentó sobre el cu*lo de Nick.

- ¿Me vas a comer bañado en chocolate?

- Ahora verás...

- Chúpalo todo.

- Pienso hacerlo.

Inclinó un poco el bol y fue derramando el chocolate caliente por la espalda blanca. El chocolate comenzó a correr por la línea que dividía su espalda en dos y llegó hasta su cu*lo.

- ¿Podré hacer lo mismo yo después?

- Me la vas a chupar por primera vez... me estoy poniendo duro. Romperé la esponja de este sofá.

Miley sacó su camiseta y su sostén , ya le estaban estorbando. Y no tardó mucho en quitarse las braguitas. Era absurdo mancharse la ropa de esa forma. Se inclinó sobre él llenando su vientre y abdomen de dulce. Empezaron los juegos.

Su lengua advirtió el inicio cuando jugó con la oreja de él, provocándole la excitación. Siguió besando su nuca, hasta que llegó al omóplato y empezó a lamer y a comerse todo el chocolate escurridizo

- Si.. -dijo Nick, poniendo las manos a ambos lados de su cabeza- Nunca me habían hecho eso

Miley no contestó y siguió a lo suyo. Fue moviéndose a lo largo de sus piernas según iba chupando todo a su paso, hasta que llegó al trasero. Le dio un mordisco en uno de los glúteos y Nick se rió. Ella repitió la acción.

- Eso va a tener consecuencias Miley * (apelativo cariñoso).

- ¿Qué me vas a hacer? ¿Me vas a sentar y me vas a poner a escribir "No debo morderle a Nick en el cu*lo" cien veces?

- A lo mejor tienes que hacer otra cosa cien veces.

Cogió de nuevo el cuenco y vertió un poco más del contenido en aquella zona.

- Tienes el mejor culo de Hollywood. Y yo lo estoy mordiendo...

Escuchó la risa excitada y ronca del chico bajo ella. Continuó limpiando todo el chocolate y cuando creyó haber acabado, volvió al principio. Metió dos dedos en el chocolate y le dio a probar.

- Chupa eso...

Nick  capturó los dedos con su boca y succionó hasta haberlos dejados rojos

- Voy a hacerte lo mismo ahí abajo.

Miley sintió cómo el líquido de su interior salía de su cuerpo y dejaba toda la pierna de Nick mojada.

- Dime que lo que estoy sintiendo es chocolate.

- No

- Dios Miley, voy a reventar. Te juro que cuando te coja te voy a follar hasta la saciedad. Te voy a follar la boca y cada agujero húmedo que encuentre en tu cuerpo.

Miley emitió un gemido de excitación al oír esas palabras. Se tumbó sobre él y besó su cuello con ganas y deseo. Estaban pegajosos, pero aquello ahora no importaba. Nick se cansó de estar en aquella posición y se dio la vuelta. Encontró el cuerpo de su chica ahora, en todo su esplendor. Llena de chocolate y excitada. Tanto que hasta él había podido comprobar cómo se corría en su pierna. Sin pensarlo Miley metió la mano en aquel bol y la llenó para extenderla por todo el abdomen y pectoral. Terminó en la erección de Nick. La empapó de arriba abajo, imitando estos mismos movimientos. Él pensaba que no saldría vivo de allí. Su corazón frenético amenazaba con causarle un infarto y mucho más cuando vio que se agachaba... y no para extender precisamente. Vio cómo su pene desaparecía en la boca de Miley. En un acto reflejo alargó sus manos hacia la cabeza de la chica para que profundizara, lo más que pudiera. Empezaba a delirar. Nick empezaba a delirar. La lengua lo estaba torturando y los dientes tampoco ayudaban mucho. Lo iba a dejar sin una gota en su cuerpo.



" PoR eL PlAcEr De EsTaR cOnTiGo" Cap 22



;) se viene algo HOT :P jeje 

Miley tenía las manos apoyadas en el cristal de la gran ventana que daba a la calle. Afuera llovía y hacía bastante frío. Era más de las dos de la madrugada y Nick aún no había dado señales de vida. Se retiró un momento de la ventana y fue a comprobar si había llegado algún mensaje y estaba en lo cierto, "Estamos en un atasco". Se tranquilizó algo y volvió al cristal. Un coche negro aparcó frente a la puerta y lo vio bajarse. Respiró hondo y se colocó la falda. Una falda de tubo que mostraba todas sus curvas. De nuevo agarró el teléfono y marcó su número. Cuando lo cogió no le dio opción a réplica.

- Ve directamente a tu habitación.

Colgó y apagó las luces. La tenue luz que entraba por las ventanas con las cortinas corridas permitía, al menos caminar sin tropezar. No tuvo que esperar mucho más hasta que tres golpecitos anunciaron la llegada de Nick. Ella abrió la puerta y en cuanto él entró, le tapó los ojos con las manos.

- ¿Qué haces? -preguntó dibujando una sonrisa en su cara

- Shh, silencio Nick -dijo risueña- Ven, siéntate aquí. Pero no abras los ojos, dame un momento.

- Ok, prometo no abrir los ojos.

- Vuelvo en cinco segundos.

Los tacones de Miley se escucharon por toda la habitación. Nick abrió los ojos y vio que todo estaba en completo orden y en una penumbra anaranjada que le gustaba bastante. Anunció la llegada de Miley y volvió a cerrar los ojos

- Ya estoy -se colocó tras él y le puso un pañuelo en los ojos a modo de venda

- ¿Que has planeado?

- Ahora vas a ver... ¿Estás cansado?

- Un poco, pero puedo aguantar despierto hasta que tú te duermas. Oye, ¿A qué demonios hueles?

- Me compré un nuevo perfume ¿No te gusta?

- Al revés, es mejor que el que tenías antes. Jo*der, si con solo olerte me imagino como vas vestida y me empalmo.

- Deja que te quite la chaqueta.

- ¿Me vas a tener toda la noche aquí sentado? -preguntó mientras colaboraba con Miley para quitarse la chaqueta-

- No, no quiero que ese culi*to se quede como una tabla.

Dejó la chaqueta algo húmeda por la lluvia sobre una mesa y se puso delante de él. Nick enseguida notó su presencia por el calor que comenzó a percibir y por su, como no, olor. Le buscó una mano y la besó.

- ¿Quieres un masaje? Para desestresarte, relajarte algo...

- Sí por favor. Lo necesito.

Miley tenía las manos apoyadas en el cristal de la gran ventana que daba a la calle. Afuera llovía y hacía bastante frío. Era más de las dos de la madrugada y Nick aún no había dado señales de vida. Se retiró un momento de la ventana y fue a comprobar si había llegado algún mensaje y estaba en lo cierto, "Estamos en un atasco". Se tranquilizó algo y volvió al cristal. Un coche negro aparcó frente a la puerta y lo vio bajarse. Respiró hondo y se colocó la falda. Una falda de tubo que mostraba todas sus curvas. De nuevo agarró el teléfono y marcó su número. Cuando lo cogió no le dio opción a réplica.

- Ve directamente a tu habitación.

Colgó y apagó las luces. La tenue luz que entraba por las ventanas con las cortinas corridas permitía, al menos caminar sin tropezar. No tuvo que esperar mucho más hasta que tres golpecitos anunciaron la llegada de Nick. Ella abrió la puerta y en cuanto él entró, le tapó los ojos con las manos.

- ¿Qué haces? -preguntó dibujando una sonrisa en su cara

- Shh, silencio Nick -dijo risueña- Ven, siéntate aquí. Pero no abras los ojos, dame un momento.

- Ok, prometo no abrir los ojos.

- Vuelvo en cinco segundos.

Los tacones de Miley se escucharon por toda la habitación. Nick abrió los ojos y vio que todo estaba en completo orden y en una penumbra anaranjada que le gustaba bastante. Anunció la llegada de Miley y volvió a cerrar los ojos

- Ya estoy -se colocó tras él y le puso un pañuelo en los ojos a modo de venda

- ¿Que has planeado?

- Ahora vas a ver... ¿Estás cansado?

- Un poco, pero puedo aguantar despierto hasta que tú te duermas. Oye, ¿A qué demonios hueles?

- Me compré un nuevo perfume ¿No te gusta?

- Al revés, es mejor que el que tenías antes. Jo*der, si con solo olerte me imagino como vas vestida y me empalmo.

- Deja que te quite la chaqueta.

- ¿Me vas a tener toda la noche aquí sentado? -preguntó mientras colaboraba con Miley para quitarse la chaqueta-

- No, no quiero que ese culi*to se quede como una tabla.

Dejó la chaqueta algo húmeda por la lluvia sobre una mesa y se puso delante de él. Nick enseguida notó su presencia por el calor que comenzó a percibir y por su, como no, olor. Le buscó una mano y la besó.

- ¿Quieres un masaje? Para desestresarte, relajarte algo...

- Sí por favor. Lo necesito.

" PoR eL PlAcEr De EsTaR cOnTiGo" Cap 21



bueno chicas apareciii de nuevo cn las noves... jeje :D espero q les guste!!! las amooo.. y las he extrañado mucho mucho ... gracias x los comentarios!! un beso grande grande.. :D 




Miley mordió los labios de Nick para que se callara y este la torturó un poquito para hacerla enfadar. Salió de su cuerpo.

- Vuelve... -dijo seria y excitada. Nick hizo caso- Así ... -echó la cabeza hacia atrás y dejó que una vez más, y sin que sirviera de precedente, Nick le mordiera el cuello- Me gusta eso, pero no dejes de hacérmelo cielo...

- Ayúdame un poco , estoy a punto otra vez.

Los dos soltaron un gemido gutural que anunció el final de ambos. Miley no resistió y le clavó las uñas a Nick en el brazo. Este dejó una marca granate en el cuello de ella, seguramente, al despertar aquella marca estaría morada.

La chica se quedó dormida y Nick dudó entre quedarse o irse. Él quería quedarse pero... bueno, se quedaría. No pasaría nada.

El despertar de Miley siempre había sido difícil, y esa vez no iba a ser menos. La aguja del reloj rozaba casi las nueve de la mañana cuando Nick abrió los ojos.

- Miley… levanta

- Quita -dijo ella dándole con la pierna

- Tenemos que ir a desayunar, a las nueve y media quiero ir de compras.

- Ve tú.

- Venga... vamos -le hizo cosquillas en la barriga

- ¡Déjame dormir joder!

- Qué estúpida eres.

Cabreado se levantó y cogió su ropa del suelo. Fue vistiéndose y sin volver la vista atrás salió y dio un portazo. Miley Se levantó arrepentida por haberlo tratado así poco después. Directamente fue a buscarlo en el buffet para pedirle disculpas después de arreglarse.

- Ncky... -tocó su hombro- perdóname, es que siempre me levanto mal.

- Vale -sostenía una taza con café- no hay problema.

Miley retiró la silla y se sentó con él.

- ¿Te has molestado?

- Sí.

- Perdóname -le dio un abrazo sin saber por qué- Mira lo que me has hecho -se quitó el pañuelo que llevaba puesto en el cuello- Está oculto con maquillaje, y ni siquiera se va.

- Oh dios... ¿Te duele? -le tocó con el pulgar

- No, no me duele. Pero voy a tener que llevar esto puesto un buen tiempo...

- ¿Cómo te lo pasaste anoche?

- Me aburrí -bromeó, cogiendo un trozo de napolitana de chocolate de Nick

- Lo que pasó es que estabas cansada y no diste el cien por cien.

- Si me tienes todo el día de un lado para otro es lógico que me canse. Pero... ¿Me puedes dar el día libre hoy?

- ¿Asuntos propios? -sonreía- ¿Estás enferma..?¿Por qué quieres el día libre?

- Es por ti. Podría sorprenderte.

- ¿De veras? -asintió- Bueno, mm me acompañas ahora a comprar algo y después te dejo libre.

- No te vas a arrepentir.

- Eso espero. ¿Y qué piensas hacer?

- Esta noche lo descubrirás -dijo coqueta-