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martes, 12 de octubre de 2010

Novela Niley " Nicholas " Cap 6




Nick ya se había marchado cuando Miley llegó a casa. Estuvo charlando un rato con Kevin contándole la decisión que había tomada sobre alquilar una habitación en la casa de huéspedes de la señora Simpson, y después vieron un rata la televisión.
Miley temía el momento en que Nick regresara a casa. No reconocía en el brusco hombre de aquella mañana al Nick junta al que había crecido. Los chicos que la habían besado lo habían hecha suavemente, y nunca con tal intensidad. Nick la había asustada, no había tenido en cuenta su falta de experiencia.
Tal vez la había besado para demostrarle lo que podía ocurrir si seguía incitándolo, si le dejaba ver su interés por él. Si ese había sido el caso, desde luego había conseguido su propósito.
Kevin y ella estaban a punta de empezar a cenar cuando apareció Nick.
Se sentó, con aspecto cansado, y se sirvió un poco de limonada. No dirigió la palabra a Miley, y ella mantuvo la cabeza gacha para que no pudiera ver su sonrojo. Tampoco era necesario en realidad, ya que él ni se dignó a mirarla. Empezó a hablar con Kevin sobre un posible nuevo cliente, y Miley se sintió excluida e ignorada. Sin embargo, cuando Nick se levantó, sí la miró, pero lo que Miley vio en sus ojos la hizo sentir aún peor.
Había en ellos una ira apenas controlada, mezclada con algo más oscuro, algo que no alcanzaba a distinguir. Bajó la mirada y notó que se le aceleraba. El pulso. ¿Por qué actuaba Nick como si fuera ella la culpable de lo ocurrido? ¿Acaso no se daba cuenta de que la había herido, de que la había asustado?
Nick salió de la casa.
—Eh —llamó Kevin a la joven con una mirada preocupada—, ¿estás bien?
—Ni siquiera me ha hablado —susurró Miley. Kevin se recostó en la silla y encendió un cigarrillo.
—Lleva así todo el día —le dijo—, el tiempo que has estado fuera estuvo todo el rato mirando por la ventana en silencio. Le hice un par de comentarios y ni me oyó. Y después salió fuera a fumar.
— ¿A fumar? —repitió ella—. Pero si lo dejó hace años...
—Pues ya debe llevar un paquete entero —repuso Kevin encogiéndose de hombros—. Miley, sé que no quieres hablar de ello, pero mi hermano va de mal en peor, así que, o me cuentas qué pasa entre vosotros, o tendré que obligarle a él a hablar.
Miley tragó saliva. No quería que Kevin se pegara con Nick, pero tampoco podía contarle lo que había hecho su hermano, sobre todo cuando en parte ella lo había provocado. Y fue entonces cuando comprendió, cuando las piezas del puzle encajaron... Debía haber herido el orgullo de Nick con lo que había dicho y hecho después de que la besara con tanta pasión. Cuanto más lo pensaba, peor se sentía. Durante meses había soñado con que la besara, y cuando al fin lo había hecho, había reaccionado como una colegiala.
— ¿Y bien? —inquirió Kevin enarcando una ceja.
—Le dije algunas cosas terribles —confesó ella finalmente, decidiendo que no había por qué entrar en detalles.
—Y lo has herido... —adivinó Kevin. Ella asintió con la cabeza.
—Oh, Kevin, Nick me odia... Y no puedo culparlo por ello, he herido su orgullo hasta tal punto, que creo que no querrá volver a hablarme jamás.
—Pues eso sí que es increíble... —murmuró Kevin—. El que hayas logrado herirlo, quiero decir. Muchas mujeres han intentado sin éxito atravesar esa dura coraza que lo envuelve.
—Supongo que lo que ocurre —prosiguió Miley pensativa—, es que le resulta difícil dejarme volar fuera del nido, después de cuidar de mí durante tantos años.
—Tal vez... —concedió Kevin dando una larga calada al cigarrillo—. O tal vez... no. Últimamente actúa de un modo muy extraño.
Miley rodeó su vaso de limonada con ambas manos. Tenía que contarle a Kevin lo del viernes por la noche y, sabiendo que no iba a ser nada fácil, no quería que le temblaran y delataran su nerviosismo.
—Kevin, tengo algo que decirte.
—Vaya, eso suena serio —murmuró él enarcando las cejas y esbozando una leve sonrisa.
—Lo cierto es que lo es, y espero que no te enfades conmigo.
— ¿Tiene algo que ver con los Deleasa? —adivinó él alzando la barbilla.
—Me temo que sí —suspiró la joven. La mirada de Kevin se había ensombrecido peligrosamente, por lo que prefirió bajar los ojos al vaso de limonada antes de continuar—. Joe me ha pedido que sea su pareja en el baile que se celebra el viernes por la noche y he aceptado.
Apretó los dientes esperando el chaparrón, pero no cayó ni una gota. Al notar el silencio de Kevin, alzó la mirada cautelosa. Él la estaba observando, pero no parecía enfadado, y aquello le dio valor para continuar.
—No tiene por qué recogerme aquí si tú no quieres verlo. Puedo quedar con él directamente en el baile. De hecho, Danielle le insistió para que no me pusiera ante el dilema de ir o no con él, porque no quería que tú te molestaras.
Un destello cálido iluminó fugazmente los ojos oscuros de Kevin.
—¿Eso hizo? —inquirió bajando la vista al cigarrillo.
—No quería que Joe me metiera en problemas contigo —dijo Miley suavemente.
—Ya han pasado seis años —dijo Kevin al cabo de un rato, más para sí que para ella—, seis largos y vacíos años... La he odiado durante todo este tiempo, y a su familia también, y supongo que podría seguir odiándolos por el resto de mis días, pero eso no cambiaría nada. Aquello ya no puede arreglarse.
— Danielle es tan bonita —dijo Miley.
Kevin contrajo el rostro, como si los recuerdos fueran demasiado dolorosos. Apagó el cigarrillo con furia en el cenicero.
—Dile a Joe que puede venir a recogerte —dijo de pronto poniéndose en pie—. No haré ninguna estupidez.
Miley se quedó mirándolo, sin creer que se lo hubiera tomado con tanta calma y después, bajó la vista al vaso de limonada, y añadió en voz queda justo cuando él pasaba a su lado:
—Su hermano dice que Danielle lleva una vida monástica, que hace años que no sale con nadie.
A la joven le pareció que Kevin se detenía un instante, pero se dijo que tal vez había sido solo su imaginación ya que, antes de que pudiera decir otra palabra, había salido de la cocina.
Qué lástima, pensó Miley melancólica, que el amor pudiera tener una muerte tan violenta. Y lo más triste de todo era que, a pesar de lo que Kevin había dicho, habría apostado lo que fuera a que Danielle y él seguían locamente enamorados, aunque hiciera ya seis años de su ruptura. ¿Qué habría hecho Danielle para que Kevin no quisiera volver a saber nada de ella? Un hombre no podía mostrarse tan vengativo solo porque le devolvieran el anillo de compromiso...

En el trabajo las cosas ya no eran como antes. Nick ya no la saludaba con bromas y sonrisas; parecía haber perdido el sentido del humor, y haberse convertido en un duro hombre de negocios que, o la ignoraba por completo, o la reñía constantemente, indicándole cada pequeño error que cometía.
El viernes, a la hora de irse, Miley estaba hecha un manojo de nervios. Tenía tantas ganas de ir al baile como un reo de que le concediesen un recurso de apelación. Al menos así perdería de vista a Nick por unas horas y no se acordaría de él. Probablemente él se iría a Houston, con la modelo. Miley apretó los dientes ante la idea.
Al fin se fue a casa y, una vez allí, subió a su cuarto a cambiarse. Se puso una falda de cuadros bastante corta, y una blusa blanca de mangas cortas abullonadas. Estaban a finales de febrero, por lo que todavía hacía bastante frío, así que se puso un abrigo largo encima.
Joe había quedado en ir a recogerla a las seis y ya era casi esa hora cuando bajó las escaleras, con el cabello brillante y suelto, y ligeramente maquillada. A pesar de que al mirarse al espejo se había sorprendido de los resultados, nunca antes había deseado con tantas fuerzas ser rubia, o que Nick le diera una segunda oportunidad. Verdaderamente tenía la negra... ¡Mira que fastidiarlo todo a la primera!
Cuando estaba llegando al rellano, el corazón de la joven se puso a latir como un loco al ver que Joe llegaba en ese momento, y que era Nick quien le abría la puerta. Se puso rígida. ¿Le habría dicho Kevin que iba a salir con Joe? Temía que Nick se pusiera furioso con el hermano de Danielle, pero lo dejó pasar sin decir nada.
Joe iba totalmente vestido a la moda del Oeste: llevaba una chaqueta y pantalones vaqueros, una camisa de cuadros roja, y botas y sombrero negros. Nick iba ataviado de modo similar, solo que su camisa era azul. Se quedaron mirándose el uno al otro largo rato hasta que Nick rompió el silencio.
—Kevin me ha dicho que vas a llevar a Miley al baile. Puedes esperarla en el salón si quieres —le dijo secamente.
—No hace falta —intervino ella terminando de bajar las escaleras—. Ya estoy lista —añadió con forzada alegría. Sonrió a Joe y este le devolvió la sonrisa. No quiso ni mirar a Nick. No podía.
—Pues entonces vámonos —contestó Joe—. He oído que los Trevor van a tocar esta noche. ¿Te acuerdas de Ted Trevor, Nick, del instituto?
—Sí, me acuerdo de él —asintió Nick sin entusiasmo alguno.
En ese momento apareció Kevin, que se paró en seco al ver a Joe. Miley observó que se había vestido como si fuera a salir a algún sitio.
—¿Adónde vas, Kevin? —le preguntó curiosa.
—Al baile, ¿adónde sino? —respondió él—. No para vigilar a Miley, por si era lo que estabas pensando —le aclaró a Joe con una sonrisa fría—. Nick y yo hemos quedado allí con un posible cliente.
El corazón le dio un vuelco a la joven. ¡Nick también iba al baile! La sola idea de que tal vez pudiera bailar alguna pieza con él la hizo estremecer de placer, y al mismo tiempo se odió por ser tan débil.
—¿Ese posible cliente no será Fred Harriman por un casual? —inquirió Joe en un tono suspicaz.
—Sí, ¿por qué? —dijo Kevin enarcando las cejas. —Porque ha comprado nuestras tierras —respondió Joe con una mueca de desagrado.
Nick dejó escapar un juramento por lo bajo y le dijo que sentían que se hubieran visto obligados a vender.
—No tuvimos más remedio —respondió Joe con un suspiro—. Es gracioso. Cuando las cosas van mal uno nunca se espera que puedan ir a peor, pero ocurre. Hemos hecho todo lo posible por arreglar los desaguisados que cometió nuestro padre, pero ya era demasiado tarde. En fin, al menos todavía tenemos algunos pura sangres, la casa, y un par de acres de tierra.
—Si necesitas trabajo, pásate por la nave un día de estos —le ofreció Kevin repentinamente—. Maldita sea, deja a un lado el orgullo, Deleasa —le espetó a Joe al ver su mirada recelosa—. No es caridad, y el que estemos enfrentados no quita para que no reconozca que eres bueno con el ganado.
—Es cierto, Joe —asintió Nick—. La puerta está abierta.
—Gracias entonces por la oferta —respondió Joe. Se volvió hacia Kevin—. Yo pensaba que no ibas a bailes, ya fuera por negocios o no.
—Y no suelo hacerlo —repuso Kevin—, pero Nick se emborracha si no hago de niñera suya —añadió sonriendo ante la expresión indignada de su hermano.
—Eso es una maldita mentira —protestó—. Recuerdo una noche en la que tú sí que habías pillado una borrachera en toda regla y tuve que meterte en la cama.
—Bueno, todos perdemos el control alguna vez — concedió Kevin apretando los labios—. ¿No es verdad, Miley? —añadió mirando a la joven y después a su hermano.
Miley se puso roja como una amapola, y Nick se dio la vuelta, abrió la puerta y la sostuvo para que los otros tres salieran.
— Danielle también viene al baile —le comentó Joe a Miley mientras caminaban hacia su ranchera—. Casi tuve que ponerle una pistola en la sien para convencerla, pero al final accedió. Necesita distraerse un poco. Está trabajando seis días a la semana por primera vez en su vida y le está resultando duro.
Kevin no dijo una palabra, pero Miley se volvió a mirarlo de reojo y, por la expresión en su rostro, hubiera jurado que estaba escuchándolo con atención. Y Nick, también detrás de ellos, los observaba a Joe y a ella con tal furia que, si hubiera podido, los habría fulminado con la mirada.
Cuando llegaron la sala de fiestas estaba muy animada. La banda de los Trevor estaban ya tocando un popurrí de piezas del Oeste, de esas que se bailan alternando el juego entre la punta y el tacón del zapato. El viejo Ben Joiner, con su violín en la mano, dirigía el baile, alzando la voz por encima de la música para indicar a las parejas qué tenían que hacer en cada momento.
—Hay mucho ambiente —le comentó Joe a Miley. Nick y Kevin se habían sentado en una mesa con el tal Fred Harriman.
—Sí —asintió Miley distraída—. ¿De qué tendrán que hablar con ese tipo? —le preguntó mientras se dirigían a la mesa donde Danielle estaba sentada sola.
—No sé, supongo que Harriman querrá que engorden el ganado que nos ha comprado —Joe giró la cabeza en dirección al lugar donde estaban fijos los ojos verdes de su hermana: la mesa de los Jonas—. Dios... está mucho peor de lo que pensaba —murmuró entre dientes. Miley también lo había notado.
—Kevin tampoco ha salido con nadie en todo este tiempo. ¿Crees que hay alguna posibilidad de que...? —¿Con lo resentido que está con mi hermana? No, no lo creo —respondió él categórico—. Hola, hermanita —saludó a Danielle con una sonrisa. Retiró una silla para que Miley se sentara, y él tomó asiento también.
—Hola, Miley —saludó su hermana a la joven—. Estás guapísima.
—Tú también —respondió Miley—. No sabes lo que yo daría por ser tan bonita como tú.
—Oh, vamos... —murmuró Danielle azorada.
Pero era cierto, y también que estaba preciosa aquella noche. Se había puesto un vestido verde que resaltaba sus increíbles ojos y marcaba su estupenda figura.
—Joe nos ha contado que habéis tenido que vender parte de vuestras tierras. Lo siento.
Danielle sonrió suavemente.
—Sí, bueno, al menos no nos han embargado la casa. Ultimaremos los detalles de la venta la semana próxima, y entonces se acabará todo el chismorreo y volveremos a tener nuestra privacidad —tomó su gaseosa y bebió un sorbo—. Espero que no te moleste que haya venido. No me gusta ir de sujeta velas, pero Joe insistió tanto...
—Por supuesto que no me molesta —contestó Miley sonrojándose un poco ante las implicaciones de aquella disculpa—. Joe y yo solo somos amigos y además me encanta tu compañía.
Siguieron charlando un rato, y cuando terminó la canción que estaban tocando, Joe la hizo levantarse para el siguiente baile.
— Danielle —le dijo a su hermana mientras se alejaban—, pídenos dos gaseosas a Miley y a mí también, ¿quieres?
Danielle asintió sonriente, pero Miley miró a Joe enfurruñada cuando se puso frente a él en la pista. —Yo quería algo más fuerte, no un refresquito — protestó.
—Lo siento, pero yo no bebo, y eso significa que mi pareja tampoco —contestó él entre risas. —Aguafiestas —murmuró ella. Joe chasqueó la lengua.
—No necesitas alcohol para pasarlo bien...
—No es eso, es que pensaba que al menos tú me tratarías como a una adulta —repuso Miley.
—Por eso no desesperes —contestó él con voz suave y profunda, tomándola por la cintura—. La noche todavía es joven.
Miley sonrió, sabiendo que, por supuesto, estaba solo flirteando con ella, y dejó que la llevara él. Era un bailarín estupendo. La joven lo estaba pasando realmente bien... hasta que se fijó en Kevin y Nick. Los ojos del primero lanzaban miradas furtivas todo el tiempo en dirección a la mesa de Danielle, y el segundo los estaba observando a Joe y a ella con el veneno de diez serpientes de cascabel.
El corazón de Miley saltó de alegría al ver los celos en sus ojos. Quizá había esperanza. Ese optimista pensamiento se asentó en su mente, haciéndola sonreír y reírse, lo cuál indujo a Joe a pensar que estaba disfrutando de su compañía... y también a Nick, así que cuando terminó la canción, sin que ella lo supiera, Miley estaba en el centro de la tormenta que se estaba formando.
Casi se desató cuando Nick, devorado por los celos, dejó a Kevin con su posible cliente y fue a invitar a Danielle a bailar. Esta dudó, porque vio que Kevin se erguía en su asiento, y parecía dispuesto a empezar una pelea.
—No le importará —le dijo Nick para convencerla—. Vamos, no te vas a pasar toda la noche aquí sola.
Danielle aceptó finalmente no muy convencida, y con cara de preocupación mientras dejaba que Nick la arrastrara a la pista.
Cuando Miley lo vio se le cayó el alma a los pies. Danielle y Nick hacían buena pareja, y comparándose con ella, la joven se sintió menos atractiva que nunca. Bajó la vista hacia el tórax de Joe, terriblemente deprimida. ¿Y si Nick había ido en realidad porque imaginaba que Danielle también iría? O peor, ¿y si tal vez habían ido por separado y ella era su nueva amante? Estaba empezando a encontrarse fatal.
—Tengo la sensación de estar sentado sobre una bomba de relojería —murmuró Joe observando primero a Nick y Danielle y después a Kevin—. No sé qué pretende Nick, pero Kevin lo está mirando como si quisiera matarlo. Fíjate la cara de furia que tiene. Aunque deteste a mi hermana, de algún modo parece como si la considerara de su propiedad.
Miley giró la cabeza para mirar a Kevin y se avergonzó de sí misma al desear que se levantara de la silla y le pegara un buen puñetazo a Nick solo para apartarlo de Danielle.
—Bueno, si Kevin estuviera bailando con otra mujer, ¿cómo crees que se sentiría tu hermana? —inquirió, alzando la vista hacia Joe. Él frunció los labios.
—Supongo que no había pensado en eso —dijo—. Tal vez Nick solo pensó que se debía sentir sola y por eso la ha sacado a bailar —añadió.
Miley suspiró, y Joe estudió la expresión de su rostro mientras observaba a su hermana y a Nick. De pronto observó que la mirada en sus ojos no era muy distinta de la de Kevin: ¡estaba celosa! Si no estaba ya enamorada de Nick, seguramente iba camino de estarlo, se dijo. Comprendió al instante que sus posibilidades eran escasas, y que poco podía hacer al respecto.
A medida que avanzaba la velada, la tensión iba en aumento. Nick parecía disfrutar estar bailando con Danielle, y Miley seguía bailando con Joe, mientras que Kevin continuaba sentado, lanzando miradas de odio a su hermano, y bebiendo mientras hablaba con Fred Harriman que, finalmente, se marchó.
Cuando la canción terminó, Danielle fue a sentarse de nuevo, y Miley, que había dejado a Joe charlando con unos conocidos que se había encontrado, iba también hacia la mesa. Hacía rato que había optado por no mirar a Nick, porque el hacerlo la estaba destrozando, así que no lo vio acercarse y, cuando lo tuvo frente a sí, se puso muy nerviosa y casi derramó la gaseosa. Su reacción dio esperanzas a Nick.
—¿Quieres bailar la siguiente canción conmigo?
Miley alzó el rostro sorprendida.
—No, será mejor que no... —murmuró.
—¿Por qué no? —inquirió Nick, extrañado por el matiz dolido en su voz.
—Porque no quiero herir los sentimientos de Danielle —contestó ella. Se dio la vuelta y buscó frenética con la vista a Joe—. ¿Dónde diablos se habrá metido Joe...? —murmuró nerviosa.
Nick se había quedado clavado en el sitio, pestañeando, sin creerse que Miley hubiera dicho lo que había dicho. ¿Que no quería herir a Danielle? ¿No habría pensado...? De pronto se le ocurrió que, si Miley había llevado sus conclusiones tan lejos como para pensar que había algo entre Danielle y él, Kevin seguramente también lo habría pensado.
Giró lentamente la cabeza hacia la mesa donde Kevin seguía sentado como una estatua, y dejó escapar un improperio entre dientes.
—¡Dios!, ahora sí que la he hecho buena...
Miley vio cómo Nick se dirigía hacia su hermano, abriéndose camino entre la gente, y se preguntó si habría contratado aquel seguro de vida que le habían querido vender unos meses atrás: Kevin parecía dispuesto a arrancarle la cabeza.
Cuando Nick llegó a la mesa, había dos ceniceros llenos en frente de Kevin, y un vaso de whisky medio vacío. Kevin bebía muy de tarde en tarde, y aún cuando estaba enfadado, se limitaba a una sola copa, así que aquel vaso indicó a Nick lo furioso que estaba. Tomó asiento y lo miró a los ojos.
—Kevin, yo... Danielle estaba sola y...
Su hermano no quiso escuchar más. Apuró la bebida de un trago y se puso en pie, la mirada en sus ojos como la de dos trozos de carbón ardiendo.
—Entonces veré qué puedo hacer para arreglarlo.
Nick contuvo el aliento mientras lo observaba ir hasta la mesa de Danielle. Se quedó mirándola fijamente hasta que ella enrojeció, y después simplemente le tendió la mano. Ella puso la suya en la de él, y se dejó llevar hasta la pista, donde se fundieron el uno en el otro al compás de una suave melodía.
Miley suspiró. Se los notaba tensos, como si hubiera algo más que aire entre ellos, pero la felicidad momentánea que iluminó el rostro de Danielle la hizo más hermosa de lo que era. La expresión de Kevin, por el contrario, era inescrutable, pero Miley estaba segura de que, tras seis años de separación, debía sentirse como si hubiera alcanzado las estrellas con las puntas de los dedos.
—Caramba... —fue el comentario admirativo de Joe cuando regresó junto a Miley—. ¿Verdad que parecen dos mitades de un todo?
—¿Porqué rompieron? —le preguntó la joven.
—No lo sé —contestó él con sencillez—, pero tengo entendido que nuestro padre tuvo algo que ver, y uno de sus amigos. Danielle nunca habla de ello. Lo único que sé es que le devolvió el anillo y que desde entonces ha estado resentido con ella.
La música terminó, y la pareja dejó de bailar. Kevin soltó a Danielle muy despacio, pero a continuación se dio media vuelta abruptamente y se alejó, saliendo de la sala de fiestas.
Danielle se había quedado paralizada en medio de la pista, y en ese momento Miley vio a Nick acercarse a ella, inclinarse, decirle algo al oído, y salir con ella del brazo del edificio.
Bailó con Joe varias canciones más, pero al ver que Nick no regresaba, comprendió que debía haberla llevado a casa... y que debía seguir allí. De repente se notó la cabeza mareada, y las manos sudosas.
—¿Puedes llevarme a casa, Joe? —le rogó a su pareja con la voz ronca.
—¿No te encuentras bien? —inquirió él preocupado.
—Estoy cansada —contestó Miley.
Y era verdad, estaba cansada de ver a Nick en acción: primero la rubia, y después Danielle. Y solo en una semana... Obviamente la pequeña y feúcha Miley no tenía lugar en su mundo. Alzó la vista hacia Joe, tratando de contener las lágrimas.
— ¿No te enfadas conmigo?
—Por supuesto que no —repuso él suavemente.
Miley no habló durante todo el camino, sumida como estaba en sus pensamientos. Era tan extraña la idea de que Nick provocara deliberadamente un enfrentamiento con Kevin... ¿Estaría tomándose la revancha por algo que su hermano hubiera hecho?
Joe la acompañó hasta las escaleras del porche.
—Bueno, ha sido una pena que la velada terminara tan bruscamente, pero espero que lo hayas pasado bien.
—Lo he pasado muy bien —le aseguró Miley sonriéndole.
Joe se inclinó hacia ella inseguro, pero al no resistirse ella, rozó sus labios suavemente. Sin embargo, al notar que no respondía al beso, alzó el rostro, mirándola a los ojos.
—Me da la sensación de que esto es más bien falta de interés que de experiencia, ¿me equivocó? —le preguntó con delicadeza. Miley enrojeció y bajó la vista.
—Tú me caes muy bien, pero... —no sabía como decírselo—. Bueno, y también es cierto que estoy muy verde en esto.
Era justo lo que había imaginado. Joe enarcó una ceja y tomó a Miley por la barbilla para que lo mirara a los ojos.
—Si solo fuera eso último, pequeña Miley, con un poco de colaboración por tu parte podría ocuparme de ello, pero me temo que es una lección que debe enseñarte el hombre por el que suspiras —le dijo besándola en la frente—. Espero que se dé cuenta de lo afortunado que es, eres una chica muy especial.
—Gracias, Joe —dijo sonriéndole—. Si no existiera ese hombre me gustaría que fueras tú quien me enseñara.
—Bueno, podríamos quedar a cenar alguna noche... solo como amigos. Sé cuando una puerta está cerrada, no tienes que preocuparte por eso.
—Me encantaría —accedió Miley—. Eres un buen hombre, Joe.
—Buenas noches —murmuró él acariciándole la mejilla.
—Buenas noches.
Tras verlo alejarse en el coche, Miley entró en la casa, e iba a subir las escaleras para ir a su dormitorio, cuando llegó a sus oídos una interpretación desafinada de cierta canción, una que Kevin cantaba en muy raras ocasiones, cuando había bebido demasiado.

4 comentarios:

  1. aww q lindo q es joe!! muy romantico la escena jiley :D la amee

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  2. Qie lindo es joe(no mas que nick pero...bueh!!)lastima que en esta nove no haya jemi.

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  3. Aleida: si habra muy pronto una nove de JEMI....y gracias por leer mi nove

    un beso, cuidate...♥

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  4. que lindo Joeeeeeee
    jejejejejeje
    me encantooooooo

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