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jueves, 14 de julio de 2011

" Innocence and Desire " Cap Nº 5





Miley escondió una sonrisa de triunfo.
—Si mientras prepara el té encuentra un alargador se lo agradecería —le pidió Nick.
En aquella ocasión, Miley sonrió abiertamente pues lo encontró sobre la encimera sin tener que buscar mucho.
Una hora después, Nick estaba de un humor de perros ya que la sierra estaba completamente desdentada.
—Esto no sirve ni para cortar mantequilla —protestó.
Lo cierto era que no había conseguido hacer más que un pequeño agujero en la puerta.
Ya había anochecido y la única luz que tenían era la que procedía de una desnuda bombilla que colgaba del techo. La potencia era tan baja que los ratones habían decidido que aquel par de humanos no era ningún peligro y habían salido a pasear.
—No creo que podamos salir esta noche de aquí, ¿verdad? —preguntó Miley.
—No, obviamente no, señorita Cyrus —contestó Nick sentándose—. A menos que la persona que vive aquí  venga a pasar la noche —añadió dando un puñetazo en la mesa.
—Tampoco es para ponerse así.
— ¿Cómo que no? ¿Quiere saber lo que estaría haciendo si no estuviera aquí atrapado? —dijo Nick consultando el reloj—. Estaría llegando a mi hotel en Sidney para darme una buena ducha. Luego, pediría la cena. Empezaría con unas ostras y una tabla de quesos para seguir con algo de pescado que acompañaría con un par de copas de buen vino tinto y terminaría con un excelente café.
Miley no contestó.
— ¿Y usted?
—Yo cenaría una tostada con queso y una ensalada y mi iría pronto a la cama.
—Eso suena a joven soltera.
—Soy una joven soltera.
—Una joven soltera y rica.
—No empiece otra vez con eso, por favor.
— ¿Por qué? Si no fuera una niña ultra privilegiada y llena de prejuicios, yo no estaría aquí.
— ¡Deje de insultarme!
—Está bien, está bien... ¿Y no le pone nerviosa estar aquí encerrada conmigo?
Miley dudó.
—Desde luego, entiendo que le parezca extraño lo que he hecho y que se preguntara qué demonios estaba sucediendo. Por lo tanto, todo lo que ha dicho, aunque me resultara ofensivo...
— ¿Se refiere a las tonterías?
—No me interrumpa.
—Perdón —murmuró Nick.
—Para abreviar, prefiero que esté enfadado conmigo y caerle mal, así no se le pasan cosas raras por la cabeza.
Aquello hizo reír a Nick.
— ¿De verdad es usted así de ingenua, Miley Cyrus?
— ¿Qué tengo de ingenua? Bueno, es cierto que puedo serlo en algunas ocasiones, pero eso es porque tuve una infancia muy...
— ¿Protegida?
—Mi padre...
— ¿Se cuidó de ello? Me sorprende que ahora no la tenga más vigilada.
—Para que lo sepa, el hecho de que yo haya elegido trabajar por mi cuenta y mantenerme de manera independiente es una batalla en pos de mi independencia.
Nick no contestó.
Miley interpretó aquel silencio como que estaba revisando toda la información que tenía sobre ella y seguramente estaba cambiando de opinión.
Maravilloso.
Miley se puso en pie muy orgullosa.
Por supuesto, se habría muerto si hubiera sabido que lo que Nick estaba pensando en realidad era lo maravilloso que sería cenar con ella en Sidney y, a continuación, desnudarla lentamente y volverla loca de placer.
—Se me acaba de ocurrir que, a lo mejor, podemos hacer algo de cenar con lo que haya por aquí —sugirió Miley.
Acto seguido, sacó una botella de whisky de un armario.
—Bueno, mientras cocinamos, nos podemos tomar una copa —sonrió—. Seguro que nos sienta bien.
—Señorita Cyrus, es usted un bombón —sonrió Nick sirviendo el whisky.
 Efectivamente, tras haber tomado una copa y haber cenado las judías, Nick Jonas se sentía un poco mejor.
—Hábleme de los Smith —le pidió a Miley mientras fregaba los platos.
Miley se sentó tranquilamente y le narró la historia de la pareja que había ido a su oficina.
—Lo que me pregunto es si es ético —concluyó.
— ¿Qué les haya ofrecido más dinero a los que han tardado más en vender? —contestó Nick—. No hay ninguna ley que me lo impida.
—Ya, pero Sophie y Ernest están pasando un mal momento por eso y, desgraciadamente, sospecho que este tema va a ser motivo de disgusto para el resto de sus vidas.
— ¿Y no le parece a usted que el centro del dilema es otro? —dijo Nick quitando el tapón del fregadero para que se fuera el agua.
— ¿A qué se refiere?
— ¿Y si resultara que Ernest quería aceptar la oferta inicial, que le aseguro que era buena, porque la casa se le hiciera muy grande para ellos dos solos y Sophie no quisiera vender porque le tuviera mucho cariño? Antes de conocerme a mí ya tendrían esa disputa marital o la habrían acabado teniendo de todas formas.
—Puede ser —concedió Miley mientras Nick secaba los platos.
— ¿Sabía usted que el ayuntamiento siempre da unos mínimos que hay que dedicar a parques, campos de deportes y centros para la comunidad cómo guarderías y que yo siempre destino más terreno del estrictamente necesario? Aunque a usted le parezca que las casas que yo construyo son como cajitas, todas las urbanizaciones tienen esos servicios. Le aseguro que, aunque no son mansiones, no son de mala calidad.
—Le creo, pero no puedo evitar que me dé pena que desaparezcan casas como ésta.
Nick la miró divertido.
— ¿Qué pasa? —dijo Miley arrugando el ceño. —Nada, sólo que estoy de acuerdo con usted. Miley lo miró perpleja.
—Pero...
—Los propietarios se pusieron en contacto conmigo para ver si aquí se podía construir, pero no es ésa la razón por la que he venido a ver la casa personalmente.
— ¿Ah, no?
—No, lo cierto es que estoy buscando una casa para mí y podría ser ésta.
Miley se quedó mirándolo fijamente con la boca abierta.
— ¿Por qué no toma otra copa conmigo antes de caerse de espaldas? —sugirió Nick.
—Yo... usted.., esto... sí, sírvame otra copa —contestó Miley.
— ¿Le parece que actúo con doble rasero?
—Sí.
Aquello hizo reír a Nick.
—Pero al mismo tiempo cuido el medio ambiente.
—Ya y, de paso, pasa usted a vivir en una torre de marfil —comentó Miley con acidez.
—No, no creo —contestó Nick.
Miley dio un trago de whisky y agradeció el calor que sintió bajando por el cuerpo pues comenzaba a hacer frío.
Se quedó mirando a Nick, que se había metido las manos en los bolsillos y parecía perdido en sus pensamientos.
De repente, a Miley se le ocurrió que aquel hombre no necesitaba pertenecer a ninguna clase social en concreto porque era único.
Nick Jonas no necesitaba ir a jugar al polo, ni a las carreras, ni a los desfiles de moda, ni a esquiar en invierno, ni hacer un crucero en verano.
Miley siempre había querido ampliar aquellos horizontes y por eso había elegido trabajar, para poder viajar como a ella le gustaba, alejada del circuito de hoteles lujosos y señoriales a los que acudían su padre y sus amigos.
Miley quería conocer gente como aquel hombre y conseguir que no la despreciaran por proceder de la familia de la que procedía.
— ¿Y qué sugiere entonces?
Al oír la pregunta, Miley salió de sus ensoñaciones y comprobó que Nick estaba mirándola fijamente, como si se hubiera dado cuenta de que estaba pensando en él, lo que la hizo revolverse incómoda en la silla.
— ¿A qué se refiere?


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