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domingo, 17 de abril de 2011

♥" RINGS OF WEDDING "♥" Niley"♥ Cap 1



Hola chicas ak les dejo el primer cap d la nove...
espero q les guste... hoy pondre 2 cap asi le entiendan... xq m dijeron q es medio confusa pero les aceguro q no lo es...
bue las kieroo muchisimoo y cualquier duda m escriben en MSN las k lo tienen y las q noo ak les dejaree buee un besoo byee :P novelasnileeey@hotmail.com




Nick Jonas no sabía en qué consistía exactamente todo ese lío que se había armado. Al fin y al cabo, el nuevo milenio no consistía en otra cosa que en cambiar la página del ca­lendario. No ocurría nada especial por pasar del año 2005 al año 2006. Quizá ese cambio de año supusiera un problema para los ordenadores, pero no para él. El día siguiente no sería espe­cial para él salvo porque anunciaría de un modo oficial su compromiso matrimonial.
Alrededor de él había un gran movimiento. Mucha gente trabajaba a toda prisa para tener todo preparado para la mayor fiesta de Año Nuevo de la historia de Chicago. Y eso, que la mayoría de los habitantes de la ciudad no habían sido invitados. Su madre, Denisse Jonas, llevaba
 planeando la fiesta desde primeros de año, determinada a marcar otro evento en las pági­nas de sociedad.
La mujer había hecho todo lo que había po­dido para acondicionar el piso más alto del Jonas Center de manera que albergara un es­pectáculo futurista, con rayos láser incluido. Lo cierto era que Nick deseaba que todas las pre­dicciones de posibles fallos en las comunicacio­nes o de apagones estuvieran equivocadas. Te­nía ganas de ver el grandioso espectáculo de Denisse.
Pero iba a haber un evento todavía más exci­tante para la prensa del corazón. Justo antes de la medianoche, uno de los solteros más codicia­dos de Chicago anunciaría su compromiso de boda. Nick Jonas, el heredero de la enorme fortuna de los Jonas, iba a casarse.
Nick se quedó mirando la esbelta figura de la mujer que estaba al otro lado de la pista de baile. Demi Lovato estaba hablando paciente­mente con uno de los camareros mientras un grupo de técnicos maniobraba a su lado para colocar un gigantesco letrero luminoso en el que las bombillas dibujaban el número 2006, por encima del también gigantesco dibujo de la silueta de la ciudad de Chicago.
Nick sonrió para sí mismo al ver a su pro­metida enfundada en un traje azul. Pensó que Demi efectivamente iba a ser la mujer perfec­ta. Era dulce y discreta, lo que la había ayudado a aguantar a los padres de él. Los dos se tenían un profundo respeto, aunque Nick sabía que no se podía hablar de una relación apasionada. De hecho, él nunca había confiado en la pa­labra «amor». Nick creía que el matrimonio de­bía basarse en algo más que la simple atracción física o la dependencia emocional. Pensaba que debía ser parecido a una fusión comercial. La elección debía basarse en el sentido común después de considerar todos los factores y to­das las variables. Y había decidido que Demi Lovato era la mujer que más le convenía.
Y lo mejor era que ella compartía su pragmá­tica visión del matrimonio. Así que podrían lle­var una existencia estable conjunta en una casa de lujo de un barrio residencial y tener dos o tres hijos.
—Quizá no tenga mucho dinero, pero es su­ficientemente bonita. ¿Le has examinado los dientes?
Nick apartó la vista de su prometida y se giró hacia su padre. Paul Jonas frunció el ceño mientras examinaba a Demi Lovato. Nick no podía recordar la última vez que había visto sonreír a su padre. Y por el dinero que Denisse Jonas debía haberse gastado en esa fies­ta, sospechaba que esa noche tampoco iba a hacerlo.
—Demi no es ningún caballo.
—Si lo fuera, al menos sabríamos su pedigrí, porque dijiste que sus padres habían muerto, ¿no?
Nick recorrió el salón de baile con la vista.
En menos de una hora, llegarían cuatrocientas personas de las más ricas e influyentes de Chi­cago para celebrar la llegada del nuevo milenio. Casi todos los invitados tenían una educación más refinada que los anfitriones. De hecho, Paul Jonas estaba considerado como un nuevo rico, pero en Chicago los nuevos ricos eran aceptados por la élite siempre que tuvie­ran más dinero que ellos mismos.
Nick detestaba todos esos acontecimientos sociales, pero sabía que eran algo inevitable si se era miembro de una familia rica. Ya podía imaginarse los murmullos cuando anunciaran su compromiso antes de la medianoche.
Nadie sabría quién era Demi Lovato ni de dónde había salido. Preguntarían por su familia y por su fortuna, e incluso, murmurarían sobre un posible embarazo cuando se enteraran de que no venía de buena familia. Pero él no había querido casarse con las muchachas de la alta sociedad que su madre le había presentado y que sólo buscaban un marido rico y poderoso.
Prefería a Demi, con la que sabía que po­dría convivir y formar una familia. Demi sólo quería ser feliz y tener un marido que se preo­cupara por ella.
—Nunca conoció a su padre —respondió Nick a su padre—. Y su madre murió hace sie­te años.
— ¿Y no podías haber elegido una chica de nuestro nivel social? —preguntó Paul.
Nick se rió entre dientes.
— ¿Igual que tú? Parece que te olvidas que el padre de mamá era carnicero...
—Pero entonces yo tampoco tenía dinero. Tú sí que lo tienes y eso hace que las cosas cambien.
Nick sacudió la cabeza. Sabía que eso era cierto. Si no hubiera sido por el dinero, él ha­bría llevado otra vida completamente diferente y en ese momento podría ser bombero o poli­cía, como deseaba de niño. Pero su futuro esta­ba marcado por su nacimiento. Estaba predesti­nado a dirigir la empresa familiar y a tener hijos que heredasen el negocio en el futuro.
—Espero que le hayas hablado de que ha­réis separación de bienes.
—No le he hablado de ello porque no pien­so hacer separación de bienes. Si ella pensara que considero la posibilidad de divorciarme en el futuro, no se casaría conmigo. Nuestro com­promiso será para toda la vida.
Nick se asustó de oírse decir eso a sí mismo. Era como si a los treinta y cuatro años, su vida estuviera ya completamente decidida. A partir de entonces, iría a trabajar todos los días al mis­mo despacho para incrementar la fortuna fami­liar. Ese futuro le parecía muy sombrío.
Pero no había otro remedio. Y lo primero que tenía que hacer si quería dirigir Jonas Enterprise era tener descendencia como su padre le había impuesto.
—Si quieres que me case, lo haré a mi modo. Si Demi quiere entrar en la familia, lo menos que puedo hacer es arriesgar parte de nuestra fortuna a cambio.
Su padre se puso a refunfuñar.
—Pues espero que estés seguro de que has elegido bien...
—Lo estoy —aseguró Nick—. Te lo prometo.
Luego, suspiró para sí. Nunca habría pensa­do que acabaría su vida siguiendo los pasos de su padre. Siempre había deseado ser indepen­diente y construir su propia vida.
Después de haberse graduado en la escuela, había decidido que quería escapar del futuro que su padre había diseñado para él. Había aceptado el trabajo que su padre le había ofre­cido sólo para ahorrar algo de dinero antes de marcharse.
—O ahora o nunca —murmuró Nick con in­quietud. Estaba a punto de anunciar su compro­miso. Después de aquello, no habría vuelta atrás.
—¿Qué estás murmurando? —las palabras de su padre interrumpieron sus pensamientos.
—Nada.
Su padre lo agarró por las solapas del esmo­quin.
—No me gusta esto —dijo muy preocupa­do—. Estamos tentando al destino con esta fies­ta. ¿Qué haremos si se van las luces? Cuatro­cientas personas a oscuras encerradas aquí pueden ser un verdadero peligro.
—He informado a los de seguridad y me han dicho que todo irá bien. El generador se encenderá inmediatamente después del apagón. Nada puede estropear la fiesta de mamá.
—Excepto la adivina que contrató para la fiesta. Esa Madame Babushka que se dedica a leer las manos de todo el mundo.
— ¿No era Madame Blavatka?
—Ve a ver qué está haciendo —le ordenó Paul—. Asegúrate de que no tiene la inten­ción de sacar dinero a los invitados. No quiero que esa mujer nos avergüence.
— ¿Y cómo quieres que lo descubra? —pre­guntó Nick.
—Dile que te lea el futuro. Si te pide dinero, la echas sin más contemplaciones.
Nick asintió. Luego, se dirigió a la mesa de la adivina. A pesar de que no creía en los adivi­nos, no estaba seguro de querer que esa mujer le predijera el futuro. Podría confirmarle la idea de que su vida estaba ya diseñada hasta el final. En ese momento, se fijó en que su prometida lo estaba observando. Le sonrió y lo saludó, agi­tando la mano.
Él le devolvió la sonrisa, dándose cuenta de lo afortunado que había sido al encontrar una mujer como Demi. Con el tiempo, el respeto y el afec­to que se tenían quizá derivasen en amor y pa­sión. Decidió que lo mejor sería que se fueran de viaje tan pronto como su trabajo se lo permitiera.
— ¿Así que quiere que le lea su futuro?
Nick se dio cuenta de que había llegado a la mesa de la adivinadora, que le señaló una silla.
—Por favor, siéntese —le dijo. Su voz tenía un acento desconocido para Nick, aunque le parecía que era más probable que fuese de al­guien del sur de Chicago que de una gitana eu­ropea—. Déjeme ver la palma de su mano.
Nick tendió su mano, venciendo sus dudas, hacia Madame Blavatka. La mujer se puso a examinarla y, de pronto, se detuvo con un ges­to de sorpresa en su rostro.
—Usted tiene la marca. La marca del milenio —dijo, señalando una línea cerca de la base del pulgar—. Estas líneas forman una estrella. Es la primera vez que veo algo así.
— ¿Y qué significa? ¿Una muerte prematura o que heredaré una fortuna?
—Esta noche, en cuanto den las doce, cono­cerá su destino. En el momento en que el nue­vo milenio comience, usted estará al lado de la mujer con la que pasará el resto de sus días.
— ¿Con Demi?
—No conozco el nombre. Pero os unirá un amor y una pasión que no morirán jamás.
Él retiró su mano y se reclinó en su asiento.
— ¿Quién le contó que yo estaba prometido? ¿Fue mi madre la que se lo dijo?
— ¿Es que cree que soy una farsante? Ya lo verá usted por sí mismo. Y será a medianoche. Y ahora, váyase. No me gusta perder el tiempo con los escépticos.
— ¿Qué le debo por sus servicios? —pregun­tó él, sacándose la cartera del bolsillo.
—No quiero su dinero. Me vale con las satisfacciones de saber que llevo razón.
Nick se puso en pie.
—La verdad es que va a acertar casi seguro porque justo antes de las doce voy a anunciar mi compromiso de boda.
—No siempre todo ocurre como lo hemos planeado —dijo, alcanzando su bola de cris­tal—. A veces el destino puede sorprendernos.
Nick sacó unos billetes de su bolsillo y los dejó encima de la mesa.
—Gracias, lo tendré en cuenta.
Mientras se alejaba de la mesa, se dio cuenta de que estaban empezando a llegar los prime­ros invitados. Miró su reloj y sacudió la cabeza. Había planeado pasar un rato a solas con Demi antes de que la fiesta empezara. Luego, no podría dedicarle mucho tiempo, ya que tendría que hablar de negocios con varios de sus so­cios.

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