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domingo, 10 de abril de 2011

NILEY ♥"En tu kma o en la mia?"♥ Cap 19


bueno chicas ak les dejo otro cap espero q les guste ...
ya se acerk el final no c preocupen q despues d la boda todo ira super... jeje un adelantooooo :P
bueno bye cuidencen y comenten... las kierooo :)



Nick miró su reloj a la tenue luz de la lámpara. Había supuesto que Demi estaría agotada después de la cena de ensayo y de las seis copas de champán que se había bebido. Pero eran casi las dos de la mañana y no había ni rastro de Miley. Miró el teléfono y se preguntó si debería llamarla. Pero ella sabía que la estaba esperando.
Cerró los ojos y se permitió relajarse por unos segundos. Ella tenía razón. Apenas habían dormido durante la última semana, y la falta de sueño empezaba a pasar factura.
Cuando despertó, no supo cuánto tiempo había pasado. Pero la lámpara de la mesilla estaba apagada y había alguien en la cama, junto a él. Esa persona le había desabrochado la camisa y los pantalones, y le estaba besando el pecho y el abdomen.
— ¿Miley? —murmuró.
— ¿Esperabas a alguien más?
Nick se rió y ella deslizó la mano en el interior de sus calzoncillos.
—No. Tú eres la única que siempre se mete en la cama equivocada.
—Tal vez no fuera la cama equivocada —susurró ella.
Le agarró el miembro y empezó a acariciarlo al tiempo que tocaba el extremo con la lengua. Nick ya estaba excitado, pero no recordaba cómo había llegado a ese estado. Recordaba que quería hablar con ella, pero ya era demasiado tarde para eso. Cerró los ojos y se abandonó a los placeres que ella le ofrecía. Podría hablar más tarde, pensó mientras sucumbía a la ardiente boca de Miley.
La oscuridad que los rodeaba intensificaba aún más las sensaciones. Miley se había desnudado, y Nick deslizó las manos sobre su piel sedosa, reconociendo sus voluptuosas curvas. Incluso a oscuras era la mujer más hermosa que había conocido.
Ella le apartó lentamente la ropa para seguir besándolo y acariciándolo. Los hombros, los pezones, el vello que descendía hacia su erección… Estaba decidida a seducirlo, y él no iba a detenerla ni a cuestionar sus motivos.
Los labios de Miley volvieron al miembro erecto, llevándolo hasta el límite del orgasmo para luego retirarse en el último segundo. Nick nunca le había cedido tanto control, pero Miley parecía necesitarlo aquella noche. Había una silenciosa desesperación en lo que le estaba haciendo. Cada vez que él hacía ademán de tocarla, ella le apartaba la mano con suavidad pero con firmeza. Finalmente, Nick desistió y le dio lo que ella deseaba… su cuerpo.
Aun así, cuando ella se colocó sobre él, Nick se preguntó si también aceptaría su corazón y el resto de su vida. Necesitaba creer que aquel sentimiento jamás moriría y que tendría toda la eternidad para explorarlo y disfrutarlo. Pero también sabía que el amor podía ser algo efímero y que, aunque ahora estuvieran juntos, tal vez no lo estuvieran más adelante. A pesar de todo, él estaba dispuesto a intentarlo.
Tomó el rostro de Miley entre las manos y la hizo descender para besarla. Jamás podría saciarse de su dulzura, y cuando ella intentó retirarse, él la sujetó con fuerza para impedírselo.
Nunca había sentido nada parecido. ¿De dónde había surgido aquella necesidad frenética por una mujer? ¿Por qué era tan importante poseerla? Era suya, aunque ella no quisiera admitirlo. Su cuerpo le pertenecía. Ningún hombre podría darle tanto placer como él.
—Te quiero —susurró contra sus labios. Lo dijo sin pensar, pero no se arrepentía. Amaba a Miley y nada iba a cambiar eso.
—Yo también te quiero —dijo ella.
En aquel momento, Nick supo que todo saldría bien. Tal vez pasaran semanas o meses, pero finalmente llegaría el día en el que Miley aceptara lo que sentía por él. La agarró por la cintura y la tumbó de espaldas en la cama. Sabía exactamente cómo hacerla llegar al orgasmo y después de cada embestida se retiraba y se frotaba contra su sexo.
Miley gemía y jadeaba, aferrándose con fuerza a sus caderas y clavándole las uñas en las nalgas. Nick también estaba al borde del clímax, pero ignoró las señales y esperó a Miley. Las sensaciones se hicieron más intensas hasta descontrolarse por completo. Pronunciaron palabras entrecortadas que se perdieron en la noche y los dos perdieron el contacto con la realidad.
Miley se arqueó debajo de él y gritó su nombre. Nick sintió sus convulsiones y cómo se disolvía en poderosas sacudidas. La penetró una y otra vez a un ritmo frenético, abandonándose a la descarga de placer hasta quedar completamente exhausto.
Habían traspasado una barrera invisible y habían alcanzado un grado de placer totalmente distinto. Esa vez no sólo habían sido arrastrados por el deseo físico. Sus cuerpos se habían fundido de la manera más íntima posible, pero también lo habían hecho sus almas.
Se tumbó junto a ella y la abrazó, deslizando la pierna entre las suyas.
—Lo decía en serio —susurró—. Te quiero.
—Lo sé. Y yo te quiero a ti.
Se hizo un largo silencio, pero Nick sabía que había más que decir.
— ¿Qué significa eso?
Miley se acurrucó contra él y lo besó en el pecho.
—No lo sé.
Nick podía percibir la amargura en sus palabras. Alargó el brazo y encendió la lámpara, pues quería ver su rostro mientras hablaban. Miley lo miró con ojos muy abiertos.
—Tiene que significar algo, Miley. Nunca le había dicho esas palabras a una mujer, y estoy seguro de que tú serás la única mujer a quien se las diga.
—Nick, hace una semana que estamos juntos…
—Hemos estado juntos toda la vida —replicó él.
—Pero eso no cuenta.
Nick soltó una áspera carcajada.
— ¿Por qué no? Claro que cuenta. Tú me conoces. Miley, y sabes que haré todo lo que esté en mi mano para que esto funcione.
Se levantó de la cama y se puso los vaqueros. Ya era bastante difícil hablar de un asunto tan serio como para hacerlo desnudo.
—No voy a presionarte. Si me quieres, sabes dónde encontrarme.
Miley se incorporó, cubriéndose con las mantas. Nick la observó, esperando una respuesta, alguna señal.
—Me marcharé mañana después del banquete. He recibido una llamada de la oficina. Quieren que esté de vuelta en Nueva York el viernes por la mañana. Tenemos que adelantar la presentación de un cliente.
—No tienes por qué irte —dijo Nick—. Puedes quedarte conmigo. Yo cuidaré de ti.
—No me hagas esto, por favor. No me hagas elegir. Hay gente que depende de mí. No puedo tomármelo a la ligera.
— ¿Y qué pasa contigo? ¿No te mereces algo mejor para ti misma?
Era inútil. Sabía que no podría hacerla cambiar de opinión. No estaba preparada. Pero Nick también sabía que habría otra ocasión. Lo que había pasado entre ellos no podía ser ignorado. Tarde o temprano, Miley se daría cuenta de lo que tenían y volvería con él.
—Deberías volver con Demi —dijo—. Por si acaso se despierta y se pregunta dónde estás —se pasó la mano por el pelo—. Supongo que esto es una despedida —sonrió y sacudió la cabeza—. Adiós, Miley. Ha sido muy bonito.
—Sí, lo ha sido —corroboró ella.
Nick asintió, luchando contra el deseo de estrecharla en sus brazos y besarla hasta que lograra insuflarle un poco de sentido común. Pero lo que hizo fue caminar hacia la puerta y abrirla. Miró atrás por última vez, y la vio sentada en la cama y mirándolo fijamente. Entonces, salió al pasillo y cerró tras él.
Permaneció de pie, mirando la puerta cerrada durante un largo rato, preguntándose si aquello era verdaderamente el final. Siempre había creído que enamorarse sería la solución a todos los problemas. Pero sólo había servido para aumentar la confusión.
Tenía que creer, debía tener fe en lo que sabía que era cierto. Ella lo amaba. Y no podría vivir sin él.



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