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domingo, 10 de abril de 2011

NILEY ♥"En tu kma o en la mia?"♥ Cap 18


Holaa chicas ak les dejo cap espero q les guste un beso grande las kieroooo :) bye



Nick miraba a Miley desde el otro lado del vestíbulo de la iglesia. Estaba de pie junto a Demi, tan quieta y tranquila que Nick se preguntó qué se le estaría pasando por la cabeza.
Sabía lo que se le pasaba a él por la suya. Imágenes de su cuerpo desnudo, arqueándose con un grito de placer y con los labios hinchados por los besos. Aquella tarde habían pasado tres horas haciendo el amor, y seguía sin ser suficiente.
En la cama, Miley era aventurera y desinhibida, y él no tenía más remedio que seguirle el ritmo. Su manera de tocarlo era tan tentadora que sólo con pensar en ello se excitaba. En una sola semana Miley había llegado a conocerlo tan bien que podía sentir su placer incluso antes que él.
Lo miró y le sonrió, y él se lamió el labio inferior. Ella se puso colorada y Nick se sintió un poco avergonzado por intentar provocarla en una iglesia. Pero a aquellas alturas no quería perder ninguna oportunidad.
Escuchó distraídamente las instrucciones que Demi repartía para el cortejo. Nunca había hecho de padrino, y le sorprendía que su futura cuñada conociera al detalle los mecanismos de una boda. Cuando le dijo que se colocara junto a Joe en el altar, él la obedeció sin rechistar y caminó por el pasillo sin saber cuál serían las próximas instrucciones.
Unos minutos después, el órgano empezó a sonar y Miley inició la marcha hacia el altar con las manos unidas por delante. Nick contuvo la respiración cuando sus miradas se encontraron y una chispa de emoción prendió entre ellos. De repente se sentía como si aquélla fuese su boda y ella estuviese caminando hacia él.
Apartó la mirada, incapaz de controlar sus emociones. Nunca se había creído aquello de «y vivieron felices para siempre». Pero ahora necesitaba creer que era posible. Si había una mujer que podía hacerlo feliz para siempre, tenía que ser Miley. No había otra opción para él.
El deseo era una poderosa droga que podía enturbiar la razón de un hombre. Pero aquello no era sólo deseo. Sentiría lo mismo al cabo de una semana, de un mes o de toda una vida. Lo sabía con toda la certeza de su corazón, y sin embargo ella no podía verlo.
Cuando Miley llegó al altar, Nick se fijó en la extraña expresión de su rostro. Tenía manchas oscuras bajo los ojos y parecía respirar con dificultad. Las rodillas casi le cedieron y Nick se apresuró a agarrarla del brazo.
 — ¡No! —exclamó Demi desde el fondo de la iglesia—. Quédate en tu sitio junto a Joe. No la agarres del brazo hasta la salida.
— ¿Estás bien? —le preguntó Nick en voz baja.
Miley negó con la cabeza.
—Es… estoy mareada.
— ¿Podemos hacer un descanso? —preguntó Nick—. Tengo que ir al baño.
—Y yo tengo que… beber un poco de agua —dijo Miley—. Me muero de sed. Disculpadme —puso el ramo en las manos del reverendo y se digirió hacia la puerta. Nick la siguió, ignorando las miradas de curiosidad de sus padres.
Una vez en el exterior, Miley se dobló por la cintura y respiró hondo, expulsando el aliento en una nube de vapor.
Nick le puso la mano en la espalda y la frotó suavemente.
— ¿Vas a vomitar?
—No… no lo sé.
—Dímelo, porque soy muy sensible a esas cosas y es probable que me ponga a vomitar yo también. Nos pondríamos la ropa perdida —consiguió arrancarle a Miley una pequeña risita y se complació de poder distraerla—. ¿Qué ocurre?
—Nada —respondió ella, apartándolo con la mano—. Se me ha revuelto el estómago.
— ¿Por la boda?
Ella levantó la mirada hacia él.
—Un ataque de pánico. Hacía tiempo que no sufría ninguno, pero éste ha sido horrible. Todo está pasando muy deprisa, sin darme tiempo a pensar. Sólo necesito eso… Tiempo para pensar.
—Miley, no somos nosotros los que vamos a casarnos… Son Joe y Demi. El padrino y la dama de honor no pueden ponerse nerviosos antes de la boda.
Ella se enderezó lentamente y volvió a tomar aire.
—Lo siento.
Nick vio el rastro de humedad en sus mejillas y se dio cuenta de que estaba llorando.
— ¿Qué te ocurre? —le preguntó, apartándole una lágrima con el dedo—. Dímelo.
—Estoy cansada. Y un poco emocionada. Demi va a casarse… Es una mujer adulta que va a seguir adelante con su vida, mientras que yo no tengo ni idea de lo que voy a hacer con la mía.
— ¿Qué quieres, Miley? —le preguntó, sin poder ocultar un tono de frustración. ¿Por qué Miley no podía darse cuenta de lo difícil que era encontrar algo tan especial como lo que ellos compartían?
—No lo sé. No quiero sentirme así, tan confusa e insegura. Quiero que mi vida tenga sentido. Hace tiempo lo tenía… —volvió a mirar a Nick—. Una vez fui feliz.
— ¿Y ahora no lo eres?
— ¡No! —se quedó callada un instante—. Sí. Tal vez.
— ¿En qué quedamos?
—Lo hemos pasado muy bien juntos. He cumplido la fantasía que tenía de joven. Con eso debería bastar.
— ¿Qué es lo que quieres? —insistió él. Sabía que había algo más que no le estaba diciendo.
Los labios de Miley se curvaron en una temblorosa sonrisa.
—Quiero que me digas que deje de comportarme como una cría —se pasó los dedos por el pelo y adoptó una expresión tranquila—. Lo siento. Últimamente no consigo dormir mucho. Es difícil sobrevivir a base de sexo y nata montada.
—Ha merecido la pena intentarlo —murmuró él.
—Me vendrían bien esas vacaciones —dijo ella.
—Aún podemos ir. Sólo tienes que decirlo y te sacaré de todo esto.
—Sé que lo harías.
—Vamos. Volvamos adentro a cumplir con nuestro deber. Luego cenaremos con la familia y regresaremos a Havenwoods. Encenderé la chimenea y nos acurrucaremos en la cama.
Ella lo miró con los ojos llenos de lágrimas.
—No puedo. Le prometí a Demi que esta noche me quedaría con ella en el hotel.
—En ese caso, quizá los dos podamos dormir un poco.
La tomó de la mano y la condujo de nuevo al interior de la iglesia. Demi estaba esperando otra vez al inicio del pasillo para repetir el desfile. Nick apretó los dedos de Miley y la soltó para dirigirse hacia el altar y situarse junto a Joe.
— ¿Qué ha pasado? —le preguntó su hermano.
—Nada. Está un poco emocionada por la boda. Cosas de hermanas.
— ¿Estás seguro?
Nick asintió. Estaba seguro. No era nada.
Aquella vez, Miley llegó hasta al altar sin problemas y Nick le sonrió para intentar animarla. Miley tenía razón. No habían dormido mucho en la última semana, y con todo lo que habían hecho sería extraño que ninguno de los dos sufriera las consecuencias.
—La mujer perfecta —murmuró.
— ¿Qué? —preguntó Joe, mirando por encima del hombro.
—Es la mujer perfecta. Demi. ¿No estás de acuerdo?
Joe sonrió y asintió.
—Sí, para mí lo es, desde luego.
—Y cuando encuentras a la mujer perfecta, no la dejas escapar —siguió Nick.
—Voy a casarme con ella, ¿no? —dijo Joe con el ceño fruncido.
El resto del ensayo transcurrió sin incidentes. Nick escuchó atentamente las instrucciones que le daba el reverendo, pero sus pensamientos estaban en otra parte. Podía convencer a Miley para que se quedara. Lo único que tenía que hacer era pedirle que se casara con él. Si lo hacía, ella tendría que creer que la amaba de verdad.
Pero, por muy simple que pareciera, el plan era muy arriesgado. ¿Y si ella lo rechazaba? Casi prefería no saber lo que sentía por él a saber que no lo quería. Volvió a pensar en el ofrecimiento que le había hecho once años atrás. ¿Cuánto valor había necesitado para exponer abiertamente sus sentimientos? ¿Podría él reunir el mismo valor por ella?
Cuando todos los detalles hubieron sido resueltos, Joe y Demi recorrieron el pasillo hacia la salida. Demi aferraba el ramo y parecía exultante. Nick tomó la mano de Miley y juntos se dirigieron hacia el fondo de la iglesia.
La familia volvió a reunirse en el vestíbulo, antes de separarse para ir al restaurante donde se ofrecería la cena de ensayo. Nick esperó hasta que todos hubieran salido y arrinconó a Miley en una escalera a oscuras.
—Tengo que verte esta noche —le dijo en voz baja y apremiante.
—No puedo. Se lo he prometido a Demi.
—Te esperaré en tu habitación en el hotel. En cuanto Demi se haya dormido, reúnete conmigo.
— ¿Y si se despierta o no se duerme?
—No quiero pasar una noche sin ti —insistió él—. Dentro de poco tendré que acostumbrarme a ello, pero no mientras los dos estemos en el mismo pueblo.
No se había dado cuenta hasta ese momento de lo mucho que necesitaba a Miley. Haría cualquier cosa para estar con ella. Y le pediría que se quedara con él aunque ella lo rechazara. Merecía la pena correr el riesgo.
Miley aún seguía librando una lucha contra sus verdaderos sentimientos, pero cuando finalmente se reconciliara consigo misma, todo quedaría muy claro. El único obstáculo era su relación física. El sexo le daba a Miley una excusa para no enfrentarse a lo que sentía por él. El deseo y el placer que compartían podrían distraer a cualquiera… incluido él. Por ello tenía que intentar un acercamiento diferente. Para que aquello funcionara, tenía que permanecer vestido y apartar las manos de Miley.



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