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martes, 19 de abril de 2011

"♥" RINGS OF WEDDING "♥" Niley"♥ Cap 5




Miley se apretó contra él y Nick  pudo no­tar la suavidad de sus senos contra la tela de su camisa, lo que encendió su imaginación. El olor del perfume de la mujer llegó hasta sus fosas nasales, exóticas y ligeramente especiadas, fun­cionando como una droga sobre sus sentidos. Nick apretó los dientes y la apartó ligeramente.
—Tranquilízate. La energía ha fallado. Debe de ser el cambio de dígitos en el sistema infor­mático del ascensor. Y no estamos colgados de una cuerda, sino de un cable de acero. Además, sólo estamos a unos veinte metros del suelo.
—¿Veinte sólo? Bueno, seguro que podremos sobrevivir a una caída de veinte metros.
Nick no pudo evitar sonreír. Lo cierto era que Miley podía ser divertida a veces, cuando no condenadamente sexy.
—Los generadores se cargarán en seguida y los empleados de mantenimiento accionarán el sistema. Estaremos fuera de aquí en unos minu­tos —hizo una pausa—. ¿Sabes? Todo esto es por tu culpa. Si hubiéramos ido directamente a la fiesta, no nos habríamos quedado encerra­dos.
—Oh, no me eches a mí la culpa. Tú has sido el único que has tentado al destino con tus mentiras.
—No he dicho ninguna mentira.
Las luces parpadearon ligeramente y luego iluminaron completamente el ascensor. Nick miró a Miley, que estaba abrazada a él con el rostro contra su hombro. Ella lo miró a su vez.
Luego, con las mejillas encendidas, comenzó a separarse despacio.
Nick reprimió una sonrisa de satisfacción. Jamás había visto a Miley Cyrus rubori­zándose. No era una mujer que se avergonzara fácilmente.
—No te preocupes. No mencionaré tu... in­discreción a Demi.
Ella lo miró enfadada. Luego, se fue hacia la pared más alejada.
—¿Por qué no nos movemos?
—Dale tiempo —replicó, apoyándose a su vez en la pared opuesta.
Esperaron en un silencio incómodo varios minutos, mirándose el uno al otro gravemente. Pero la cabina no se movía. Miley fue hacia el panel y comenzó a pulsar botones.
—¿No hay un teléfono aquí? ¿No podemos llamar para que nos ayuden? Debe de haber una alarma.
—Todo está controlado por ordenador. Sa­ben que estamos aquí porque el ordenador marca el peso de la cabina.
Miley suspiró y volvió a sentarse en el sue­lo. Nick intuía que tenía miedo, pero su orgullo le impedía demostrarlo. Se sentó a su lado y agarró la botella de champán. Se la ofreció a Miley, que tomó un trago. Luego, él dio otro. No le gustaban las bebidas alcohólicas, pero le estaba comenzando a gustar el champán. Cuan­to más bebía, más relajado se sentía. Y le con­venía relajarse, considerando que sus planes
iban poco a poco destruyéndose ante sus pro­pios ojos.
—Me temo que no vais a poder anunciar el compromiso —dijo Miley—. Faltan cinco mi­nutos para la medianoche y no vas a poder es­tar a tiempo en la fiesta.
Nick se encogió de hombros.
—Seguramente, Demi se enfadará. Y mis pa­dres también. Prefiero no pensar en lo que dirán.
—¿Y tú qué sientes? —preguntó Miley.
—Daremos la noticia en otro...
—No —insistió—, dime sinceramente cómo te sientes.
Nick sonrió brevemente y sacudió la cabe­za. Sabía exactamente cómo se sentía, pero no iba a admitirlo delante de la mejor amiga de Demi. Ese compromiso iba a seguir adelante. De él dependían demasiadas cosas.
—Dímelo. Cualquier cosa que me digas no saldrá de estas paredes.
Nick sabía que tenía que guardar sus senti­mientos para sí mismo, pero el champán le ha­bía relajado y, por primera vez en su vida, se alegraba de estar con alguien a quien le intere­saban de verdad sus sentimientos.
—Me siento como si me hubiera salvado de morir ahorcado —dio un suspiro y se pasó la mano por el cabello. Luego, se abrazó a sus ro­dillas—. He sido un poco bruto. No sé cómo me aguanto a mí mismo.
—Eres un bruto.
Nick la miró de reojo.
—Gracias. Creo que es la primera vez que estamos de acuerdo en algo -—Nick levantó la botella de champán y se la llevó a la boca—. Mis padres llevan presionándome para que me case desde que acabé la universidad. Soy hijo único y mi familia depende de mí para que la empresa continúe. Así que estás delante del se­mental de la familia Jonas, que tiene que ase­gurar la perpetuación del apellido.
—¿Por eso decidiste casarte con Demi?
Él se encogió de hombros.
—Ya soy mayor. Si no hago algo rápidamen­te, mi padre me desheredará. Y entonces, ¿qué haré yo? Sin dinero, sin trabajo, sin un lugar donde vivir...
—¿Pero cómo puedes hacerle esto a Demi?
—¿No te das cuenta de lo que puedo darle? Ella ha soñado siempre con formar una familia. Tendrá una bonita casa, unos hijos perfectos y cualquier cosa que desee.
—Excepto el amor de su marido.
—Nosotros nos respetamos el uno al otro. ¿No es eso suficiente? Mis padres no se casaron por amor y llevan juntos casi cuarenta años. Mi madre se casó con mi padre porque éste le iba a dar el tipo de vida que quería.
—Y tú eres como tu padre, ¿no? ¿Es ésa tu disculpa? Mira a tu padre, Nick. ¿Es ése el tipo de vida que quieres? ¿Trabajar sesenta o setenta horas a la semana siempre en el mismo sitio, en la misma mesa, durante todos los días del resto de tu vida?
—Yo soy un miembro de la familia Jonas. No puedo tener la vida que quiera, tendré la vida para la que he nacido.
—Si no fueras de la familia Jonas, ¿qué ha­rías? Estamos en vísperas de un nuevo milenio. Tienes la posibilidad de cambiar tu vida. ¿Cuá­les son tus deseos?
Nick se quedó pensativo durante unos se­gundos. Luego, hizo una mueca.
—Siempre he querido ir a Las Vegas. Nunca he jugado. Me gustaría saber lo que es arries­garlo todo a un dado o a una carta.
—Tú puedes hacer lo que quieras con tu vida —recordó Miley.
—No, no puedo. No soy como tú, Miley. Yo tengo responsabilidades y me las tomo en serio.
Miley se volvió hacia él y le agarró las ma­nos.
—Puedes. No hace falta valor, sólo hace falta dar un paso, luego otro y luego otro más. Arriésgate. ¿Por qué no dejas que sea el destino quien decida?
—¿Cómo?
—Cuando este ascensor comience a funcio­nar, habrá dos posibilidades. Si el ascensor sube, irás arriba y anunciarás tu compromiso. Si bajamos, irás a Las Vegas. Atrévete, Jonas. Siempre has querido jugar, ¿por qué no lo haces esta noche?
Nick se llevó la botella de champán a los la­bios. Luego, se dio cuenta de que estaba vacía. La colocó en el suelo. No estaba seguro de si sería el alcohol o la hermosa mujer que estaba a su lado, pero pensó en aquello durante unos segundos.
—De acuerdo. Si bajamos, iremos a Las Ve­gas. Si subimos, me casaré con Demi.
Justo en ese momento, sonó la alarma y el ascensor se puso en marcha. Miley se levantó del suelo y miró al panel que había, sobre las puertas. A pesar de que el ascensor se movía, las luces del panel seguían apagadas. Nick no estaba seguro de si bajaban o subían. Se levantó a su vez lentamente y esperó, sabiendo que si el ascensor terminaba en el piso de abajo, pul­saría inmediatamente el botón del ático.
Dejaría que Miley creyera que iba a hacer lo acordado. Incluso él quería creerlo. O por lo menos, durante unos segundos. Estaba harto de analizar cada paso que daba. Miley tenía ra­zón, cada vez se parecía más a su padre. Y si analizaba su vida detenidamente, se daba cuen­ta de que jamás había tomado una decisión pro­pia desde... desde que había comprado un BMW rojo en lugar de uno negro. E incluso en­tonces, había decidido finalmente que el rojo era demasiado escandaloso y lo había cambia­do por uno negro.
Miley lo miró con los ojos agrandados por la incertidumbre.
—Parece que estamos bajando.
—A mí me parece que subimos.
El ascensor se detuvo y ambos contuvieron el aliento mientras las puertas se abrían.


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