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jueves, 14 de julio de 2011

" Broken Rules " Niley Cap 12




Nick observó cómo se marchaba Miley, y su apetito se fue con ella. Se había despertado esa mañana pensando que tenía que darle un escarmiento por lo que había hecho durante la cena la noche anterior. Había estado dándole vueltas hasta más o menos las dos de la madrugada y había llegado a la conclusión de que la manera de actuar de Miley no había sido en absoluto inocente. La conocía prácticamente de toda la vida y nunca comía así.
No sabía qué había sido lo que le había hecho perder los estribos, tal vez su comentario referente a que no le importaba que a otras mujeres les gustasen sus besos. Fuera lo que fuese, Miley había decidido demostrarle que sabía cómo incomodarlo. Y con mucho éxito. Esa mañana le había tocado a él, pero en esos momentos se sentía como un canalla.
Recogió los platos y tiró la comida a la basura. Como se sentía culpable, decidió tostar un bollo y ponerle mermelada de moras, la favorita de Miley. Limpió la cocina y fregó los platos. Acababa de terminar con esto cuando ella irrumpió en la cocina.
Iba tapada con una toalla blanca que cubría a duras penas esas curvas que Nick había intentado olvidar durante toda la noche. Todavía tenía jabón en el pelo. El agua le corría por el cuello hasta perderse en su escote. Nick consideró seriamente abrir un par de ventanas. Necesitaba aire, aire frío y lo necesitaba inmediatamente.
No obstante, nada era comparable a la expresión de sus ojos. La dulzura habitual se había convertido casi en instinto asesino.
Miley dio un golpe en la encimera, al lado de donde él estaba.
—Así que no te parece suficiente bajar el termostato para intentar que me congele y echarle tanto picante a mi desayuno que podrías haberte cargado mis papilas gustativas.
Se acercó a él, que estaba paralizado por la impresión de estar viendo a Miley casi desnuda. Si le daba por agarrar la sartén de hierro forjado, estaba perdido, no podría detenerla. Pero ella tomó uno de los platos que Nick acababa de fregar y lo movió delante de su cara.
—Es el colmo.
Nick miró hacia abajo, incapaz de comprender qué podía haberla enfurecido tanto como para que saliese de la ducha con el pelo lleno de espuma.
—No puedo creer que te hayas puesto a lavarlos platos mientras yo me duchaba —continuó marcando cada palabra con un movimiento del plato hacia su entrepierna.
Él lo entendió todo de repente y sonrió sin querer. Tal error.
— ¿Te parece divertido? —preguntó Miley casi gritando.
—Cálmate, no me acordaba de lo del agua de la ducha —la hacienda había sido reformada en muchas ocasiones, pero las tuberías generales databan de antes de que él hubiese nacido.
— ¿Pretendes que me lo crea? Llevas toda la vida viviendo en esta casa —replicó ella dando un golpe con el plato en la encimera con tanta fuerza que fue extraño que no se rompiese—. Primero salía caliente, luego fría, luego caliente otra vez. Mi piel todavía está intentando decidir si intentabas escaldarme o hacer que me congelase.
Los ojos se le llenaron de lágrimas. Miley intentó limpiárselas.
—Maldita sea, Nick. No fui yo quien empezó a besarte anoche. Tú mismo rompiste tu norma y por mucho que lo pagues conmigo no podrás dar marcha atrás. No hace falta que me tortures para que te prometa que no atacaré tu virilidad. Te lo prometo ya.
Se dio media vuelta y fue hacia la puerta. Se detuvo allí y le lanzó una mirada que lo dejó clavado en la encimera.
—Si tocas el grifo mientras acabo de ducharme le daré tus botas favoritas a Maurice para que se las coma.
Lo cierto era que a Nick se le había olvidado que no podía tocar el agua. No obstante, Miley nunca lo creería. Había sido él quien la había besado la noche anterior. Ella había respondido con tanta pasión que había conseguido que se pasase la noche en vela y que lo recordara durante las próximas noches, pero era cierto que no había sido ella quien había dado el primer paso. Por otro lado, él no había intentado provocarla comiendo sensualmente durante la cena.
Miley tenía que responsabilizarse de sus actos. Bueno, lo había hecho. Entonces, ¿por qué le molestaba tanto que le hubiese dicho que no volvería a tocarlo? Eso era exactamente lo que quería. Tenía que conseguir controlar su libido antes de arriesgarse a perder a la única persona de su vida a la que no quería dejar marchar.
Aquella mañana no había sido un buen ejemplo de cómo mantener una amistad frente al deseo.
Lo que necesitaba era diversión. Algo o a alguien que le hiciese olvidarse de los labios de Miley y de su tentador cuerpo. Pensó en Nicole e hizo una mueca. Con ella no había funcionado, pero a él se le daba muy bien resolver problemas. No iba a echar al traste toda la estrategia sólo por un pequeño contratiempo.
Intentó pensar en todas las posibilidades y llegó hasta Delta Goodrem, la camarera del Dry Gulch. Nick jugaba al póquer con el dueño y un par de jugadores empedernidos de la ciudad de vez en cuando, y siempre les servía ella.
La chica tenía sentido del humor, y se vestía como una comercial de profilácticos, pero no salía con demasiados hombres. No obstante, parecía ser bastante popular y eso era exactamente lo que él necesitaba. Una mujer que supiese de qué iba el tema y que lo ayudase a controlar el deseo que sentía por Miley.
Si no les hubiese dado vacaciones a sus empleados del rancho, podría haberse marchado de viaje de negocios, pero en esos momentos no podía hacerlo. Así que sólo le quedaba la opción de Delta.
Como no le gustaba esperar a poner sus planes en práctica, agarró la guía telefónica para buscar su número. Miley no se quejaría aunque hablase por teléfono mientras ella se duchaba.
      El sol de la tarde entraba por la ventana de la clase. Miley tomó un bote blanco de pegamento. Lo limpió con una toalla húmeda. Sus alumnos habían hecho adornos navideños y a ella le tocaba recoger la purpurina, el pegamento y los trocitos de papel. Pero no le importaba. Necesitaba tiempo para pensar.
Su enfado con Nick se había disipado casi por completo al ver a los niños. No podía estar enfadada rodeada de niños de cinco años excitados con la proximidad de la Navidad. El desayuno había sido un desastre. Nick había hecho todo lo posible para hacerla sentir incómoda. Abrir el grifo mientras ella se duchaba había sido todo un acierto. Había sido tan buena idea que se le podría haber ocurrido a ella misma. Se mordió el labio y tiró algo de purpurina a la basura. Desde que ella recordaba, Nick había sido la única persona que la había aceptado incondicionalmente. Cuando se había hecho vegetariana y su padre había puesto el grito en el cielo, él le había regalado un libro de cocina vegetariana. Cuando el chico con el que iba a ir al baile de fin de curso se había puesto enfermo, él la había acompañado.
Siempre había sido su príncipe azul. Recordó las patatas con cebolla de esa mañana. «Menudo príncipe azul», se dijo. Había pasado de ser su héroe a ser su némesis sexual en espacio de unas horas. ¿Por qué estaba empeñado en que su relación fuese platónica? Los dos habían participado igualmente en el beso de la noche anterior.
Y Nick no era precisamente célibe. Aunque tampoco era un playboy. Pero tenía experiencia. Mucha más que ella, que había intentado salir con algún chico en la universidad e incluso había llegado a irse a la cama con uno de ellos. Se había sentido tonta, por seguir siendo virgen con veinte años, pero eso no la había llevado a ninguna parte. Finalmente, le había dicho a su novio que no estaba preparada, había vuelto a vestirse y se había marchado a su habitación.
Él había roto con ella una semana después y a Miley no le había parecido mal. Ella no podía imaginarse compartiendo su cuerpo con otro hombre que no fuese Nick y como no hiciese algo pronto, iba a ser la mujer virgen más vieja de Estados Unidos. Cuanto más pensaba en ello, más se convencía de que Nick no debería haberse esforzado tanto por librarse de ella esa mañana si el beso de la noche anterior no le hubiese afectado tanto como a ella.
Hacía años que la gente decía que deberían salir juntos. Que hacían muy buena pareja.
Incluso sus respectivos padres comentaban algo al respecto de vez en cuando. Todos, salvo su padre, que no pensaba que Miley debiese casarse con un ranchero, dada su afinidad con los animales.
Aparentemente, Nick pensaba lo mismo que su padre. Actuaba como si salir con ella fuese como violar las leyes. Su ley. Miley hizo una pelota con la toallita de papel y la tiró a la basura. Bueno, ella tampoco quería salir con él. Sólo quería acostarse con él. Quizá si lo hiciese podría empezar a ver al resto de los hombres como algo más que criaturas que ocupaban sitio en su planeta. Terminó de ordenar la clase y se dirigió hacia su coche. Tenía que recoger los gatos de casa de Nick. Quizá pudiese ofrecerse a preparar la cena para ambos. No quería que él cocinase, pero tendría que comer algo.
Sonrió. En comparación con la cena que iba a preparar, los espárragos de la noche anterior parecerían castos.


2 comentarios:

  1. Me encanto :) hacen la pareja perfecta, se nota :), bueno leo el siguiente :D

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  2. Siggan mi blog , please es nuevoo
    FamososChismes+

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