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jueves, 16 de diciembre de 2010

Novela " Jemy " Cap 3

hola ak esta el tercer cap
un  besoo!!! :D




un par de semanas más tarde, Joe y los chicos volvieron a pasar el fin de semana en el racho. El domingo, Curt y Jess se levantaron muy temprano, y a Demi la divirtió observar que seguían a Joe donde quisiera que él fuera.
— Deberías dejarme que te enseñara a maquillarte y que te llevara a comprar algo de ropa —le dijo Taylor, mirando a Demi de arriba abajo cuando esta se sentó a desayunar frente a ella—. Así ningún hombre se fijara en ti.
—no quiero que se fijen en mí —contestó la joven con aspereza.
— pues deberías, es lo normal en una chica sana de tu edad —insistió Taylor.
— ha pasado mucho tiempo desde aquel incidente, Demi —añadió mirándola fijamente—, y ni siquiera fue tan traumático como lo has puesto siempre, no, no lo fue —subrayó al ver que la joven iba a protestar—, lo que pasó fue que eras muy inocente, estabas en
una edad en la que se es muy influenciable, y te habías encaprichado de Cody, no estoy diciendo que tú lo indujeras a hacer lo que hizo, lo sabemos que no fue así, pero creo que ya es hora que afrontes cómo es una relación adulta entre un hombre y una mujer, no puedes seguir siendo una niña pequeña.
—no soy una niña pequeña —masculló Demi entre dientes, se notaba las mejillas ardiendo—. Y sé muy bien como son las relaciones entre adultos, pero no quiero ninguna.
—pues deberías, o acabarás siendo una solterona —le espetó Taylor cruzándose de brazos—. Escucha, —le dijo en un tono más suave—, sé que aquello en gran parte fue culpa mía, y lo siento, pero no puedo permitir que arruines tu vida de este modo, no has dejado que bella ni yo te ayudemos, y podríamos hacerlo.
—no, no necesito ayuda —replicó la joven en un tono gélido.
—ya lo creo que la necesitas —repuso Taylor—. ¡Tienes que dejar de esconderte de la vida y...
—ah, estás aquí, Taylor —la interrumpió Joe entrando en ese momento— tus chicos acaban de acorralar a una culebra en el patio de atrás, y creo que quieren quedársela como mascota —dijo divertido. Taylor lo miró horrorizada— está bien,
haré que la suelten —la tranquilizó entre risas miró a Demi que al verlo entrar había apartado la vista y jugueteando nerviosa con un sobrecito de café instantáneo— bien, Taylor, lo mejor será que
vayas a vigilar a los críos, yo tengo que irme, algunos de los huéspedes quieren ir a misa, y me he ofrecido a llevarlos a la iglesia.
—deberías llevar a Demi también.
—no me hace falta y además, pensaba ir más tarde —replicó la joven al instante, enfurruñada,  se puso de pie y salió del comedor muy tiesa
en realidad, Demi quería haber ido a misa más temprano, pero por no
contradecirse con lo que les había dicho a Taylor y a Joe, fue al último oficio de la mañana se puso un austero y holgado vestido gris, no se puso ni una pizca de maquillaje, y se recogió el cabello no iba a volver a tratar de aparentar lo que no era. Bella la había llevado a la ciudad en su coche porque quería comprar unas cosas, y le había dicho que la recogería cuando hubiera terminado la misa, pero, cuál sería su
sorpresa, al encontrarse a Joe esperándola a la salida.
— ¿dónde está Bella? —le preguntó incómoda—. ¿Por qué no ha venido a recogerme ella?
—me la encontré cerca de la tienda de ultramarinos y me preguntó si no me importaría esperarte en su lugar. Anda sube a la ranchera aquí fuera hace un calor de mil diablos, tampoco le dejó opción ya que le puso una mano en el hombro y la llevó hasta el vehículo.
— ¿tanta prisa tenía Bella por irse? —farfulló Demi con un mohín mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.
Joe enarcó una ceja.
— ¿tanto te molesta que haya venido yo en vez de ella? —replicó arrancando el coche y poniendo el vehículo en marcha la joven bajó la vista avergonzada.
—no me molesta —se quedó callada un buen rato— yo no quería que las cosas
fueran así —le confesó— es solo que... no me gusta que pienses que voy detrás de ti — dijo contrayendo el rostro— supongo que tenías razón en que los primeros días estuve muy pesada.
Joe se salió de la carretera y detuvo la ranchera en un camino que se adentraba en unos pastizales, sus ojos verdes estudiaron a la joven mientras encendía un cigarrillo.
—muy bien —dijo llevándoselo a los labios—, pongamos nuestras cartas sobre la mesa — murmuró —empecé a trabajar para tu tío porque con lo poco que me quedaba en el banco no tenía ni para vivir una semana, y porque tengo un montón de deudas que pagar no soy en absoluto un buen partido para una mujer y, además, no estoy
interesado en tener una relación ahora mismo.
Demi dejó escapar un gemido de humillación y salió del vehículo, no quería oír más. ¿No había quedado mermada bastante su dignidad al darse cuenta él de que le gustaba? ¿Qué quería, que le pusiera por escrito que no iba a volver a atosigarlo? Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, Joe había rodeado la ranchera, y se había
colocado frente a ella, acorralándola contra el vehículo.
—déjalo, Joe, no tienes por qué darme explicaciones —le dijo con voz
entrecortada—, ya te he dicho que lo sentía, que no pretendía...
—Demi...
El sonido de su nombre de labios de él, pronunciado en aquel timbre profundo y acariciador, la hizo alzar la vista hacia él por entre las lágrimas que se agolpaban en sus ojos, vio que se dibujaba en las facciones de Joe la misma expresión extraña que le había visto días antes, cuando le pareció que iba a besarla.
—eres demasiado vulnerable, Demi, por eso te estoy diciendo lo que te estaba diciendo, para que no sufras innecesariamente, pero también quería decirte que sé que tú nunca me perseguirías, porque no eres de esa clase de mujeres.
Demi estuvo a punto de soltar una carcajada amarga ante esa última frase. Si él supiera cómo se había puesto en ridículo persiguiendo a Darren Mcanders ¡cómo
prácticamente había suplicado su amor! bajó la vista avergonzada, y sus ojos se tropezaron con el ancho
tórax de Joe, que, curiosamente, subía y bajaba con rapidez. ¿Por qué estaría tan agitado? la respiración de ella misma se había tornado también ligeramente entrecortada.
— siempre me he sentido muy cortada con los hombres —le dijo Demi, todavía con la cabeza gacha—, y tú fuiste el primero que me prestó un poco de atención, así que supongo que me sentí tan halagada que por eso traté de hacer por todos los medios que te sintieras como en casa —alzó un momento el rostro para sonreírle tímidamente y volvió a bajarlo al instante— de todos modos, yo siempre he sabido que tus sentimientos no eran más que amistosos, porque yo no me parezco en nada a Taylor.
— ¿y qué tiene que ver ella en esto? —inquirió él frunciendo el ceño perplejo.
—pues ella es... es como las personas de tu mundo, eso es todo es refinada, sofisticada y bonita...
—Demi, hay distintos tipos de belleza —le dijo Joe en el tono más suave que le había oído jamás, la tomó de la barbilla para hacer que lo mirara—, y la verdadera belleza va mucho más allá del maquillaje.
Demi  entreabrió los labios, y advirtió que no podía apartar la vista de los ojos verdes de Joe, era como si fueran imanes, y la estaban mirando de una forma que hacía que sintiese muy débiles las rodillas.
—deberíamos... deberíamos marcharnos —balbució la joven con voz ronca.
Joe se zambulló en los iris castaños de Demi hallando allí secretos que nunca hubiera imaginado que existían en ella, y deseos largos tiempos acallados casi pudo sentir su soledad, su necesidad de amor una chispa saltó en su interior, quería apagar el dolor que había en esos ojos.
Dejó caer descuidadamente el cigarrillo al suelo y lo apagó con la punta de la bota, acercándose un poco a ella y tomando su rostro entre las manos,
—Joe... —gimió ella.
La hizo recostarse contra la ranchera, hasta que su tórax estuvo contra sus senos, sus ojos no se despegaron ni un momento. Demi puso las palmas abiertas en el pecho de él, pero no a modo de protesta, ni para apartarlo, y Joe lo sabía porque, estando tan cerca el uno del otro, ella no podía ocultar su ansia de él.
—Demi...
En el mismo momento en que murmuró su nombre los labios rozaron los de la joven para Demi fue como sentir un aliento tembloroso contra su boca, una caricia vacilante que la hizo quedarse muy quieta, por miedo a que él se detuviera si se movía.
Los dedos de Joe se deslizaron hacia su nuca, y quitó las horquillas con las que estremecerse, y se apartó un instante y ella abrió los ojos, mirándolo maravillada y con las mejillas teñidas de carmín. Joe bajó las manos hasta la cintura de la joven, sinse había sujetado el pelo, liberándolo, mientras sus labios permanecían a un par de
milímetros de los de ella. hundió los dedos en los mechones de color miel, deleitándose
en sedoso tacto.
la boca de tyler descendió sobre los labios entreabiertos de nell, ajustándose
perfectamente a ellos. la joven cerró los ojos, dejándose atrapar por las sensaciones
que la estaban invadiendo, y gimió suavemente.
tyler se inclinó más hacia nell, pegándose completamente a su cuerpo y besándola
otra vez, mientras ella volvía a gemir dulcemente contra sus labios, extasiada. la sintió
poder creer lo entrecortada que se había vuelto su respiración.
—dios mío... —murmuró nunca antes una mujer había despertado en él tal ternura.
— Joe, no deberías abrazarme... así — musitó Demi su mente le decía que debía apartarlo, pero su cuerpo le gritaba que lo necesitaba.
— ¿por qué no? —inquirió él en un susurro, frotando su nariz con la de ella mientras hablaba.
— Ya sabes por qué —respondió ella, esbozando una pequeña sonrisa insegura y sonrojándose de nuevo.
—no, no lo sé.
Los labios de Joe cubrieron otra vez muy despacio los de ella, y sintió que Demi volvía a responderle y hundirse en la dulzura de su boca y las formas blandas de su cuerpo era como una droga, se relajó rindiéndose a su propia necesidad, y apretó con cuidado las caderas contra las de ella, para que pudiera sentir lo que probablemente ya
habría notado: que lo tenía tremendamente excitado.
En ese momento, sin embargo, notó que Demi se ponía rígida, dejaba escapar un gemido ahogado, y lo empujaba azorada para apartarlo. Joe se separó un poco de ella, y escudriñó su rostro encarnado, observando cómo rehuía su mirada.
—Lo siento...—balbució Demi mordiéndose el labio inferior— es que... es que me asusta un poco — confesó sonrojándose aún más.
Joe se rió suavemente, la besó con delicadeza en la frente y frotó su mejilla con la de ella.
—bueno, es natural, siendo como eres una pequeña y tímida que no persigue a los hombres.
—no te burles de mí —murmuró ella molesta.
— ¿crees que me burlo? — inquirió él trazando el contorno de sus labios con el índice— no era mi intención en absoluto es solo que no estoy acostumbrado a tanta ingenuidad, en el mundo del que provengo brilla por su ausencia.
—comprendo.
—no, no lo comprendes, cariño, pero eso es bueno porque aquel ya no es mi mundo, de hecho creo ni siquiera lo echo de menos —le dijo jugueteando con un mechón de su cabello— estás temblando, — le susurró.
—es que esto es... es nuevo para mí.
—También lo es para mí —respondió Joe—, aunque no lo creas —apartó el cabello de su rostro y de sus ojos—. ¿Nunca te habían besado?
—no... «Así» —contestó ella. «No voluntariamente justificó para sus adentros— nunca me había besado nadie de verdad —admitió— yo... no atraigo a los hombres.
— ¿de veras? —dijo Joe burlón, tomándola por cintura y atrayéndola de nuevo hacia sus caderas.
Demi se puso roja como una amapola y trató de apartarse pero él no la soltó.
— ¡Joe! —protestó indignada.
Él separó sus caderas de las de ella, pero no la retuvo en su abrazo.
—Demi, mírate: tienes veinticuatro años, pero no sabes nada de los hombres. Yo diría que ya es hora de alguien te ilumine un poco no voy a hacerte daño pero no puedo besarte a un metro de distancia.
—No deberías volver a hacerlo —dijo ella alzando los ojos, suplicante— no es justo que... que juegues así conmigo.
— ¿es eso lo que crees que estoy haciendo, Demi? —Susurró él en un tono sensual, sin parpadear—, ¿jugando contigo?
Inclinó la cabeza y volvió a besarla con pasión aunque también algo irritado consigo mismo porque no era capaz de controlar la excitación que ella le provocaba, y aquello era nuevo para él, jamás había tenido esa sensación con otra mujer, además no tenía derecho a hacerle aquello, no cuando no tenía nada que ofrecer y sin embargo
sus labios eran tan suaves, tan dulces, y la sensación de su cuerpo femenino derritiéndose contra el suyo era tan increíble... era el beso más puro que había compartido en toda su vida.
Cuando el beso termino, Demi se quedó mirándolo maravillada sus ojos buscaron los brillantes iris verdes de Joe, y pudo sentir un ligero temblor en las manos de él, aferradas a su cintura, y cómo su respiración se había tornado tan entrecortada como la suya, la deseaba.
—Creo que necesito sentarme —musitó Demi con voz trémula.
— me temo que yo también —admitió él con un suspiro.
Abrió la puerta de la ranchera para que Demi entrara, la cerró suavemente y rodeó el vehículo para sentarse de nuevo al volante. Demi se había quedado con la cabeza gacha, la mirada fija en su regazo, se preguntaba cómo se sentía Joe después de lo que había ocurrido entre ellos. ¿Pensaría tal vez que era solo una chiquilla ávida de afecto?, ¿que habría reaccionado del mismo modo con cualquier otro hombre? le lanzó una mirada nerviosa, de reojo, pero Joe había encendido otro cigarrillo, y parecía totalmente ajeno a su presencia. Tenía la vista puesta en el parabrisas, aparentemente absorto en sus pensamientos, que la joven no podía saber era que Joe estaba en
realidad, tratando de recobrar el aliento, y de apaciguar los fuertes latidos de su corazón, nunca le había
sucedido el quedarse así de agitado por un beso inocente de hecho, no podía recordar cuándo había sido la última vez que una mujer lo había hecho
perder el control de ese modo. Demi, sin embargo, parecía haberlo logrado sin esfuerzo, y eso le preocupaba ya que no podía permitirse perder el control con una virgen. Tenía que echar el freno... y rápido, no volvió a mirarla, pero Demi tenía la cabeza girada a la
ventanilla sin ninguna expresión definida
en su rostro.
—Llegaremos tarde a almorzar —le dijo la joven sin volverse a mirarlo  no podía, estaba demasiado turbada aún por lo que había sucedido.
Joe sentía que tal vez debiera tratar de excusar de algún modo su
comportamiento, pero intuía que para ella había sido tan embarazoso el haberse dejado llevar sin inhibición alguna, como la falta de control lo había sido para él. Tal vez fuera mejor dejarlo estar por el momento, se dijo, arrancó el vehículo, y sin otra palabra se puso en marcha en dirección al rancho.
Taylor había preparado su equipaje y el de los chicos para salir temprano aquella tarde, y Joe se ofreció para llevarlos de vuelta a Tucson aquella sugerencia pareció entusiasmar a Taylor, y Demi no pudo sentirse aliviada, ya que no quería estar a solas con su cuñada después de lo sucedido con Joe. Taylor siempre lograba sacárselo
todo, por mucho que se resistiera, y quería mantener aquello en secreto. Sería un hermoso secreto, un recuerdo muy dulce que atesoraría para siempre.
—estás muy callada... ¿a qué le estás dando vueltas ahora, niña? —inquirió Bella observándola de reojo, mientras fregaban los platos del almuerzo.
—A nada —respondió Demi sacudiendo la cabeza— es solo que me alegro de que tengamos al fin un poco de paz, Taylor me estaba volviendo loca, intentando convencerme a todas horas para que me emperifolle como ella —le explicó resoplando
— no me conoce en absoluto, no me atrae la idea de convertirme en un maniquí... ni aunque hubiera buena materia prima en mí, estoy bien tal y como soy.
—bueno, tampoco te vendría mal si te arreglaras un poco, y Taylor no es la bruja que tú crees que es... —murmuró Bella— ya sé que suena increíble viniendo de mí, cuando no he hecho más que quejarme de ella —admitió al ver el asombro en el rostro de la joven—, pero creo que a su manera se preocupa por ti, chiquilla solo pretende
ayudarte.
— Lo que pretende es quedarse con Joe—la corrigió Demi.
—Se siente sola —repuso Bella—. ¿Acaso no te sientes sola tú también? —inquirió  mirando a la joven a los ojos.
—Todos nos sentimos solos —murmuró Demi bajando la vista al agua jabonosa— en fin—y tú también podrías si te sacudieras de encima el resentimiento.
—no es fácil, aquello me dejó muy dolida.
—ese no es motivo para enterrarte en vida, todavía te quedan muchos años por delante, y acabarás pasándolos sola si no haces algo para remediarlo y el que nunca se arriesga no pasa la mar, niña.
Los pensamientos de Demi habían volado a lo que había ocurrido hacía unas horas, a los hambrientos labios de Joe contra los suyos, a su esbelto y musculoso cuerpo apretado contra el de ella se sonrojó ante el recuerdo, y en ese mismo instante supo, como si hubiera tenido una revelación, que moriría si no volvía a besarla.
Pero Joe no estaba interesado en una relación, él se lo había dicho, que no había lugar para una mujer en su vida. Tenía que mantener la cabeza fría, sobre todo, sabiendo como sabía, que la rechazaría,
— ¿sabes, Bella?, tal vez sea mi sino quedarme soltera murmuró pensativa— además, son las mujeres guapas las que atrapan a los hombres.
— ¡qué bobada! yo nunca he sido guapa y me casé le espetó la gobernanta—. ¿o no sabes que «la suerte de la fea la guapa la desea»?
—oh, sí, en mi caso ha funcionado muy bien — replicó irónica.
—la belleza exterior es lo que menos peso tiene en una relación, niña, porque se marchita, igual que la flores, la fuerza de carácter en cambio permanece y
eso a ti te sobra.
Demi sonrió para sí a veces Bella se ponía un poco quisquillosa, pero era un verdadero ángel. Durante los dos días siguientes, Joe se volcó en el trabajo y Demi apenas lo vio excepto a la hora del almuerzo estaba ojeroso, y tosía bastante casi no habían hablado desde el domingo, cuando la recogiera después de misa se había mostrado
respetuoso con ella pero también distante, y Demi estaba empezando a pensar que la estaba evitando, y sabía muy bien cuál era la razón: no quería una relación. Probablemente temía que ella pudiera hacerse ilusiones pues si se trataba de eso, se dijo Demi, no tenía que preocuparse no estaba tan desesperada le había dicho que no
iba a perseguirlo, y no lo haría.
A pesar de todo, no podía evitar preocuparse por él. Tenía muy mal aspecto, y cuando, hacia finales de esa semana, no fue a la casa a cenar, tuvo un mal presentimiento. Finalmente Bella fue a la cabaña donde lo habían instalado para ver si le había pasado algo. La mujer le había dicho a Demi que debería ir ella misma, pero la
joven se había negado y le había rogado que fuera en su lugar. lo último que quería era que pensase que estaba pendiente de él.
Media hora más tarde, regresó Bella con expresión preocupada.
—dice que solo está cansado, y que lo único que necesita es dormir en fin, veremos cómo amanece mañana.
Demi tuvo que hacer un gran esfuerzo para no salir corriendo e ir a la cabaña a ver a Joe, no estaba segura de que no tuviera importancia, como le había dicho a Bella.
Por lo que les había contado cuando llegara al rancho, era la salud personificada, nunca en su vida había guardado cama. Claro que siempre había una primera vez para todo, se dijo la joven con un suspiro, y sobre todo teniendo en cuenta que había estado matándose a trabajar desde su llegada... mientras bella tricotaba en su mecedora, Demi, sin darse cuenta siquiera de lo que hacía, empezó a pasearse inquieta arriba y abajo por el salón, hasta que la mujer le
dijo con fina ironía que estaba gastando la alfombra.
Decidió que lo mejor sería subir a su habitación, donde podría pasearse cuanto quisiera sin que nadie la molestara, pero, una vez allí, comprendió que el pensar en ello solo la ponía más nerviosa y, al cabo del rato se puso el pijama y se metió en la cama, quedándose dormida después de dar unas cuantas vueltas más.
A la mañana siguiente, nada más levantarse, el primer pensamiento de Demi fue para Joe, se vistió, se hizo una coleta y corrió escaleras abajo.
— ¿has ido a ver a Joe? —le preguntó a Bella, la mujer frunció el ceño, alzando la vista de la bandeja que tenía en la mano.
—lo haré en cuanto haya metido estas galletas en el horno.
—déjalo, ya voy yo y antes de que Bella pudiera decir una palabra, la joven había salido ya por la puerta trasera.
Al llegar a la cabaña, Demi llamó a la puerta, pero nadie contestó volvió a llamar... nada.
Se quedó allí de pie, dudando qué hacer, tal vez estaba dormido, o se encontraba tan mal que no podía levantarse a abrir giró el pomo, y la alivió ver que Joe no había echado el cerrojo. Abrió un poco y asomó la cabeza se aventuró a entrar hasta la
salita, con el corazón latiéndole como un loco.
—¿Joe? —lo llamó.
Escuchó un suave gemido que provenía del dormitorio, y lo siguió, temiéndose encontrarlo desnudo, se detuvo junto a la puerta entreabierta.
—¿Joe? —dijo llamando suavemente con los nudillos, y abriendo despacio.
Estaba tapado hasta la cintura, pero el ancho y musculoso tórax y los fuertes brazos, al descubierto, estaban desnudos lo vio abrir los ojos.
—Demi... dios, me encuentro fatal...
la joven se acercó a él.
— ¿podrías llamar a un médico? —Le pidió Joe con voz ronca— no he dormido nada y me duele el pecho creo que es bronquitis... —dijo tosiendo.
—lo llamaré, no te preocupes —contestó Demi, le tocó la frente estaba ardiendo —. Quédate aquí y no te muevas te traeré algo frío de beber y llamaré al médico- voy a cuidar de ti.
Joe la miró a los ojos, escudriñando en ellos.
La sensación que se había producido en él al escuchar sus últimas palabras era la
más extraña que había tenido jamás. Nunca nadie había cuidado de él, pero, en cierto modo, no pudo evitar admitir para sí, que no querría que nadie más que Demi lo hiciera.
—Vuelvo enseguida —murmuró la joven, ocultando su preocupación con una leve sonrisa.

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