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sábado, 19 de febrero de 2011

NILEY ♥"En tu kma o en la mia?"♥ Cap 1




Los copos de nieve caían del cielo nocturno, estrellándose contra el parabrisas del coche, y Miley Cyrus miraba con ojos cansados cómo los limpiaparabrisas los apartaban frenéticamente. El rítmico sonido la arrastraba inexorablemente hacia el sueño. Antes de que los párpados se le cerraran, se apresuró a bajar la ventanilla.
El aire frío la golpeó como una bofetada en el rostro. Respiró hondo. El vuelo desde Nueva York se había retrasado, y al llegar a Chicago descubrió que el hotel del aeropuerto había alquilado su habitación reservada. Sin sitio donde alojarse, había decidido ir a la casa que sus padres tenían junto al lago en vez de perder tiempo buscando una habitación de hotel. Eran dos horas en coche.
Pero si había acabado bajo una tormenta de nieve no había sido por las prisas para llegar a casa, sino más por bien porque no soportaba perder el tiempo. Después de once años viviendo en Nueva York, y siete años trabajando en el despiadado mundo de las relaciones públicas, había aprendido a aprovechar hasta el último minuto del día. No perdía tiempo en nada que la apartase de su vida profesional. Hacía ejercicio sólo porque el gimnasio era un buen lugar para establecer relaciones laborales. Pertenecía a siete organizaciones profesionales porque eran nombres que pesaban mucho en su curriculum. Y durante siete años había trabajado dieciséis horas al día porque ése era el único modo de hacerse socia de la empresa.
—Entonces, ¿qué demonios estoy haciendo en North Lake, Wisconsin? —murmuró para sí misma.
Su hermana menor, Demi, la había llamado unas semanas antes para pedirle que fuera a casa antes de San Valentín. Demi había planeado algo muy especial en la casa del lago, pero se había negado a darle más detalles. Sólo le había dicho que los Cyrus estarían presentes. Los padres de Miley se habían casado el Día de San Valentín, treinta años antes, por lo que no era difícil imaginarse el propósito de su hermana.
Una versión electrónica de la Pequeña Serenata de Mozart interrumpió los pensamientos de Miley. Agarró el móvil y lo volvió a arrojar al asiento contiguo tras mirar el identificador de llamada. Liam. La había llamado al menos veinte veces desde que Miley saliera de Nueva York para un viaje de negocios a San Francisco, y ella seguía sin responderle.
Miley y Liam habían sido pareja durante dos años, y él había previsto ir a North Lake con ella y conocer a su familia. Pero en el último minuto había cancelado el viaje, alegando compromisos laborales, y fue entonces cuando Miley se dio cuenta de que su relación era una pérdida de tiempo.
Entre los viajes de negocios y las reuniones de trabajo, apenas habían compartido tres noches en el último mes. No era gran cosa, teniendo en cuenta que vivían en el mismo apartamento.
Miró con ojos entornados a través de la nieve, buscando la indicación a West Shore Road. Hubo un tiempo en que se conocía hasta el último palmo de North Lake. En aquel pequeño pueblo había pasado todos sus veranos, hasta que se marchó a la universidad.
Pero a pesar de los años que había pasado lejos de aquel lugar, y en medio de una fría noche invernal, pudo sentir cómo la recorría un arrebato de emoción. Recordaba cómo había hecho frenéticamente el equipaje el día después de que acabaran las clases. El viaje de Chicago hasta el lago en una atestada furgoneta conducida por su madre. Su hermano mayor, Zac, sentado en el asiento delantero y manejando la radio. Ella sentada entre sus otros dos hermanos menores, Demi y Jason. El más pequeño de todos, Braison, semiescondido en el asiento trasero entre las maletas y las cajas de provisiones. Sus hermanos siempre viajaban con los bañadores puestos, de modo que podían saltar directamente de la furgoneta al lago sin tener que cambiarse.
Pero Miley siempre tenía otras cosas en mente.
A cada kilómetro recorrido, crecía su emoción e impaciencia. ¿Qué aspecto tendría? ¿Seguiría igual a como ella lo recordaba o habría cambiado? ¿Y ella, había cambiado? ¿Cómo la vería él? ¿Sería aquel verano el verano en que finalmente se atreviera a besarlo?
Año tras año, viaje tras viaje, sus pensamientos siempre se habían concentrado en él. Incluso ahora, se sorprendió a sí misma volviendo a los viejos hábitos. Nick Jonas. Había sido su príncipe azul, su caballero de reluciente armadura, su primera fantasía romántica y su primer amor. Todo ello envuelto en un físico increíblemente atractivo y sensual.
Su familia ocupaba la casa veraniega vecina. Todos se reunían cada verano: los cinco Cyrus y los cinco Jonas, formando una tribu de críos conocida en North Lake. Durante años Miley había visto a Nick como a su hermano mayor, Zac.
Pero entonces, un día estaban nadando y Nick la hundió bajo la balsa. Miley se había sumergido como una cría de once años, y había vuelto a la superficie como una adolescente enamorada. Nick tenía trece años y se había convertido en un chico muy apuesto, con unos Hermosos ojos marrones y una dentadura perfecta. El agua goteaba de sus oscuras pestañas mientras él le sonreía, y su rostro parecía tan suave y bronceado que Miley no había podido resistir el impulso de tocarle la mejilla.
Nada más hacerlo, Nick le había apartado bruscamente la mano, frunciendo el ceño con una mueca de confusión. Pero desde aquel momento, Miley había estado enamorada. Más tarde, su amor casto e infantil se transformó en una lujuria adolescente, y luego en unos sentimientos que rayaron la obsesión… para acabar finalmente en la humillación.
Respiró hondo y suspiró. Durante los últimos seis años se las había apañado para visitar la casa del lago sólo cuando tenía la certeza de que Nick estaba en cualquier otro sitio. Sin embargo, con cada visita albergaba la secreta esperanza de volver a encontrarse con él, y tal vez de arreglar el desastre que había provocado la noche de su decimoctavo cumpleaños.
El teléfono volvió a sonar y Miley maldijo en voz alta mientras lo agarraba. Pero esa vez no reconoció el número, tan sólo el prefijo de Manhattan. Ahora que se había convertido en socia, su jefe podía llamarla a cualquier hora del día y de la noche, y John Lewis se había aprovechado de esa ventaja en más de una ocasión. Miley se preguntó qué clase de emergencia habría surgido a las cuatro de la mañana, hora de Nueva York.
Abrió el móvil y se lo llevó a la oreja.
— ¿Diga?
—Me imaginé que no responderías a una llamada de mi móvil, así que me he visto obligado a llamarte desde el teléfono público de la esquina.
Miley reconoció la voz de Liam y se tragó otra maldición.
—No quiero hablar contigo. Ya te dije todo lo que había que decir antes de marchante. Se ha terminado.
— Miley, podemos arreglarlo. No puedes acabar así, sin más. Todo iba bien…
Ella se echó a reír y sacudió la cabeza. Miley era uno de los mejores abogados de Wall Street. Al igual que ella, podía sacarle el lado positivo al peor desastre imaginable.
— ¿Cómo puedes decir eso? —preguntó—. Siempre estamos separados, y las pocas veces que nos vemos sólo hablamos de trabajo.
— ¿Qué quieres? Puedo hablar de otras cosas.
—Ésa no es la cuestión —dijo Miley sintiéndose cada vez más frustrada. Normalmente podía expresar sus puntos de vista con claridad y frialdad. Pero esa vez no tenía ni idea de lo que quería. Sólo sabía que no quería volver a ver a Liam. Durante mucho tiempo se había sentido perdida y aquél era el único modo de volver a encauzar su vida.
— ¿Cuál es la cuestión? —presunto él.
—No… —volvió a respirar hondo— no soy feliz.
— ¿Y eso cuando te ha supuesto una diferencia? Trabajas sin descanso, nunca te tomas unas vacaciones, planeas cada minuto de tu vida… Es normal que no seas feliz. ¿Quién podría serlo en tu lugar? Pero así es como a ti te gusta Miley.
—Ya no —dijo ella—. Esa vida ha dejado de gustarme —de repente la invadió el pánico. ¿Estaría haciendo lo correcto? ¿De vendad estaba lista para abandonar? Los oídos empezaron a zumbarle y por un momento pensó que iba a perder el conocimiento—. Tengo… tengo que colgar. Te llamaré cuando vuelva y discutiremos los detalles. Adiós, Liam.
Aparcó rápidamente en el arcén y bajó la ventanilla para llenarse los pulmones de aire. Durante el último mes había estado luchando contra esos ataques de pánico, que se habían convertido en algo cotidiano. Al principio los había atribuido al estrés de pertenecer a la empresa, a la vida en Nueva York, a sus dudas con Liam. Pero en el fondo sabía que nada de eso era la causa.
El sonido de una sirena la sobresaltó. Miró por el espejo retrovisor y vio un coche patrulla deteniéndose tras ella. Ni siquiera se había acercado al límite de velocidad. Pero quizá había derrapado con demasiada brusquedad en la nieve, al girar hacia el arcén. Por el espejo lateral vio cómo el policía se bajaba del coche y se acercaba a su vehículo. Un estremecimiento la recorrió al recordar las noticias de asesinos en serie que se hacían pasar por policías, pero se obligó a apartar ese pensamiento. Estaba en North Lake. Aquellas cosas pasaban en Nueva York, no en Wisconsin.



holaaa!!! espero que les guste el primer cap.. jeje las quiero chicas... un beso.. :D
:P

jueves, 10 de febrero de 2011

Argumento ♥ NILEY♥"En tu kma o en la mia?"♥



El adolescente perfecto ahora era todo un hombre… y un magnífico amante.
Miley Cyrus no esperaba que aquella breve estancia en la casa de campo de la familia con motivo de la boda de su hermana fuera a poner su vida patas arriba. Pero eso fue antes de que se perdiera en la oscuridad y acabara en la cama con el hermano del novio.
Durante su adolescencia, Nick Jonas había sido el vecino perfecto… y el objeto de las fantasías más atrevidas de Miley. Pero eso había sido hacía mucho tiempo, ahora ya lo había superado… O eso creía ella…






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Holiiissssss!!! ak les dejo el argumento de la nueva nove... espero que les guste xq esta muy buena...jejeje las kiero mucho chicas... un beso grande ♥ y comenten q les parecio...!
 y pronto subire el PRIMER CAPITULO...  un beso... las kieeeroooo  ☺                                          

                                                ♥ Novelas Nileeey ♥

martes, 8 de febrero de 2011

Pronto nueva ♥NOVE NILEY♥


Holiiisss!!!!
Les queria comunicar q en estos dias estare subiendo nueva nove sobre NILEY y espero que les guste porque va a estar muuy buena.... jeje :P Haa!!! tambien me gustaria que opinen y comenten un beso grande... ☺ ♥ las kieroooooo ☺

domingo, 6 de febrero de 2011

Novela " Jemy " Cap 11 Final



Para cuando Demi había salido del abrevadero, chorreando y maldiciendo, Joe se había alejado a grandes zancadas, y de un humor de perros, un par de peones lo habían presenciado todo, y estaban observándola al borde de la risa Demi les lanzó una mirada furibunda, pero aquello no evitó que su dignidad se viera seriamente resentida cuando los oyó reírse a carcajada limpia mientras se dirigía hacia la casa.
Cuando entró, se encontró con Bella, pero se negó a darle ninguna explicación, sino que subió directamente a ducharse y cambiarse antes de que nadie más pudiera reírse de ella. Después, volvió a bajar, entró en el despacho y, sin sentarse siquiera, descolgó el teléfono y marcó el número de su tío.
—Dimito, quiero dejar de dirigir este rancho —le soltó sin más preámbulos— me da igual perder la herencia de mi familia ¡no pienso permanecer más tiempo en el mismo lugar que ese capataz que me has mandado!
El tío Ted esbozó una sonrisa divertida al otro lado de la línea. Aquello era un cambio, para variar: ¡su sobrina, que no dejaba siquiera que los hombres se le acercaran, estaba furiosa con uno! había sido una gran idea mandar allí a Joe Deleasa.
—Vamos, vamos... —trató de calmarla— no puedo dejar que tires tu herencia por la ventana, Demi. Lo siento, pero me temo que tendrás que quedarte y solucionar las cosas— ¡pero es que no puedo! —Gimoteó desesperada— escucha, firmaré todo lo que tenga que firmar y...
—no, es mi última palabra —y le colgó.
 Demi se quedó observando el auricular como si le hubieran salido antenas. ¡No podía hacerle aquello! lo colgó con furia y se quedó mirándolo fijamente, con los puños cerrados y temblando por la ira.
— ¡te odio! —Le gritó al teléfono— ¡eres un machista asqueroso, y solo porque eres rico te crees que tienes derecho a dirigir las vidas de la gente como si fueran marionetas!
Taylor, que pasaba en ese momento por el pasillo, se quedó observándola con los ojos como platos.
— ¡no lo quiero aquí! —Seguía gritándole Demi al inocente aparato— ¡nunca lo quise aquí! ¡Y no entiendo por qué no me das una oportunidad para intentar solucionar las cosas a mi manera! ¡Este es mi rancho! ¡Quiero que se vuelva a Texas, porque, si no lo
hace, seré yo la que me vaya! ¡Lo odio, y te odio a ti, y odio a Taylor también!
— ¿no se enteraría mejor tu tío si descolgaras el teléfono y lo llamaras?
Demi se giró en redondo, y se puso pálida al ver a Taylor, pero rápidamente se repuso y la miró furibunda.
—perdona que no te haya felicitado todavía en cuanto pueda iré a comprarte un regalo de bodas.
—Qué amable por tu parte —murmuró Taylor con una sonrisa burlona— es tan guapo... no puedo creer que esté enamorado de mí.
Demi dejó escapar lo que sonó como el maullido de un gato furioso.
—Yo también te quiero, Demi—sonrió Taylor— vamos a ser una gran familia feliz.
— ¡no cuentes conmigo! —le espetó Demi llorosa— ¡me voy de aquí, ahora mismo!
— ¿que te vas?, ¿dónde?
—n...no lo sé... ¡y no me importa! —le gritó Demi hipando— ¡oh, Taylor!, ¿cómo has podido?
— Demi, por dios, mírate...
—me da igual el aspecto que tenga.
—Ven aquí —le dijo Taylor secándole la cara con un pañuelo inmaculado— dime, ¿qué sientes por Joe?
—lo... ¡lo quiero! —gimió Demi prorrumpiendo en sollozos de nuevo.
— ¿en serio? ¿Lo quieres de verdad? —dijo Taylor sonriendo.
—Sí —asintió Demi contrariada.
¿Qué clase de conversación estúpida era aquella? ¿Tan cruel podía llegar a ser Taylor como para burlarse de ella en esos momentos?
—pero crees que es la clase de hombre que juega con una mujer al tiempo que coquetea con otra, ¿no es así?
Demi parpadeó.
—bueno... no, la verdad es que no lo creo, es bastante anticuado en ese sentido — admitió.
Taylor asintió con la cabeza.
—exacto, vas muy bien querida, sigue por ese camino.
Demi frunció el entrecejo, comprendiendo a qué se refería.
—Si se fuera a casar contigo, me lo habría dicho él mismo... —aventuró— no habría dejado que me enterara por accidente, por otra persona.
—sí, ¿y?
Demi dejó escapar un suspiro.
—nunca coquetearía con una mujer inocente... a menos que estuviera interesado en ella, interesado de verdad.
Taylor la recompensó con otra sonrisa.
—y tú ibas a ganar al tío Ted en cabezonería, y huir.
Demi se secó las lágrimas.
—me he comportado como una idiota ¿verdad? es que... estaba asustada, ¿sabes, Taylor?
—todos nos asustamos ante la idea de un compromiso, Demi, incluso cuando amamos muchísimo a la otra persona —se acercó a Demi y la tomó por los hombros— voy a casarme con Cody ¿querrás ser mi dama de honor?
Demi prorrumpió en risas de felicidad.
— ¡oh, Taylor, claro que quiero! —Dijo abrazándola, riendo y llorando al mismo tiempo—. Siento tanto todo lo que dije antes... pero es que estaba tan celosa... tenía el corazón destrozado.
— ¿sabes qué te vendría bien? —Le dijo Taylor con un guiño— un paseo... cerca de los rediles del ganado, creo que el paisaje allí es algo impresionante.
Demi sonrió y enrojeció ligeramente.
— iré, pero necesito que me hagas un favor: ¿podrías prestarme un vestido que sea muy femenino?, algo adecuado para seducir a un hombre.
 Taylor se rió.
—ya lo creo que sí, ven, creo que tengo justo lo que buscas.
Era verdaderamente un vestido de ensueño, de un verde pastel, con una falda vaporosa y mangas abullonadas. Demi se sentía como una adolescente, nerviosa e impaciente, mientras Taylor le arreglaba el cabello, la maquillaba ligeramente y le ponía unas gotas de perfume.
Más segura que nunca de sí misma, Demi se dirigió a los rediles del ganado. El camino se le hizo larguísimo, y cuando al fin llegó allí, había apretado tanto el paso, que
estaba casi sin aliento.
Los rediles estaban vacíos después de la venta del ganado, pero allí estaba Joe, apoyado en la valla de uno de ellos, con un cigarrillo entre sus dedos, tenía el sombrero calado casi hasta los ojos.
Demi se acercó tímidamente.
—Hola —lo saludó.
Joe contestó con una ligera inclinación de cabeza, sin girarse a mirarla.
— ¿te has perdido? —inquirió tras dar una calada a su cigarrillo.
—esta vez no —contestó Demi enigmática. Se apoyó en la valla, junto a él, y alzó la vista hacia los pastos— espero que no suelas tirar a las mujeres a los abrevaderos, porque sí es así, vamos a tener una vida muy movida juntos.
Joe no podía dar crédito a lo que había oído, se dio la vuelta y escrutó su rostro con ojos ansiosos. El corazón saltó dentro de su pecho, se había puesto un vestido, se había arreglado el cabello, y hasta se había maquillado ¿y era... era perfume eso que olía? estaba radiante.
—No, no suelo hacerlo muy a menudo —le contestó incrédulo—Demi, estoy pensando en volver a Texas.
— ¿vas a huir de mí? —le contestó ella con más valor del que sentía en ese momento— si lo haces te seguiré.
Joe creía estar teniendo alucinaciones.
— ¿cómo dices?
Demi hizo acopio de todo su coraje.
—he dicho que te seguiré a Texas.
Joe arrojó el cigarrillo al suelo y lo aplastó con la punta de su bota, tardó tanto
en hablar, que Demi sintió que las rodillas le flaqueaban. ¿Se habría equivocado?, ¿tal vez Joe no sentía por ella lo mismo que ella por él?
— ¿ya no tienes dudas? —le preguntó él de repente, mirándola a los ojos.
Joe se había colocado frente a ella, y lo tenía tan cerca que casi no podía
respirar.
—Ninguna duda —susurró— te quiero.
 Joe cerró los ojos un instante, y volvió a abrirlos dejando escapar un enorme
suspiro.
—gracias, dios mío... la atrajo hacia sí, abrazándola con fuerza, y la acunó contra su cuerpo para
besarla después en la frente, la mejilla, el cuello... y finalmente tomar sus cálidos labios.
Demi no se soltó ni un instante, sino que suspiró aliviada dentro de su boca. Cuando despegaron sus labios, se apartó un poco de él para mirarlo a los ojos, las barreras entre ellos habían desaparecido.
— ¿te dijo Taylor que no es conmigo con quien se va a casar? —le preguntó Joe quedamente.
—no, en realidad no... Más bien me hizo reflexionar, y darme cuenta por mí misma de que eran absurdas las dudas que tenía sobre ti —le dijo sonriéndole con ternura—. Ahora comprendo que, si hubieras tenido algún interés por ella, jamás me habrías tocado, ni siquiera por lástima.
Joe le acarició suavemente los brazos.
—pues te ha llevado mucho tiempo darte cuenta de eso...
—Lo sé —musitó Demi avergonzada— ¿y sabes qué es lo peor? que llamé al tío Ted y le grité, y le dije que hiciera lo que quisiera con el rancho, y que iba a marcharme de aquí. Gracias a dios tuvo el buen sentido de colgarme tendré que llamarle y disculparme con él.
—Creo que será mejor que esperes un poco — aconsejó Joe—, apuesto a que aún está muriéndose de la risa. ¡Oírte a ti gritándole! por lo que me han dicho nunca le habías gritado a nadie hasta que yo vine.
Demi se rió y suspiró.
— Hasta ahora nunca había tenido necesidad — tomó el rostro de Joe entre sus manos y lo miró amorosamente—. ¡Oh, Joe, te quiero tanto! quiero vivir contigo, y tener hijos contigo, y envejecer a tu lado.
— ¿y qué crees que quiero yo? —la picó él.
—A mí, por supuesto —respondió ella sonriendo con malicia.
Joe se echó a reír, y luego la atrajo de nuevo hacia sí para besarla con exquisita ternura.
—estuve esperando y esperando, y me pareció que habíamos empezado a avanzar, pero cuando Taylor regresó, después de nuestra excursión a caballo, fue como si retrocediéramos, durante todas estas últimas semanas.
—lo siento, Joe. Yo... sentía que no podía competir con ella, nunca imaginé que tú pudieras quererme por mí misma, me parecía que era como querer alcanzar la luna.
—pero ya no —murmuró él rozando sus labios contra los de ella.
—no, ya no —asintió Demi suavemente.
— ¿y cuándo te diste cuenta de que no estaba interesado en Taylor?
—Cuando recordé la dulzura con que me habías besado y acariciado, sin forzarme a llegar hasta el final —le susurró besándolo—. Pensé que, un hombre como tú, no haría eso con una mujer si no quisiera algo permanente. Además, tú mismo me confesaste en una ocasión que eras un hombre anticuado.
Joe frotó su mejilla contra la de Demi, inspirando su perfume y deleitándose en la suavidad de su cuerpo.
—Te quiero, Demi —murmuró con fervor—. Yo también quiero pasar contigo el resto de mi vida, te me metiste en el alma antes de que pudiera saber cómo había ocurrido, antes incluso de que me cuidaras cuando caí enfermo. No he sido capaz de mirar a ninguna otra mujer en todo este tiempo.
—Yo me enamoré de ti la primera vez que te vi — confesó Demi—, pero me asustaba, porque temía que solo fueras amable conmigo porque te daba lástima.
—nunca fue así, me gustabas de verdad, y cuando empezaste a evitarme, fue como si me clavaran un puñal en el corazón.
—Es que no podía creer que pudieras enamorarte de alguien como yo —musitó Demi—, pero cuando empezaste a señalarme mi falta de autoestima y de confianza en mí misma... bueno, supongo que comencé a darle vueltas en la cabeza. Supongo que he
aprendido que nadie es perfecto, pero que eso no significa que no podamos ser amados; y que el amor no tiene nada que ver con la belleza, ni con la sofisticación, ni con el dinero, ¿no es así? el amor es más que eso.
—Mucho más —asintió Joe. Inclinó la cabeza y la besó suavemente— voy a cuidar de ti el resto de mi vida, no tengo mucho que darte, solo mi corazón, pero...
Demi lo calló poniendo el dedo índice en sus labios.
—no quiero nada más en el mundo, a cambio yo te daré el mío.
Joe sonrió.
—Trato hecho —susurró antes de besarla de nuevo.
Más tarde, mucho más tarde, regresaron a la casa de la mano. Bella, Taylor y los chicos estaban esperándolos ansiosos y preocupados en el porche.
— ¿y bien? —Inquirió Bella sin poder aguantar más— ¿tendremos una boda, o una fiesta de despedida?
— ¡una boda! —exclamó Demi riéndose y corriendo a los brazos de la mujer, Taylor y los niños.
— ¡ah!, ¿quién iba a decírnoslo? —Suspiró bella sonriendo feliz— bueno, será mejor que vaya a preparar la cena, creo que haré algo especial para celebrarlo.
Cuando hubo entrado en la casa con los niños detrás, Demi volvió a abrazar a Taylor y le dijo entre risas:
— ¡has sido mala conmigo!, poniéndome celosa todo el tiempo, ocultándome la verdad...
—bueno, me dije que, o bien te abriría los ojos, o los cerrarías para siempre —contestó Taylor sonriendo— de no haber sido por mí, te habría llevado una eternidad decidirte a salir del cascarón, y el pobre Joe seguiría esperando, te merecías una oportunidad.
—Gracias —murmuró Demi, volviéndose a mirar a Joe con adoración.
—Demi—le dijo Taylor—, yo... me preguntaba si te importaría que me viniera a vivir aquí. No dependeríamos de vosotros, Cody insiste en que quiere mantenernos.
—no me importa en absoluto —dijo Demi al momento.
—oh, llamé al tío Ted después de que salieras a buscar a Joe—le dijo Taylor con una sonrisa conspirativa—. Me dijo que, si os casabais, te entregaría el poder sobre el rancho antes, como un regalo de bodas.
Joe las escuchaba en silencio, y Demi sabía que se sentía incómodo de pensar que él no podía aportar nada. Se acercó a él y tomó su rostro entre sus manos.
—escucha: no es gran cosa, y hemos perdido mucho dinero por culpa de mi mala gestión, así que puedo asegurarte que es más un dolor de cabeza que una dote.
Eso borró la expresión amarga del rostro de Joe, y al cabo de un rato, estaban los tres riéndose.
—será un reto para nosotros volver a levantar el negocio, y lo haremos juntos, apoyándonos el uno al otro —dijo Demi.
Joe sonrió.
Cuando creía que estaba todo perdido, cuando todo se había
desmoronado a su alrededor, de pronto sintió que había una luz al final del camino.
Amaba a Demi, juntos se construirían un futuro, y formarían una familia. Sí, iba a salir bien.
—vamos a hacerlo, Demi, lo lograremos.

                                                                       …. Fin….

sábado, 5 de febrero de 2011

Novela " Jemy " Cap 10






En total, el grupo estaba compuesto por tres matrimonios, es decir, seis huéspedes. Dos de los matrimonios eran buenos jinetes y habían ido antes a ranchos para turistas, por lo que no los asustaban las serpientes, ni los coyotes, ni rodar sobre la hoguera cuando estaban durmiendo a la intemperie; pero el otro, los Callaway, estaban... bien alimentados, por decirlo de un modo educado, y hasta entonces solo
habían visto caballos en las películas del oeste, mientras avanzaban por entre las montañas, Demi no hacía más que volverse a ver cómo iban.
—están bien, Demi, deja de preocuparte —le dijo Joe encendiendo un cigarrillo.
A pesar de los temores de la joven, la excursión transcurrió sin sobresaltos, disfrutaron del paseo y el paisaje, y al ocaso se apearon todos de los caballos para montar el campamento. Hicieron una hoguera, asaron patatas, charlaron, rieron... y bien entrada la noche, cuando ya estaban todos rendidos, pusieron en el suelo los sacos de
dormir, y pronto, todos, excepto Demi y Joe, estaban durmiendo.
La joven, para satisfacción de Joe, había colocado su saco al lado del suyo, se había girado hacia él, y estaba mirándolo tímidamente.
— ¿echas de menos Texas, Joe? —le preguntó.
—Al principio sí —confesó él—, pero debo admitir que hay algo en este desierto que se te mete en la sangre. Es un lugar con historia, pero las ciudades miran al futuro, y cuando se aprende a apreciar los recursos naturales, aunque al principio parecen escasos, se da uno cuenta que la vida aquí es casi un misterio, un milagro. Sí, echo de
menos Texas, pero creo que no me importaría vivir aquí —le dijo sonriente.
Demi quería preguntarle si era solo porque estaba empezando a encariñarse con el lugar, pero en vez de eso las palabras que salieron de su boca eran las que había en su subconsciente:
—¿con Taylor?
— ¿acaso la he mencionado? —inquirió Joe enarcando una ceja.
—no, pero...
Joe extendió la mano para colocarla encima de la de Demi, que la tenía sobre el estómago, ante el ligero contacto, la sintió estremecerse.
—Demi, ya te he dicho que tendrás que averiguar eso por ti misma. no voy a decirte lo que siento por Taylor... ni lo que siento por ti.
— ¿pero por qué? —exclamó ella desesperada.
—porque quiero que comprendas que confiar un poco puede hacerte mucho bien, cariño —le contestó Joe— hay una parte de ti que se mantiene apartada de mí, que me teme, y hasta que no soluciones eso, no tengo intención de influir en ti en un sentido u otro.
—bueno, supongo que no me queda otro remedio que averiguarlo por mí misma — suspiró Demi.
— ¿por qué no te acercas más a mí? —La invitó Joe con una cálida sonrisa— no tienes que preocuparte de que vaya a hacer nada, estamos rodeados de curiosos —le dijo en voz baja, refiriéndose a los huéspedes que dormían plácidamente.
Demi no pudo resistirse a la tentación, y acercó su saco de dormir un poco más al de él, acurrucándose contra él y apoyando la cabeza en su hombro.
—mucho mejor —murmuró Joe encantado, inclinó la cabeza y rozó los labios de la joven, saboreándolos, y deleitándose en su ligero temblor y en cómo le respondían febrilmente— Demi, ¿no te has dado cuenta de «algo»? —Susurró apartándose un instante, ella lo miró sin comprender— no llevas puesto un vestido sexy, ni tampoco
maquillaje, y en cambio estoy besándote, y no voy a dejar de hacerlo, porque me gustas tal y como eres.
La joven sonrió dulcemente y le acarició la mejilla.
—no soy bonita.
—Para mí sí lo eres —insistió Joe— y eso es lo que cuenta, ¿no crees? Tienes que abrir los ojos de una vez y ver lo que te obstinas en no ver.
—Te veo a ti... —musitó ella, perdida en el verde de sus ojos.
Joe la atrajo más hacia sí y volvió a besarla con pasión.
—oh, dios, Demi, te deseo tanto... —murmuró mordisqueándole los labios suavemente.
Ella también lo deseaba podía sentir todo su cuerpo en llamas... y eso que solo estaba besándola, respondió afanosamente a sus besos, a la vez que enredaba los dedos en su cabello negro, manteniéndolo junto a sí.
—Mmm... deberíamos parar —susurró Joe — si no, voy a perder la cabeza, y los huéspedes podrían despertarse...
— ¿y si estuviéramos solos? —gimió Demi contra sus labios le rodeó el cuello con los brazos para apretar sus senos contra el tórax de Joe.
— ¡oh, dios, Demi! —masculló él entre dientes.
Alzó la cabeza y comprobó que los huéspedes seguían durmiendo, de hecho lo cierto era que estos se habían colocado en semicírculo en torno a la hoguera, y Demi y él estaban detrás, así que nadie los vería si... su cuerpo se estremeció ante la necesidad de tumbar a Demi sobre su espalda, interponer una pierna entre las de ella y mostrarle
cuánto la deseaba. Casi podía sentir en su mente el tacto satinado de su piel, el calor de sus senos, con las puntas erguidas contra su tórax y casi podía escuchar en sus oídos los gemidos de placer que saldrían de su garganta cuando penetrara en la virginal pureza de su cuerpo...Dejó escapar un gruñido gutural mientras trataba de contener su excitación y se aferraba a los brazos de Demi.
— ¿qué ocurre, Joe? —inquirió la joven preocupada.
Joe la miró a los ojos, pero no contestó sus manos se deslizaron por el lateral de la blusa de la joven, acariciando sus senos y deteniéndose a estimular los pezones, observó cómo Demi se mordía el labio inferior y se arqueaba hacia él, intentando por todos los medios no gritar de placer para que no la oyeran.
—Esto es una locura... —susurró él— de todos los lugares donde hacer el amor... —acaríciame, Joe, no dejes de acariciarme... — dijo ella con voz entrecortada, las palabras de la joven amenazaban con desmoronar el control de Joe, y lo estaban haciendo sentirse vulnerable.
—oh, Demi, no puedes ni imaginar lo que estoy pensando... —se rió suavemente, como un chiquillo, mientras le desabrochaba los botones de la blusa—, lo que quiero hacerte.
—Sí que puedo —replicó ella— me lo dijiste punto por punto... ¿o lo has olvidado? —inquirió mirándolo a los ojos.
Joe volvió a estremecerse cuando llegó al último botón.
—sí, lo recuerdo, y anoche soñé con que lo hacíamos, soñé con que te tenía debajo de mí, y sentía tu cuerpo como si fuera un campo de flores que me absorbiera... sus manos se deslizaron por debajo de la tela de la blusa entreabierta, y se
detuvieron un instante, extasiadas, al notar que no había allí nada salvo piel desnuda.
—Nunca había hecho esto antes... —murmuró Demi—, quiero decir... ir sin... bueno, sin lo que llevo puesto normalmente.
Joe estaba ya en otro mundo, pasando los pulgares por los pezones erguidos de Demi  y haciendo arabescos en las areolas, de pronto, sin embargo un gemido ahogado escapó de los labios de la joven y tuvo que parar.
—Quédate quieta, cariño —le susurró mientras abría la blusa— y, por lo que más quieras, no hagas ningún ruido cuando sientas mi boca.
Aquello no fue sencillo. Demi tuvo que morderse el labio inferior hasta hacerlo sangrar para no emitir un largo gemido de placer cuando los labios de Joe se cerraron en torno a una de sus areolas, empezó a mordisquearla hambriento, y Demi se retorció desesperada debajo de él, clavándole las uñas en la espalda.
De repente, Joe se apartó de ella y le abrochó la blusa con manos temblorosas antes de rodar sobre el costado para hacerse a un lado y ponerse de pie.
Demi se quedó tumbada, ardiendo de deseo por él, estremeciéndose con una necesidad que jamás había conocido. ¡Lo deseaba, lo deseaba tanto...!
Joe se había alejado unos pasos, como necesitando calmar su excitación, y su figura, recortada contra el fuego, parecía totalmente tensa por la pasión contenida, al cabo de un rato, regresó junto a ella, y se metió en su saco de dormir, para entonces, el corazón de la joven había vuelto a latir a un ritmo normal, y la tensión que ella sentía había comenzado a desvanecerse.
—Joe... —lo llamó ansiosa.
—Tranquila —le susurró él—, se pasará lo siento, pequeña, no pretendía que llegáramos tan lejos.
—lo sé —musitó ella, buscando su mano y entrelazando los dedos con los suyos— solo quería decirte que ha sido muy hermoso. Me encanta que me acaricies y me beses de ese modo tan íntimo, y no me da ninguna vergüenza decírtelo.
Los dedos de Joe se aferraron con fuerza a los de Demi.
—pues entonces debo confesarte, en pago a esa sinceridad, que he estado casi a punto de perder el control. Demi, no podemos seguir así, porque un día no podré parar y ¿qué haremos entonces? la joven escrutó su rostro un buen rato.
—no lo sé —murmuró.
—Pues deberías empezar a pensar en ello —le dijo él bruscamente — porque esto se nos está yendo de las manos, una de dos: o nos separamos, o afrontamos las consecuencias.
 Demi bajó la vista hacia el torso de Joe, que subía y bajaba por la respiración acelerada.
—yo... no quiero perderte, Joe—musitó mandando a paseo el orgullo— ¿qué vamos a hacer?
—La pregunta es qué es lo que vas a hacer tú —replicó él— te toca mover pieza a ti.
—pero ni siquiera sé qué es lo que quieres.
—te quiero a ti, Demi, a ti.
—sí, ¿pero solo mi cuerpo?
—no, Demi, te quiero entera, en cuerpo y alma.
El corazón de la joven dio un brinco, pero se dijo que no debía dejarse llevar por la euforia.
— ¿por cuánto tiempo? —se atrevió a preguntar.
—ya te dije que el amor es así, Demi, que no trae una garantía de devolución. La cuestión es si eres capaz de confiar en mí o no,
la joven se quedó dudando no sabía qué pensar.
—ese es el problema, Demi, no estás segura de lo que yo siento.
—sé que me deseas.
—Sí, pero no hasta qué punto, ni de qué manera — le espetó él— sigues atrapada en el pasado, temiendo que puedan hacerte daño otra vez.
—es que no sé si lo que sientes por mí es solo físico...
—si fuera así, Demi, ¿crees siquiera que me habría detenido hace un momento? las mejillas de Demi ardían, y se rió suavemente.
—no, claro que no.
—Bien, al menos hemos llegado a algo, piensa en ello Demi, piensa qué quieres para nosotros... —le dijo— y ahora será mejor que durmamos un poco. Llevamos hablando y haciendo «otras cosas» durante más de una hora...
A la mañana siguiente, un delicioso olor a café, bacón y huevos despertó a Demi. Joe estaba preparando el desayuno con la ayuda de algunos de los huéspedes, unos minutos más tarde comían todos en silencio, observando absortos la salida del sol.
—En mi vida había visto nada tan hermoso —murmuró la señora Callaway con la vista fija en el horizonte.
—Sí que lo es —asintió Joe y se volvió a mirar a Demi a los ojos, como si le dijera: «igual que tú», la joven suspiró y le dedicó una radiante sonrisa.
Cuando hubieron recogido el campamento, regresaron al rancho, y una vez allí los huéspedes fueron a sus habitaciones a refrescarse, mientras que Demi y Joe llevaban los caballos a los establos para quitarles las sillas y las bridas, y dejarlos descansar en sus pesebres.
—Nunca en mi vida había disfrutado tanto de una de estas excursiones —le dijo Demi a Joe— ha sido maravilloso.
—Para mí también —asintió él, se había apoyado en la valla de uno de los pesebres, y la estaba mirando de un modo muy sensual.
—Ven aquí —la llamó.
El corazón de Demi comenzó a latir como un loco, pero obedeció al instante, dejando que la atrajera hacia él, y derritiéndose contra su cuerpo. Alzó el rostro en una muda invitación a que la besara, sin sentir ya ningún miedo ni inhibición, pero Joe la estaba mirando muy serio.
—Quiero una respuesta —le dijo con mucha solemnidad— quiero saber lo que sientes por mí, saber qué posibilidades tengo, necesito que confíes en mí y me lo digas, Demi.
—Esto no es justo, Joe—se quejó la joven— ¿por qué tengo yo que sacrificar mi orgullo y tú no?
—No soy yo quien está lleno de dudas —le recordó Joe— las relaciones duraderas necesitan de una confianza mutua.
—lo sé, pero... —comenzó ella apartando la vista. Joe, sin embargo, no lo iba a permitir, la tomó de la barbilla y le alzó el rostro.
—arriésgate, Demi, por una vez en tu vida.
La joven inspiró profundamente, tratando de hacer acopio de valor, y estaba a punto de intentar decirle lo que sentía, cuando una voz conocida los interrumpió:
— ¡oh, Joe, querido, estás aquí! los chicos y yo llegamos ayer por la tarde, y vamos a pasar aquí toda la semana. ¿No es fabuloso?
Demi se había apartado de Joe en cuanto oyó a Taylor pronunciar su nombre, y se quedó observando anonadada cómo entraba riéndose en los establos y le echaba los brazos al cuello.
— ¡qué hombre tan maravilloso eres!, ¿cómo he podido vivir sin ti todos estos años? ¿Verdad que es maravilloso, Demi? ¡Me siento tan feliz! ¿No le has contado nuestra noticia, Joe? —inquirió con el rostro radiante.
—No, no me lo ha contado —farfulló Demi dando un paso atrás—, pero creo que ya no es necesario, puedo imaginármelo.
Salió del establo, y corrió sin detenerse hacia la casa, con las palabras de Taylor resonando en sus oídos ¿cómo podía haber sido tan estúpida? ¿Cómo había podido creer que Joe podía amarla a ella cuando tenía a Taylor? ¡Había estado jugando con ella!, ¡divirtiéndose! ya había tenido bastante, aquello era la gota que colmaba el vaso.
Demi acababa de entrar en la casa cuando de pronto apareció Joe, la había seguido hasta allí.
— ¿por qué diablos has salido corriendo del establo?
—Porque dos es compañía, y tres multitudes —masculló Demi enfadada.
— ¿qué pasaba por tu cabeza en ese momento, que estaba esperando impaciente que te marcharas para hacerle el amor a Taylor en uno de los pesebres de los caballos? —le espetó Joe con dureza, dicho de ese modo sonaba ridículo.
—supongo que no, pero es obvio que ella quería verte.
—porque tenía buenas noticias... que supongo no querrás oír, ¿no es cierto? —Le dijo— la verdad es que Taylor y yo pensamos que no te mereces saberlo, porque siempre te adelantas, sacando tus propias conclusiones basadas en las pruebas más absurdas, y luego te niegas a escuchar las explicaciones de los demás, sigues huyendo.
—no es culpa mía, sufrí algunos golpes bastante duros en el pasado —se defendió ella.
—ya he oído eso antes, Demi, y siento lo que te ocurrió, pero tenía la impresión de que íbamos camino de llegar a un punto importante, a algo más que unos cuantos besos... pero, según parece, jamás me dejarás acercarme lo suficiente a ti.
La joven se sonrojó, recordando lo que había sucedido entre ellos la noche anterior.
—Eso no es cierto —le espetó.
—No estoy hablando de proximidad física —repuso él —me refiero a que no puedo acercarme a ti emocionalmente, siempre me rehúyes.
— ¡porque tengo buenas razones para hacerlo!
— ¿y cuáles son? —Inquirió él sin alterarse— no te he pedido que te vayas a vivir conmigo, ni que te acuestes conmigo, solo quiero que confíes en mí, Demi.
— ¡pero si yo confío en ti! —le aseguró ella.
—No en lo que verdaderamente cuenta —dejó escapar un suspiro— ya no puedo más, Demi. No voy a correr siempre detrás de ti si quieres algo de mí, tendrás que ser tú quien dé el primer paso, no volveré a tocarte tendrás que decidir por ti misma.
Y se marchó sin decir otra palabra, dejando a la joven con el alma a los pies, no comprendía por qué quería que lo sedujese no tenía ningún sentido. Él era el hombre, y eran los hombres los que debían ir detrás de las mujeres, no al revés... al menos no desde su punto de vista. De acuerdo, quizá fuera un poco anticuada, pero era difícil
cambiar de la noche a la mañana de hecho, Joe también era muy anticuado en ese sentido. Eso, eso precisamente era lo que no le cuadraba ¿cómo podía haberla besado y coqueteado con ella cuando
quien de verdad le interesaba era Taylor? Joe no se lo había confirmado, pero tampoco lo había negado, y estaba seguro de que le gustaba, porque Taylor gustaba a todos los hombres. Era guapa, sofisticada, culta... la clase de mujer que le iba a un hombre como Joe, no ella.
Durante los días que siguieron, Taylor apenas pasaba tiempo con Demi. Cuando se encontraban sonreía como si no hubiera pasado nada, y ella y los niños casi siempre estaban con los peones, pero sobre todo con Joe. Era como si comprendiera que su presencia irritaba a Demi, y tratara de evitarla a toda costa, llegando incluso a
levantarse tarde y acostarse temprano. Demi, por su parte, estaba buscando una excusa para tener una confrontación con ella, porque había muchas cosas que quería decirle a su cuñada. Sin embargo, Taylor procuraba no estar nunca en la misma habitación que
ella, y cuando se encontraban, siempre estaba Joe de por medio, interfiriendo.
Así, a medida que pasaban los días, la joven se sentía cada vez más y más frustrada. No sabía que Cody se había puesto furioso al ver que Taylor pasaba tanto tiempo con Joe, y había aprovechado cuando Joe y ella se habían ido a la excursión para poner las cosas en su sitio. Habían estado discutiendo esa misma noche que Joe y Demi, estaban fuera, y en un momento dado, Cody, harto de que Taylor no lo dejara hablar, la había alzado en volandas y se la había llevado a un rincón apartado junto a los apartamentos de los huéspedes, donde la había besado hasta dejarla tan mareada que no pudiera protestar... ni casi mantenerse en pie, le dijo lo que sentía por ella, dejando hablar a su corazón, cuando terminó, Taylor estaba sonriéndole, y fue ella quien comenzó el segundo beso.
Sin embargo, habían decidido mantener su relación en secreto, porque Taylor le había dicho que no quería que Demi lo supiera hasta que Joe hubiera tenido oportunidad de arreglar la situación con ella. Pero eso, según parecía, iba a llevar bastante tiempo, y Taylor estaba empezando a impacientarse.
Aquel día, Demi fue al picadero a impartir clases de equitación como solía hacer a diario, y no acudió a cenar hasta que no estuvo segura de que Joe ya no estaría allí... si es que comía en la casa, se dijo, ya que últimamente siempre se iba al barracón, con los peones, o a su cabaña.
Y los días pasaban y pasaban, y nada ocurría. Demi estaba empezando a sentirse francamente irritada, nunca había imaginado que pudiera tener mal carácter, pero parecía que Joe sacara a la fiera que llevaba dentro.
No poder estar con Joe era como si le hubieran arrancado la mitad de su ser, ansiaba hablar con él, y sus ojos lo seguían cada vez que lo veía pasar, pero no le decía nada, y se limitaba a contestarle cuando él le preguntaba directamente. Y seguía pasando bastante tiempo con Taylor, eso era lo que más la irritaba de todo.
En realidad era todo una trama de Joe y Taylor para que Bella no se diera cuenta de que ella estaba enamorada de Cody y no le dijera nada a Demi, y evidentemente, la joven al verlos pensaba que Joe jugaba a dos bandas, y que por tanto no era de fiar.
Joe también estaba empezando a desesperar, y estuvo a punto de tirar la toalla, porque Demi le parecía cada vez más distante, de hecho, últimamente no hacía más que preguntarse si lo dejaría volver a acercarse a ella.
Era gracioso que Demi pensara que estaba interesado en Taylor, sobre todo cuando esta representaba el mundo del que provenía, el mundo al que había tenido que renunciar; cuando representaba todo lo que había perdido. Lo que necesitaba era una mujer que no tuviera la cabeza llena de pájaros, que no pensara solo en trapos y
fiestas, una mujer dispuesta a trabajar codo con codo con él para empezar de nuevo. Y Demi era esa mujer, en todos los sentidos, y estaba muy enamorado de ella, el único problema era conseguir que creyera que la amaba, cuando tenía una imagen tan pobre de sí misma, cuando se infravaloraba de tal modo. Hasta que no consiguiera atravesar esa coraza, no conseguiría llegar hasta ella.
Cierto día, la vio llegar con Linley a caballo, regresaban de una de las excursiones que organizaban para los huéspedes. Los vio desmontar, y también cómo Linley se llevaba su caballo y el de Demi a los establos, antes de que la joven pudiera entrar en la casa, le dio alcance.
— ¿lo has pasado bien? —le preguntó con sorna.
A pesar de que sabía que Linley estaba enamorado de Taylor, no podía evitar sentir celos de que pasara con Demi el tiempo que él ansiaba estar con ella.
A la joven no le gustó el tono en que lo había dicho.
—no, no lo paso nada bien —le espetó—. ¡Odio dirigir este estúpido rancho para turistas! ¡Estoy preocupada todo el tiempo porque una serpiente de cascabel pueda morder a alguien, o que un caballo se asuste y le rompa la crisma a uno de los huéspedes, odio hacer presupuestos, y si tengo que oír una sola palabra más acerca de
lo desolado y seco que es este lugar, voy a pegarme un tiro! y tú... tú... ¿por qué diablos no vuelves a Texas? —masculló irritada, así al menos su dilema acabaría.
—oh, es que me ha acabado gustando esto —murmuró él irónico— ya sabes, al final la arena y las serpientes acaban por metérsele a uno en el alma.
Demi entornó los ojos, lanzándole una advertencia muda.
—no sigas por ahí.
Joe enarcó las cejas.
—vaya, vaya... sí que estamos de mal humor, ¿eh? ¿Qué has tomado para desayunar?, ¿vinagre?
Demi trató de lanzarle una patada a la espinilla, pero fue demasiado lenta y falló. Joe, aprovechando su desconcierto, la alzó en volandas y la llevó hacia el establo, o más exactamente, hacia el abrevadero de los caballos. Demi, que adivinó sus intenciones, empezó a patalear y maldecir.
— ¡no te atreverás...! —le gritó.
—Ya lo creo que me atreveré —se rió Joe sin detenerse.
La joven se agarró con fuerza a su cuello.
— ¡si lo haces, te arrastraré conmigo!
—bah, palabras, palabras... —farfulló Joe, deteniéndose al pie del abrevadero con ella aún en brazos— ¿de veras lo harías? —murmuró contra sus labios. El corazón de Demi empezó a latir con fuerza, el olor a colonia y tabaco la estaba embriagando, y la fuerza de sus brazos sosteniéndola resultaba muy sensual.
— ¿que si haría qué? —balbució fijando la vista en los labios de Joe.
Sintió como si tuviera mariposas en el estómago, e involuntariamente aflojó la presa en torno al cuello de él, y le acarició la nuca.
—Demi, deja de picarme —le susurró Joe— si te beso ahora, vamos a tener la mayor audiencia a esta orilla del río Denver.
—No estaba picándote —protestó ella contrariada.
— ¿ah, no? muy bien, pues si quieres que esto vaya en serio, hablemos en serio: dime qué siento por Taylor.
El encanto del momento se rompió para Demi.
—No lo sé —farfulló— y, además, tampoco es asunto mío.
— ¡y un cuerno! ¡Estás más ciega que un topo! y, antes de que tuviera tiempo de reaccionar, la besó de un modo casi salvaje, para aprovecharse a continuación de que estaba distraída, y arrojarla al abrevadero.