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domingo, 30 de enero de 2011

Novela " Jemy " Cap 9




Ya estaba anocheciendo cuando, una media hora más tarde, Joe y Demi salieron a despedir a Danielle y a Kevin. Después de que el coche se perdiera en la distancia, la joven iba a volver a entrar en la casa, cuando Joe la retuvo por el brazo.
—ven a dar un paseo conmigo, Demi—le dijo con voz queda y la llevó por el camino que conducía a la cabaña.
Demi se decía que tal vez debiera haberse negado, porque estaba segura de que acabarían discutiendo, pero la brisa estaba perfumada por el aroma de las flores y las estrellas brillaban sobre ellos en la negra manta del cielo nocturno. Joe la había tomado de la mano y de algún modo, Demi intuyó en él cierta tristeza y amargura. Tal vez solo necesitaba a alguien con quien hablar.
Joe se detuvo junto a la valla que rodeaba la cabaña, soltó su mano y encendió un cigarrillo.
—Tu hermana parece encantadora —murmuró Demi.
—lo es, siempre hemos estado muy unidos, solo nos teníamos el uno al otro tras la muerte de nuestra madre, nuestro padre se volvió muy codicioso, y era muy estricto, así que la vida con él resultaba un verdadero infierno, proteger a Danielle de él fue el único motivo por el que no me marché de casa.
— ¿hace mucho que se conocen Kevin y ella? — inquirió Demi curiosa.
—Mucho —asintió Joe dando una calada al cigarrillo— iban a haberse casado hace seis años, pero Danielle rompió el compromiso, nunca llegué a averiguar por qué, pero estoy seguro de que mi padre tuvo algo que ver con ello el caso es que durante los seis años que siguieron, Danielle le fue fiel a Kevin, no salió con ningún otro hombre,
y no se casó. Mi padre murió y nos vimos ahogados por las deudas, y entonces fue cuando Kevin volvió a proponerle matrimonio, pensé que lo había hecho para vengarse, que tenía intención de hacerla muy desgraciada cuando la tuviera bajo su poder, y de hecho el día de la boda, Danielle no parecía muy feliz, pero parece que han solucionado
sus diferencias ¿te has fijado en cómo se miraban el uno al otro?
Demi se apoyó en la valla y sonrió.
—sí, parecían muy felices.
—son afortunados, la mayoría de la gente no recibe segundas oportunidades, la joven alzó la vista hacia él.
—Si eso es un reproche hacia mí porque te he evitado desde el día del baile...
—estaba celoso, Demi—admitió Joe de repente esbozó una débil sonrisa al ver la sorpresa en el rostro de ella— sí, Demi, estaba loco de celos.
— ¿estabas celoso... por mí? —Repitió Demi incrédula, dejando escapar una risa amarga— eso sí que tiene gracia, celoso por un marimacho, una chica fea, una chica tímida...
—Y que por desgracia no tiene apenas confianza en sí misma —concluyó Joe— vamos, Demi, no seas tan dura contigo misma ¿no crees que un hombre podría desearte simplemente por ser tú misma?, ¿por cómo eres y no por tu aspecto?
—No, no lo creo... porque no ha ocurrido nunca — lo contestó ella— tengo veinticuatro años y ya me he resignado a ser una solterona.
—Pues te equivocas —replicó Joe— ere demasiado apasionada como para vivir y morir sola.
Demi enrojeció profusamente.
—lo nuestro no funcionaría nunca, yo no soy más que una ingenua chica de provincias mientras que tú eres un hombre experimentado...
— ¡no digas tonterías! —Le espetó él— ni siquiera he estado con tantas mujeres como crees, lo que ocurrió entre nosotros ocurrió porque tú estabas necesitada de amor.
—Gracias, muchas gracias —masculló Demi— eso era justo lo que me hacía falta oír.
— ¿quieres callarte y dejarme acabar? —Rugió— no me dejaste explicarme, me tiraste esos huevos revueltos y te marchaste echa una furia.
—creo que tenía derecho a estar enfadada después de lo que me habías dicho — le recordó Demi.
—Muy bien, tenías derecho—admitió él—, pero no me dejaste explicártelo, maldita sea.
—no hacen falta más explicaciones Joe por lo que acabas de decirme, imagino que sentiste que Cody estaba pisando en lo que consideras tu territorio.
—en cierto modo, sí —respondió él sin poder reprimir una sonrisa.
—Pues tranquilo, no tienes que preocuparte por Taylor—le dijo Demi al cabo de
un rato— quiero decir... es obvio que ella está loca por ti, y los chicos te adoran...
— ¿de qué diablos estás hablando? —inquirió Joe mirándola con el ceño fruncido.
—no puedo culparte por sentirte atraído por ella —continuó Demi— y siento
haberte puesto las cosas tan difíciles... no era mi intención tú lo has perdido todo, y te mereces tener a alguien a tu lado, a alguien que te quiera.
— ¿quieres que sea feliz, Demi?
Sí, claro que sí —murmuró ella en la oscuridad— yo no pretendía causarte problemas es solo que...
— ¡por dios, Demi, no tienes ni una pizca de confianza en ti misma! —le espetó Joe— no puedes ir así por la vida... además, ni siquiera comprendo el porqué, quisiera saber de dónde viene este ridículo complejo tuyo con los hombres.
La joven se quedó callada largo rato, antes de hacer acopio del valor suficiente para hablar:
—una vez... me hicieron daño —murmuró— era una adolescente, y me encapriché de uno de los peones del rancho, lo perseguía a todas horas y coqueteaba con él sin el menor pudor, pero él estaba enamorado de una mujer... una mujer a la que no podía tener. Así que, una noche, tras... tras haberse emborrachado, decidió que, si no podía
conseguir lo que quería, se resarciría conmigo —le explicó riendo con amargura— hasta entonces yo no sabía nada de las relaciones entre hombres y mujeres, pensaba que era como en los libros: tomarse de la mano, sonreírse, besarse... pero nunca pensé en que los amantes también compartían la cama... cuando entró en mi dormitorio e
intentó forzarme, me entró verdadero pánico, y empecé a chillar entonces Bella vino a rescatarme, y el vaquero se marchó muy lejos.
Joe la había estado escuchando tan absorto que tuvo que tirar el cigarrillo porque le estaba quemando los dedos.
—fue Linley... ¿no es cierto? —inquirió casi seguro.
—sí, estaba enamorado de Taylor, pero yo no lo sabía después de aquello me sentí tan avergonzada de mí misma y tan asustada de los hombres que dejé de ponerme ropa que insinuara mi figura en lo más mínimo.
— ¿hasta qué aparecí yo? —adivinó Joe.
Demi se sonrojó.
—ya te lo dije, yo solo quería que te sintieras cómodo en el rancho porque tú te mostraste amable conmigo, pero me temo que me dejé llevar... como aquella vez.
— ¿y qué me dices de tu relación con Linley... ahora? —Murmuró Joe— ¿sientes algo por él?
Demi sacudió la cabeza con vehemencia.
—ni siquiera he sentido deseo físico por él... nunca.
—Pero sí lo sentiste conmigo —murmuró Joe acercándose a ella, le acarició el rostro y el cabello, el ritmo del corazón de Demi se disparó - y si Linley no hubiera aparecido, tal vez te habrías sentido atraída por mí en otros sentidos... no hemos tenido tiempo de conocernos mejor.
Demi puso las palmas abiertas contra el tórax de Joe, vacilante, como si temiera que fuera a arrojarla de su lado. Sin embargo, él colocó las suyas encima y las apretó contra la tela de la camisa.
—Pero tú no querrías... —balbució Demi— Taylor está en el rancho mucho más tiempo ahora y...
—y por supuesto tú crees que estoy loco por ella.
— ¿y acaso no lo estás? —insistió ella obstinada.
—No voy a decírtelo, Demi— le contestó Joe alzándole la barbilla— tienes que sacar la cabeza de debajo de la tierra y mirar el mundo de frente, si me deseas tendrás que empezar a creer que yo te deseo también; tendrás que empezar a confiar un poco en ti misma, y a confiar en que yo nunca te haría daño.
—Confiar es difícil —repuso ella.
—es difícil para casi todo el mundo, Demi —contestó Joe— no te queda más remedio que decidir si merece la pena arriesgar tu confianza, el amor no trae garantía como una tostadora, nadie te devuelve el dinero si acabas con el corazón roto, pero llega un momento en la vida en que tienes que confiar en tus instintos y lanzarte al vacío.
— a ti te gusta Taylor, ¿cómo podría yo competir con ella? —se obstinó Demi.
—Taylor atrae a los hombres porque emite una serie de señales. Tú también podrías aprender a hacerlo si te lo propusieras —le dijo Joe—podrías llamarme al despacho y besarme hasta dejarme inconsciente, o comprarte un vestido muy sexy con el que dejarme deslumbrado.
— Taylor me compró ese traje para el baile y tú no me alabaste precisamente — le recordó ella.
—Lo sé —suspiró él—, traté de disculparme pero tú no quisiste escucharme siquiera.
A Demi le daba la impresión de que el corazón fuera a salírsele del pecho. Mientras hablaba, las manos de Joe habían descendido hasta sus caderas, atrayéndola hacia él.
Trató de apartarse, pero él la retuvo con suavidad.
—Esta vez no podrás escapar, no te dejaré —le dijo.
— Tengo que volver a la casa —balbució Demi.
Aquel abrazo estaba trayendo recuerdos demasiado dulces a su mente, recuerdos que la hacían sentirse como si se estuviera derritiendo.
— ¿asustada, Demi? —inquirió Joe con voz queda.
— ¡no pienso ser una conquista más en tu lista! — gimió ella de pronto, tratando de zafarse.
—vamos, Demi, no es la primera vez que estamos así de cerca el uno del otro —murmuró Joe rozándole la frente con los labios— de hecho, hemos estado piel contra piel, tus senos contra mi torso, luego mientras los besaba, tú me hacías inclinar aún más la cabeza, y te arqueabas hacia mí.
La joven ocultó el rostro en su camisa, azorada y temblorosa al recordar el placer que había sentido.
—Pero entonces Chappy llamó a la puerta y rompió el hechizo del momento —murmuró Joe contra su mejilla— si no hubiera aparecido, habría seguido haciéndote el amor, pero supongo que fue una suerte que nos interrumpiera, porque si no aquello se nos habría ido de las manos, ¿no crees? me temo que no habríamos parado.
— ¿tan malo habría sido que llegáramos hasta el final? —inquirió Demi, poniéndose tensa de repente.
—Cariño, soy un hombre anticuado —contestó él acariciándole la espalda— nunca te pediría que llegaras hasta el final conmigo sabiendo como sé que eres virgen y tú tampoco eres la clase de mujer que...
—Lo sé —farfulló Demi mordiéndose el labio inferior—, tengo demasiadas inhibiciones.
—Sí, pero hicimos que la mayoría de ellas se esfumaran aquel día en mi cama —le recordó Joe— ¿sabes cuál es tu mayor problema, Demi? el modo en que niegas tus propios atractivos, creo que debes ser la única persona incapaz de ver que eres una preciosidad.
— ¿yo? —inquirió ella sin aliento.
—Sí, tú —murmuró él besándola de nuevo— tienes un gran corazón —susurró besándola otra vez durante un rato más largo—; te preocupas por los demás —añadió besándola de nuevo. Esa vez abrió sus labios ligeramente antes de apartarse—; eres inteligente —estaba solo a unos centímetros de su boca—; y eres la mujer más sexy que he conocido en mi vida...
Esas últimas palabras las susurró directamente en el interior de la boca de Demi, para a continuación invadirla con su lengua, la joven jamás había experimentado esa intimidad, ni siquiera aquel día en la cabaña, y se asustó un poco, trató de apartarse pero la mano de Joe en su nuca lo evitó.
—No luches contra esto, Demi —murmuró—, no voy a hacerte ningún daño, relájate. Déjame tomar tu boca, la trataré con la misma dulzura con que trataría tu cuerpo si te entregaras a mí, pequeña.
Aquellas palabras, junto con la delicadeza con que lo hacía, lograron tranquilizarla, y pronto se encontró derritiéndose contra él, temblando por el deseo que estaba despertando en ella, gimió sin poder evitarlo y sintió que Joe sonreía contra sus labios.
Pero, ¿y Taylor?, quería preguntarle ¿cómo podía estar haciendo aquello con ella cuando quien le interesaba era Taylor? sin embargo, hechizada como estaba por la magia que tejían sus labios y el calor de su cuerpo, no podía dejar de responderle «ya me odiaré mañana por esto», se dijo. No tenía sentido preocuparse en ese momento en
vez de disfrutarlo y atesorar esos recuerdos para el futuro.
Joe la atrajo aún más hacia sí para que notara lo excitado que estaba, pero Demi no protestó, en vez de eso lo rodeó con sus brazos y se apretó contra él tímidamente. Joe levantó la cabeza de pronto y la miró con ojos brillantes, Demi podía sentir los fuertes latidos de su corazón contra su pecho.
— entra conmigo en la cabaña, nos sentaremos juntos en el sofá de cuero y nos amaremos unos minutos.
—pero, Joe, no debemos... —le rogó la joven contra su voluntad— tú dijiste...
—lo necesito, Demi —contestó Joe tomándola en sus brazos y levantándola del suelo, la llevó hasta el porche— lo necesito...
Demi le echó los brazos al cuello y ocultó el rostro en el hueco de su cuello.
—pero no puedo... no puedo acostarme contigo... —balbució.
— yo jamás te pediría eso, Demi —le aseguró él con vehemencia,
la besó con pasión mientras abría la puerta y la llevaba dentro, sin encender la luz.
Cerró la puerta de una patada y la llevó al sofá, depositándola sobre él sin despegar sus labios de los de ella, le desabrochó uno tras otro los botones de la blusa, y retiró después el sostén de encaje, besando y mordisqueando sus cálidos senos ardorosamente, mientras Demi suspiraba, gemía y se arqueaba hacia él.
— ¡oh, dios, Demi... eres tan dulce! —Gimió Joe— tu piel es tan dulce como la miel...los dedos de Demi se enredaron en su cabello negro, despeinándolo.
— ¡ah, por favor, no pares, Joe, no pares...!
Sin embargo, él alzó la cabeza un momento y se apartó de ella, desabrochándose también la camisa, y atrayéndola a continuación hacia sí, y haciéndola moverse sensualmente de lado a lado, provocando una facción exquisita, pronto la respiración
de Demi se volvió tan entrecortada como la suya.
Volvió a besarla en la boca con pasión, sin contenerse, pues ya hacía rato que su autocontrol se había visto vencido por los gemidos que emitía la joven, y el tacto de su piel de satén contra la de él, era increíblemente excitante.
Le acarició la espalda desnuda, apretándola contra sí, sintiendo los ardientes pezones en su tórax, como si fueran marcas de hierro candente.
— ¡oh, Joe!, no puedo aguantarlo más, no sé que es... necesito algo... —murmuró ella con voz entrecortada— ¡tengo miedo!
—es deseo, Demi —murmuró él en su oído—, la necesidad del otro. Yo también te deseo, pero no voy a aprovecharme de ti.
—oh, dios... para ti debe ser aún peor... —murmuró ella.
—No, es el dolor más dulce que he sentido nunca —contestó Joe— no me arrepiento en absoluto de esto, ¿y tú?
—No —asintió ella— ha sido maravilloso... quiero quedarme contigo toda la noche, Joe.
—yo también lo quiero, pero no debemos.
—Solo para dormir a tu lado...
—sabes tan bien como yo que si nos metemos juntos en una cama, nos arrancaríamos la ropa en cuestión de minutos y haríamos el amor hasta el amanecer.
Mírame, apenas te he tocado y casi no puedo controlarme.
— ¿a eso lo llamas tocarme «apenas»? —inquirió ella asombrada.
—en comparación con lo que te haría en la cama, sí.
Demi se quedó mirándolo azorada.
— ¿quieres que te cuente lo que te haría? —le dijo Joe entre suaves risas.
—no eres capaz.
Pero sí lo fue, se inclinó sobre su oreja y se lo dijo en susurros, mientras sus manos seguían acariciándola con dulzura.
— ¡nunca imaginé que...! —gimió ella ocultando su rostro en el pecho de Joe cuando este hubo acabado de explicarle todas sus fantasías.
—Tenías que saberlo —le dijo él— aún eres muy inocente, Demi. Y también quiero que entiendas que no te haría ningún daño, hacer el amor no es otra cosa que la expresión física de lo que dos personas sienten la una por la otra no tienes por qué temerlo.
—creo que contigo no me asustaría —murmuró Demi.
—pues si me quieres, tendrás que seducirme.
—pero tú me dijiste una vez que no te gustaba que las mujeres te persiguieran, y que no, querías tener una relación seria.
—hazme desearla entonces —la desafió él— sé la mujer que tú y yo sabemos que puedes ser, la mujer que hay dentro de ti.
Y entonces, sin previo aviso, encendió la lámpara que había en una mesita junto al sofá.
— ¡Joe, no! —exclamó Demi azorada.
Se tapó como pudo con las manos, pero él las apartó con suavidad, y se quedó admirándola como si fuese una obra de arte, haciéndola sonrojar aún más. Sonrió al ver como ella parecía muy incómoda porque él viera los tensos que estaban sus senos y sus
pezones.
—sí, Demi, puedo ver cuánto te he excitado, es casi como dejarme verte totalmente desnuda, ¿no crees? — le dijo con una sonrisa maliciosa— ahora ya no estamos en desventaja, porque tú sí me has visto desnudo a mí.
—No podría olvidarlo aunque lo intentara — murmuró ella bajando la vista— me pareció que eras perfecto.
—Eso es lo mismo que yo pienso de ti —respondió él— será mejor que te vistas cariño, estás excitándome de nuevo... me temo que no tengo tanto control sobre mis reacciones como yo creía.
Demi dejó escapar un pequeño suspiro, y se levantó para recoger del suelo la blusa y el sujetador, mientras se vestían, Joe no dejaba de mirarla, hambriento.
—No debemos hacer esto muy a menudo —le dijo con una sonrisa— cada vez es peor —le tendió la mano, y ella la tomó al instante.
Salieron juntos fuera, y Joe la acompañó hasta la casa. Durante el camino, ninguno de los dos dijo una palabra, pero Demi se sentía como si se hubieran convertido en amantes. Nunca habría nadie más para ella y, sin embargo a pesar de aquella felicidad, no podía dejar de preocuparse, saberse deseada era maravilloso, pero antes o después el deseo se apagaba ¿sentiría Joe algo más que deseo por ella?
Al regresar a la casa y acostarse, las inseguridades volvieron a hacer presa de Demi, y se pasó toda la noche dando vueltas en la cama, preguntándose si de verdad podía competir con Taylor.
Cuando bajó las escaleras para desayunar, Bella estaba sentada ya en el comedor, desayunando.
—Parece que todavía es demasiado temprano para los nuevos huéspedes —le dijo —, así que podremos desayunar tranquilamente solas.
— ¿y Joe? —Le preguntó sentándose— no, no me lo digas... también hoy se ha ido a desayunar al barrancón con los hombres, ¿verdad? Últimamente apenas pisa la casa...—me preguntó por qué será —respondió Bella con sorna— desde que alguien le tiró unos huevos revueltos creo que no se siente demasiado bienvenido. Es una pena, niña es un hombre agradable... no podrías encontrar a nadie mejor.
—No es a mí a quien quiere —le espetó Demi, tomando una tostada y untándola con margarina—, es a Taylor.
— ¿te ha dicho él eso? —inquirió la mujer bebiendo un sorbo de su café.
—no, pero tampoco lo negó.
—Demi, me equivoqué al coartarte cuando intentaste atraer a Joe vistiéndote y actuando como una señorita. Tenía que haberte animado, haberme dado cuenta antes de que era un hombre de fiar, pero lo único que hice fue complicar las cosas, lo siento.
—Tú no hiciste nada, Bella —repuso Demi— lo que pasa es que no soy la clase de mujer que Joe necesita... no soy más que un marimacho de pueblo... y ni siquiera sé bailar.
— ¿cuándo vas a dejar de tirarte por tierra? — Gruñó Bella— escucha, niña, solo porque Cody Linley no tuviera ojos más que para Taylor, no significa que no puedas atraer a otros hombres, eres joven y bonita, y si te esforzaras un poco, podrías convertirte en la mujer que Joe necesita, además ya no es un hombre rico.
No necesita un florero, necesita a una mujer que lo ayude a construir un legado que dejar a sus hijos, una mujer de carne y hueso.
—bueno, al menos eso lo tengo, soy de carne y hueso.
—Y también eres una mujer muy trabajadora — añadió Bella— y tienes buen corazón, y sabes escuchar... no debes infravalorarte, Demi, tienes que ser positiva para empezar te estás poniendo ya ropa de tu talla en vez de esos pantalones
—Teníais razón sobre lo que pasó con Cody —admitió— supongo que es cierto que me lo tomé demasiado a la tremenda porque entonces no sabía nada sobre el deseo y los hombres.
—Humm... ¿y ahora sí? —inquirió Bella con una sonrisa picara.
Demi se notó enrojecer hasta las orejas, extendió la mano para tomar su taza de café, pero la volcó.
—oh, vaya, nos hemos levantado un poco torpes esta mañana... —murmuró la mujer.
Demi la ignoró, mientras trataba de limpiar una mancha de su camisa nueva.
— ¡Odio el café!—masculló levantándose—. ¡Y no soy torpe! —le espetó a Bella levantándose.
Se dirigió furiosa hacia el otro extremo del comedor para subir las escaleras y cambiarse, pero tropezó con la alfombra y cayó de bruces. Bella ya no podía aguantarse la risa.
— ¡y dice que no es torpe! —murmuró levantándose de la silla y yendo a la cocina, en ese momento la joven estaba a punto de levantarse, cuando sintió que unas fuertes manos la alzaban, al subir la vista se encontró con Joe.
— ¿querías algo? —le preguntó sonrojada, apartándose el cabello del rostro.
—Chappy está muy ocupado con las yeguas nuevas, así que he venido a ofrecerme para acompañarte a la excursión a caballo de esta tarde en su lugar... a menos que  prefieras que vuelva a ir Linley contigo...
—No —se apresuró a decir Demi— Cody se ha convertido en un buen amigo, pero preferiría ir contigo.
Una sonrisa se dibujó lentamente en los labios de Joe al ver cómo la joven se sonrojaba, aquella timidez la hacía aún más encantadora, y cuando no se vestía como una huérfana estaba preciosa.
—Yo también prefiero estar contigo —le dijo suavemente.
El corazón de Demi daba saltos de alegría «Si existía el cielo», se dijo, «seguro que se parece a esto» y le sonrió con los labios y los ojos.
En ese instante, sin embargo, entró Bella y rompió el hechizo del momento. Demi se excusó mientras la gobernanta se deshacía en maliciosas risitas, y fue al vestíbulo a por su sombrero.
El resto de la mañana, la joven se sintió como si estuviera, verdaderamente flotando, y se le hizo una eternidad hasta que llegó el momento de salir con las mochilas, los sacos de dormir y todo lo demás para la excursión.

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