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sábado, 9 de abril de 2011

NILEY ♥"En tu kma o en la mia?"♥ Cap 17



Hola mis  chikas adoradas ak les dejo un cap mas xq estoy Felizzz :) jeje y xq las kieroo un beso y disfruten xq ya falta  muy poco para el FINAL... bue cuidencen :D



Cuando Miley llegó a la casa del lago a la mañana siguiente, se encontró con un gran revuelo. Entró en la cocina y allí vio a la familia al completo, incluida Demi, tomando tortitas en la mesa. Su madre se volvió para sonreírle.
—La boda sigue en pie —exclamó Demi, con los ojos brillantes de entusiasmo—. Tenemos que ultimar los detalles con la comida y luego quiero decorar la habitación que usaremos para el banquete. Tienes que recoger tu vestido, y yo tengo que recoger el esmoquin de Joe —saltó de la silla y se abrazó al cuello de Miley—. Gracias… por todo —le susurró, y se volvió hacia la familia—. ¡Tengo que irme! Os veré después. ¡No puedo creer que vaya a casarme mañana!
Salió corriendo de la cocina, dejando a todos sin aliento. Miley se permitió un discreto suspiro de alivio. El plan había funcionado. Nick y ella habían conseguido arreglar el embrollo que ellos mismos habían creado.
—Me alegro mucho por ellos —dijo, devolviéndole la sonrisa a su madre. Pero no era la boda lo que la preocupaba, sino el tiempo que le quedaba con Nick.
La realidad la golpeó como un puñetazo en el estómago. Una vez que la boda se celebrara, Nick y ella tomarían cada uno su camino. Habían hablado de tomarse unas vacaciones juntos, pero sabía que no era la opción más sensata para ninguno de ellos.
—Voy a vestirme —dijo.
—No, siéntate y come algo —le ordenó su madre—. Estás muy pálida.
—No… no tengo hambre. Tomaré un poco de café en el hotel. Va a ser un día muy ajetreado.
Salió rápidamente de la cocina y se dirigió a la puerta. Apenas había pegado ojo la noche anterior. Se había pasado las horas mirando al techo, intentando convencerse de que no necesitaba ir a Havenwoods y acostarse con Nick, ni sentir su cuerpo desnudo contra el suyo ni el roce de sus manos en la piel… No, no necesitaba nada de eso.
Pero cuanto más intentaba alejarse de Nick, más imposible le resultaba. Era una mujer adulta y debería tener el control de sus sentimientos. Pero había perdido ese control desde la primera vez que hicieron el amor.
Había intentado erigir una muralla de excusas banales. Pero era inútil. Su cuerpo, su corazón y su alma pertenecían a Nick, y ella tenía la culpa de todo. Había vuelto a enamorarse de Nick, y esa vez, el dolor iba a ser mucho peor.
Se subió al coche y miró el paisaje nevado a través del parabrisas. Las lágrimas amenazaban con afluir a sus ojos, pero se negó a llorar. Sólo le quedaban dos noches, y si podía soportarlas todo sería más fácil.
El problema era la boda y todo el estúpido romanticismo que la acompañaba. Ver a Demi y a Joe dispuestos a embarcarse en un compromiso para toda la vida y sentir que ella se quedaba atrás. Al fin y al cabo, era la hermana mayor y debería ser ella quien diese ejemplo…
Pero en vez de eso había optado por el deseo y la pasión, sin ningún tipo de compromiso emocional. Habían compartido el mejor sexo de su vida y aún quería más, pero había aprendido mucho tiempo atrás que el deseo no era amor.
Cerró los ojos y se pasó las manos por el pelo, intentando recordar el tacto de Nick. Sus caricias eran deliciosas, pero también muy peligrosas, pues suponían la llave a su cuerpo y al placer absoluto. Sólo él sabía cómo avivar sus anhelos y llevar su deseo al límite.
Gimió y arrancó el motor.
—Díselo —se susurró a sí misma—. Arriésgate. Quizá pueda ser cierto si se lo dices.
No era tan descabellado imaginarse juntos. Eran amigos de toda la vida, por lo que una nueva vida con Nick podía ser muy fácil. Amarlo podía ser lo más natural del mundo. Se miró en el espejo retrovisor. Siempre había conducido su vida con una férrea determinación, pero ahora no podía tomar una sencilla decisión sobre su felicidad.
El trayecto hasta el hotel transcurrió sin incidentes. Se había acostumbrado a conducir con hielo y nieve y no tenía miedo de ir un poco más rápido. Al llegar, buscó el todoterreno de Nick en el aparcamiento y detrás del edificio, pero no lo vio por ninguna parte. ¿Habría pasado la noche en Havenwoods? ¿Seguiría allí?
Salió del aparcamiento y giró hacia East Shore Road. Tenía que confiar en sus sentimientos y en los de Nick. Ya no era un crío. Era un hombre que sabía lo que deseaba. Y la deseaba a ella.
Mientras conducía por el estrecho camino entre los árboles, sintió cómo los nervios empezaban a dominarla. Pero consiguió reunir el mismo valor que había encontrado la noche de su decimoctavo cumpleaños.
Quizá una relación a distancia no fuese una solución perfecta, pero podía funcionar. Verse una vez al mes era preferible a no volver a estar juntos. Había muchos vuelos entre Nueva York y Chicago, y también podrían verse en cualquier punto intermedio. Mientras hubiera pasión, podrían conseguirlo.
Al llegar al final del camino miró alrededor, pero no vio el coche de Nick. Fue hacia la cocina y se sorprendió al encontrar la puerta entreabierta. En el interior, vio las ascuas candentes en la chimenea. Joe y Demi se habían marchado unas horas antes, pero lo habían recogido todo. Las mantas estaban extendidas sobre la cama y las toallas pulcramente dobladas en el toallero del baño. Miley cerró la puerta tras ella y se paseó por la habitación con el corazón desbocado.
Se miró un largo rato en el espejo del baño, observando el color de sus mejillas y la expresión nerviosa de sus ojos. Abrió el botiquín y examinó el contenido.
Había hecho el amor con Nick de las formas más íntimas posibles, pero apenas sabía nada de su vida diaria. Agarró su cuchilla de afeitar y la examinó de cerca. Luego olisqueó el bote de espuma, reconociendo su olor. Una hilera de frascos de loción le llamó la atención, y los fue probando uno a uno hasta encontrar su favorito. Se lo metió en el bolsillo del abrigo con una sonrisa.
Volvió a la habitación principal y observó la extraña colección de objetos que Nick había recopilado. Un nido de pájaro, una pina de gran tamaño, una bonita piedra de granito rosa. Se sentó ante la mesa de dibujo y vio la bolsa de la tienda de lencería.
Dentro estaban las prendas que había comprado Nick, con las etiquetas aún sujetas a la tela.
Se quitó el abrigo y el resto de la ropa. Se puso el picardías y las braguitas y buscó un espejo en la habitación. Pero el único espejo estaba en el cuarto de baño.
Se subió al inodoro y examinó el conjunto, admirando su trasero con aquellas braguitas ajustadas. Volvió junto a la chimenea y se calentó las manos con las brasas. Entonces levantó la mirada y vio unas fotos sobre la repisa. Nunca se había percatado de que estuvieran allí. Agarró una de ellas y se vio junto a Nick en el viejo embarcadero, años atrás. Nick adoptaba una pose de forzudo con los brazos cruzados al pecho, y Miley lo apuntaba con una amplia sonrisa en el rostro. Qué sencillo era todo por aquel entonces… ¿Por qué no podía seguir todo igual?
El chirrido de la puerta al abrirse arrancó a Miley de sus divagaciones. Se giró y vio a Nick en el umbral con los brazos cargados de leña. El gélido viento invernal se arremolinaba a su alrededor.
—Cielos… —murmuró, entrando y cerrando la puerta—. Creía que estas cosas sólo pasaban en mis fantasías.
Miley sonrió.
—Demi no necesitó usar el regalo y no se puede devolver ropa interior, así que me lo estaba probando.
—Me gusta —dijo Nick, soltando la leña junto a la chimenea—. Quizá deberías quitártelo y volver a ponértelo. Así podría apreciar el efecto completo —la abrazó por la cintura y la besó en los labios.
—Creo que sólo quieres verme desnuda.
—Si no quieres desnudarte, lo haré yo —dijo él. Se quitó el anorak y empezó a desabrocharse la camisa, pero Miley lo detuvo.
—He venido a hablar contigo.
— ¿Vestida de esa manera?
Ella se agachó para recoger su cazadora y se la puso. A continuación, se sentó en el borde de la cama y palmeó el colchón a su lado. Pero Nick se negó a sentarse y siguió mirándola.
—No hagas esto.
—No sabes lo que voy a decir —replicó ella.
—Sí, lo sé. Vas a decirme que no debería pensar en el futuro. Que tarde o temprano tomaremos cada uno nuestro camino y que tengo que aceptarlo —hizo una pausa y sonrió tristemente—. Puedo aceptarlo. Cuando empezamos esto, ambos sabíamos que tendría un final. Pero preferiría acabarlo después de nuestras vacaciones y no antes.
Miley tragó saliva. No era aquello lo que quería decirle. Quería decirle que le diera una oportunidad, que le diera tiempo para despejar sus dudas y superar sus miedos al compromiso. Pero él estaba renunciando a todo.
— ¿Puedes… aceptarlo, dices?
Nick se encogió de hombros.
—Tenías razón, Miley. Me dejé llevar por la emoción y olvidé que sólo era una aventura. Ahora lo sé. Si intentáramos cambiarlo, los dos acabaríamos pasándolo muy mal.
Miley volvió a tragar saliva, intentando deshacer el nudo que le oprimía la garganta.
—Eso es exactamente lo que quería decirte —murmuró—. Me alegra que pensemos igual.
Eso era todo, pensó, ignorando la imperiosa necesidad de confesar sus verdaderos sentimientos. Ya no era una adolescente ingenua, y declararle su amor sólo podría causar más problemas. Esa vez había tomado la decisión correcta. Si algo había aprendido en los últimos once años era que no podía obligar a Nick a hacer o sentir algo en contra de su voluntad.
Recorrió con la mirada aquellos rasgos tan familiares y queridos para ella. Durante mucho tiempo había albergado la imagen que tenía Nick con veinte años, pero ahora que se había convertido en un hombre, ella podía aceptarlo por lo que realmente era.
—Debería vestirme —dijo—. Demi necesita que la ayude con los preparativos de la boda.
—Joe y ella están bien —dijo Nick—. Por cierto, hay un frasco de sirope de chocolate en la mesa.
Miley sabía lo que le estaba proponiendo, pero no estaba segura de aceptar. Él la deseaba, necesitaba su cuerpo una vez más. Y ella también lo necesitaba, aunque no quisiera admitirlo.
— ¿Estás pensando en prepararme una taza de cacao? ¿O un helado de chocolate?
—Sí, estoy pensando en prepararte un helado de chocolate…
—No tenemos helado.
—No vamos a necesitarlo.
Se dio la vuelta y agarró el frasco de sirope y el bote de nata de la mesa.
—Si no quieres mancharte la lencería nueva, te sugiero que te la quites.
Miley le quitó el spray de nata, retiró el tapón y le roció un poco de la sustancia blanca en el labio.
—Tú eres quien lleva demasiada ropa —se puso de puntillas y le lamió la nata con la punta de la lengua.
Nick soltó un débil gemido.
—Puede que sea un error.
Miley le puso un poco de nata en la barbilla y procedió a lamérsela. Le haría recordar los últimos instantes que pasaría con ella. Desde ese momento, Nick recordaría cada minuto en sus largas horas de soledad y añoraría todo el placer que habían compartido. Nunca encontraría a otra mujer que pudiera excitarlo como ella, y siempre se quedaría con la duda de si había tomado la decisión correcta al dejarla marchar.
Le agarró la mano y vertió un pegote de crema en cada dedo, para luego ir metiéndoselos en la boca uno por uno.
— ¿Quieres probar? —le preguntó, ofreciéndole el spray.
Nick le roció un reguero de nata desde el hombro hasta la muñeca. Con exquisita dulzura, fue subiendo por el brazo hasta besarla bajo la oreja.
Y entonces, como si se hubiera cansado del juego, arrojó el spray al suelo, agarró a Miley por la cintura y la levantó en sus brazos. Se rodeó las caderas con sus piernas y la besó con avidez, paladeando el dulce sabor de la nata.
La llevó a la cama y se sentó con ella en su regazo. Durante un largo rato siguieron besándose, explorándose mutuamente con los labios y la lengua hasta perfeccionar el más exquisito de los besos.
Nunca podría cansarse de besar a Nick, pensó Miley. Cada beso encendía su pasión y avivaba su deseo por recibir más. Podría pasarse el resto de su vida besando a Nick y siempre lo desearía como el primer día. Pero no tenía el resto de su vida. Sólo le quedaba aquel día y el siguiente.
Lo desnudó lentamente y lo hizo tumbarse de espaldas para sentarse a horcajadas sobre él. Pero a medida que se acercaba al orgasmo, supo que estaban cometiendo una equivocación. Estaban dejándose llevar por el momento como si no hubiera más que deseo sexual. No era así. El vínculo emocional seguía allí. Por mucho que ambos intentaran ignorarlo, no iba a desaparecer.
Y cuando finalmente se desplomó en sus brazos, exhausta y saciada, supo que no habían tenido sexo. Habían hecho el amor.


7 comentarios:

  1. Me encanto le capi...
    estubo genial...
    y pues aqui esta la respuesta
    de lo que me preguntaste por el
    msn jajaja es genial hablar contigo
    y pues ya quiero ver... bueno leer
    como acaba la nove... esta super siguela
    y cuidate mucho mucho mucho

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  2. Hermanita!! sorry por no comentar antes siempre leo la nove.... y otra vez sorry!!! la leo espero el otro capi un besho!!!!

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  3. Awwwwwwwwwww!!!
    Eztuvo ermozoooooooo!!!
    Aishhhh Miley dizeloooooo!!!
    no zexo no!! el amor!!
    Awwwwwwwww qe Bonni!!!
    xD
    ZIN PALABRAZ PARA DEZQRIBIRLO!!!
    ezpero el proximo beztotzz!!!
    ^^
    Bye
    xoxoxoxoxooxoxoxo

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  4. Hay amo tu nove :) es hermosa, no puedo creer que se acerque el final :S bueno la seguiré leyendo :D subelo pronto :)

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  5. Me encantoo!!
    Eres genial!!
    Espero el proximo no te tardes!
    Besitos cuidate
    y no olvides pasar por mi blog ;)

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